La hija de mi amiga
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Ezequiel, argentino, 52 años, soltero.
Vivo en la zona del Once, Av. Corrientes y Pueyrredon.
Tengo algunos locales alquilados, y no me puedo quejar de como me va en la vida.
Por internet conocí una señora mexicano que se quería venir a vivir a Argentina junto con su hija de 24 años y su nieta de 5 años.
Estuvimos hablando mucho tiempo por internet, de echo hice dos viajes a México, donde me quedé en su casa, ahí conocí a Mariana su hija y a su nieta.
Una mujer muy luchadora, jamás me pidió nada, ella sola estaba sacando adelante a su familia.
Ya le insistía a que se venga, pero ella siempre me ponía una escusa, hasta que me dijo que no le alcanzaba la plata para venir.
Como ella donde vivía estaba alquilando, le ofrecí pagarle los pasajes y que se vengan las tres, ya que la hijita de Mariana no estaba reconocida por su padre y tenía los apellidos de ellas no iba a haber muchos problemas.
Al final le mandé los pasjes y las fui a buscar a Eceiza.
Se instalaron en mi casa, ya que vivo solo y es un departamento grande.
Guadalupe, que así se llama mi amiga, me insistía que quería trabajar para devolverme la plata de los pasajes y mantener a su hija y su nieta.
Mariana es una chica bien delgada, pesa 45 kilos, es atenta con su hija, su madre y conmigo.
Guadalupe tanto insistió que la hice entrar de encargada en una de mis tiendas de venta de ropa y Mariana se hacía cargo de la niña, llevarla y traerla del colegio, y de la casa.
Yo en mi casa entro y salgo a cualquier hora y en cualquier momento, no tengo un horario determinado para nada.
La relación de convivencia es muy buena, con Guadalupe, si bien dormimos juntos y todo eso, quedamos que es una relación de amistad nada más.
Como a los seis meses empecé a notar en Mariana algo que si bien sabía lo que era, no lo quería aceptar.
Más de una vez llegué a casa y estaba en bombacha y corpiño, o en bata transparente sin nada abajo.
Una vez llego y se estaba bañando con la puerta del baño abierta.
Mariana es una chica bien delgada, con unas tetas bastante chicas, lo que le resalta mucho sos sus aureolas grandes y oscuras y unos pezones que se me hacen grandes para las tetitas que tiene.
Una colita de nalgas bien redondas y levantadas, aunque también no son para nada grandes, y una concha bien depilada.
La verdad tiene un cuerpito bien bonito.
Tiene unos ojos achinados preciosos, su piel color canela, la verdad que Mariana esta buena por donde la mires.
Yo me hacía el boludo, sabía muy bien lo que Mariana quiere, porque, bueno, encontrarla una vez en bolas, pasa, pero si no es en bolas, está en ropa interior, o bañandose con la puerta abierta, eso ya no son casualidades.
Como a los dos o tres días, entro en casa y otra vez Mariana en bolas.
«No, hasta acá llegaste», me dije a mi mismo.
La quedé mirando y ella hacía cómo que se quería tapar con sus manos.
«Dejate de hacer circo», le dije acercandome a ella y le baje los brazos mirándola con todo descaro, agarrando y apretando sus nalgas, «que rica cola que tenes», le dije y baje un poco mi cabeza y le empecé a chupar una tetas, «hay guay, que me pones loca», dijo dejando que le chupe la teta y siga acariciando sus nalgas.
La agarré del brazo y la llevé hasta el sillón, la hice poner con la cola bien levantada, saqué la pija y se la acomode contra el ojete.
«No Ezequiel, no me chingues por el culo, haaaa, que bien que entra, me estas destrozando el culo, haaaaaaa, que rico me entra bien hasta adentro, no me chingues el culo, la tienes bien grande, me vas a dejar el culo bien abierto», decía Mariana mientras le cogía la cola.
«Me destrozas el culo con tú vergota, haaaaaaa, que rico se me va toda bien adentro», decía Mariana moviendo su cola para los costados, dejando que le agarre la cintura y saque y meta mi pija de su ojete.
«Y cual es el problema que te deje bien abierto el ojete?», le dije cogiendo bien despacio su colita bien redonda.
«Cuando tenga marido se va a dar cuenta que me metían la verga por el culo, haaaaaaa, que rico me chingas el culo», decía sin dejar de gemir y mover su cola mientras mi pija seguía entrando y saliendo de su ojete.
«Te gusta Mariana?», le dije con mi pija bien adentro de su cola y la movía para los costados, en círculos.
«Siiiii, me chingas muy rico el culo, haaaaaaaa, me lo vas a dejar bien abierto con esa vergota que tienes», respondía sin dejar de gemir y dar gritos de placer.
Sentí como metió una de sus manos entre sus piernas y se empezó a acariciar la concha.
«Sigueme chingando fuerte, chinga fuerte mi culo que ya llego, no pares, no pares, abre bien mi culo que llegooooooo», gritó Mariana y empezó a retorcer su cuerpo con un tremendo orgasmo, mientras yo le seguía cogiendo la cola con todas mis fuerzas, hasta que se le metí bien adentro y me empecé a acabar sin separar sus nalgas de mi cuerpo, sin poder dejar de moverme.
«Ezequiel, me haz destrozado el culo con tú vergota, pero que rico me lo chingaste», me dijo sin dejar de gemir.
Yo le saqué la pija y me quedé mirando su abierto ojete, que no podía creer el tamaño, lo abierto que lo tiene en comparación de lo que son sus nalguitas.
«Ya te chingaste a la madre y a la hija, ya nos tienes a las dos», me dijo dándome un beso y se fue corriendo al baño, con una mano tapando su cola, como para no ensuciar el suelo con la leche que le salía de su cola.
Ya quisiera ser ella pero q me cojan x la concha