La historia de Dina – Parte I
Esta es la historia de una vecina, como de muchas otras, recatada y de su casa, que poco a poco fue inducida por mí a pecar y fue volviéndose una putita hasta convertirse en una prostituta hecha y derecha..
Esta serie fue publicado en el sitio antiguo, que ha sido actualizado por el administrador en este nuevo sitio, lo vuelvo a subir para que sea fácil de ubicar y seguir puesto que es de mi autoría.
Yo había empezado a trabajar en una compañía petrolera, con mis primeros ingresos, que eran buenos, abandoné la habitación de mis tíos y alquilé una habitación amplia con baño propio, preferí seguir viviendo en la zona de Los Olivos donde los alquileres son baratos, la habitación que había alquilado no era de lo mejor, pero como estaba sólo, era suficiente para mí; estaba ubicado en la segunda planta hacia la calle, hacia el fondo había otra habitación donde vivía una familia joven, ella era una paisana medio desaliñada, él un tipo ex-militar que trabajaba como vigilante en una fábrica y una niña de unos 5 años. Al principio no les vi y no le daba mucha importancia, hasta que el segundo día cuando entré al baño se escuchaba claramente lo que hablaba la mujer con su hija, me di cuenta que esto ocurría si el baño estaba abierto, pero si estaba cerrado no se escuchaba nada de nada. El primer mes transcurrió de lo normal, yo regresaba tarde del trabajo, muchas veces iba al cine o me quedaba a comer en la calle porque en mi cuarto no había nada que hacer, luego de prepararme algún café o matecito, me ponía a ver la televisión o a leer algún libro hasta la hora de dormir. Con mi primer sueldo empecé a equipar mi cuarto, me compré un equipo de VH y algunas veces regresaba temprano para ver alguna película de acción o películas porno que alquilaban en una tienda de la Av. Universitaria. Fue así como empecé a tratar con mis vecinos poco a poco, al principio veía sólo a la niña que me saludaba, casi siempre la encontraba jugando en el pasillo, a veces me encontraba con la mujer que tendría unos 25 años, era delgada, de pelo largo, con faldas anticuadas que le llegaba al tobillo o pantalón buzo, casi no me miraba y de inmediato se entraba a su habitación, pensé que me tenía miedo o era muy recelosa.
Una de esas tardes, cuando volvía de comprar unas hamburguesas, la niña estaba jugando como siempre en el pasillo, me saluda y de dice:
– ¿Me dejas ver tu tele?
Yo traía una película porno para ver esa noche, por lo que le dije luego de pensar un rato
– Claro, pero solo un ratito, ¿sí?, pero dile a tu mamá, no se vaya a molestar
La niña se emocionó y abriendo la puerta de su cuarto gritó
– ! Mami, voy a ver tele donde el vecino ya?
Escuché algo como !Ya¡
La niña entró corriendo a mi cuarto y aproveché para hacerle algunas preguntas sobre la familia, pero no saqué mucha información, a partir de allí la presencia de la niña se hizo habitual, casi todos los días venía a ver la tele y la dejaba el tiempo en que me preparaba mi comida o tomaba mi café y veía un rato con ella, luego la despachaba y me ponía a ver mi película o videos porno.
Una tarde de sábado la niña tocó mi puerta para decirme con una taza en la mano.
– Vecino, dice mi mamá que me prestes un poco de azúcar
Bueno, se la di sin decir nada, pero de vez en cuando la niña venía a pedirme algo «prestado» pero nunca me devolvía, por lo que, a modo de fastidiar a la madre y también picado por la curiosidad, un día cuando me vino a pedir una cebolla, la dije.
– Mira, tengo estas dos cebollas y no sé cuál de ellas quiere tu mamá, dile que venga un ratito
La niña se fue y escuché que discutían, a mucha insistencia de la niña la mujer se asomó a mi puerta y lleno de vergüenza dijo.
– Vecino, présteme una cebollita porfa, me ha faltado para mi aderezo
– Entre vecina y escoja de allí, a propósito, ya me debe varios kilos de azúcar y sal
– Disculpa vecino, uno de estos días te lo devuelvo
– Ya vecina, no te preocupes. Mi intención era mirarla a ella con más detenimiento.
