La mañana siguiente
La continuación de nuestra historia, aquí es donde nuestras vidas cambiaron por completo y sin vuelta atrás, mi madre por fin muestra su verdadera cara..
A la mañana siguiente me desperté solo en la cama, no había ni rastro de mi madre en la habitación, pude escuchar ruidos abajo, estuve unos 15 minutos ahí acostado, esperando a que subiera, pero nada me levanté y me vesti, obviamente mi mente estaba dando mil vueltas pensando en lo que habíamos hecho, pero a pesar de ser tan joven no era estúpido y sabía lo que podría significar para ella, al bajar por las escaleras la escuché en la cocina, yo entre como si nada hubiera cambiado.
— Buenos días mamá.
Le dije mientras entraba, ella se sobresalto pero sin voltear a verme me respondió.
— Buenos días.
Yo note el tono frío, incluso severo de su voz, obviamente no sabía que hacer ni que decir, solo me quedé con mi carita de sorprendido, ella por fin se giro y al verme su semblante cambio, su mirada se suavizó al verme así.
— Siéntate.
Me dijo aún con voz seria pero menos fría. Yo me senté en una de las sillitas y ella se sentó en la que quedaba frente a mí.
— Tenemos que hablar… ¿Cómo te sientes?
— Bien…
Le respondí con voz cortada aún lleno de nervios y un poco de miedo por lo que podría pasar.
— ¿Y tú?
Le pregunté de forma tímida ella me miró y sonrió levemente, suspiro profundamente y comenzó a hablar.
— Bien también, a ver, entonces ¿Sabes que es lo que hicimos anoche verdad? ¿Sabes que está mal? Y que no debimos hacerlo ¿Verdad?
Yo no sabía que decir y me quedé callado un momento, después sin saber que más decir solamente solté.
— ¿No te gustó?
Ella abrió los ojos sorprendida y note que se sonrojaba un poco.
— Responde lo que te pregunté.
— Si, se lo que hicimos pero no creo que esté mal…
— Soy tu madre…
Me interrumpió y siguió hablando.
—… Y si está mal, precisamente por eso, eres mi hijo y…
— Pero tu respóndeme también —dije interrumpiendola yo a ella— ¿Te gustó?
Ella se quedó callada y después de un momento suspiro y dijo casi para ella misma.
— Está mal… Muy mal…
Yo la miraba, esperando y exigiendo una respuesta y fue ahí que mi calentura, mi deseo y mi amor por ella tomaron el control, aún sin que respondiera yo hablé, con un tono firme, incluso desafiante.
— Porque a mí sí me gustó, me encantó, tu me encantas mamá, eres hermosa y muy sexy, te amo mucho, no me importa que seas mi mamá, tu me lo dijiste, que te hiciera mi mujer y lo hice, eres mi mamá y también eres mi mujer, en verdad te amo mucho mamá…
Ella me interrumpió poniendo su mano sobre la mía, no dijo nada, se quedó mirando la nada un buen rato, pero antes de que pudiera seguir hablando ella lo hizo.
— Pero dime… ¿Sabes que está mal… Para la demás gente verdad?
Yo no supe a qué se refería exactamente, pero note el cambio en la pregunta y antes de poder responder ella siguió.
— Osea que lo que pasó es solo para nosotros y nadie más debe saberlo ¿Lo entiendes verdad?
Me pregunto mirándome fijamente, su cara era inexpresiva pero menos fría que antes.
— Claro que sí, no soy tonto mamá, se que la demás gente no tiene que saberlo, es cosa nuestra nada más.
— Exactamente, solo para nosotros y nadie más tiene porque saberlo ¿Me lo juras?
— Si mami, te lo juro, es nuestro secreto.
— Solo nuestro.
Dijo mientras apretaba suavemente mi mano, como para confirmar nuestro juramento, literalmente pude notar como su cuerpo se relajaba, como la luz regresaba a su rostro, por fin era mi mamá de nuevo.
— Te amo mucho mi niño.
Dijo mientras me daba por fin esa hermosa sonrisa suya y se levantaba a seguir preparando el desayuno.
— Yo te amo más mamá, Pero entonces…
Dije mientras ella llegaba al fregadero.
—… Ya no me respondiste ¿Sí te gustó?
Ella soltó una risita encantadora.
— Ay niño preguntón…
Dijo de forma juguetona y sin voltear a mirarme siguió hablando.
—… La verdad sí, me gustó mucho corazón…
Mientras ella hablaba, al escuchar su respuesta yo le levanté sin hacer ruido y me acerque hacia ella.
— Y perdón por como termino todo, no quería dejarte así pero en verdad me hacia mucha falta…
Antes de que pudiera terminar yo la abrace por la espalda y le di un beso a su espalda que era para lo que mi estatura alcanzaba.
