LA ESTRAÑA FAMILIA 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Si bien comprendo que mi estilo literario no es, precisamente, el de Gongora o Cervantes, lejos de mi tal presuncion, yo solo escribo tal como hablo. Si me hago entender ya me doy por satisfecho. Lo unico que he cambiado del relato son los nombres de los personajes y la ciudad en que ocurrio, lo que no influye para nada en la realidad de los hechos que son los siguientes:
Laura y Sonia eran, respectivamente, madre e hija. Yo me llamo Toni y con eso les basta. Alfredo se llamaba el padre de Sonia y de Luis, un hermano de ocho años, que por entonces se encontraba interno en un colegio. Esa fue toda la familia que yo conoci hace ya muchos años, cuando la moral publica era mucho mas severa que la actual, menos permisiva y quiza mas hipocrita; cuando la mayoria de edad se alcanzaba a los veintiun años y cuando, en fin, era todo un excitante y escandaloso espectaculo ver a una mujer con una Mary Quant enseñando los muslos un palmo por encima de las rodillas.
La primera que salio a la calle con ella nos causo a los jovenes mozos, o por lo menos a mi, tal impresion que fue la primera vez que desee lo mismo que el Principe de Gales le dijo por telefono años mas tarde a Camila Bowles… que me gustaria ser sus bragas.
Me gusto Sonia en cuanto la vi sentada con su familia en la terraza del bar una noche tomando cafe despues de cenar, donde nos reuniamos una panda de amigos casi todos viajantes. Sus ojos, aunque un poco saltones, eran, sin embargo, muy bonitos; los labios, perfectamente dibujados y sin carmin, deliciosos en una boca pequeña y con una hilera de dientes perfectos, blancos como el armiño. Contaba entonces dieciocho años. Pero, ademas, tenia unas piernas esculturales de rodillas rellenitas que me hechizaron porque me dan grima las rodillas huesudas. Durante el verano y las vacaciones, fecha en que la conoci, nunca la vi con pantalones, lucia sus esculturales piernas que prometian unos muslos de morder.
Me di cuenta que yo le gustaba como a mi me gustaba ella. Me sentaba a su lado siempre que podia. No tardamos en entablar conversacion. Quedamos en salir juntos y asi lo hicimos durante dos o tres dias, hasta que, finalmente, me dijo que no podria seguir saliendo conmigo pues si deseaba ser su novio formal debia solicitar el permiso de sus padres. Me parecio muy puesto en razon y no tuve inconveniente alguno en presentarme con ella en su casa para conocer a sus padres y formalizar nuestras relaciones. Era lo que se estilaba por aquellas fechas en aquella ciudad.
Alfredo, el padre, fue muy amable y no tuvo inconveniente en el noviazgo, era un problema exclusivo de su hija; si yo le gustaba… por el santo y bueno. Pero la madre, Laura, una mujer guapisima, me dijo que la nena no sabia freir ni un huevo, ni pegar una puntada, ni llevar una casa y no porque ella no hubiera intentado enseñarla, sino porque no queria aprender. Me explico que, en cierta ocasion, mientras ella salia a la compra, le habia encargado poner en la olla del cocido que estaba al fuego, una gallina que le habian traido del pueblo. La nena la puso, pero con plumas, pico, patas y tripas. Aunque la oia en silencio no pude evitar la carcajada. Cuando acabo de venderme ”la mercancia” le dije que si la nena sabia o no sabia llevar una casa era asunto mio, que lo que yo iba a solicitar era el permiso de los padres para formalizar nuestras relaciones y que el tiempo diria si uno y otro estabamos de acuerdo en casarnos. No puso ninguna objecion mas, pero se que consintio a regañadientes. ¿Por que? Tarde algun tiempo en enterarme. Tambien se enteraran ustedes en su momento.
Sonia y yo salimos un domingo a tomar un vermu. No recuerdo exactamente como se inicio la conversacion, pero si recuerdo que encima de la mesa habia dos botellines de Cinzano que nos estabamos bebiendo. Hablabamos, creo recordar, de matrimonio y de tener hijos. Ella por lo visto era virgen y me pregunto si “lo mio” era tan gordo como el botellin. Le dije que algo mas gordo y grande. Me hizo gracia la forma timida en que se sonrojo y me rei complacido de su inocencia. Yo, que tenia ocho años mas que ella, por ahi me iba en cuanto a ingenua inocencia.
