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Heterosexual, Incestos en Familia

La historia con mi hermana. Cómo empezó y como va

Quiero sacar este secreto que llevo desde hace tiempo, y contarles la historia con mi hermana. Será largo, pero con todos los detalles que pueda.
Esta historia será larga. Es mi vida sexual con mi hermana a través de los años, y la publico ahora por un arranque de sinceridad y de que tenga una salida y un cierre.

Empezaré por lo obvio, y lo que se hace en estos casos: la presentación. Provenimos de un familia típica mexicana de clase pobre, papá y mamá que se casaron por la espera de su primer hijo no deseado (yo), y cinco años después llegó mi pequeña hermana. Yo moreno, delgado, no mal parecido. Ella aún más delgada, berrinchuda, pero llena de vida, y unos ojos color miel que te matan. Ella mucho más extrovertida que yo, y eso ayudó mucho para esta historia.

1. El primer encuentro.

El primer encuentro “sexual” que tuve con ella, fue cuando teníamos aprox. 11 y 6 años, respectivamente. Para esto, yo ya tenía mi experiencia con el sexo opuesto gracias a mi prima, que da la casualidad que al ser de la misma edad que mi hermana (se llevan meses) era su mejor amiga. Con esta prima, había juegos en donde yo podía tocarla, besarla y prácticamente desnudarla. Las vacaciones con ella eran la gloria. Por supuesto esto era ha escondidas, aún de mi hermana, quien yo suponía no sabía nada… O eso creía.

Un día, de esas veces que estábamos solos en casa (papá y mamá trabajando en el negocio que tenían, y nosotros siendo cuidados por la abuela paterna que en realidad no se metía con nosotros); estaba muy a gusto en el cuarto de nuestros padres viendo la televisión, cuando de repente llega Adys (nombre de cariño como le llamamos a mi hermana) a querer jugar conmigo.

Yo ya en la pre adolescencia no tenía ánimo de jugar, pero ella insistía. Recuerdo que ella llevaba puesto un overol de mezclilla tipo short, nada fuera de lo común, peinada con una coleta, en ese momento nada me atraía de ella. Pero al querer jugar, y ante mi falta de atención, creo que no se le ocurrió otra cosa que jugar luchitas. Empezó a golpearme, patearme, a lo que yo respondí igual, pero con menos fuerza. Nunca he sido se golpear, y no lo iba hacer con ella.

En un momento del juego y el fastidio ella me sometió, yo queriendo ya terminar el juego acepté, pero la posición era la ideal para ella: yo a acostado y ella encima de mi vientre, casi sobre mi miembro que empezaba despertar. Cuando se le ocurrió la gran idea de querer besarme en los labios. Al principio yo me resistí, pensando dos cosas: que flojera jugar con mi hermana, y que estaba tonta por querer besarme.

Pero algo en mi se activo, y vi eso como una oportunidad y cedí. No mentiré, fue mi primer beso, al principio como todo primer beso fue torpe. Pero descubrí el lado sexual de mi hermana, y por ende el mío, ya que si bien ese primer beso fue raro, no tardamos mucho en encontrar el gusto, y al poco tiempo, de un simple acercamiento de labios, ya estábamos abriendo nuestras bocas y juntando nuestra lenguas, eso subió muy rápido la temperatura.

No sé la razón, pero en el momento que nos separamos solo atiné a decirle: quítate la ropa.

Cómo en un trance mi hermana procedió a obedecerme, de ser una niña berrinchuda que cuestionaba todo, esa había sido la orden más rápida que la vi obedecer. Se separó de mi y empezó a desabrochar su overol. No lo podía creer, en un momento ya solo estaba en calzones y con un playera y dispuesta a besarme otra vez.

Maldita sea mi suerte, y estúpida mi conciencia que en ese momento la detuve y le dije que pararamos y se volviera a vestir. Solo atino a decirme: yo quería que me hicieras el amor como lo haces con Montse (mi prima). No atinaba a saber que decirle, ella sabía todo, no sé si nos había visto, o mi prima le contó, pero lo sabía. No volvió a pasar nada.

