La Cofradía XXII
Terapia completa a petición de la paciente. .
– A la semana siguiente, cuál fue mi sorpresa al entrar al dormitorio y encontrar a Araceli semisentada en la cama –
– Hola! – me dijo sonriendo.
– Qué te parece? No es un milagro? – me dijo Samira cerrando la puerta del dormitorio.
– Hola, cómo te sientes? – sólo atiné a decir. Caminé hasta la cama y me senté. Ella me tomó las manos y me las apretó feliz.
– Bien, muy bien, gracias – hasta tenía linda voz.
– Te estás tomando todos los remedios? – le pregunté.
– Si, pero ahora son otros, me los cambiaron –
– A que bien, se nota que te están haciendo bien –
– El que me está haciendo bien eres tú, sin ti estaría muerta –
– Ha estado comiendo, si hasta subió dos kilos en una semana – dijo Samira.
– Además hoy la bañé, ella me pidió que la bañara, quería estar limpia para cuando llegaras – agregó.
– Te estoy tan agradecida – dijo Araceli.
– Ya, prepárate para su tratamiento – me dijo Samira quitándome la mochila y después la sudadera. Después me sacó los zapatos mientras me sacaba la polera, me paré y me desabroché los pantalones y me los bajé, me senté en la cama y ella me ayudó a sacármelos quedando completamente desnudo bajo a atenta mirada de Araceli.
Me senté en el piso mientras Samira se desnudaba, lo que le costó poco porque tenía la polera y la falda.
– Puedo hacer lo mismo que tú ? – me preguntó sentándose en el piso con las piernas cruzadas delante mío.
– Sí, haz lo mismo que yo –
Terminado el protocolo de carga, Samira retiró la sábana dejando a Araceli desnuda. Ella sacó el cojín y se acostó bien estirada con las piernas abiertas. Me estiró una mano invitándome a subir a la cama. Me arrodillé entre sus piernas y ella dobló las rodillas, puse mi miembro entre los labios de su vagina, ella abrió los ojos al sentir la descarga de energía.
– Estás bien? – le pregunté.
– Si, sigue, sigue, no te quedes afuera – me suplicó.
Hice un poco de presión pero su vagina presentó resistencia.
– Mejor dejémoslo así, te va a doler si hago más presión – le dije.
– No, sigue, sigue, es que estoy un poco nerviosa –
– Bueno, relájate cierra los ojos y déjame entrar – le dije. Cerró sus ojos y se relajó. Hice presión nuevamente y sentí como mi glande se abría paso atravez de su vagina. Abrió los ojos y se mordió los labios.
– Tranquila hermanita, relájate y disfrútalo – le dijo Samira mientras le acariciaba un pecho.
En verdad había subido de peso, se notaba en sus pechos y en su carita. Además olía rico, me gustó el perfume. Seguí penetrando lentamente hasta el fondo. Ella me apretaba de los muslos mientras levantaba más sus piernas. Comencé salir lentamente, ella me miró con ojos de angustia, volví a entrar y ella emitió un gemido. Terminé la entrega de energía, pero igual seguí saliendo y entrando, cada vez más rápido, cada uno significaba un gemido. Era un gemido por segundo, 60 por minuto, a los 5 minutos todo había acabado, ella con los ojos cerrados y con brazos y piernas abiertas.
Comencé salir lentamente, tratando de dejarla descansar.
– No, no lo saques – me dijo abriendo los ojos y mirándome.
– No acabaste? – le pregunté.
– Si, pero quiero más –
De maneras que comencé de nuevo con el mete y saca, como ya no le dolía, fui un poco más brusco, ella gemia y gemia mirándome a los ojos. Ella no puede quedar embarazada, pensé. Y le di toda mi energía y mi abundante semen, sentí como llenaba su útero con cada chorro hasta quedar exhausto.
– Ahora Yo! dijo Samira que estaba acostada al lado –
– Déjalo descansar un rato – le dijo Araceli.
Me salí de Araceli y me subí sobre Samira. Después de 5 minutos de coger con ella, tuvo su orgasmo deseado.
– Ahora sí te cogiste a las dos? – le pregunté a mi hermano.
– Si y cada vez que voy hacemos lo mismo. Lo más importante que se logró controlar la fiebre de Araceli –
– Y que era la enfermedad que tenía? – le pregunté.
-Se contagió en una gira de estudios a Brasil. No es una enfermedad común, se llama Fiebre Lassen y es difícil de reconocer.
– Y qué dice la mamá que sigas yendo a ver a Araceli ? –
– Ahora no voy muy seguido, voy dos meses al mes. Y si no voy Araceli se enferma, no come, no habla, no hace nada hasta que llego.
– Y la mamá, sabe que te la coges? –
– No lo sé, talvez sí, pero ella está feliz de verme cada vez que voy ella me recibe con un abrazo y un beso –
– Yo creo que ella también quiere que le des un poco de energía – le dije riendo.
– Talvez, pero al marido no le caigo bien – debe estar celoso.
– Bueno, ya no veo más pacientes de forma presencial, sólo sigo visitando a Araceli y a Eduardo –
– Sigues viendo a Eduardo? –
– Si, también se enferma si no voy –
– Oye, quiero entrar a la Cofradía –
– No puedes, tienes que tener 18 y te faltan dos años –
– Pero me dijiste que una chica entró con 17 –
– Ok, el próximo año te ingreso –
– Ya, bueno, ahora vamos a la cama que estoy muy mojada, mira tócame…
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