Dias mas tarde le propuse hacer el amor. Ella tenia miedo a quedarse embarazada. Le asegure que tampoco yo queria tener hijos antes de casarnos. Hacer el amor en el coche no me agradaba y no deseaba tampoco llevarla a las afueras de la ciudad y tirarmela sobre la hierba como a una vulgar ramera y no podia llevarla a un “mueble” porque era menor de edad. Estaba enamorado y deseaba casarme como mandaba la Santa Madre Iglesia aunque eso no me privaba del deseo de disfrutarla y ella tampoco se mostraba remisa a que hicieramos el amor. Deseabamos gozarnos, pero yo no queria hacerlo de cualquier modo. Si para ella era la primera vez, deseaba que guardara un grato recuerdo de su desfloramiento. Me parecia que ese recuerdo le duraria toda la vida y si tenia que ser mi esposa deseaba que ese momento lo recordara como uno de los mas agradables e importantes de su vida. A veces, la ingenuidad y la estupidez van tan unidas que parecen hermanas, pero a esta conclusion llegue muchos años despues de conocerla.
Pocos dias despues, por mediacion de un amigo, supe de una casa que alquilaba habitaciones de tapadillo. No podia llevarla a un motel pues por entonces, como ya he dicho, la mayoria de edad no se alcanzaba hasta los veintiun años y ella tenia dieciocho. Lo de la habitacion de tapadillo me venia muy bien. Se lo propuse una tarde al salir de paseo. Acepto.
Recuerdo que subio las escaleras delante de mi y senti deseos de tocarle el sexo bajo la falda, pero no lo hice. Mi cerebro, aunque de momento no tomo nota debido a la excitacion, si quedo grabado en mi subconsciente la facilidad y el desparpajo con que aquella virgencita subia hacia el piso por unas escaleras cochambrosas, mal iluminadas y malolientes.
Nos pasaron a la habitacion, bastante mas cara que la de un motel, y no tardamos mucho en estar desnudos sobre la cama. Tenia un cuerpo esplendido, sedoso, de curvas bien definidas y una cintura de avispa; unos muslos magnificos; un delta de Venus diminuto y unos pechos preciosos ni grandes ni pequeños con areolas sonrosadas y pezones diminutos marron claro. Encima de ella, acogiendome entre sus muslos, intente desflorarla, pero se movia de tal manera que no podia penetrarla. Supuse que tenia miedo e intente calmarla. Ahora me pregunto como fue posible que no le acariciara el sexo ni una sola vez. Le bese los pezones que se pusieron duros de inmediato al sorberlos acariciandolos con la lengua. Pero no hubo manera, seguia moviendose como el rabo de una lagartija recien cortado cada vez que intentaba penetrarla. Al cabo de media hora, disimulando mi mal humor, decidi dar por finalizado el experimento, pues no era mi deseo violarla.
Ya en la calle me pidio que no me enfadara. Respondi que no lo estaba y que comprendia que siendo la primera vez tuviera miedo, quiza yo era mas grande de lo que ella habia imaginado. Y asi, con una ereccion impresionante llegamos, ya oscurecido, a su casa. Los padres me invitaron a cenar, cosa que hice con tanto apetito como si me hubiera cepillado a Sonia cinco veces seguidas. Jugamos al parchis despues de cenar. Recuerdo que Alfredo, el padre, al cabo de una hora o algo menos, se despidio porque tenia que trabajar en el turno de noche en una fabrica de hilaturas de la que era el encargado. Seguimos jugando los tres y cuando quise darme cuenta eran ya mas de las dos de la madrugada.
Aunque yo vivia por entonces en una pension comprendi que era hora de retirarme. Llovia a cantaros y no me sorprendio que Sonia le pidiera a la madre que aquella noche debia quedarme a dormir porque ya era muy tarde y diluviaba. La madre estuvo de acuerdo, no puso objecion alguna. Supuse que tendrian una habitacion libre, pero no era ese el caso. Se trataba de una habitacion de matrimonio cuyos muebles me parecieron recien comprados.
Aunque parezca increible, los tres nos acostamos vestidos sobre las ropas y yo entre las dos, aunque la madre se acosto capiculada, con sus magnificas piernas, enfundadas en medias de seda negras con costura que restallaban bajo la carne prieta, a la altura de mis hombros. Sus piernas eran tan esculturales como las de la hija y sus pies, pequeños y bien formados, casi me rozaban la cara.