2. Después de muchos años el segundo encuentro.

Después de ese encuentro con mi hermana, pasaron 4 años (yo ya había cumplido 14 y ella estaba por cumplir 10). Poco a poco los acercamientos con mi prima terminaron, nunca pasaron a nada más. Nadie se enteró (creo) salvo Adys.

Nos habíamos mudado de casa, ya cada quien tenía su cuarto (antes lo compartíamos toda la familia). Yo estaba en secundaria y veía más a mis compañeras de la escuela. Mi timidez aumento, pero mi hermana era aún más extrovertida. Conocí la paja, y era mi rutina diaria. Todo era normal.

Hasta el 9 de julio de 1997. Lo recuerdo muy bien, porque era sábado, un día antes del cumpleaños de mi hermana, y ella y mis papás habían ido a los 15 años de una prima que ni recuerdo. Yo quise quedarme, y como les dije, al ya conocer la paja todo ese día sólo me la pasé viendo peliculas porno o revistas, pensando en mis compañeras de la secundaria. Pero nuevamente, algo en mi se activo, y me encontré con un tesoro que ni siquiera busqué. La ropa interior se mi hermana.

No era nada especial, los tipicos calzones de una niña, con dibujos o de colores, pero saber que habían estado en contacto con una rica pucha despertó mi imaginación, y recordé el primer beso con Adys. Ahora le había dedicado una chaqueta a mi hermanita.

La noche llegó, y con ella mis papás, mi hermana y un tío que iba a pasar la noche en casa, para que en la mañana se regresará al pueblo en camión.

Salí a saludar, y después a encerrarme en el cuarto a ver televisión, otra vez en el cuarto de mis papás. Pero entonces, entró mi hermana, igual para ver televisión (en la sala estaban los adultos platicando). Recuerdo que yo estaba acostado viendo no sé que cosa, y ella visiblemente cansada pero interesada en la tele, no hizo otra cosa más que empezar a quitarse el vestido que traía puesto, ese vestido con olanes, hombreras bombachas, y calcetas que estoy seguro toda niña de los 80 y 90 tenía.

Me pidió que le ayudará a desabotonarlo, ya que se cerraba por la espalda. Lo cual hice con gusto y nervio, ya que estaba “desnudando” a una mujer. En eso ella se quitaba las calcetas, para mí, en ese momento la escena era muy erótica.

Termino solamente con un slip de tela tipo satín y sus calzones como únicas prendas que cubrían su cuerpo, y procedió a acostarse junto a mi a descansar.

Entenderán que mis hormonas estaban a mil. A sus 9 años no era nada espectacular, era muy menudita, flaquita, pero su piel morena clara, pelo marrón, nalguitas paraditas formándose y sobre todo esos ojos color miel, nublaron el poco juicio que tenía.

Empezamos a hablar, no sé de qué cosa, en mi mente solo quería tener su atención. La veía reír, no recuerdo si le conté un chiste o ella me decía algo divertido, le acaricie el rostro por instinto, ella se puso nerviosa, algo cambio con eso, dejo de reír, solo me veía fijamente y tal vez ese nervio que sintió la hizo voltear y darme la espalda.

Yo no sabía que hacer, de tener su atención, de repente solo volteo, pero mi instinto se activo y como de si de una fuerza externa se tratara mis manos se dirigieron a posarse en sus nalgas. Mi mente se debatía entre que estaba haciendo algo malo, pero que la sensación de su piel en mis manos no dejaba dudas de que ahí debían estar. Fueron segundos que se convirtieron en horas, pero la espera recompensó…

Cómo si se hubiera activado algo en Adys, algo que quedó dormido todos esos años, eso que se quedó en pausa, despertó. Mi hermana volteó, y sin decir nada, solo escuchando a su instinto empezó a besarme, y acto seguido me montó. Mis manos sabían su objetivo: sus piernas y sus nalgas, mis manos libraron la barrera de sus calzones y sus glúteos eran mi presa. El primer faje de mi vida, y era con ella a mi total disposición. Me sentía en las nubes, sus besos y su acercamiento eran claros y directos. Sabía cómo moverse, ya que mi pene empezó a levantarse y ella lo sintió, y se acomodo de tal forma que movía levemente sus caderas para sentirlo. Ahora que lo pienso, parecía saber exactamente que hacer.