Unos 25 años, descuidada en el vestir, estaba con una falda larga hasta los tobillos, unas sandalias playeras, sin ningún maquillaje y el pelo recogido en cola de caballo, sin embargo, al verla detenidamente su rostro tenía cierta gracia, pensé que al sonreír se vería mejor, pero se le notaba un poco de tristeza, amargura y apatía.
Los sábados por la tarde y los domingos por la mañana me quedaba generalmente en mi habitación, si quería escuchar lo que hablaban los vecinos, si hablaban un poco fuerte, sólo tenía que abrir el baño, abrir disimuladamente la ventanilla, y escuchaba lo que hablaban. El marido trabajaba de noche y regresaba por la mañana, así los sábados por la tarde estaba en el cuarto y les escuchaba discutir a veces en forma violenta. Algunas veces, luego de ver alguna película caliente, trataba de adivinar la hora en que hacían el amor. Una noche estaba en el baño cuando escuché que llegaban de la calle, se notaba que el hombre estaba borracho y la niña seguramente estaría dormida, el hombre se reía como un idiota y posiblemente la manoseaba, ella decía en voz bajita.
– Espera Rodo, voy a dormir a Yosi, y se reía también como protestando y daba pequeños grititos.
– Sácate el calzón Dina, quiero cacharte. A las claras se notaba que estaba borracho
– Cállate, el vecino va a escuchar
– Que escuche ese huevon, no me importa, abre las piernas. Chúpame la verga puta
Yo me imaginaba a la mujer con las faldas arriba, con el calzón en el piso y empezando a chupar una verga flácida del marido borracho. En un momento la mujer empezó a gemir y se escuchaba el sonido de la verga al golpear la almeja encharcada de la mujer, en ese momento ya tenía jalando mi verga en la mano, sólo fue un momento cuando la mujer dejó de gemir y luego un silencio prolongado
– ¿Ya?, Rodo…., ¿tan rápido te has hecho?
Luego silencio, unos gemidos muy quietitos, a las claras Dina, que así se llamaba ella, estaba completando su calentura inconclusa con una masturbación, luego silencio y a continuación los ajetreos de la mujer arreglando sus cosas.
Pasaban los días y cada cierto tiempo escuchaba discusiones muy fuertes que prefería no escuchar, sobre todo cuando el marido llegaba borracho, discutían, el marido gritaba y la niña se ponía a llorar, luego el marido se marchaba y se quedaba la mujer evidentemente llorando y consolando a su hija.
Una de esas tardes la niña tocó mi puerta y dijo:
– Vecino, mi mami dice que le prestes 10 soles
No tenía problemas, con mi trabajo y los pocos gastos cada mes venia ahorrando y tenía suficiente dinero para regalar 10 soles, no era gran cosa, pero cada vez fue frecuente y nunca me lo devolvía.
Una tarde de sábado, como de costumbre llegó borracho el marido y se pusieron a discutir, yo estaba en el baño y me quedé allí escuchando, la mujer le reclamaba por su borrachera, que sí tenía plata para emborracharse, pero no para la comida, por qué no regresaba a la casa por días, seguramente tenía otra mujer donde le llevaba la plata.
– ¡Y a tí que te importa si tengo otra mujer puta, es mucho mejor que tú!
La mujer se puso a llorar más fuerte
– Seguro que la mantienes a esa, y yo ya le voy debiendo 50 soles al vecino
– Y por qué no le das el culo al vecino ah?, seguro que quiere cacharte
– No hables así Rodo, va a escuchar el vecino
– Que escuche ese huevon, seguro que está mirándote el culo cuando te presta plata
Escandalizado como estaba no tenía real conciencia de este diálogo a gritos, pero me día cuenta que inconscientemente se me había parado la verga, despacio, sin hacer ruido fui saliendo y cerré la puerta del baño, con el volumen de la televisión los gritos no se sentían mucho en mi habitación y no se podía entender ya lo que decían, yo me acosté en la cama y empecé a recapitular el sentido del dialogo y poco a poco fui analizando la posibilidad de cogerme a la mujer, y recordando que con una buena ropa debería lucir una buena figura y con un arreglo se vería hasta simpática, mientras pensaba me iba masturbando hasta terminar con chorros que salieron disparados hasta la pared, luego fui maquinando un plan para poder hacerla mía, pensé que sería difícil pero no imposible.
Cuando días después la niña tocó mi cuarto ya tenía en mente empezar con el plan, yo me había dado cuenta que el hombre vino un día y después ya no vino, cuando abrí la puerta la niña me dijo como de costumbre.
