La hija de mi vecina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Ricardo, soltero, tengo 52 años, vivo en una ciudad del interior de Uruguay.
Tengo una carnicería y verduleria.
Mi propiedad esta limitada por un muro bajo.
Pegado a mi casa vive Carmen, mi vecina.
Es una mujer de 38 años, divorciada, madre de una hija de 13 años.
Carmen vive con un chico que es soldado, se nota que es una mujer golpeada por la vida, siempre viene a comprar a mi negocio y hablamos un buen rato mientras no haya nadie.
Es a una de las pocas que le doy fiado, ya que es buena pagadora.
Como dije, su hija se llama Mercedes, estudia secundario, es una chica rubia, cabellos largos, promete tener un buen cuerpo.
Un dia le dije a Carmen si podía venir a mi casa a limpiar, así la ayudo de alguna manera.
Yo cierro desde las dos de la tarde hasta las cinco.
A las dos y media vino a limpiar, me llamó la atención como vino vestida, una camiseta sin mangas que apenas tapaba sus tetas, que las tiene grandes, y una mini falda muy corta.
Yo soy zorro viejo y me di cuenta que venia con otra intención.
Mientras lavaba los platos, estábamos hablando y me contaba los problemas que tenía con su marido, no desaprovechaba oportunidad de agacharse y que le viera la tanga.
Cuando termina con la cocina, sigue ordenando y limpiando la casa y me seguía mostrando la tanga, «Carmen, sabes que me estas mostrando la tanga?», le dije, a lo que ella se hizo la sorprendida.
«No te preocupes, el panorama es hermoso», le dije pasando una de mis manos por su brazo.
«Te gusta?», me dijo con una sonrisa en los labios.
Yo le levanté la camiseta y el sujetador mirando y tocando esas henormes tetas.
«Divinas», le dije y le saque todo junto, camiseta y sujetador, dejándola desnuda de cintura para arriba.
Nos besamos, le empecé a chupar las tetas y a meter mis manos debajo de su minifalda.
Le estrujaba las nalgas mientras besaba su boca y sus tetas.
Nos fuimos a mi dormitorio y Carmen se tira sobre la cama, la termino de desnudar, y mientras la miraba tirada en la cama seguía pensando que es una mujer mal tratada por la vida.
Una tremenda mata de pelos entre sus piernas, tapaban su concha.
Me acuesto a su lado y nos abrazamos, Carmen me hizo poner boca arriba y sin que le dijera nada, me empezó a chupar la pija.
Mientras Carmen me la estaba chupando, yo le acariciaba la espalda, las nalgas, metía mi mano entre sus piernas y le metía los dedos en la concha, pero también me llamaba la atención como ladraban los perros, pero no di importancia.
Carmen siguió besando mi cuerpo, subiendo sobre mí y con su mano acomoda la pija contra su concha, gimiendo a medida que le entraba, hasta que quedó sentada sobre mí con toda mi pija dentro de ella.
Ella movía sus caderas y yo le estrujaba las tetas.
«Estas divina Carmen, que concha caliente que tenes», le decía moviendo mi cintura junto con ella, «espera a que la tenga dentro de mi cola, te va a gustar más», me dijo y se bajó de encima mío, poniéndose en cuatro patas, abriendo sus nalgas, dejando que le vea el ojete, abierto, se notaba que le gusta coger por atrás.
Le dejo caer saliva y acomodo mi pija, «fuerte, metela fuerte que me gusta que me cojan fuerte por la cola», me dijo abriendo bien sus nalgas.
Yo se la metí de una escuchando el tremendo gemido de placer que dio, «así, fuerte, fuerte, me gusta que me cojan fuerte por la cola», decía entre ayes de placer.
Yo sacaba casi toda la pija y se la volvía a clavar bien fuerte, escuchando sus gritos de placer y como se tiraba pedos, «dame más, quiero más», la escuchaba gritar.
Estaba enloquecido cogiendo la cola de Carmen con todas mis fuerzas, los perros seguían ladrando, pero a mi en ese momento me interesaba seguir cogiendo la cola de mi vecina, hasta que me empecé a acabar dentro de su cola.
«Que rico me cogiste», me dijo y mientras estaba en el baño lavandose, me di cuenta que la ventana estaba abierta, me asomé y creí haber visto a Mercedes saltar el muro de su casa.
Me quedé pensando si no nos había visto a su madre y a mí cogiendo.
Carmen sale del baño desnuda, busca su ropa y mientras se vestía le preparé un pequeño surtido y le di unos pesos.
