La Cofradía XIX
Una chica con fiebre alta que no responde a los tratamientos. .
– Recuerdas que te dije esta chica era la última vez que hacía una terapia de persona a persona – me preguntó mi hermano.
– Si, lo recuerdo, qué pasó, porqué? –
– No puedo más, me afecta mucho, no puedo seguir haciéndolo –
– A ver, cuéntame que pasó… –
……
Hace unos meses llegó el nombre de una mujer, Araceli, no sabíamos qué enfermedad tenía, sólo sabíamos que estaba muy mal.
Hicimos una reunión sólo para ella, le enviamos toda nuestra energía.
A la semana siguiente, la misma mujer, seguía igual de mal, de nuevo una reunión para ella, dejando otros pedidos para después.
A la semana siguiente, de nuevo el mismo nombre.
– Vas a tener que ir tú – me dijo el Gran Maestre.
No tenía muchas ganas, pero en fin, esta es la última vez que hago una terapia presencial, me dije a mi mismo.
Llegué a la dirección que me habían dado.
Me abrió la puerta una mujer joven, no se veía enferma.
– Buenas noches. Araceli? – dije como saludo.
– Para qué la necesita? – me preguntó fríamente y con una mirada de desconfianza.
– Disculpe, es que me dieron esta dirección, de una mujer que está enferma y yo vengo de la cofradía. Perdone la confusión – dije dándome la vuelta para irme.
– Espere, de dónde dijo que venía? –
– De la Cofradía, pero no hay problema, ya me voy –
– Samira! – gritó hacia adentro.
– Que pasa mami? – preguntó una chica que llegó detrás de ella.
– Este joven dice que viene de una cofra no se qué y pregunta por la Araceli –
– Ah, si, déjalo pasar mami –
– Hola, mucho gusto, Araceli es mi hermana – dándome la mano.
– Sabes, ella está muy enferma, y no responde a los tratamientos médicos, está en riesgo vital, puede pasarle algo en cualquier momento –
– Puedo verla? –
– Si, pasa por aquí – indicándome que la siguiera.
La seguí bajo la excrutante mirada de la mamá.
– Esta es su pieza – dijo empujando y abriendo la puerta.
En la cama y sobre ella, semi desnuda, con un camisón de dormir que le quedaba corto, con un paño en la frente y un ventilador a los pies de la cama, que por momentos levantaba el camisón dejando ver su intimidad, estaba una niña. Muy delgada, pálida y con grades ojeras verdes. Me acerqué a la cama y saqué el paño sobre la frente, estaba caliente, el paño húmedo estaba caliente. Lo dejé en una fuente con agua que estaba en el velador. Le puse la mano en la frente y estaba muy caliente.
– Cuánto tiene de fiebre? – le pregunté.
– No baja de los 40, aveces 41, 42 –
– Hola – le dije muy cerca de ella.
– Araceli, me oyes? – le pregunté alzando la voz.
– No escucha, cuando está así, no escucha – me dijo Samira.
Le levanté el párpado para ver sus pupilas, tenia los ojos hacia atrás, a punto de entrar en convulciones. Dejé mi mochila en el suelo, me saqué la casaca, los zapatos y los calcetines. Puse una mano en su frente y la otra en el pecho, tomé aire, cerré los ojos y me concentré, entregándole mi escasa energía más la que recibía por los píes desnudos. Nunca había hecho ésto, pero no tenía tiempo.
Ella dió un pequeño salto, tomó aire y suspiro. La miré sin sacar las manos. Ella abrió los ojos y me miró. Tenía unos hermosos ojos.
– Vas a estar bien – le dije al oído –
– Abrió los ojos ! – exclamó Samira.
– Mira, lo que yo hago es entregarle energía, pero para éso tengo que tener energía. Energía que ahora no tengo porque la poca que me quedaba se la entregué a ella –
– Y qué vamos a hacer? –
– Tu nada, sólo tienes que dejarme sólo con ella – le dije a Samira.
