La Cofradía XXIV
Mi ingreso a la cofradía. .
La Cofradía.
Una casona antigua, con un par de puertas de madera muy altas. Detrás una mampara de vidrio tipo vitral. Al traspasar la puerta un pasillo de cerámica, a mano derecha una sala grande con un escritorio y unos sillones.
– Esta es la oficina, aquí se programa la reunión, se estudian las peticiones y se resuelve por la mejor o la más urgente petición –
No parecía, era una visita guiada.
A la izquierda, una sala alfombrada de pared a pared de color rojo con unos lockers pegados a la pared y unas bancas al medio de la habitación.
– Aquí nos cambiamos la ropa –
Conectada por una puerta había otra sala igual de grande que la anterior, también alfombrada de pared a pared pero sin muebles.
– Aquí nos cargamos de energía –
Cruzando el pasillo había un baño grande. Por un lado estaban los lavamanos y al frente estaban unos urinarios. A continuación venían las duchas, 5 o 6, sin divisiones entre ellas. Al frente estaban los excusados, con divisiones pero sin puertas.
– Como puedes notar, el baño es para hombres y mujeres –
Volviendo al pasillo, al final, no mucho más allá había otra mampara de vidrio con unos visillos por dentro. Mi hermano abrió las puertas y entramos. Esta mampara, a pesar de seguir la línea de la anterior, era moderna, de aspecto robusto y cada hoja tenía un sólo vidrio de alto a bajo.
-Esta es la sala de reuniones – dijo mi hermano.
Aunque las características era las mismas que las otras salas, alfombrada de pared a pared, era cuatro veces el tamaño de la sala de carga. Con una mesita de madera al final, en un rincón.
– Esta mesa se ocupa en casos especiales, para un homenaje, una incorporación de un novato y para celebraciones –
La sala era inmensa, creo que podrían estar 100 o 120 personas tranquilamente.
– Cuantos miembros son ? – le pregunté.
– Somos más de 80, pero raramente vienen todos.
– Ahora vamos a los casilleros – tomándome de la mano.
– Este es el mío y ése otro va a ser el tuyo – indicándome uno de enfrente.
Comenzó a desvestirse guardando su ropa dentro de su casillero.
Yo andaba con el uniforme del colegio, me había venido directo de allá. Dejé la mochila con los libros abajo en el casillero. Después me saqué la falda y la colgué de un gancho para la ropa, el corbatin lo puse arriba y la blusa la colgué con la falda. Sostenes y calzones arriba, junto con el corbatin.
– Cómo me veo? – le pregunté sonriendo, a mi hermano que parado, desnudo y brazos cruzados me miraba.
– Hermosa, hermanita, muy linda. Ahora vamos a la sala de carga. Esta va a ser tu rutina cada vez que vengas. Te desnudas en la otra sala y aquí te cargas. Comencemos…
Nos sentamos en el piso y comenzamos con la limpieza y después la carga. Terminando este proceso nos paramos y el me abrazo, tomé su erección y la puse a la entrada de mi vagina.
– Cuando saludes a un hombre, deja que él lo haga, él tiene que tomar su miembro y ponerlo en tu vulva, pero que no te penetre, a no ser que tu quieras –
– Ahora quiero – le dije, abrazándolo de la cintura y apretándome contra él. Entonces empujó y me penetró fondo.
– Esto lo pueden hacer sólo si tu lo permites, enseguida deben sacarlo, no se puede tener sexo entre miembros antes y durante la ceremonia. Lo que pase después es cosa de cada uno –
Esta conversación la teníamos mientras su erección estaba dentro mío y yo seguía apretándolo con fuerza.
– Tu has tenido sexo después de la ceremonia? – le pregunté.
– Si, muchas veces –
– Aquí? –
– No, por lo general en las duchas, aunque muchas veces y sobretodo los novatos y novatas tienen un orgasmo antes de la ceremonia –
Y porqué pasa éso? –
– Porque las novatas al principio se dejan penetrar, es una sola vez durante el saludo, pero hay muchos hombres que la penetran una sola vez y ella termina teniendo un orgasmo y aveces dos. También le pasa a los novatos, que quieren penetrarlas todas y terminan eyaculando –
– Oh, entiendo, no pienso tener ningún orgasmo, sólo contigo – dije moviéndome.
Todo se veía muy interesante.
– Bien, ahora vamos al baño – dijo sacándolo y llevándome al baño.
Afirmada contra un lavabo me penetró de una y cogimos largo rato, talvez por la novedad, un lugar desconocido o la energía cargada, que nos demoramos en tener nuestros orgasmo.
– Ahora entiendo lo de la ducha – dije riendo.
Con sudor y bañados en nuestros jugos nos metimos bajo la ducha caliente. Después nos secamos y fuimos a los casilleros a vestirnos.
Salimos de la casona dejando todo cerrado y con candado.
– No hay nada que se pueda robar, pero pueden hacer daños – dijo.
Caminamos por la calle de la mano hasta tomar locomoción hacia nuestra casa.
Cómo no lo voy a amar. Pensaba mientras lo miraba de reojo. Cada vez lo amo más, sé que es mi hermano, que no debemos hacerlo, pero nos amamos y nadie lo va a saber.
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