De repente un ruido nos alertó, nos separamos y nos acostamos como si estuviéramos viendo la televisión, a los segundos entro mamá a decirnos que fuéramos a dormir ya que mi tío tenía que levantarse temprano. Sin chistar obedecimos y cada cuál a cuarto. De haber tenido celulares en ese tiempo, seguro hubiéramos hablado. Aún me arrepiento de no haberle ofrecido mi cuarto al tío, en ese entonces mi hermana tenía dos camas en su cuarto, nadie hubiera sospechado y lo que nos hubiéramos divertido.

Pero al otro día..

3. ¡Feliz cumpleaños!

Esa noche no sé cómo concilie el sueño, estaba nervioso, sabía lo que había pasado y ahora no quería detenerlo, quería que continuará. Al fin pude dormir, pero la adrenalina me hizo despertar temprano, aunque no salí de mi cuarto.

Mi tío se fue, mis papás se iban a atender su negocio, al ser domingo, un buen día para ellos, no importaba si estaban crudos o cansados, ellos trabajarían. Al estar cerca de la casa, nos dejaban solos un rato para que al medio día llegáramos a alcanzarlos.

La espera fue eterna. Oí cómo todos se bañaron, papá, luego mamá y al último Adys. Ella era común que tardará más, por lo que era costumbre que mi mamá antes de irse pasará a mi cuarto a despedirse, y darme la acostumbrada recomendación de cuidar a su pequeña. “Sí mamá, no sabes cómo la cuidaré hoy, y es su cumpleaños, así que hoy será especial».

Cuando mi mamá fue a despedirse, ya mi hermana había salido de bañarse, y lo que hacía era ir al cuarto a ver la tele (ay si mis papás supieran todo lo que se hizo en su cuarto). Escuché la puerta cerrarse, y dos minutos después me asome a ver cómo mi mamá caminaba al negocio (vivíamos en un tercer piso y mi cuarto daba a la calle). Cinco minutos más de espera para estar seguro que no llegara nadie, y hacerme de valor, para lo que iba a hacer ya no cabría el arrepentimiento.

Salí del cuarto, y puse el seguro a la puerta como era costumbre cuando estábamos solos, por seguridad. Una bendición en ese momento. Me dirigí aún en pijama a verla, unos shorts verdes, una playera cómoda. Antes de entrar fui al baño a lavarme los dientes.

Entre al cuarto y la ví, no se si sexy sea la palabra adecuada, pero ahí estaba ella. Acostada, recién bañada, solo cubierta por una toalla larga. Me vió y fue evidente el nervio en ella, pero como yo, sabía que era lo que quería, me sonrió, no recuerdo que me haya dado una sonrisa tan sincera como aquella vez antes.

Me acosté junto a ella, como explorando el terreno, pero no tarde en ser ahora yo el que tomó la iniciativa: me acerque a besarla y nuestras lenguas se encontraron, la respiración más agitada de ambos, y le quite la toalla. Por primera vez vi a mi hermanita desnuda, olía riquísimo, recién bañada. Sí, era una tabla, pero como dije sus nalgas empezaron a desarrollarse, sus piernas largas eran mías, su panochita sin pelos empezaban a escurrir un líquido que no era agua. Estaba deseosa como yo.