– No, no puedo dejarte sólo con ella –
– Entonces no puedo hacer nada –
– Qué tienes que hacer ? –
– Tengo que cargarme de energía para dársela a ella –
– Bueno, hazlo –
– Pero tengo que desnudarme para éso –
– Vas a estar denudo, sólo con mi hermana? –
– No le va a pasar nada –
– No, no puedo, si mi mamá sabe…me mata. No, por ningún motivo –
– Entonces me voy a desnudar delante tuyo –
– Bueno, dale, yo te miro –
Y como estoy acostumbrado a andar desnudo y que todos me vean, no era mi problema. Me saqué el resto de la ropa quedando totalmente desnudo. Ella hacía como que miraba para otro lado, cuando yo sabía y sentía que miraba mi miembro flácido.
Comencé con la limpieza sentado en el suelo con las piernas cruzadas. Ella, ahora prestó atención, sólo miraba en silencio sin decir nada. Después vino la toma de energía de la naturaleza y después del universo. Me levanté y Samira miraba mi erección al 100 % con una mano en la boca.
– Ayúdame a quitarle el camisón – le dije. Ella se puso a mi lado.
– Ponte por el otro lado, yo la levanto y tu le sacas el camisón –
Después de dejar a la Araceli completamente desnuda, acostada de espaldas en la cama y con los ojos cerrados, puse de nuevo una mano en la frente y la otra en el pecho. Sería por estaba muy delgada, porque sólo tenía pezones pegados a sus costillas.
Araceli abrió los ojos y me miró, los cerró y sentí que se relajaba. Samira miraba atentamente todo lo que hacía, ponía especial atención a mi erección y yo sentía su mirada.
Después saqué la mano de la frente y la puse en el pecho y la otra la puse sobre la vulva de A4raceli. Al sentir mi mano ella abrió los ojos muy grandes, se miró y después me miró a mi, sonrió y cerró los ojos.
Me quedé unos minutos más así como estaba y después saqué mis manos.
– Le estabas tocando su cosita – me dijo Samira con los ojos muy abiertos
– Si, porque es más fácil entregarle energía por ahí – le dije.
– Con tu mano en su conchita? –
– Si, quieres probar? – Le pregunté acercándome a ella con mi mano en dirección a su entrepiernas –
– No – dijo poniendo su mano ahí.
– También entrego energía por mi pene, quieres tomármelo? –
– No – dijo escondiendo la mano sin dejar de mirar.
– No tengas miedo, no te va a pasar nada, sólo quiero que sientas la energía – le dije tomando su mano de su entrepiernas y con poca resistencia la puse sobre mi miembro. Al principio con desconfianza lo tomó, la mano se le cerró alrededor y se quedó mirándome a los ojos mientras su mano apretaba mi pene.
– Ya, esta bien, no me queda más energía – tirando de su mano para que me soltara.
– Sentiste mi energía? –
– Si –
– Bueno, trae una sábana para taparla, indicándole a Araceli.
– No le pongan ropa, sólo la sábana, es más fácil de quitarla – le dije tocándole la frente a Araceli, que dormía profundamente.
– Ya está mejor, está bajando – dije.
Samira puso un termómetro en la axila de Araceli mientras me vestía.
– Si, está mucho mejor – dijo ella.
– Bueno, me voy –
– Espera, tócame a mí – dijo levantando su falda. Tenía puestos una tangas, por lo que metí mi mano por debajo, tocando su cliroris y después su vagina. Entrecerró los ojos, se mordió los labios y me miraba.
Saque mi mano de ese lugar y salí de la pieza con todas mis cosas.
– Cómo está ? – preguntó la mamá.
– Bien, mucho mejor – dijo Samira.
La mamá, sin decir palabra, entró a pieza a ver a la Araceli.
– Está durmiendo – dijo
– Gracias – me estiró la mano.
– No, por nada no se preocupe –
Samira me acompañó hasta la reja del antejardin.
– Vas a venir mañana? –
– No, mañana no puedo –
– Cuándo? –
– El lunes, te parece? –
– Si, está bien, te espero – dijo dándome un abrazo y un beso en la mejilla. Le devolví el beso justo cuando ella daba vuelta la cara hacia mí. El beso salió mitad mejilla mitad labios. Nos reímos, ella abrió la reja y yo salí
…….
– Oh, y que enfermedad tiene la chica? – le pregunté a mi hermano.
– Ya, vamos a acostarnos mejor, mira que estoy más mojada que la Samira – dije riendo.
Mi hermano siempre me calienta con sus historias.
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