La joven alumna que me entregó su cuerpo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como dije me llamo Ernesto, ahora con 39 años, pero lo que relataré comenzó cuando recién había cumplido los 30.
En ese momento yo tenía casi un año de haberme separado de mi primera esposa, yo estaba abatido, pues no podía ver a mi hijo de tres años, las veces que yo quisiera.
En esos casi doce meses apenas había tenido sexo, por la depresión.
Y el motivo de la separación fue la parte económica, pero eso ya es otro tema.
Yo alquilaba un apartamento y mi profesión siempre fue profesor de preparatoria.
En uno de los colegios que yo daba docencia, era un colegio de señoritas.
Ya he estado acostumbrado de estar con chicas adolescentes, pero esta vez fue especial, además yo he sido muy caliente y morboso, pero nunca acosé a ninguna, fui siempre correcto hasta esa vez.
En el colegio de ese año, había una chiquilla de recién cumplidos quince años, era Ivettía (Ivette), asi la llamaba yo.
Yo notaba que ella se ponía nerviosa cuando me hablaba, sus ojos le brillaban cuando se dirigía a mi y en ocasiones me llevaba galletas hechas por ella, según me decía.
La pequeña Ivettía era delgadita, por allí del 1.
55 mt, todo su cuerpo era pequeñito, piernas delgadas, y un traserito aún diminuto y en vías de desarrollo, lo que si llamaba la atención era que tenía dos pechitos (senos) grandecitos para su edad y uno de los más desarrollados de su salón de clase, sus ojos eran hermosos con pestañas largas.
Yo ya había tenido varias alumnas como ella, en el sentido de que yo les atraía, pero con el tiempo se había extinguido esa emoción, asi que no me preocupé por eso.
Yo era atento con ella y la veía hasta transpirar cuando yo le hablaba en clase o fuera de clase.
Ella era una de las mejores alumnas de ese año.
En un receso, la vi acercarse a mi y me dijo quería hablarme, me dijo que pronto vendrían las competencias regionales de excelencia académica y que había platicado con sus padres, para que yo la preparara, fuera del horario de clases y que me pagarían bien por eso.
Le dije que estaba bien y ella me dijo que su mamá quería hablar conmigo de eso y que ella le daría la razón y luego me avisaría.
Pasaron unas dos semanas de esa charla.
Fue hasta un día que ella volvió a llegar y me dijo que su mamá quería hablar conmigo de las clases extra, y que me esperaba en su casa el próximo sábado, me dijo que a eso de las seis de la tarde.
Noté que ella me bajaba la mirada cuando me lo dijo, parecía con miedo, no le puse importancia a eso, al final le dije que iría ese día y a esa hora.
Llegó el día, me di un baño y me puse ropa casual, la verdad es que un dinero extra me caería bien para mi presupuesto y pensaba que podrían ser más las alumnas interesadas.
Llegué a la casa unos diez minutos antes de la hora fijada.
Vi bastante silencio en la casa, pero no le presté atención, en eso Ivettía abrió la puerta, la pequeña estaba lindísima, con un peinado más moderno (ella tenía el cabello largo y rizado), tenía puesta una falda arriba de las rodillas y un top que apenas le tapaba su bonito busto, se notaba que no tenía sostén, pues se le marcaban sus pezones a lo lejos.
Me llamó eso la atención pues en el colegio ella siempre vestía muy conservadoramente, los papás era muy estrictos en su vestimenta, pero ese día se miraba deslumbrante y se lo dije al entrar.
Ella me indicó que su mamá no estaba, pero tardaría unos quince minutos en llegar, que por favor la esperara.
Le dije que no había problema, ella me pasó adelante y me sentó en la sala, muy elegante y grande por cierto.
Me llevó un refresco, luego entró a la cocina y me llevó un pedazo de pizza, me dijo que ella la había cocinado.
Le pregunté que definitivamente se notaba que le gustaba la cocina, ello me confirmó eso.
Se sentó a mi lado y comenzamos a charlar, no podía ocultar la atracción que me daba su apretado top a sus pechitos juveniles, se veían lindísimos.
Aun me preguntaba como era posible que sus padres le dejaran usar eso, pero total, uno no sabe la vida de todo mundo.