Me quite la playera y empezamos a fajar, la besaba dónde podía y ella hacía lo mismo. De repente ahora era yo el que estaba arriba de ella, y haciéndole caso a su instinto, abrió las piernas para que yo pudiera acomodar mi pelvis con la suya, aún tenía mi short, pero en ese momento fue suficiente para saber que teníamos que frotarnos para disfrutar. Otra vez su lado más animal le dijo que tenía que abrazarme con sus piernas mientras yo simulaba que la penetraba y seguíamos besándonos como dos amantes que no pueden más.

Ahora era yo el que no podía más y necesitaba deshacerme de lo que me quedaba de ropa, así que me quite el short como puede, a lo que ella me ayudó. Estábamos completamente desnudos, nos veíamos y nos explorabamos. Ya el contacto piel con piel era inevitable. Mi pene rozando su pubis, ambos babeantes. Intenté meterlo, pero eso la asustó, por lo que no lo intente más. Disfrutamos ese rato juntos como nunca lo habíamos hecho.

Terminamos abrazados, y me dijo: “¿Somos novios?” “Si quieres”, le dije yo, “pero nadie debe saber, nos regañarían”, “ya lo sé” me dijo ella.

Volvió a bañarse, pero ahora junto conmigo, nos arreglamos y fuimos al negocio familiar, tomados de la manos como dos hermanos para todos, pero con algo especial entre nosotros. Nos soltamos antes de llegar, ya que para nuestros padres sería raro vernos así, nunca lo hacíamos. Cuando llegamos una amiguita que teníamos nos saludo, ella era más grande y mi hermana sabía que me gustaba, nos pregunto que porque habíamos llegado más tarde de lo usual, a lo que le dije:

– yo: estaba dándole su regalo a mi hermana (con la mente llena de malicia).

– amiga: ¿Qué le regalaste?

Yo sin saber que decir…

– yo: un peluche

Mi hermana me volteo a ver con cara de “eres un tonto” a lo que salió a ayudarme.

– Adys: es el más bonito que me han dado, lo quiero mucho.

Su cumpleaños caía en vacaciones, por lo que ese mes y medio fue de descubrirnos. Se iban mis papás y la mañana era nuestra. Nos besábamos, tocábamos y disfrutábamos. Yo le pedía, y ella se dejaba hacer, a veces le pedía vestirse de cierta forma, y a los minutos se aparecía así. Aprendío a masturbarme, yo le metía los dedos y también le hacía sexo oral. Fueron las mejores vacaciones de mi vida.

Una noche antes de entrar a la escuela, estábamos en su cuarto “jugando”, mis papás estaban en casa, así que aprendimos a ser cautelosos. Sin hacer ruido, solo estábamos hablando, pero yo con mis manos en sus nalgas. Le dije que me esperara, en la madrugada la visitaría, y así lo hice. Esa noche fue la última que pasamos juntos por mucho tiempo, la desperté y me metí a su cama y fajamos un rato.

Al entrar a la escuela dejamos de hacer lo que hacíamos, y al crecer ya no nos buscamos, cada quien hizo sus amigos y sus experiencias. Hasta que…

4. Después de una larga pausa.

Como todo en la vida, crecimos y empezamos a desarrollarnos cada quien por su lado. No éramos unidos, pero tampoco nos odiabamos. Teníamos historia, y eso no se podía negar, aunque ya no tocamos el tema, ni ninguno hizo el intento por continuar. Aunque en su momento lo que hicimos lo disfrutamos, ambos sabíamos que estaba mal, ¿Cómo dos hermanos se sentían atraídos sexualmente? No lo sé para ella, pero para mí se convirtió en mi más grande fetiche. En todas mis fantasías ella siempre es la protagonista, el porno que veo es de incesto, vaya, por algo estoy es escribiendo aquí.

Cómo dije, los años pasaron, y cada quien hizo su vida de alguna manera, aunque seguíamos viviendo en casa con los papás, se podría decir que éramos independientes.

Debo decir también que ambos nos desarrollamos bien, nada para ser espectaculares, pero nos defendimos. Ella es delgada, con senos pequeños pero firmes, cintura pequeña, nalgas paradas y unas piernas largas que parecen infinitas, que hoy son lo que más me gusta de ella. Solo insisto en sus ojos color miel, que son los que me enamoran y puedo perderme en ellos.

