La Niña Beata
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por hugoscott9.
Yo estaba tocando la guitarra y cantando como lo hago todos los domingo en la iglesia católica de mi parroquia y por cosas de logística siempre quedo colocado de frente a los feligreses y dándole media espalda al altar y media espalda a la pared lateral de la capilla, siempre trato de colocarme allí para tener una mejor vista del resto del grupo y del iglesia en general.
Desde esa privilegiada posición pude darme cuenta como la chica no me quitaba los ojos de encima durante toda la hora que duró la misa, parecía una fan enamorada de su cantante favorito mientras este realizaba un show. En fin, ese domingo fue la primera vez que repare en ella y me propuse a conquistarla a como diera lugar.
Aclaro que a pesar de ser en apariencia un buen católico, en realidad, por dentro soy un mundano cualquiera que practica los siete pecados capitales sin reparo, entre ellos la lujuria, ese es mi favorito, valga acotar .
Mi target siempre han sido las carajitas menores de 20 años, en esa tierna edad son más bellas que en cualquier otra, me encanta que tengan todavía restos de su niñez, pero que también estén desarrolladas por completo, procuro no involucrarme con menores de 18 por razones legales pero cuando la ocasión se ha dado no las he desaprovechado.
A pesar de que ya tengo 35 años todavía me conservo joven y en forma, incluso mucha gente piensa que tengo 10 años menos, esta ventaja me sirve para levantarme alguna chiquilla joven.
Por lo general en las iglesias solo asisten viejas jubiladas, pero en excepcionales casos hay lindas niñas también entre los bancos escuchando misa como buenas cristianas.
A pesar de tocar en esa misa durante más de diez años, con algunos intervalos de inactividad, y pensaba que conocía todas las caras lindas que asistían a la santa misa, resultó que esta chiquilla era una cara totalmente desconocida para mí.
Ese mismo domingo traté de recoger todo el equipo musical lo más rápido posible después de terminar la misa, pero por mucho que me apuré no logré dar con ella al salir de la capilla. Por lo general la gente sale corriendo de la iglesia a penas el cura da la bendición final, ella no tenía porque ser la excepción.
Pero bendita sea mi suerte, al dirigirme a la parada de autobús para irme a casa vi que la niña estaba en la parada esperando el mismo autobús. Me pregunté si viviría cerca de mi casa que no estaba a más de 6 cuadras de la capilla.
Me le acerqué sin rodeos y le dije:
-Hola.
-H-hola- Me respondió mientras se ponía roja como un tomate.
Me dije para mis adentros que esto va a estar fácil.
-Eres nueva en la parroquia? No te había visto antes en misa.
-P-pues sí, me acabo de mudar a esta zona y quise venir a la misa de aquí.
-Me parece muy bien, un buen católico debe buscar al señor,esté donde esté.
-Si eso creo.
Se le veía nerviosa al hablar conmigo, pero a la vez contenta. La tenía comiendo en mi mano.
-Y dónde vives? Si puedo preguntar?
-En las residencia Villa de Tal, por la avenida principal.
-Si pues yo vivo en las residencias Pall Mall, justo las que están al lado de donde tú vives, resulta que somos vecinos.- le dije con una sonrisa poco disimulada.
Vi como se ponía más roja y se le marcaban mucho más las aniñadas pecas bajo los ojos.
-Y que te ha parecido la misa?- le pregunté con ganas de llevarla a una conversación más cómoda, para que entrara en confianza.
-Pues bien, me ha gustado mucho la homilía, y también me ha gustado mucho la música, cantas muy bien –Me respondió delatándose totalmente, yo le gustaba y se le notaba.
-Te gusta la música? Cantas o tocas algún instrumento?- mi intención era reclutarla para el grupo musical y así tener la excusa de verla más seguido.
-No en realidad, aunque si hay una guitarra en mi casa llevando polvo en una pared, era de mi papá, pero después del divorcio decidió dejármela como un recuerdo.
-Y si ya tienes el instrumento por qué no has aprendido?- le pregunté a quema ropa.
-Pues no se, creo que nadie me ha motivado- fue su escueta respuesta.
-No será que te hace falta una maestro?
-Es posible- fue su respuesta mientras miraba al piso.
En eso momento llegó el bus y la dejé pasar primero, así pude ver las carnes que rellenabas sus pantalones de jean. Flaca pero apetitosa, fue mi conclusión.