Charlamos en la sala.
Nuevamente sus ojos brillaban y se emocionaba cuando nos tuteábamos o cuando alguien hacia una broma.
Su cuerpo era casi de una niña, solo sus buenos senos la delataban que ya era una adolescente.
De repente la conversación cambió cuando me preguntó<.
-profe, que opina de mi?-, al principio pensé que se refería a ella como estudiante y en ese aspecto comencé a decirle que era muy buena y que tomaba las clases con mucha responsabilidad.
-no de eso- me dijo ella.
Hubo un silencio, se me corto el habla.
-sino de mi como mujer, cree que soy bonita?- me dijo eso pero con voz casi entrecortada, como que se arrepentía de hacer la pregunta.
Tragué un poco de saliva antes de contestar y me inspiré cuando le dije: -no eres bonita, eres bella Ivettía, en realidad.
– ella se emocionó y me abrazó, sentí que casi lloraba en ese momento.
Yo vi para todos los lados, esperando no ver a sus padres, pues fue un abrazo un poco sentimental.
No había nadie.
Seguimos charlando y yo vi el reloj, ya eran las 6:40, entonces ella, me tomó de una mano y me dijo, profe.
usted me va a regañar.
–qué pasó Ivettía?-, ella no podía hablar, incluso vi alguna lagrima en sus ojitos cafés.
–es….
Qué— – no podía decir alguna palabra.
–qué te sucede?- volví a insistir.
-es que le mentí… – me dijo ella.
–No entiendo.
– le dije bastante sorprendido.
-no me vaya a regañar porfis, porfis- dijo ella.
No dije nada.
-es que mis papás no están en casa, ni en la ciudad, ellos se fueron a un casamiento y me dejaron con unos tíos a unas calles de aquí, les dije que tenía que estudiar para unos exámenes la semana siguiente y por eso no me llevaron.
Y yo quería verlo y tenerlo en casa…no esta molesto? Verdad?
Yo me sonreí, mi corazón palpitaba por la travesura de la pequeña, pero el morbo me ganaba, entonces le pregunté –y por qué querías tenerme contigo en casa?-
Ella cambio de colores en su rostro, se quedó un poco muda.
–¿yo te gusto?- le pregunté y le tome su carita y la levanté, pues la tenía hacia abajo.
Ella movió su cabecita afirmativamente.
Entonces acerqué mi rostro al de ella, la besé tiernamente en sus labios.
Ella cerró los ojos y temblaba.
Segui besándola, le pasé mi lengua por sus labios y por inercia ella abrió su boquita y mi lengua entro y toqué la lenguita de Ivettía y ella rápidamente imitó lo que yo hacia y nuestra lenguas se dieron un rico y húmedo beso, fueron dos o tres minutos intensos, ella tenía las manos sudadas.
Luego la solté y le pregunté si le había gustado, ella me dijo que –era lo más maravilloso que le había sucedido- y le pregunté (ya tenia una tremenda erección en los pantalones) –cuando vendrán tus padres?-, ella me respondió -hasta mañana!-.
Yo estaba excitado, no había cogido regularmente después de mi divorcio y tenía a una pequeña lindura solita en una casa a mi disposición y ya oscureciendo el día.
Pasó lo que tenia que pasar.
La tomé y la puse sentada en mis piernas, la besé y la fui colocando en mis brazos.
Yo metía mi lengua en su boquita y ella lo hacía en la mía.
Sus besos inocentes pasaron a ser muy calientes (mi erección era tremenda en mis calzoncillos), mis manos tocaban sus piernas y sus muslos, pero no podía dejar de ver su parte más lujuriosa, sus pechitos, bajé mi boca por su cuello y le pasé la lengua por allí, ella daba pequeños brincos y empezó a ronronear, era pequeños gemidos que iban aumentando de volumen, con una mano fui levantando su top hasta dejar libre sus tetitas, entonces mi boca atrapó uno de sus pezones y lo lamí y luego lo chupé suavemente, ella pegó un gemido más profundo, pero cuando tomé por turnos sus pezones con la boca y con la lengua para mamarlos, la pequeña Ivettía parecía llorar de placer, se retorcía y cerraba sus ojitos.