Por diferentes circunstancias nos empezó a gustar una banda de rock de chicas que a nadie más le gustaba, solo a ella y a mi. Un par de veces habíamos salido a verlas, a veces nos acompañaba su novio, y otras solo íbamos ella y yo. Nada fuera de lo normal.

Salvo aquel día, en que este grupo se iba a presentar en un bar conocido de nuestra ciudad. Ya habíamos ido de fiesta, y el lugar nos gustaba mucho. Así que fue un win-win, veríamos a nuestra banda más cerca de lo normal, y el ambiente sería el que nos gusta. Otra casualidad es que justo ella estaba en un break con su novio, por lo que estábamos solteros.

El plan era claro, ella compraría los boletos, saliendo de nuestros trabajamos nos veríamos para echar el trago para llegar ya ambientados al lugar, pasar un rato divertido, regresar a casa y amanecer crudos.

Así fue, y la verdad es que disfrutamos mucho, al llegar al lugar me vi espléndido y fui yo el que pago todo, bebidas, comida, todo. Parecía una cita en dónde yo quería quedar bien y consentir a mi pareja, aunque no lo pensé así, en ese momento.

La velada fue buena con la plática, la música y el ambiente. Hasta conocimos un par de artistas que nos cayeron bastante bien.

La velada corrió sin problema, y no sé en qué punto terminamos casi con bar vacío, sentados en un mesa, hablando de nuestras penas, con sus piernas subidas a las mías y yo acariciandolas. Era un momento muy íntimo, nuestras miradas cambiaron, y según por el ruido (ya casi no había nadie), nos hablábamos al oído estando abrazados. Para mí, ella se veía genial esa noche. Traía su look de pelo corto hasta los hombros, su camisa tipo mezclilla que estaba ceñida, resaltando sus tetas, y un jean negro que también le hacían notar sus ricas nalgas.

Decidimos que era tiempo de irnos, así que pedí el Uber, y mientras estábamos esperando en la calle a que llegará (la aplicación decía tres minutos), ella sin decir nada me abrazo, algo que correspondi. No estoy seguro, pero creo que parecíamos enamorados. Llegó la unidad, y subimos, pero no podía dejar de abrazarla y tocarla, no veía resistencia. Llegamos a casa y por el alcohol nuestro caminar era torpe, subimos con dificultad las escaleras, y yo aproveche para “ayudarla” a subir, así que pude tomarla de la cintura, y de sus glúteos. No obtuve queja.

Entramos, y algo raro, mamá no nos estaba esperando (algo típico en ella al estar preocupada por la hora, tal vez, el cansancio la venció).

– yo: que raro que no esté tu mamá, ya vete a dormir.

– ella: ayúdame que me voy a caer

A lo que volvi a aprovechar y la tomé por detrás y la iba guiando, no sabiendo que en el trayecto ella iba desabotonando su camisa. Cuando llegamos a su cuarto, se voltea y me deja ver sus tetas sujetas solo por su brassier negro. Su mirada fue de “vas a querer”, no supe que hacer y me fui.

Ya sé, idiota, llegué a mi cuarto convencido de que había hecho lo mejor. Nuestros padres estaban en casa, cualquier descuido y sería a nuestro fin.

Hasta que escuche ruido en la cocina, me arme de valor, tal vez vería a mi mamá que se aseguraba de que hubiéramos llegado bien, o a mi papá, que era su costumbre levantarse por un vaso con agua, si tenía suerte, vería a mi linda hermana, la dueña de mis más bajos pensamientos, buscando una aspirina para evitar la cruda. Nada me había preparado para lo que vería.