Francamente, aun hoy no soy capaz de comprender como pudieron desarrollarse asi los acontecimientos sin que, en aquella epoca, me extrañara en absoluto. Estuvimos hablando durante mucho rato. Una de mis manos, al girarme, se poso en una pierna de mi futura suegra y la deje en donde estaba si que ella hiciera movimiento alguno para apartarse. Su piel tenia la suavidad del saten, pero lejos estaba mi mente de un mal pensamiento hacia mi futura suegra.
En este plan pasaron varios dias y, finalmente, como siempre que estaba en la ciudad me invitaban a comer, acabe dejando la pension y alquilando una habitacion particular porque me resultaba mucho mas economico; estaba decidido a casarme en cuanto tuvieramos dinero suficiente para un piso, aunque ella aseguraba que en su casa, de momento, podiamos instalarnos sin problema alguno.
Uno de esos dias la lleve en el coche hasta una poblacion cercana que estaba en fiestas. Por el camino de regreso, a la diez de la noche era obligatorio llevar a mi prometida a su casa, me pare en una arboleda y le pedi hacer el amor. Acepto. Abri la puerta trasera y se acosto en el asiento. No recuerdo haberle quitado las bragas. Quiza se las quito ella o no las llevaba, pero cuando la monte y la penetre, lo hice sin grandes dificultades. Mas de media hora la estuve bombeando sin que diera muestras de disfrutar de un solo orgasmo, pero cuando eyacule sobre su vientre exclamo pesarosa:
— ¡Ahora ya no me querras!
— Mas que antes, nena – respondi, pero, sin que tuviera conciencia del motivo, en mi cerebro se encendio una luz roja.
Si no hubiera hablado, si hubiera mantenido la boca cerrada y si no hubiera hecho todo el paripe de la primera vez cuando estuvo desnuda conmigo en la cama, seguramente yo, que soy incapaz de pensar mal de nadie hasta que intentan engañarme, no hubiera pensado lo que pense: Que habia tragado mas polla que hilo tiene un carrete. Me costo bastante trabajo hacerle confesar la verdad, y la verdad era que la habia violado a los doce años un hombre mayor amigo de su padre. Yo la queria y el que fuera virgen o no, tenia para mi poca o ninguna importancia, lo que me molestaba era la mentira de la primera vez, la comedia que desarrollo, una comedia destinada a hacerme creer lo que no era, aunque comprendi que no era culpable de que la hubieran forzado.
Supongo que por mantener un minimo de independencia continue pagando mi habitacion particular porque casi todas las semanas que estaba en la ciudad comia y dormia en su casa con las piernas de Laura a un lado y la hija al otro. Imagino que esa era la manera que la madre tenia de vigilarnos. Fue por entonces que, disfrutando de la hija disimuladamente con preservativo mientras la madre dormia, me di cuenta de lo muy hermosa que era mi futura suegra, dieciocho años mayor que su hija y diez mas que yo. En verdad que era una preciosidad de mujer y con un cuerpo tan sinuoso y curvado que mas de una vez, mirandola por entre las pestañas, la disfrutaba en el vientre de la hija.
Muchas veces me preguntaba como era posible que, habiendo sido madre de dos hijos, tuviera una cinturita tanto o mas estrecha que la de la hija. Creo que fue entonces cuando me enamore de ella, aunque no lo supe hasta mucho mas tarde. Ella se dio cuenta en seguida quiza debido a lo que ocurrio unos dias despues:
Me encontraba apoyado en la contraventana del comedor mirando el trafico de la calle cuando oi cerrarse la puerta del piso y supuse que la madre habria salido a comprar. Mi novia me pregunto:
— Toni ¿verdad que soy mas guapa que mi madre?
Y yo, con el pensamiento en otra parte facil de adivinar, respondi lo que ya hacia dias pensaba:
— ¡Que mas quisieras tu!
Comprendi al momento que habia medido la pata y me gire para rectificar y disculparme, pero me quede alucinando y mas pegado que una calcomania. La madre, de pie en el vano de la puerta, me miraba con sus grandes y rasgados ojos brillando como luciernagas y con una sonrisa tan enigmatica como la de Mona Lisa. Sali del apuro como pude asegurandole a mi novia que tambien era guapisima. No pude sostener la mirada de Laura y aparte los ojos. Ella, sin abandonar su enigmatica sonrisa, se dio la vuelta para regresar a la cocina.