— Que bueno mami, pensé que no te había gustado o te había aburrido.
— ¡Ay mi nene tan lindo! No mi amor, la verdad todo lo contrario, me… Me vine tan fuerte que ya no pude seguir.
Yo tenía una noción sobre a qué se refería pero obviamente todo era nuevo para mí, así que pregunte.
— ¿Te veniste?
— Si corazón, es cuando una mujer siente demasiado rico, por eso me salió agüita y quedé temblando, tenía mucho que no me pasaba, ni me acuerdo de la última vez, en verdad me encantó mi vida.
— ¡Que bueno mamá! A mí también me encantó mucho.
Ahí por fin se dio la vuelta, yo volví a abrazarla y con mis manos en sus grandes caderas me dijo.
— Que lindo mi bebé ¿Me das un beso?
Fue después de eso que me di cuenta que mi madre había cambiado también, fue ahí después de su culpa inicial y todos sus pensamientos que por fin pude ver la cara real de mi madre, quien hasta el día de hoy en mi mujer, al preguntarle aún con algo de inseguridad.
— ¿Un beso normal?
Ella me sonrió de forma encantadora y traviesa, y sin responder se agachó hacia mi rostro y ella me besó a mí, un beso largo, caliente, profundo y muy húmedo, su lengua invadía mi boca y buscaba la mía y al corresponder la escuché soltar un gemido delicioso, pude sentir como la mezcla de nuestra salivas bajaba por mi barbilla, saliva que al final del beso ella terminó lamiendo, para por fin responder.
— Cuando estemos solitos estos son nuestros besos normales mi amor.
Yo le sonreí, quedándome tonto con su actitud y forma de hablarme, demasiado sexy, por fin sin restricciones.
— Me encanta como me besas mi niño, me encanta sentir tu lengüita y a ti también te gusta ¿Verdad cabroncito?
Dijo mientras miraba mi erección que no había siquiera notado yo, sobra decir que fue a partir de ese apretón de manos que mi control sobre la situación se perdió, por lo menos durante buen tiempo, ahora era ella y su experiencia, sus deseos reprimidos y su verdadera personalidad caliente y fogosa la que llevaba el control total, yo solo asentí con la cabeza, mientras ella bajaba lentamente su mano hacia mi entrepierna.
— Mi niño tan lindo, yo te voy a enseñar todo lo rico que puedes sentir y todo lo rico que me puedes hacer sentir a mí.
Dijo mientras acariciaba mi verga dura y palpitante.
— Ya me hiciste tu mujer osea que ahora eres mi hombre también… Siéntate mi amor.
Dijo señalando hacia la mesa, yo tomé una de las sillas pero antes de sentarme me dijo.
— No mi amor, en la silla no, siéntate en la mesa, todavía estás muy chiquito… Me queda más cómoda la mesa.
Yo obedecí y brinque para sentarme en la mesa, ella solo me miraba, comiéndome con la mirada, cuando estuve sentado ella comenzó a acercarse caminando lentamente de forma muy sensual, moviendo sus caderas de lado a lado y acariciando su cuerpo, solo cubierto por la playera que usaba de pijama, al irse acercando más comenzó a hablar.
— ¿Me vas a dar verga mi amor? Ayer me quedé con las ganas de probarla, me quedé con las ganas de muchas cosas, pero tenemos todo el tiempo del mundo ahora que eres mi hombre…
Dijo colocando sus manos sobre mis muslos y lentamente poniéndose de rodillas frente a mí.
— A ver qué tienes aquí…
Dijo mientras comenzaba a bajar mi boxer poco a poco llegando a levantarme un poco de la mesa para facilitar el movimiento.
Cuando por fin salió de la tela mi verga hizo el típico movimiento de rebote quedando justo frente a su rostro, podía sentir su aliento caliente sobre mi piel y el líquido preseminal que ya escurría.
— ¡Ay Dios, que rica se ve! ¿Me das mi amor?
Yo estaba absorto en la situación así que solo moví la cabeza. Ella sonrió muy traviesa y sin decir nada más tomo mi verga con una de sus manos y comenzó a pasarla por su rostro como desesperada, la olía fuerte y soltaba suspiros y gemidos al hacerlo, le daba besos, mientras movía su mano de arriba a abajo y lamia el líquido que salía de la punta.
Yo solo podía suspirar y gemir levemente, mi cabeza estaba perdida en el placer y en el morbo que me daba verla y escucharla actuar así, después de unos minutos así paso su lengua desde mis huevos hasta la punta de mi verga dura y palpitante, y después de soltar una sonrisa la metió en su boca y comenzó a mamarla como loca, sentía como empujaba su cabeza para que mi verga entrara más profundo y sentía su lengua vuelta loca recorriendo cada centímetro, yo por instinto puse mis manos sobre su cabeza y comence a empujarla, ella gimió y en un momento la saco de su boca solo para decir.