Como todavía era domingo a media mañana, el autobús estaba a medio llenar, ella se sentó en la última fila, yo la seguí y me senté a su lado, como cargaba mi guitarra dentro de su estuche y ocupaba mucho espació quedamos muy juntos en el asiento.
-Espero no incomodarte-le dije.
-No. ¿Por qué lo dices?
-Porque cargar esta guitarra en autobús es un fastidio.
-A mí no me molesta.
-Perfecto- dije yo más cómodo con la conversación e inmediatamente tracé mis maquiavélicos planes- Entonces te gustaría aprender a tocar la guitarra y ya tienes el instrumento. Yo te podría dar clases si estas interesada.
Abrió los ojos por el asombro de mi propuesta y me di cuenta del color café de su iris, muy lindos y combinados con esas lindas pequitas lo único que hacía falta para embellecer más ese lindo rostro era ponerle mi pene en la boca…Dios, ya estaba dejando volar mi imaginación.
-En serio me enseñarías?
-Claro sería todo un placer.
-Pero esa guitarra esta desafinada.
-Yo la afino, eso no tiene ciencia.
-Muy bien. -dijo por fin. -cuando comenzamos?
-Ahora mismo si tu quieres.
-Ahora mismo? Si ni siquiera he desayunado.
-Bueno, mientras limpio y afino la guitarra, tú puedes ir preparando un par de sándwiches y así desayunamos juntos.
-Ok, entonces vamos.
Así de simple y natural fue el comienzo de esta historia. Al llegar a nuestra parada pagué por los dos y me dio las gracias al bajar, yo le dije que no era problema y nos metimos en la residencia donde vivía…Ahora que me doy cuenta que a esas alturas yo ni si quiera sabía cómo se llamaba.
-Y ahora que soy tu profesor de guitarra deberíamos presentarnos- le dije mientras caminábamos por la vereda-Mi nombre es Héctor- y le tendí la mano.
-Yo me llamo Mercedes, mucho gusto.
Nos estrechamos las manos y noté que le temblaba un poco. Por fin llegamos a su casa y cuando sacaba sus llaves para abrir la puerta se le cayeron y me dio el chance de ser galante y recogerlas por ella, se le notaba nerviosilla y eso a mí me daba risa, para ser honesto.
Entramos y me invitó a sentarme en el sofá, pude ver que era una casa modesta pero limpia, también noté que no había nadie.
-¿No hay nadie en casa?-pregunte midiendo las posibles variables.
-No, mi mamá salió al supermercado y debe regresar al medio día más o menos.
Muy bien, ahora la siguiente pregunta.
-Y no tienes hermanos?
-No, soy hija únicas, aquí solo vivimos mi mamá y yo, aunque tengo unas primas que son como mis hermanas, ellas viven a en la calle de atrás.
Yo asentí con la cabeza y entendí la escena al instante: estábamos solos en su casa y me invitó a entrar como si nada, era uno oportunidad única. Casi que brincaba en una pata.
Dejé mi guitarra en un rincón del salón, ella se adentró en su casa y sacó una polvorienta guitarra española Tatai, toda una reliquia digna de un museo.
-¡Vaya, tenía años que no veía una guitarra de estas!
-Si, mi papá me contó que era de mi abuelo y que la heredó de él.
-Está muy bonita pero necesito que me prestes un trapo para limpiarla.
-Ok ya te traigo algo.
Mientras limpiaba esa reliquia musical y la afinaba lo mejor que podía, Mercedes preparaba el desayuno en la cocina y nos dirigimos poco la palabra en durante veinte minutos.
Cuando por fin sirvió cuatro sándwiches de jamón y queso en la mesa del recibidor ya había terminado yo de hacerle el mantenimiento a la guitarrita, nos comimos el aperitivo con un poco de jugo de naranja y le dije que estaban muy ricos. Me dijo gracias con un nuevo rubor sobre su rostro y comenzamos la clase de guitarra.
-Siéntate- le dije con un tono de voz entre académico y autoritario. Al sentarse en el sofá me puse detrás de ella y le puse puse la guitarra sobre las piernas, luego le agarre la mano izquierda y se la puse sobre el mango de la guitarra, luego agarré su mano derecha (ella llevaba puesta una franela blanca con un sencillo estampado de flores y sus brazos tersos de color canela ya me estaban envenenando la mente) y la puse sobre las cuerdas. Noté como se le aceleraba la respiración, y a mí también para ser honestos, su cabello olía muy sabroso a pesar de ser media mañana en un país tropical como el nuestro, cuando le indiqué como debía colocar tres dedos de la mano izquierda para hacer una nota y como rasgar las cuerdas con la derecha note que también a mí me estaban temblando un poco las manos.