Luego, le besé los hombros, los brazos, las manos y cada uno de los dedos de sus manos.
Mi verga ya chorreaba en mis pantalones.
Sus pechitos era lo más delicioso que había probado en años, eran turgentes, su piel suave como la mejor seda y tiernitos, al mamarlos se ponían rojitos.
Luego de mamarlos un buen rato, ella me dijo –¡lo amo profesor!-.
Entonces no pude resistirme, la puse sobre el sofá y le quité primero sus zapatos tenis, después sus calcetas, sus pies eran primorosos pintaditos de rosa, seguí desvistiéndola y ahora le fui quitando su falda, ella intentó todavía frenarme tomándome la mano, pero su resistencia fue mínima, le quité las manos de su falda y la desabotoné, la quité y luego le bajé su braguita, ella quedó desnudita sobre el sofá.
Vi que le dio vergüenza que la viera asi, con una de sus manos se tapó su rajita casi sin pelitos, le dije que no se tapara que todo era bello en ella y era la mujer más bella que había visto.
Eso le dio confianza y me sonrió y se quitó la mano de su sexo.
Tomé uno de sus pies y los besé por todos lados, luego metí su dedo mayor en mi boca y lo chupé como chupar un dulce sabroso, luego lo fui haciendo con cada uno, tomé su otro pie y realicé lo mismo, ella gemía suavemente.
Luego fui acercándome a su rajita, besé sus pantorillas y sus muslos internos, toqué su suave bollito con los dedos y noté que estaba húmedo, ella dio un pequeño salto cuando mis dedos rozaron su clítoris.
Todo estaba listo.
Abri la boca para saborear sus labios vaginales, los lamí y luego los chupé, como si hubieran sido un bocado sabroso.
Sentí las manos de Ivettía ponerse en mi cabeza y jalarme los cabellos, mientras yo me hundía en su sexo.
Mi lengua muy humeda, le daba toquecitos a su clítoris y luego pasaba entre su vulvita, después mi lengua se deslizó hacia el puntito de su ano, lo lamí y ella se corrió casi de inmediato, la pequeña fue invadida por un orgasmo, me jaló el cabello más fuerte y se retorció encima del sofá.
Intenté meterle un dedo en su vaginita, pero no pude hacerlo, encontré obstáculo, la pequeña era virgen!!, otro regalo de esa inolvidable noche.
No podía soportar mas el martirio de no cogerla, asi que me quité el pantalón, el bóxer y la camisa, puse sus pies en mi torso y con una mano guié mi verga hacia su bollito, puse mi glande entre sus labios vaginales y luego empujé.
La chica no podía estar más cerrada.
Ella gritó cuando mi glande entró en su rajita y rompió su himen, me detuve para consolarla y besarle los pies, le dije que era natural por ser su primera vez, dejé sus pies para besarle la boca, eso la consoló.
Pero ya no me detuve, seguí empujando mi verga dentro de su vagina y le entró la mitad, sus quejidos se fueron poco a poco convirtiendo otra vez en gemidos de placer.
Sin embargo, estaba tan cerradita que no pude meteresela toda, tal vez un poco más de la mitad, pero para mi era suficiente para comenzar a bombeársela, en un delicioso mete saca a su bollito desflorado.
Luego de varios minutos cogiéndola se la saqué solo para cambiarla de posición, ahora yo me senté y ella encima de frente a mi, asi nos besamos le mamaba sus pechitos cuando quería y sobre todo ella se clavó mi verga hasta el fondo, ahora si mi verga entró toda en su rajita.
Los gemidos no se hicieron esperar por Ivettía y entramos en un vaivén por más sabroso y rico, ella se movía encima de mi verga como si montara a caballo y ella misma se provocó su siguiente orgasmo, puso sus manos en mi espalda y me metió sus uñitas, eso hizo que casi me corriera adentro de ella, pero aún pude aguantar y se la saqué de su bollito a tiempo, mi leche fue lanzada al piso de la sala de estar.
Nos quedamos un rato abrazados, sudados y satisfechos.
Ella por dejar atrás su niñez y convertirse en una mujer y yo para romper mi sequía de sexo.