— Así mi amor, dame de tragar, haz que me la coma toda…
Y siguió en lo suyo subía y bajaba la cabeza, da pronto la sacaba para lamer mis huevos y la saliva que escurría, no tarde mucho en sentir como mi verga se tensaba y me llegó el orgasmos más fuerte de mi vida hasta entonces mientras empujaba su cabeza hacia abajo, sentí el delicioso movimiento de su garganta al tragar y tras unos segundos solté su cabeza y ella sacó mi verga de su boca para hablar.
— ¡Que rico mi amor! Me diste tu lechita ¿Te gustó bebé? ¿Te gusta que tú mamá te mame la verga deliciosa que tienes?
Yo solo asentí con la cabeza, aún veía borroso y temblaba entero, sentía como ella me acariciaba la verga de arriba a abajo, suavemente, mientras besaba y lamia mis muslos, después de unos minutos así y ya más recuperado le dije.
— Me toca, yo también quiero comerte mamá…
Ella sonrió y dijo.
— ¿Si? ¿Me quieres probar mi amor?
— Si, quiero comerte y que sientas rico también.
Al terminar de hablar ella se levantó y me hizo una seña para que me moviera de la mesa, yo obedecí y baje de la mesa, ella se sentó y se recorrió hacia atrás abriendo las piernas lentamente de forma muy sensual, pude ver la mancha de humedad en su tanga, ella comenzó a acariciarse mientras yo me acomodaba entre sus piernas, no necesitaba agacharme, por mi estatura en ese momento solo debía bajar la cabeza para llegar a su coñito mojado.
— ¿Quieres desayunar mi amor? ¿Quieres comerte el coñito de tu mamá de desayuno?
— Si mami, quiero comerme tu… Coñito quiero comerte toda.
Dije mientras metía mis manos bajo sus enormes nalgas para poder quitarle la tanga, ella me ayudo levantando sus enormes caderas mientras suspiraba profundamente, al terminar de quitársela deje caer la prenda y me quedé embobado viendo su coño, tenía un poco de vello, corto pero visible, se veía hinchado y muy húmedo, ese delicioso líquido viscoso cubria toda la raja y comenzaba a gotear lentamente.
— ¿Te gusta mi amor?
Me pregunto ella con voz traviesa y seductora, mientras pasaba sus manos por sus piernas.
— Me encanta…
Dije yo mientras mis pequeños brazos abrazaban sus enormes muslos y mi cara se hundía entre sus piernas, obviamente era mi primera vez pero la idea la tenía clara.
Ella se sobresalto un poco al sentir mi lengüita moviéndose rápido arriba y abajo sobre su hinchado clítoris, dejo salir un gemido para luego llevar sus manos hacia su boca, intentando silenciarse, yo seguía lamiendo su clítoris como desesperado, cuando mi lengua se cansaba usaba mis labios para continuar el movimiento.
Mi mamá comenzó a moverse, se retorcía mientras apretaba fuerte sus manos contra su propia boca, lo cual me molestaba un poco ya que quería escucharla, así que abrace fuerte sus muslos y aumente mucho la velocidad y la presión de mi lengua sobre su clítoris, haciendo que su cuerpo se tensara mientras seguía intentando moverse, de pronto soltó su boca y puso sus manos sobre mi cabeza mientras me decía casi con voz suplicante.
— ¡Ya mi amor! ¡Ya para!
Sus manos en mi cabeza intentaban quitarme pero suavemente ya que tampoco quería lastimarme, pero al escucharla casi gritar eso entre gemidos me di cuenta de lo que pasaba, así que subí aún más el ritmo de mi lengua mientras abrazaba sus enormes muslos.
— ¡Ay mi amor! ¡No…!
Gritó ella mientras su cuerpo se tensaba fuertemente, fue ahí cuando sentí un potente chorro de líquido golpeando mi barbilla, al mismo tiempo que sus gemidos se volvían más profundos y bastante más altos.
Sus piernas temblaban y al dejarlas caer sobre mis hombros me di cuenta que toda ella estaba temblando, yo bese su húmeda y palpitante rajada ella intento cerrar sus piernas pero no le respondían, me levanté aún entre sus piernas, ella volvió a cubrir su boca, más con vergüenza que con ánimo de silenciarse, yo la miraba de arriba a abajo viendo como su cuerpo entero se movía levemente.
— ¿Estás bien mamá?
Le pregunté con la voz más inocente que pude mientras ponía mis manos sobre sus muslos para acariciarlos.
— S-si mi amor, no te preocupes…
Dijo con voz entrecortada, incluso avergonzada.