-Lo hago b..?- trató de preguntar mirando sobre el hombro derecho.
Le estampé un beso fuerte y necesitado que le impidió terminar la frase y casi la dejo sin respiración, la pobre no tenía escapatoria, tenía los ojos muy abiertos a causa de la sorpresa mientras yo seguía pegado a sus finos labios. No se cuento tiempo pasó durante ese primer y sorpresivo beso pero a mí me pareció poco, apartó de repente sus labios de los míos y yo quede como un náufrago al que le quitan el salvavidas en medio del mar.
-P-pero que haces?-me preguntó tratando de zafarse de mis besos, pero ella tenía su guitarra entre sus piernas y le dificultaba los movimientos.
Yo no iba a dejar pasar esta oportunidad, ya había salido el monstruo interno que agazapo esperaba una oportunidad. La agarre con ambas manos el rostro y la volví a besar con más fuerza que antes. No tenía nada que perder, así que no le iba a permitir que se escapara, sin embargo en medio de este segundo beso robado, la niña cerró los ojos y se relajó, respondió dulcemente a mis caricias labiales y con timidez saco un poco la lengua por entre sus dientes y yo la atrapé y la chupé sin contemplaciones. Luego me detuve de repente, quería verle la cara ahora que había aceptado mis besos, casi me cago de la risa al verla con los ojos cerrado y la lengua afuera llena de mi baba apasionada, abrió de repente los ojos mientras metía la lengua, estaba perpleja,
-Qué ocurre?-preguntó con los ojos muy abiertos.
-Nada, solo que esa guitarra estorba.
Se la quité de las manos y la puse sobre la mesa, ahora teníamos el sofá solo para notros. Volví a besarla, esta vez con suavidad, el primer beso siempre es el más difícil y ya teníamos dos. Besos, besos y más besos, no se cuento tiempo nos estuvimos besando pero ya me estaban doliendo los labios. Levanté una de mis manos y le toqué uno de los pequeños senos por encima de la camisa, no opuso ninguna resistencia, así que con la otra mano bajé hasta su entrepierna, su respiración se aceleró mucho más pero seguía sin obstruir mi labor, ya la decisión estaba tomada, seguiría hasta el final, o por lo menos hasta donde me dejaran.
Toqué sus senos con pasión casi hasta estrujárselos, le quité la franela y ella levanto los brazos para ayudarme en la maniobra y cuando por fin se vio libre de su prenda bajó los brazos y rodeo mi cuello con ellos, no pensaba dejarme escapar, me besó con más ímpetu y yo le respondí arrimando mí ya abultado pene junto a su pierna, ella se acercaba más a mí para sentirlo y yo la dejaba. Entre besos apasionados separó sus labios de mí por un momento para decirme al oído: vamos a mi cuarto.
Casi no había terminado de decirlo cuando ya me había levantado de un brinco del sofá y la levanté por los brazos para ponerla en pie, le hice un gesto con la mano queriendo decir que indicara el camino. Lo entendió perfectamente y comenzó a caminar hacia una de las habitaciones a través de un pasillo, era genial ver como una niña, que acababa de conocer, caminaba delante de mi, vestida solo de la cintura para abajo, mientras la parte superior apenas estaba protegida por un sostén azul cielo con rayas transversales, una postal imposible de olvidar.
Al entrar por fin en su habitación se volteó hacía mi dándole la espalda a su cama. No me pregunten por el estampado de las sábanas ni de los nombres de los artistas que adornaban las paredes, yo de nada de eso me acuerdo, simplemente pasé a la acción. La agarré por los brazos con fuerzas y la atraje hacia mi cuerpo para que sintiera mi erección, ella dio un respingo por la sorpresa y su primera reacción fue de estupor, pero se terminó relajando cuando volví a besarla, me separé nuevamente de sus labios y la lancé de espaldas a su cama, dio un grito de sorpresa pero luego se convirtió en una risa nerviosa que decía sin palabras: Que cosa más buena.