Ya recuperados, ella se puso su ropita y yo la mía.
Charlamos y ella me confirmó su exvirginidad.
Pero yo estaba encantado, ilusionado con esta noche.
Le pregunté si podíamos quedarnos más tiempo juntos, tal vez en su recamara.
Ella me dijo que si, pues su prima se había salido con su novio y la llamaría a su móvil cuando fuera a llegar.
Ya sobre la cama, nos besamos de nueva cuenta y entre besos y caricias, nos quitamos la ropa y quedamos desnudos de nuevo.
Mi verga estaba de nuevo empalada.
Le pregunté si alguna vez había mamado uno, ella me lo negó, entonces le dije como debía hacer para darme placer, ella tomó mi verga, primero me masturbó y luego le indique que la besara y la lamiera como lo hacía con una paleta, lo hizo muy bien y ahora metía y sacaba mi verga de su boca.
La dejé experimentar con ella, como quisiera, ella se la ponía en el rostro, sus mejillas y sus senos.
Luego la besaba con mucho anhelo.
Luego de varios minutos le propuse ir a la ducha que estaba dentro de su recamara y darnos un baño, a que hombre no le gusta bañarse con una hembrita rica, desnudos.
La pequeña Ivettía jugó conmigo a tirarnos agua, jabón y parecíamos dos jóvenes novios, sino fuera por mi edad.
Pero luego nos besamos y empezamos a tocarnos nuestros sexos, ella ya sabía como masturbarme y darme placer con su boquita, ella se hincó a mamarmela y ponérmela dura de nuevo.
Me puse caliente al instante y tomándola de los muslos la cargué y puse mi verga en su bollito y la dejé caer, la penetré de golpe, el agua y jabón hizo su tarea, pues mi verga se deslizó hasta que mis huevos quedaron afuera de su rajita, ella por supuesto dio un grito entre dolor y placer, pero luego yo la levantaba de sus nalgas y la dejaba caer en mi verga ella se fue acostumbrando de nuevo y comenzamos a follar de lo lindo, eso solo lo puedes hacer con alguna mujer que no pese mucho y cabalmente Ivettía debía pesar unas 90 o 95 lbs.
La puse contra la pared y la folle duro por varios minutos, ella me arañó la espalda otra vez cuando sintió venir su orgasmo y yo la taladre hasta que logré el mio.
Nuevamente apenas pude sacar mi verga de su rajita, cuando comenzó a escupir chorritos de semen.
Asi cargada la llevé hasta la cama, la acosté, ella se veía fatigada de su nuevo orgasmo y yo me acosté a su lado, acariciando su cuerpecito.
Permanecimos al menos una media hora más sobre la cama, todavía le saboree su rajita una vez más, lo hice despacio, viendo toda la anatomía de su vulvita, sus labios vaginales, su clítoris diminuto, lo hice como si le estuviera haciendo un examen ginecológico y rxámen de arte a la vez.
Al poco rato Ivettía se retorcía en la cama de placer, a punto de correrse una vez más.
Ahora si le introduje un dedo dentro de su estrecha rajita y la masturbé mientras la pasaba la punta de mi lengua sobre su clítoris, ella después de un par de minutos, arqueó su espalda y comenzó a correrse en mi boca, pude sentir sus amargos jugos íntimos salir de su vagina.
Apenas estaba recuperándose cuando sonó su móvil, era su prima, le decía que ya estaba enfrente de su casa y debían entrar juntas para que no hubiera sospechas de sus padres.
Nos despedimos en la calle.
Después de ese día nada fue igual.
Me volví adicto a la jóvenes adolescentes, ellas no discuten, se enamoran fácilmente, luego solo les interesa la pasión y el sexo, son materia dispuesta siempre, la puedes colocar y penetrar como quieras, al final están aprendiendo a coger y no necesitan una cena, un anillo, una cena o un regalo caro para entregar su cuerpo y su alma.
A la dulce Ivettía la seguiría cogiendo, pero no tan frecuente, era menor de edad y la cuidaban todo el tiempo sus padres.
La tendría otras tres veces más, antes de que siguiera estudiando en otro establecimiento.
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