– Vecino, mi mamá dice que me prestes 10 soles
Luego de un breve silencio, le dije a la niña
– Dile a tu mamá que venga ella misma, ¿ya?
La niña se regresó, no escuché lo que hablaba con su mamá, pero demoró en tocar nuevamente, y cuando abrí la puerta ella estaba azorada con la cabeza gacha y habló sin mirarme.
– Vecino, por favor présteme 10 soles más, ya le debo 60 pero la próxima se lo devuelvo
Yo sabía que esa devolución no estaba segura, por lo que la invité a pasar a mi cuarto.
– Pasa vecina, quiero hablar con usted, somos vecinos, pero no nos conocemos.
La mujer pasó cabizbaja junto con la niña quien se sentó en la silla de siempre para ver la tele.
Entablé conversación con la mujer, le pregunté cosas rutinarias como de donde era, porque se había venido a la ciudad, sobre su familia, etc. Me contó que vino de su pueblito en la sierra para trabajar como empleada en una casa, su esposo era guachimán en el barrio donde trabajaba, poco a poco se conocieron, la sacó de la casa cuando tuvieron la niña.
– Vecina- le digo – resulta por casualidad que hoy es mi cumpleaños y no tengo con quien celebrar (era una mentira porque mi cumpleaños había pasado 2 días antes), ¿no le molesta tomar una copita de vino?
Diciendo esto y sin esperar respuesta me pongo a descorchar un vino dulce, luego saco un pedazo de torta que tenía guardado y sirvo una porción para cada uno, la niña estaba contenta comiendo la torta y mirando algún programa que no le di importancia, a continuación, serví dos copas de vino, alcanzando una de ellas a la vecina y le digo.
– Salud vecina por nuestra amistad y por mi cumpleaños.
La mujer que se mantuvo muy triste y seria hasta ese momento mostró un atisbo de sonrisa que me mostró un rostro más agradable, luego la fui contando parte de mi vida y poco a poco entramos en confianza, en este punto me di cuenta que la niña estaba cabeceando, la mujer dio muestras de marcharse, pero yo la contuve y le digo que la niña se duerma en mi cama, la acostamos entre los dos encima de la cama cubriéndola con una colcha.
En este punto le pregunto que si su esposo regresa no le causará problemas, habló en forma despreciativa que seguramente se largó con alguna mujerzuela, pues desde la semana pasada no volvió y por eso no tienen dinero para la comida.
– Ah, ¿entonces podemos seguir charlando toda la noche no? – la insinúo.
Se ríe, veo que está ya algo achispada luego de dos vasos de vino y le sirvo una tercera copa.
– Tengo que hacer dormir a mi hija vecino, ya es tarde
– Un rato más vecina, tu hija está durmiendo tranquila
Seguimos charlando y poco a poco me va contando cada vez entrando en su vida privada, al hablar de su esposo me dice que es un desgraciado, que la ha dejado y no sabe qué hará hacia adelante para mantenerse a sí misma y mantener a su hija, en ese momento me paro y la abrazo consolándola.
– No llores vecina, seguro que se solucionarán tus problemas pronto.
– Ahora no tengo ya nada de plata y yo le debo a usted vecino, no sé qué hacer.
– No te preocupes vecina con lo que me debes, ¿sabes?, te propongo una cosa
– Que vecino- Seguía en mis brazos y yo la acariciaba la espalda
– Me das un beso y te doy los 10 soles
Al parecer no esperaba esta clase de propuestas, su rostro mostró sorpresa y dio muestras de apartarse
– Pero vecino, como voy a hacer eso, yo tengo mi pareja
– Digamos que es un jueguito, tu pareja te ha abandonado, ¿te puedo dar un besito?
No dijo nada, pero se quedó quieta y yo pegué mis labios a sus labios, traté de abrirlos y con un poco de insistencia cedió, poco a poco introduje mi lengua en su cavidad bucal y ella recibió con cierta complacencia.
Mientras nuestros labios disfrutaban de la humedad recíproca, mi mano procedió a levantar su larga falda, ella trataba de evitar, pero mi mano ya estaba en su rodilla y seguía hacia arriba a través de sus muslos, mis dedos llegaron a la entrepierna, seguí su raja por encima del calzón, aparté a un lado y palpé su piel y su raja que estaba bastante húmeda, deslicé en su humedad un poco mientras ella gemía y murmuraba quejándose, notoriamente excitada por efecto de mis manos y del alcohol.