Me quite la franela y los zapatos en medio segundo y me zambullí sobre ella quien volvió a gritar del susto para luego reír de placer al verme sobre su cuerpo. Yo quería disfrutar de su infantil belleza así que la rodeé con mis piernas y levanté el torso para verla desde arriba. Allí tendida en su camita estaba una niña delgada pero no huesuda, de piel canela y con algunas pecas alrededor de su barriguita casi impúber, exquisita. Le desabroché la correa de su pantalón y el botón de la bregueta en un plis plas, sacarle el pantalón también fue sencillo, ella misma me ayudó levantando las caderas y estirando las piernas para facilitar el arrebato de ropa.
Tenía unas piernas blancas y suaves como la seda, las toqué con cuidado y me divertí un rato viendo como su cuerpo se crispaba de placer con mis caricias sobre sus piernas, estaba montada en la olla, seguí subiendo con mis caricias hasta sus pantaleticas de algodón con dibujos de Hello Kitty que casi me hacen acabar de solo verlas, no querría quitárselas todavía porque eran todo un espectáculo para mis ojos pedófilos, así que decidí hacerle unas cuantas caricias sobre la tela, estaba mojadísima, con solo tocarle la cuquita un poco por encima de la tela y ya tenía las yemas de los dedos mojados, así que el siguiente paso fue hacer a un lado esa delicada prenda de algodón y comerme esa almeja de placer mientras ella se agarraba duro de la colcha de su cama y a veces se tapaba los ojos con un brazo para disfrutar mejor de la mamada que le estaba haciendo, en ese periplo duré apenas unos instantes cuando todo su cuerpo comenzó a arquearse como Linda Blair en el Exorcista, estaba teniendo un orgasmo y se lo estaba gozando sin tapujos, gemía y se retorcía por lo bajo mientras yo seguía metiendo y sacando mi lengua de su agujerito de placer, le pasaba la lengua también sobre el clítoris y era en esos momentos cuando más se retorcía de emoción, sin compasión le metí un dedo mientras le practicaba el cunnilingus y dio un respingo de sorpresa y placer que al combinarse se convirtió en una bomba de goce que le estalló entre las piernas mientras daba un grito de placer con un perfecto Do sostenido en el pentagrama.
-Ay que rico! Que rico!- exclamaba mientras yo me limpiaba la boca llena de flujos vaginales con el dorso de la mano.
No quería perder más tiempo, faltaba solo la estocada final, así que me quité los pantalones y el bóxer como por arte de magia y volví a lanzarme sobre el tierno cuerpo de Mercedes. Ella no me esperaba tan rápido, todavía no se había recuperado del anterior orgasmo.
-Te voy a penetrar- le dije sin contemplaciones.
Abrió los ojos con susto y me dijo.
-Es mi primera vez.
-Pues ya estas lista para merecer le dije- y le pase los dedos sobre la vagina para subrayar mi apunte.
-Hazlo con sutileza.-me suplicó.
-Ok.- esa fue mi escueta respuesta, no era momento de palabras, era el momento de la acción.
Le quité las pantaletas con una mano, y me las llevé a la nariz para respirar el delicioso aroma de sus jugos.
-Asco, suelta eso!- exclamó ella tratando de quitármelas con una mano.
-No, huelen rico. -respondí jugando un poco con ella.
Tiré las pantaletas a quien sabe donde y me dispuse a penetrarla, le puse mi pene justo en la entrada de la vagina que chorreaba jugos y empapó la punta de mi herramienta en el primer instante. Ella reflejaba miedo en su cara, pero también placer por el color rojo de sus mejillas que la delataban, se la metí centímetro a centímetro, para que se fuera acostumbrando, y por cada trocito de carne que le introducía ella gemía y hacía caras cómicas, siempre es divertido verle la cara a una chica en su primera penetración, a veces me pedía que parara y yo esperaba a que se acostumbrara a su nuevo relleno.
Cuando por fin la tenía toda adentro, ella seguía haciendo esas caras raras con los ojos cerrados quizá esperando a que la siguiera penetrando, pero para su sorpresa lo saqué un poco para volver a metérselo todo en un solo movimiento, todo su lenguaje corporal fue un poema erótico, se retorció, abrió los ojos con sorpresa y dijo un enorme oooh que debe haberse escuchado hasta la calle.
-Ya entró todo?- preguntó incrédula.
-Si, hace rato.
-Mmm- fue su rápida respuesta.