— Es que me hiciste venir muy fuerte, tenía mucho que no sentía eso y tú lo hiciste muy bien, niño cabrón ¿Mucho internet no?
Dijo mientras soltaba una risita encantadora, yo solo me reí con ella y seguí acariciando sus muslos, tenía la verga durísima otra vez así que mientras ella reposaba aún sobre la mesa yo sin decir nada, me moví para tomar una de las sillas y ponerla frente a ella, ya que necesitaba el apoyo para poder llegar a la posición ideal, ella me miró con curiosidad mientras yo acomodaba la silla y comenzaba a acomodarme sobre ella.
— ¿Que haces corazón?
Me pregunto con voz suave y ya más controlada.
— Es que sin la silla no alcanzo y ya te quiero cog…
Me detuve de golpe, pero vi como sus ojos brillaron con lujuria y mucho morbo.
— ¿Me quieres que?
Me pregunto con voz seductora y demandando mientras cubría su coñito con sus manos.
— ¿Me quieres que? ¿Que ibas a decir?
Yo sentí como me ponía rojo, sintiéndome muy avergonzado agache levemente la cabeza.
— Dime lo que me ibas a decir o voy a creer que no quieres nada.
Yo levanté la cara y justo antes de hablar ella me puso el dedo sobre los labios y me aclaro.
— Dime lo que me ibas a decir, como me lo ibas a decir ¿Ok?
Yo trague saliva y asentí con la cabeza mientras ella me regalaba una morbosa sonrisa y retiraba su dedo de mis labios, yo tome aire y hablé con la voz más segura que pude.
— Estoy acomodando la silla, porque yo solo no alcanzo y… Te quiero coger…
Ella me dio una morbosa sonrisa y comenzó a hablar, mientras acariciaba su húmedo coño.
— ¿Me quieres meter la verga mi amor? ¿Quieres cogerte a tu mamá?
Yo asentí con la cabeza y sentí como la confianza volvía a mí, así que ya más tranquilo y mucho más caliente continúe.
— ¡Si! Te quiero meter la verga mamá, quiero cogerte rico, porque eres mía eres mi mamá y mi mujer…
Dije mientras acomodaba la punta de mi verga dura y húmeda en su empapada entrada y ella sostenía sus piernas arriba con sus manos, disfrutando de mis palabras tanto como yo de las suyas.
— Métemela mi amor, cógeme por favor, ya quiero que me la claves, quiero tenerla adentro otra vez mi niño, cógeme duro…
— Si mami, te voy a coger duro, a mí también me gusta duro…
Y sin decir más puse mis manitas en sus muslos para poder impulsarme y empuje mi cadera con fuerza, al entrar de golpe sentí su estreches y el calor de su interior, solté un leve gemido que se perdió entre el sonido del grito que soltó ella, completamente descontrolada, ella misma lo noto y entre gemidos me aclaro.
— ¡No me la saques! ¡Aunque grite no me la saques mi amor! ¡Dame así! ¡Me gusta duro, dame así! ¡Duro por favor!
Yo estaba igual de enloquecido que ella, solo podía pensar en el placer que sentía y en el inmenso morbo de la situación, estaba cogiéndome a mi madre en la mesa de la cocina, mi cuerpo pequeño de niño en contraste con su enorme cuerpo de mujer, me perdía entre sus enormes y gruesas piernas, sus tetas gigantescas moviéndose al ritmo de mis fuertes penetraciones, profundas y rápidas.
— Si mamá, se siente muy rico, me encanta cogerte…
Dije yo mientras sentía como su coño se estrechaba más poco a poco.
— Si mi amor, se siente delicioso, ¿Te gusta mucho bebé? ¿Te gusta cogerte a tu mami? ¡Ay bebé así? ¡Así!
Me respondió entre gritos y gemidos mientras cruzaba sus piernas para abrazar mi cuerpo y estiraba los brazos para abrazarme totalmente contra sus enormes tetas, dejándome sin poder moverme pero comenzando a mover ella misma sus caderas muy fuerte, incluso llegando a lastimarme pero me daba igual, solo me importaba el placer de ambos, yo sentí como su cuerpo entero se tensaba al mismo tiempo que el mío, como aumentando sus movimientos yo solo pude soltar un gemido ahogado por aquel brutal orgasmo, ella en cambio si logro expresar el placer que sentía con unos gritos de placer que más tarde llegaron a preocuparla, ya que al terminar ella y mientras aun gritaba sentí como mi verga era empujada hacia afuera y esa deliciosa sensación de su orgasmo bañando mi pelvis y empapando el suelo de la cocina.
— ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!…
Decía con su voz agitada y entrecortada, una y otra vez mientras besaba mi cabeza y me apretaba más fuerte contra su cuerpo, como si no quisiera que el momento terminara nunca, y honestamente yo sentía lo mismo.
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