Todas la tardes, al salir de paseo, me cepillaba a Sonia dos o tres veces. La chica siempre estaba dispuesta para mi, pero jamas le oi un suspiro ni una palabra de placer mientras haciamos el amor. Decidi llevarla de nuevo a la habitacion de tapadillo y ella accedio sin oponer la menor objecion. Desnudos en la cama la bombee durante mas de media hora sin notar un gemido ni un estremecimiento por su parte, pero, al sacarsela, por curiosidad le mire el sexo. Aquella vez la rosquilla de sus orgasmos a la entrada de su vagina era casi del tamaño de un Donuts con agujero y todo como es natural. Le pregunte cuantas veces habia gozado; sonrio sin contestarme. Por mi parte, la habia disfrutado dos veces, pero estaba tan bien hecha que con solo mirarla me encabritaba como un semental ante una yegua en celo.
La puse encima y se la clave hasta la raiz. De pronto comenzo a subir las nalgas y a sacarsela y metersela entera una y otra vez aguantandola con la mano. Aunque no me lo dijo comprendi que aquella forma de hacer el amor era lo que le gustaba y la deje hacer, pero al cabo de quince minutos tenia el glande como si me lo hubieran frotado con papel de lija del numero cuatro y ella seguia metiendola y sacandola entera sin darme punto de reposo. Tenia los rizos de mi pubis encharcados de sus orgasmos y decidi dejarme ir porque ya no podia aguantar mas y, por primera vez, sin preocuparme si quedaba embarazada o no. Ni una señal de placer, ni un gemido, nada de nada y ni una protesta por haberla inundado de semen. Inmediatamente se levanto, se metio en el baño y oi como corria el agua del bidet.
Esos detalles pequeños, insignificantes, que parecen no tener importancia, que ocurren a cada momento durante el dia o la noche, quedan sin embargo grabados en el subconsciente y aparecen cuando menos te lo esperas clarificandote situaciones y palabras en las que no habias reparado aunque, a veces, son tan evidentes que por fuerza tienes que caerte del guindo. Igual me ocurrio en aquella ocasion al sentir el agua del bidet. La jovencita sabia lo que no estaba en los manuales de la perfecta ramera.
Empece a preguntarme como era posible que una muchacha tan bonita, con tan buen tipo no tuviera novio ni lo hubiera tenido nunca. Eso era lo que tanto ella como su madre me aseguraban, que yo era su primer novio. Algo no me cuadraba en todo aquel jeroglifico, pero tenia la plena seguridad de que a mi novia, aunque no demostrara placer alguno cuando haciamos el amor, lo disfrutaba tanto o mas que yo.
La disfrutaba en todas partes y ella nunca decia que no, ni siquiera cuando llegaba Goya con su pintura colorada y asi, una tarde, dejamos las sabanas de la habitacion como si en ella se hubiera asesinado a una persona a puñaladas, lo que no estaba lejos de la realidad.
Incluso, cierto dia, le pedi que no se pusiera bragas para no perder tiempo y poder penetrarla rapido aunque no la disfrutara, cosa que hizo tener que repetirselo. La penetraba en el ascensor, aunque solo fuera un minuto; mientras se duchaba su madre; en las escaleras si subiamos a pie hasta el piso y hasta una vez en una iglesia solitaria de los alrededores en donde estuvo a punto de descubrirnos el parroco ocultos tras el oscuro rincon de un confesionario; tuve que permanecer inmovil derramandome a borbotones dentro de su vagina mientras el cura desaparecia en la sacristia. Al salir, detras de una tapia, se puso a orinar. No supe por que lo hacia ni me lo quiso explicar, aunque supuse que imaginaba que al orinar se quitaba de encima los espermatozoides.
Pero con el tiempo, me encontre haciendole el amor mientras pensaba en su madre. Aquello me descubrio que la presencia constante de una mujer tan hermosa como era Laura me habia afectado mas de lo que yo imaginaba. Tambien a la madre le afecto mi presencia pese a que, por entonces, a mi me parecia imposible porque estaba el marido, un buen hombre, pequeño, regordete, doce años mayor que su esposa, de pelo canoso, frondoso bigote entrecano, fumador de pipa, cachazudo y simpatico al que apreciaba, no me daba ocasion a pensar que la esposa no estuviera enamorada de el de quien habia tenido dos hijos. No obstante, a mi en cuestion de mujeres, los maridos, tanto si fuman en pipa como si no, mas que un impedimento me parece un aliciente considerable.