A partir de allí comenzó el correspondiente mete y saca, ella se lo gozaba y gemía de placer, su cuerpo se retorcía mientras yo le quitaba los sostenes, comencé a chuparle sus pequeños pezones color café como sus ojos, cuando se los mordí gimió un poco mas, se los mojaba con mi saliva y luego los soplaba con mi aliento, ella me agradecía mis caricias bucales con muchos mmm y aaah que sonaban a gloría, entraba mi pene caliente y salía húmedo a la superficie, entraba y salía, entraba y salía, placer, gemidos, mordiscos, humedad, sudor, ay que rico, que rico, hasta que se vino con su segundo orgasmo, mas intenso que el primero, tanto que me clavó las uñas en la espalda.
-Aaag.
-Oooh.
-Te gustó?
-Me fascinó.
-Muy bien, pero yo todavía no he acabado.
-Y cómo resolvemos eso?
-Date la vuelta.
-No por atrás no que me va a doler.
-Date la vuelta que no es lo que tú piensas.
-Seguro?
-Seguro, confía en mí.
Al ponerse boca abajo pude disfrutar con miles de besos esa hermosa piel blanca desde su nuca hasta sus tobillos, dándole un trato VIP a esas níveas nalgas, muy tersas y bien formadas, era divertido verla reír por las cosquillas que le causaban mis besos.
-Deja que me haces cosquillas!
-Quédate tranquila- y más la besaba y más la mordía.
Me puse de rodillas sobre la cama y la levanté por las caderas para ponerla en posición de perrito. Con una mano la empuje hacia abajo por la nuca hasta que dobló los codos y quedó perfectamente acomodada para la invasión. Respiraba entrecortadamente, no sabía que esperar con esta nueva experiencia, nuevamente le fui metiendo la verga con calma en la vagina hasta que la tenía totalmente embutida.
-Oooh.
-Aaah.
Y así comenzó la más frenética penetración en retaguardia de la historia, hasta llegar el final del placer absoluto, cuando inyecté mi simiente en su ser.
Nos quedamos en la cama abrazados con piernas y brazos, mientras nos relajábamos y antes de secarse el sudor de la piel nos venció un sueño profundo como premio a la faena de pasión. No se cuanto habíamos dormido pero me desperté sobresaltado cuando Mercedes se levantó de un brinco de la cama diciendo toda azorada:
-¡Llegó mi mamá, llegó mi mamá y me va a matar si me ve así!
-¿Eh?- alcancé a decir, todavía medio dormido.
-¡Que te pares que llegó mi mamá!
Incluso antes de que sus apremiantes palabras cobraran significado, ya me había tirado el pantalón y la camisa en la cara, tan fuerte que casi me tumba de nuevo en la cama.
-¡Apúrate que ya viene!
Por fin entendí y me levanté lo más rápido que pude para ponerme la ropa. Mientras trataba de ponerme los zapatos sin quebrarme el cuello por el apuro, ella ya se había vestido casi por completo (solo había dejado de calzarse los zapatos, supongo que como está en su casa puede andar descalza por donde quiera) y salió hacia el salón de la casa tratando de poner orden en su rebelde y ahora traspirado cabello.
Efectivamente se escuchaba movimiento de sillas en el salón y voces de personas que saludaban a Mercedes, sin embargo eran más de una voz y sus dueñas parecían ser jóvenes, miré mi reloj y eran las 11:50am, ya casi era medio día, había perdido toda noción del tiempo. Mientras terminaba de vestirme Mercedes entro a la habitación, se veía más tranquila.
-Héctor, ven conmigo a la sala que quiero presentarte.
Yo la seguí como un corderito, total no tenía más opciones, al llegar al salón me encuentro de frente con dos hermosas gemelas bastante parecidas a Mercedes, si me hubiese dicho que eran sus hermanas se lo hubiese creído al instante, las pocas diferencias que noté entre ellas y Mercedes era que estas tenían el cabello lacio y eran un poco más curvilíneas, podría decirse que eran una versión beta de Mercedes.
-Estas son mis primas María y Margarita.
-M-mucho gusto.-ahora era yo el que estaba nervioso rodeado de chicas hermosas.
-Les presento a Héctor, mi Novio.
Si, a partir de allí me convertí en el Novio (con N mayúscula) de Mercedes, debo reconocer que no estuvo mal ya que con el tiempo logré convencerla para que integrara a sus primar en la relación, pero esa historia la dejaremos para un próximo capítulo.
H.L.
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