La despedida.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por esclavo4311.
El día había trascurrido, desde su llegada habíamos visitado diversos lugares de la ciudad, hicimos una parada para almorzar, y tras una tarde que pareció pasar en momentos llego la hora de la cena. Terminada esta, fuimos a la vivienda que dispongo en esta localidad.
Ambos queríamos un poco de intimidad, la vivienda es pequeña y acogedora, además el hecho de que acudimos en familia frecuentemente, hace que siempre este disponible. Por lo cual nunca falta nada en ella.
Tras un corto pasillo, llegamos al pequeño salón, en él hay una mesa central y un sofá rinconera, frente una vitrina donde hay un televisor.
Ella ojeo el lugar, ciertamente nos lo habíamos pasado tan bien, que para ella el lugar era lo de menos. La ayude a acomodarse en el sofá, y acto seguido le ofrecí una copa.
La cocina es colindante, y dispone de una pequeña ventana que da a este salón, desde la cual pude observar como ella me contemplaba mientras preparaba las copas y un pequeño aperitivo.
En breve me situé a su vera en aquel cómodo sofá le ofrecí la copa y brindamos por repetir aquel día nuevamente.
De veras, no sé como paso, pero en un momento, nuestras miradas se cruzaron. Se hizo un silencio entre nosotros.
Ella y yo tenemos pareja, por eso solo esperamos pasar un buen día. Pero aquella mirada nos hizo cambiar nuestra idea.
Tal vez fuese la profundidad de su mirada, que me hacía querer caer en ella de manera irremediable. Tal vez su boca, sus labios que parecían decirme bésame, y que hacía imposible contener mi pasión. Tal vez su respiración que hacía bombear mi corazón, como hacía tiempo que no sentía. Tal vez su olor, el cual hubiese enfrascado para poder disfrutar de él en momentos que sintiese su ausencia, como la losa que encima me atrapa.
Lo cierto es que paso, de repente, nuestras miradas se entrelazaron, nuestros labios se fusionaron en un beso, beso que no hubiésemos querido que acabase nunca. Hoy no puedo precisar la duración de aquel beso.
Solo sé que cuando parecía que se cortaba nuestra respiración, separamos nuestros labios, ella sin cortar su mirada, me lanzo una sonrisa, que me llego al alma, volviendo loco mi corazón. Fue el inicio de nuevos besos.
Yo busque su cuello con mis labios, y mis manos se ceñían en sus pechos. Note una de sus manos en mi cuello y sentí sus besos en mi frente, en tanto sentia como ella quería tomar la iniciativa. Pero esa noche, yo no quería que ella llevase la iniciativa así que mirándola fijamente, me puse a sus pies. Seguidamente la descalce y sin apartar la mirada de la suya, bese sus pies y sus tobillos, antes de acomodarlos en el sofá.
Entonces procedí a desabrocharle el pantalón, del cual le despojaría instantes después. Sus piernas suaves, se tornaron en el mejor de los manjares y mis labios no pudieron resistir el placer de recorrerlas. Ella se quito la blusa que llevaba, ofreciendo a mi vista su escote cubierto tan solo por aquel sostén.
Ella con aquella sonrisa que me volvía loco, me pidió que parase un momento. Pidiéndome que me desnudase, que deseaba ver mi strip. Yo procedí a complacerla, esta vez me perdí de su mirada, aunque, de reojo podía apreciar como ella me miraba, sin quitarme la vista de encima. Por eso yo ralentice mi strip. Así que cuando baje mis pantalones, mi slip apenas podían contener, mi miembro enormemente excitado. Finalmente quede ante ella solo con el slip. Pero ella no se conformaba, deseaba descubrir si era cierto lo que tantas veces habíamos hablado, ella sabía de mi depilación, así que en breve me acerque a ella y ella misma pudo comprobar cual real era todo lo que le había contado. Aunque apenas tuvo tiempo a deleitarse, pues inclinado ante ella procedí a quitar su tanguita. Ella a su vez no perdió tiempo en desabrochar su sostén. Y de esta forma quedamos como nuestras madres nos trajeron al mundo.
Mis labios siguieron recorriendo su piel cual el mejor de los postres, tras besar nuevamente su boca, busco sus pezones a sabiendas de lo mucho que disfrutaría. La notaba disfrutar y eso provocaba en mí las ganas de llevarla al orgasmo, sobre todo cada vez que al mirarla veía esa sonrisa que no tiene precio.
Pronto alcance sus labios vaginales, tras besarlos, comencé a lamerlos, al cabo de uso instantes ella empezó a gemir, y mi lengua se cebo en su clítoris. Más tarde ella me pidió subir, yo sabía que estaba a punto de tener un orgasmo, por lo que seguí. Note su maravilloso fluido en mi boca. Su sexo estaba completamente húmedo.
Fue entonces cuando volví a buscar su boca, mi pene estaba excitado así que aproveche el momento del beso para penetrarla, ella dio un leve respingo. Pero pronto me abrazo, ese momento fue para mí el momento de comenzar a bailar en su interior. Pronto la volví a sentir húmeda nuevamente. Y minutos después sentí unas enormes ganas de correrme, por lo que saque mi pene. Ella noto me dijo que si me pasaba algo. Yo la dije que si, la cogí en brazos y recorrí los pocos metros que nos separaban del dormitorio.
Ya en él, la dejé en la cama, pero cuando fui a colocarme encima, ella se dio la vuelta, entendí que es lo que quería, así que volví a lamer sus mojados labios vaginales, a continuación le mordisquee su trasero note como le encantaba, pero nada comparable con aquel beso negro, tras el cual volví a penetrarla. Además en este nuevo baile aproveche la ocasión para introducirle mi dedo en su ano. Su disfrute era mi placer.
Tampoco podría determinar cuánto tiempo después duro el baile, pero sí que volví a tener esas ganas de correrme nuevamente así que me dispuse a sacar mi pene. Pero ella me dijo que no lo hiciera, que quería sentir como mi semen inundaba su vagina. Instante después… sucedió.
Minutos después nuestras miradas estaban nuevamente entrelazadas, ella se abrazo a mi cuerpo, sentí su cabeza en mi pecho. Y como la madrugada nos hizo unir nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestros sueños.
***
Permitidme dedicar este relato a una amiga, a un corazón, a un sueño, es para ti y lo sabes esta es tu sorpresa.
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