Me aparté un poco, saqué del bolsillo los 10 soles y le doy diciendo.
– Bien vecina, te has ganado los 10 soles
– Que estoy haciendo Dios mío
Nuevamente la beso y dirijo sus manos hacia mi verga que está dura como una piedra, la hago sobar por encima de la ropa y le digo.
– Otros 10 soles porque me lo chupas, ¿aceptas?
Creo que ya no escuchaba mis palabras, no dijo nada, sus manos siguieron frotando mi paquete cuando lo solté, yo me bajé el cierre, saqué mi pene y puse sus manos alrededor, mientras hice presión en su cabeza hacia abajo con dirección a mi erecta verga, no opuso mucha resistencia y puso sus labios en la cabeza de mi pene, como besando, haciendo presión sobre sus labios la introduje un poco, pero sus dientes seguían cerrados pero al poco tiempo los abrió y mi pene entró un poco en su boca, se veía que no tenía experiencia, tuve que guiarla y penetrar su boca como si estuviera penetrando su vagina, estuve como 5 minutos en ese trance hasta que sentí que estaba cerca de eyacular, por lo tanto la detuve, la levanté a mi altura, se notaba sus ganas de seguir, pero tenía que seguir con mi plan.
Casi entrecortado por la agitación le lanzo la siguiente propuesta.
– Te doy 30 soles y hacemos el amor
Creo que no era necesario proponer el pago, aún sin ningún pago ella hubiese permitido seguir adelante, pero mi plan era un juego, de tratarla como prostituta tal como había sugerido su esposo, ella tenía que darse cuenta de ello y manejar una tarifa razonable.
– No vecino, tengo pareja, que estamos haciendo.
Era increíble lo que decía porque su mano seguía masturbándome y yo tenía nuevamente mis dedos en su encharcada almeja, por lo tanto, no era necesario insistir, más bien acomodar mejor la situación.
– Vamos a llevar a tu niña a tu cuarto
Sin esperar respuesta levanté con cuidado a la niña, ella salió primero y abrió la puerta de su cuarto, lo depositamos en su cama y casi desesperadamente la jalé de su mano hacia mi cuarto, ella se dejó llevar sin ninguna resistencia, ya en el interior y luego de cerrar la puerta nos dirigimos hacia la cama, junto a ella nuevamente la besé y la forcé a echarse boca arriba en el borde de la cama, levanté su falda, abrí sus piernas, saqué mi verga tan dura como estaba, por el costado del calzón pasé una y otra vez por su almeja lubricando en sus jugos y los míos, cuando entró la cabeza de mi verga ella gimió y se abrazó a mí, yo seguí un mete y saca continuo hasta sentir el primer orgasmo de ella, apretó mi pene con su vagina, dio un gemido más profundo y soltó más jugos y se relajó poco a poco, mi pene seguía en su cueva tan dura como al principio, por lo que al cabo de uno minutos seguí con el mete y saca nuevamente causando más placer todavía, en un momento me detuve, me saqué toda la ropa, igualmente le saqué su calzón, alcé su chompa y su blusa para chupar sus ricas tetas, pequeñas pero duritas, luego quité toda su ropa por la cabeza, lo mismo hice con su falda, ahora la tenía toda desnuda, hice que se ponga en posición de perrito, pude apreciar el asterisco de su culito, chiquito y sin muestras de haber sido profanada, pero quería guardar ese tesoro para otro día, la seguí dando en todas las posiciones, de costado, hice que me cabalgara encima, en posición de ranita y finalmente en posición de misionero ya no pude contenerme y vacié el contenido de mis testículos en su cueva caliente, al mismo tiempo que ella sufría unos espasmos que nos dejó casi desmayados.
Estuvimos echados y sin hablar por espacio de una media hora, luego ella se levantó y me dijo.
– Ahora que hemos hecho, yo no he engañado a mi esposo nunca
Rápidamente saqué los 30 soles y se lo di diciendo.
– Te lo has ganado Dina, creo que lo necesitas.
– Gracias vecino, yo me siento prostituta, que vergüenza.
Se puso con paciencia su ropa, se notaba que estaba un poco borracha, ya era bastante tarde y se despidió con un beso.
– Chao vecina, puedes venir por las noches a ver la tele si quieres.
– Ya vecino, gracias
Continuará….
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