Quiza ustedes piensen que soy un depravado y un amoral y seguramente lo soy pero, ¿tengo yo la culpa de que me gusten tanto las damas? Y no me refiero al conocido juego de igual nombre, sino a todas aquellas que tienen los complementos que me faltan a mi. Quiza si hubiera nacido hermafrodita como los caracoles…
Pero sigamos:
En cierta ocasion actuaban en la ciudad por primera vez el trio Los Panchos, y siempre me ha encantado la musica suramericana, porque me hechiza los grupos guitarreros en la que los hispanoamericanos, a los que considero tan españoles como yo mismo, son unos verdaderos maestros. El local donde se presentaban, ya desaparecido, era por entonces uno de los mas famosos y caros de la ciudad. Le pregunte a mi futura suegra si le gustaria asistir a la actuacion de tan famoso conjunto. Dijo que no, pero el marido y la hija la convencieron para que aceptara aquella invitacion, porque tendria pocas ocasiones para ver unos cantantes tan famosos. Al final accedio.
Alfredo tenia que coger el autobus para llegar a la fabrica y me ofreci a llevarlo puesto que me cogia de camino. Lo dejamos a la puerta a las diez de la noche. La actuacion empezaba a las once pero a las diez y media ya estabamos en el local.
Conocia al “maitre” y le pedi una mesa en el palco corrido encima de la pista. Nos sirvio una botella de champaña frio y mientras esperabamos que comenzaran la actuacion, baile al son de la orquesta un par de boleros con mi novia. Le metia los muslos entre los suyos a cada paso y me puse caliente en pocos segundos pensando en penetrarla aquella noche. Cuando regresamos a la mesa me vi en la obligacion de invitar a bailar a la madre que se nego en redondo pese a que insisti varias veces. Tuvo que ser la hija quien la convenciera.
Cuando la tuve entre los brazos por primera vez comprobe que tenia un cuerpo despampanante; al fin y al cabo solo tenia treinta y seis años. Me costo trabajo que me dejara pegar mi cuerpo al suyo. Ponia la mano en mi pecho y me apartaba cada vez que deseaba meterle un muslo entre los suyos, pero finalmente consegui aproximarla y note sus firmes tetas pegadas a mi pecho, tenia unos muslos mas rotundos que los de la hija, unas ancas poderosas de potranca joven y una cintura tan breve que podia abarcarla entera con el brazo. Me parecia increible que aquella bellisima mujer fuera la madre de dos hijos. En uno de los giros la lleve detras de una columna fuera de la vista de la hija y meti uno de mis muslos entre los suyos, noto mi berroqueña ereccion contra su estomago y bese su pelo con suavidad. Levanto el rostro para mirarme seria pero no se aparto y le aprete mas por la cintura bajando la mano hasta sus nalgas, duras y macizas como el marmol, acariciandoselas suavemente.
–Sube la mano, por favor – susurro seria, con el ceño fruncido. La obedeci.
Notaba mi dura ereccion presionandole el estomago y no se aparto. No hablamos. No sabia que decirle y no me atrevia a decirle lo que pensaba. Acabo el bailable, nos sentamos, bebimos una copa y segui bailando con mi novia. Laura, en toda la noche, no quiso volver a bailar por mas que se lo pedi. No me parecio enfadada, pero se nego en redondo a seguir bailando, ni siquiera cuando su hija insistio. No entendi por que. Supuse que le habia molestado mi desvergüenza al pegar mi verga contra ella con tanta fuerza. Al regresar a casa, sentada en el asiento trasero la mire a traves del retrovisor, aparto su mirada rapidamente como si la hubiera cogido en falta. Durante el trayecto el hecho ocurrio varias veces y siempre apartaba su mirada con la misma rapidez, lo cual me demostraba que por alguna razon que no alcanzaba a comprender me miraba cuando yo no la miraba a ella ¿Por que? Misterio; un misterio que no dejaba de complacerme.
Nos acostamos tarde. Aquella noche fue la primera vez que la madre le preparo un vaso de leche tibia a la hija y se lo hizo beber pese a las negativas de la muchacha. Tampoco aquello me extraño, al fin y al cabo era su madre y encontraba logico que se preocupara por la salud de la hija. Lo curioso del caso fue que mi novia se durmio casi de inmediato. Ni siquiera se desperto cuando la penetre al estilo perro mientras la madre estaba en el baño. Me hice el dormido cuando salio y se acosto como siempre con la cabeza a los pies de la cama y sus piernas extendidas a mi lado que yo notaba muchas veces pegadas a mi cuerpo.