Ahí estaba mi hermana, no como la imaginaba (ya en pijama, o con algo de suerte con la camisa abierta como la había dejado), no, estaba parada en medio del comedor, viendo algo en la mesa pero solo usando su brassier negro que hacía conjunto con una tanga negra que me dejaba ver perfectamente su kilométricas piernas. Por un momento me hice tonto, pase junto a ella como no haciéndole caso, salí de la cocina y le dije que ya se fuera a dormir, que le daría frío así, volteo y me sonrió, eso selló esa noche.

La abrace otra vez, pero ahora la acerque más, ella me atrajo a su cuerpo, por supuesto mi pene se levantó y se endureció como roca, me dolía. Le hablé al oído y le dije: “Puedo agarrarte las nalgas”, ella solo dijo, “claro que sí, menso”

Baje mis manos, y al instante ella empezó a moverse, como bailando, pero restregando su vagina a mi pene, como hace años. Solo escuché: “Ya no aguanto, vamos a tu cuarto”, me tomo de la mano, me guío a mi cuarto, cerré la puerta y se abalanzó a besarme.

Cachonda, oliendo a alcohol, deseosa de sexo. Empezó a desfajarme la camisa, tome su mano y la lleve a mi pene. Me quite la camisa y ella ya me estaba quitando el cinturón y el pantalón, me lo quité y ella me arrastro a mi cama, antes de tumbarse me dejó quitarle el brassier, empecé chuparle las tetas, y ella gemía, bajo para no despertar a nadie, pero sin control.

Se tumbó en la cama y me jalo a ella, no dejábamos de besarnos, nuestras lenguas se reconocían. Me quite el boxer, afortunadamente traía los mejores que tenía, ella se quitó la tanga, me tomo de la verga erecta y babeante, y la dirigió a la entrada de su vagina, no había vuelta atrás, otra vez, lo que dejamos en pausa años atrás continuaba justo donde lo dejamos. Ahora ya no había miedo en sus ojos, había deseo y ella tenía el control. Lo empezó a introducir y me dejó el resto, a poco a poco me fui introduciendo en ella, y de un golpe me deje ir completo. Solo la oí decir un “sí, así”; empecé a bombear y ella me abrazaba con sus piernas y brazos, parecía que no me quería dejar ir, solo escuchaba sus gemidos de placer “ah, ah, aaaaaahhhhh” y más aumentaba mis bombeos.

Estaba otra vez en el cielo, y ella disfrutando, besando y a mi órdenes. En un rato más empecé a sentir como me venía, intenté salir, después de todo no usábamos protección en ese momento, y el riesgo de un embarazo era latente si me venía dentro, pero no me dejó salir, otra vez oí su voz diciendo: “no, en mi, adentro”, y obedecí. Ha sido la mejor deslechada de mi vida.

Sentí como se estremecía, terminamos, me soltó, tomó su tanga, me dejó su brassier. Me acarició la cara con la mirada más tierna que me ha dirigido, y me besó. Se fue por esa noche.

Desperté hasta la 1 de la tarde, el cargo de conciencia cayó como balde de agua fría. No nos vimos la cara en todo el día. Jajajaja, yo era cristiano en ese entonces y tuve que ir a predicar, el cargo de conciencia no me dejó en ese momento y me excuse diciendo que me sentía mal.

Otra vez, sabía que estaba mal lo que habíamos hecho, pero lo disfrute y no estaba arrepentido.

Una vez más, nuestra historia se pausó.

5. Por fin nos descubrieron.

Cómo notarán, nuestra relación avanzaba y se pausaba, nuestra educación o que sé yo no nos permitía continuar, y claro, cuando hay un secreto así, lo mejor es esconderlo y fingir que no pasó.

Pasaron un par de años, más de lo mismo. Salíamos nos divertíamos, nos enojabamos, peleábamos. Pero nada de sexo.

El día de continuar la saga llegó, recibí un mensaje de ella: “¿Dónde estás? Estamos en la oficina mis papás, Pamela y yo”. La “oficina” era una cantina a la que mi papá frecuentaba, y a la que cariñosamente llamamos así en tono de broma, ya era un punto de reunión para todos. Pamela es otra prima que en ese momento estaba con el corazón roto, por lo que fue el pretexto para beber.