Cuando se fue, ya casi era hora de abrir.
El día terminó tranquilo.
Al otro día, yo siempre abro temprano, para los bizcochos de la merienda de los niños para la escuela.
Cuando Mercedes se iba al liceo, pasó por mi negocio, «buenos días Ricardo, sabes una cosa?, he visto unos championes muy lindos y si queres puedo venir a limpiar tú casa como mi mamá», me dijo sonriendo y se fue.
Ahora sí que estaba seguro que Mercedes nos había visto coger a su madre y a mí, y me quedé pensando en lo que me había dicho.
Me vi con Carmen, pero no le dije nada de lo que su hija me había dicho.
«Hola Ricardo, pensaste en lo que te dije?», me dijo y siguió a su casa.
Yo la quedé mirando, para tener 13 años tiene un lindo cuerpito.
«Ricardo, tú le dijiste a Mercedes que la podías ayudar a estudiar?, me dijo que tiene problemas en historia y que te habías ofrecido a ayudarla», me dijo Carmen.
Historia es la que le estaba metiendo Mercedes a su madre.
Le dije que sí, que me había ofrecido a ayudarla, sabiendo que era todo mentira.
«Esta tarde vengo», me dijo pasando corriendo frente a mí.
A la tarde cuando vino, traía su mochila, un short, unas chancletas y una camiseta.
«Mercedes, que es lo que queres?», le dije encarando a la chica, «hacer lo mismo que mi mamá, o pensas que no vi como la cogias?, ahora vos me coges a mí, y me haces regalos», me dijo con toda la cara dura.
«Ya te cogieron?», le dije mirando a Mercedes de pies a cabeza.
«Cogerme no, pero ya he chupado una pija a cambio de algo que quería», me dijo sin bajar la mirada.
«Entonces a ver si entendí bien, yo te doy esos championes y vos te dejas romper la cola conmigo», le dije negociando con ella.
«Esa es la idea», me dijo.
«Bueno, vamos al cuarto», le dije y nos fuimos.
Mercedes se desnuda y se acuesta, esperando que yo haga lo mismo.
Yo la miraba, que lindas tetas tiene, bien blancas, de pezones y aureola bien rosadas, apenas un fino bello en su concha.
«Hoy te rompo la cola por los championes, y la semana que viene, te elegís un buen vaquero y te rompo la concha», le dije acariciando todo su cuerpo desnudo, «sí, hacemos así, antes que me cojan gratis, le saco provecho», dijo, dejando que la acomode en el borde de la cama sacando la cola para afuera.
Le abro las nalgas y le veo el ojete rosadito y bien cerrado, nada que ver con el de su madre.
Le pasé vaselina, me ubique detrás de ella y se la empecé a meter, «hayyyyyy, espera que me duele, me duele mucho», me decía, «aguanta, esto es un negocio», le dije, empujando y metiendo toda mi pija en su cola.
«Sacala que me cago, sacala que no aguanto, me cago», me pedía, «ya está Mercedes, ya la tenes toda adentro y si te cagas no hay problema», le dije ignorando sus pedidos de que se la saque, de que le dolía y se cagaba.
Despacio la empecé a mover para los costados, en círculos, la sacaba un poquito y la volvía a meter.
«Como me duele el ano», no paraba de quejarse Mercedes.
Yo empecé a sacar más mi pija y se la volvía a meter, escuchando los quejidos de Mercedes.
En un momento, cuando la saco, había una linea marrón en mi pija, cada vez que la sacaba, había más caca, «Mercedes, te estás cagando», le dije sin dejar de sacar y meter mi pija en su cola.
«Sí, me duele y no aguanto las ganas de hacer caca», decía dando fuertes quejidos.
No es que estuviera disfrutando de la situación, como ella vino directo a ofrecerme su cuerpo a cambio de algo, yo lo tomé como un negocio, nada mas.
La seguí cogiendo, sacando mi pija cada vez mas sucia de su cola, hasta que me acabé dentro de ella.
«Me reventaste la cola», me dijo viendo mi pija toda sucia, y como le caía caca al suelo sin poder retenerla, «no, sólo te la rompí como cualquier otro hubiera echo», le dije agarrando dos toallas del ropero y dándole una a ella para limpiarse.
«Y cuando me rompas la concha, va a ser igual?», me dijo yendo al baño, con la toalla entre sus nalgas.
«Eso depende de vos, si venís en plan negociando, va a ser una cosa, ahora si venis mimosa, eso ya es distinto», le dije metiéndome a la ducha, mientras Mercedes seguía sentada en el inodoro.
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