Con el decurso de las semanas ya no dormiamos vestidos sobre las ropas. Yo lo hacia en calzoncillos y camiseta imperio, Sonia con un camisoncito y con bragas que se quitaba en cuanto imaginaba que su madre dormia. Laura se acostaba con un camison rodillero. Fue tambien aquella noche que, despues de eyacular en la hija, disimule mi verga en el calzoncillo para levantarme, irme al servicio y tirar de la cadena para que el agua se llevara el preservativo rapidamente.
Al regresar, Laura dormia sobre el lado izquierdo, igual que la hija. Me meti entre las ropas procurando no despertarlas. Me gire sobre el lado derecho y en esa posicion quedaba de espaldas a mi novia y frente al cuerpo de la madre. Poco a poco, mirando a la guapisima Laura, me fui quedando dormido yo tambien.
No se el tiempo que dormi, pero recuerdo que me desperte al notar que Laura encogia una de sus piernas pasandola en sueños encima de la mia. Es una posicion que yo mismo suelo adoptar muchas veces, una pierna estirada mientras la otra esta encogida. De esa forma yo tenia uno de sus muslos sobre mi pierna estirada, a la vez que su pierna estirada mi muslo. Que yo recordara nunca habia ocurrido, si bien es cierto que despues de eyacular yo me dormia como un tronco. Lo que me desperto del todo fue notar su rotundo muslo completamente desnudo sobre mi carne porque el camison se le habia subido durante el sueño, aunque no sabia hasta donde.
Disimuladamente mi mano se poso sobre su muslo, sedoso, calido y magnifico, sin que diera muestras de despertarse. Con los ojos entrecerrados y gracias al resplandor de las farolas que entraba por la ventana la mire durante unos minutos; parecia dormir profundamente. No sin cierto temor mi mano subio un poco mas sin lograr encontrar el camison, la deje resbalar de forma que consegui poner los dedos entre los dos muslos y segui subiendo intentado averiguar hasta donde se le habia subido la tela. Me dispare como un muelle con una ereccion descomunal que saque del slip de forma que rozaba su muslo desnudo palpitando de deseo.
Segui mirandola. Ni un movimiento en las pestañas, nada, en verdad daba la impresion de dormir apaciblemente; mi corazon palpitaba mas rapido que mi ereccion y una especie de miedo inexplicable me atenazaba obligandome a proceder con suma cautela. No sabia cual seria su reaccion si se despertaba y encontraba mi dura verga sobre su carne con mi mano sobre su sexo del que no podia estar muy lejos. Temia las consecuencias y pense en detenerme y abandonar aquella exploracion. Poseia a la hija, tenia tanto sexo como podia desear mi temperamento ardiente, podia volver a disfrutar a la hija, ¿por que entonces exponerme a tener un disgusto? ¿Por que tenia el deseo irrefrenable de aquella mujer que nunca me habia dado motivos para suponer que deseara algo de mi? No lo sabia pero, sin embargo, el temor no fue suficiente a detener la fuerza de mi deseo.
Con la lentitud de un caracol segui subiendo hacia su entrepierna. Deseaba con el ansia de un sediento sentir su sexo bajo mi mano. Alcance la union de los muslos y note sobre el dorso de mi mano la tela del camison arrugado casi sobre las caderas. Volvi a mirarla entre las pestañas antes de seguir adelante. Respiraba sincopadamente tal como lo hace una persona dormida y alcance por fin el principio de su concha y la suavidad de raso de los gordezuelos labios de su sexo. Mi mano se detuvo sorprendida; los rizos eran tan escasos como los de una niña de trece años.
Con la yema de los dedos acaricie el principio de su vulva que, quiza por la posicion de sus muslos, me parecio tan cerrada como la de una adolescente. Me retire rapido al oir como inspiraba profundamente y, poco despues, se giraba en la cama descansando en posicion supina. Por entre las pestañas volvi a mirarla. Tenia los labios ligeramente entreabiertos y segui mirandola en espera de un movimiento de sus pestañas o de un signo cualquiera que me demostrara que simulaba el sueño, pero no observe nada de eso, al contrario, mi impresion era que dormia placidamente.
Lentamente mi mano volvio sobre su muslo. Ahora podia advertir las piernas mas separadas. Tambien los muslos estaban mas separados que antes. Con una lentitud desesperante, mi mano fue subiendo. Fue una ascension larguisima durante la cual saboreaba la satinada suavidad de sus magnificos muslos y segui la ascension hasta su sexo, una ascension enervante dada mi ansiedad por volver a sentir otra vez bajo mi mano la perfeccion de su intimidad que me encalabrinaba de deseo.
Autor: Anonimo
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