Mi hermanita y yo estábamos acostumbrados a beber, mi prima no, así que no pudo seguirnos el paso. Tuvimos que parar, y llevarla a su casa, ya enfiestados, pero sin saber que hacer solo se nos ocurrió regresar a casa con un par de cervezas.

Curioso, otra vez llegamos y nadie nos esperaba, decidimos seguir despiertos pero viendo una serie en Netflix. En algún punto estábamos sentados frente a la pantalla, bebiendo cervezas y me atreví a tomarle la mano, parecía que no fuera nada sexual pero lo fue todo. La pausa volvió a acabarse.

En ese punto pensé que la noche se había acabado, ya que un trago de su cerveza le cayó mal y fue a vomitar, ahí voy yo atrás de ella para auxiliarla. Parte de su ropa se había manchado, y le ayude a quitarse su blusa. Bendito el cielo, otra vez la vi en brassier, pero la imagen era poco favorecedora. La auxilie, y le di una sudadera para que se tapara, la iba a dejar en su cuarto, pero en lugar de eso fuimos otra vez a la sala.

Ahí se recostó en mis piernas, y yo la estaba consolando. El diablo es puerco, y vi la oportunidad de pasar bien la noche, se supone que estaba dormida, por lo que deslice mi mano debajo de la sudadera y empecé a acariciar sus tetas. Creí que no estaba consciente, cuando de repente escuché:

– ella: esto está mal.

– yo: si quieres me detengo

– ella: no, sigue

Por lo que continúe, ella se levantó y se quitó la sudadera, era evidente lo que iba a pasar. Otra vez los besos, otra vez el faje. Ahí la tenía, la dueña de mis fantasías, dispuesta a todo. Se quitó el pantalón.

– ella: ¿Me quitó el calzón?

– yo: no, se van a levantar y nos van a ver.

– ella: no vendrá nadie están dormidos.

Se quitó la tanga, solo estaba en brassier, me desabrochó el pantalón, lo bajo y empecé a penetrarla. No nos contubimos y acabamos juntos. Dios, era la gloria, el mejor sexo lo tenía con ella.

Por fin, después de eso, no había pena, al otro día nos hablamos como si nada, pero ya con cierta complicidad.

– mamá: ¿A qué hora llegaron?

– yo: como a las tres. Nos pusimos a ver una serie.

– mamá: sí escuché, pero estaba muy cansada como para pararme.

Una mirada cómplice de mi hermana diciendo “que bueno que no lo hiciste”

No sabíamos que una semana después, por fin nos descubriría.

Volvimos a salir, ahora con su mejor amigo. Llegamos a casa a comer alitas y tomar cerveza. Después de un rato, ya tomados, su amigo se fue. Ese día mi hermanita se veía increíble, con una blusa verde transparente, ese brassier negro que me traía recuerdos, sus jeans negros y botas altas.

Salió a despedir a su amigo, y fui detrás de ella, cuando entramos a la casa le dije:

– yo: ¿Porqué te quitaste las botas? Te veías sexy con ellas.

– ella: lo sé, pero me cansan. Además, yo siempre debo ser sexy para ti, entiendes, aún cuando esté desarreglada.

Reí y la abrace, y nos empezamos a besar, rápidamente se deshizo de su blusa y su brassier y ya estaba con los pantalones y su tanga a las rodillas. Cuando apareció nuestra madre.

– mamá: ¿Qué chingados están haciendo?

Nos separamos al momento, tomo su ropa corrió a su cuarto. Mi mamá me estaba retando, la habíamos cagado.

Mi papá despertó.

– papá: ¿Qué pasó?

– mamá: nada, solo que ya es tarde y los fui a meter.

Recibí un mensaje de mi hermana: ahora sí la cagamos.

Nuestra madre no durmió, en la mañana la reto a ella y a mi por separado. Solo nos dijo: no la caguen.

