La deliciosa boca de una nena de 18, me hizo perder el sentido del sexo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
A Tamara la recomendaron.
Paradójicamente, le costaba Lengua.
Lengua y Literatura, para recibirse y dejar el secundario.
Yo iba a ayudarla a aprobar esa materia, a lo cual me entregué de manera encomiable.
Llegó a mi casa, a fines de 2015, con sus rubios (¿teñidos) cabellos, menuda, lindas caderas, buenaaas teeetas, boca roja, sobre todo eso, furtiva y deliciosa.
Venía del interior de la provincia, por lo que su carácter y modales, se amoldaban a las costumbres del campo.
No lo podía disimular, dándole un toque hasta especial a su personalidad.
En la tercera clase, estando los dos solos en mi casa, hubo un click que produjo mi acercamiento a ella.
Al volver del baño, ella se había quitado la campera, quedando en musculosa, a través de la cual se transparentaba un llamativo corpiño de color fucsia.
A pesar de ser verano, nos habían tocado días lluviosos y frescos, pero Tatiana se mostraba tan despampanante para mi, por primera vez.
Traté de acercarme, parándome frente a ella, controlando su tarea, interviniendo activamente, de manera de rozarla con mi paquete.
Su piel blanca, tersa, hizo mella en mi excitación.
La chica se dio cuenta, inclinándose hacia mi humanidad con disimulo, haciéndome sentir sus tetas muy cerca del miembro.
Entonces, hice lo que haría cualquiera.
Con mi mano izquierda agarré uno de sus pechos, provocando en ella un ahogado quejido.
El que calla otorga, reza el dicho, de modo que más rápido que perezoso, amasaba ambas tetas con mis manos.
Tamara cerraba los ojos, aprobando mi accionar.
-¡Qué buena que estás, pendeja! expresé, con una verdad que se caía de maduro.
Casi la doblaba en edad, y eso me calentaba, además le estaba tomando el gusto a estar con mujeres mucho más chicas que yo.
La manoseé enteramente mientras ella no se movía de la silla, hasta reaccionar cuando yo llevé una de sus manos a mi excitado tronco.
-No, no sé, yo tengo novio, argumentó ella.
¿Vos le vas a contar? pregunté maliciosamente.
Lo estás disfrutando, dejate llevar, mirá como me pusiste, sacándome la pija frente a ella.
Como que no salía de su asombro por ver semejante cosa delante suyo.
¿Te gusta mi verga?.
Tamara me masturbaba, por lo cual comencé a gemir.
Considero que esto la fue llevando y llevando, porque estaba haciendo las cosas bien.
Nos besábamos apasionadamente, luego con lengua.
Se la hacía sacar y chocar con la mía.
Le pedí arrodillarse para chuparme la pija.
Se negó primero pero mi calentura la obligó.
Su pintura labial había muerto en mi boca, por lo que le pedí volver a pintarse.
Quería su boca roja comiendo mi verga.
No lo hacía bien, tuve que enseñarle.
-No es así como se hace.
Tenés que abrir grande la boca.
¿Así? -Sí, así.
Vamos, metetela en la boca, hacé como que vas yendo y viniendo.
oggggg, así, seguí.
La excitación fue más, trastocando mis planes iniciales de cogérmela.
Acabé fuertemente en su boca, tirando hasta restos de orina dentro de ella.
Tragó casi todo, porque aunque quiso soltarse, yo la agarraba del cabello.
Tosió, se sacudió la nariz, vomito en el baño después.
Al día siguiente, Tamara gozaba de mayor predisposición.
Me confesó, que virgen no era, pero nunca había chupado un pene.
Y lo más excitante, era que quería hacerlo de nuevo.
Interrumpí la clase a los diez minutos, me saqué la pija, ella se arrodilló como un autómata.
Me masturbaba y chupaba a la vez, apretando mis nalgas.
-Eso es Tamara, ya lo hacés mucho mejor.
A veces, le quitaba la verga con el afán de masturbarme frente a sus narices o golpearla con mi carne en su cara.
Así hasta sacarme toda la leche.
La visión de mi pija manchada de pintura labial, no tenía desperdicio.
Siempre estaba pendiente de los otros chicos que venían a tomar clases, por lo que Tamara me sugirió venir temprano sábado y si podía domingo también, ya que el lunes rendía.
Venía en el primer colectivo, tempranísimo.
Cada vez chupaba mejor, su boca era un remolino intenso comiéndose mi carne.
Las mamadas duraban media hora, disfrutando la visión de sus tetas y a través del tacto.
-Quiero acabar viéndote las tetas, pedí.
Ella se sacó todo lo de arriba, mostrando su piel reblanca, y sus grandes tetas.
-Tenés unas buenas tetas.
Voy a acabar.
Oggggg, no aguanto, tirando todo la esperma salada y hervida en su deliciosa boca.
Calentorra ella, me besaba luego.
El domingo, ante la inminencia de los exámenes, desde temprano llamé alumnos.
La llevé a la cocina, mientras los otros estaban afuera, haciendo que mamara y yo acabando rápido para no despertar sospechas.
El lunes ella rindió bien, quedando en venir desde allá, con cualquier excusa para darme las gracias, el martes.
Los cortes de ruta, que aquí abundan, nos impidieron el encuentro y después como que la cosa se enfrió.
Creo que darme las gracias, se interpretaba entregarse a una buena cogida.
Tal vez en un futuro no muy lejano, Tamara pueda darme las gracias como Dios manda.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!