Otra vez, todo se pauso, pero ahora, ya sabían nuestro secreto, y era la persona que más amábamos ambos.

7. Todo termina

La pausa más cruel de todas, cuando pensamos que íbamos a continuar ya sin miedos y sin remordimientos, mi mamá nos descubrió.

Por supuesto nos vigilaba a sol y sombra, nos nos permitía estar solos. Llegó navidad, y ellos se fueron con la familia. Mi hermana estaba espectacular, una minifalda que no le conocía. Antes de irse a Cuernavaca, dónde sería la reunión, estábamos solos. Tocó a mi puerta.

– ella: estos meses todo ha sido raro, la cagamos y ni pedo, tendremos que vivir con eso. Pero te extraño, llevemos la fiesta en paz, lo que vivimos estuvo increíble, pero somos hermanos, esto no puede ser.

– yo: lo sé, lo entiendo, solo que.. fuck, que pinche suerte que seas mi hermana, imagínate que no.

– ella: sí me lo imagino, pero nos tocó nacer en el mismo techo.

Nos abrazamos, nos besamos (no podíamos dejar pasar la oportunidad), nos tocamos todo lo que pudimos.

Llegó el momento y se fueron.

A los pocos meses salí de casa, me fui a vivir a otra ciudad, y regresaba algunos fines de semana. Paso un año, y terminamos nuestra historia.

Después de esas típicas noches de alcohol en que los dos estábamos en casa, empezamos a mensajearnos. Mismo techo, cuartos diferentes

– ella: ¿Cómo estás? Tomaste mucho.

– yo: sí, creo que mañana amanecere crudo.

– ella: ¿Quieres una aspirina?

– yo: sí ¿Dónde están? Ahorita salgo por ellas

– ella: espera un poco, en lo que se duermen y yo te las llevo

Una luz al final del túnel.

A la media hora, se abre la puerta de mi cuarto

– ella: ¿Estás despierto?

– yo: sí, pasa

La veo entrando, en pijama, cabello suelto, visiblemente sin sujetador, en una mano el vaso con agua y las aspirina.

Me levanto.

– ella: toma, para que estés bien.

Tomo lo que me da, las aspirinas a mi boca seguidas de un trago de agua.

No puedo más, y le agarro las nalgas, me empieza a abrazar y besar, bajo su pantalón y la dejo solo en tanga ( me encanta que cada que me veía usaba eso). Empezamos a fajar, la acuesto y le quitó el calzón y le empiezo a hacer sexo oral.

Sus manos toman mi cabeza y solo oigo: ahí, ay que rico, me encanta que me mames.

Termino y ella me monta, una última vez juntos, sube y baja me besa, le chupo las tetas, el condón nos vale como siempre y acabo dentro de ella.

– yo: quisiera que te fueras conmigo

– ella: eres un idiota

Toma sus cosas y se va.

Así termina está historia. Quisiera que se repitiera, pero eso cada vez se ve más lejano.

Ella ha sido mi mejor sexo, se casó y se separó. A veces toco el tema pero ella lo evade.

Espero que esto sea una manifestación y volver a repetirlo.

 

148 Lecturas/28 mayo, 2025/3 Comentarios/por Sernotanpensante
Etiquetas: amigos, cumpleaños, hermanita, hermanos, incesto, navidad, sexo, vacaciones
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3 comentarios
  1. azul Dice:
    28 mayo, 2025 en 3:48 pm

    wow rica historia, algo parecida a la mia, yo aun con la mente y fe en que se pueda repetir.

    Si kieres platicar conmigo de estos: [email protected]

    Accede para responder
  2. jesuselmexican3 Dice:
    28 mayo, 2025 en 5:34 pm

    Qué historia tan más rica y agridulce a la vez.

    Accede para responder
  3. Axayacatl Dice:
    30 mayo, 2025 en 9:19 am

    Que mal que no siguieron, pero delicioso relato.

    Accede para responder

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