La niña del balneario (I)
El balneario que marcó mi infancia ya no era ni la sombra de lo que fue, pero un evento memorable me haría recordarlo para siempre.
Cuando era niño, vivía en un pequeño pueblo en el que había un famoso balneario conocido como el manantial. Era un lugar amplio con césped, mesas, dos secciones de vestidores y unas regaderas. Contaba con 3 albercas, la primera y principal en la que la mayoría de personas se reunía, al pie de esta se encontraba la segunda, que era honda al principio y se iba volviendo menos profunda hasta concluir en un chapoteadero, contaba con resbaladillas y un tobogán por lo que era la favorita de niños y adolescentes, mientras que los padres solían cuidarlos desde la piscina de al lado. La tercera piscina estaba un poco más alejada de las dos primeras, a un lado de la segunda sección de vestidores y por lo general solo se utilizaba cuando había mucha gente en las otras dos. Mi infancia estuvo marcada por ese balneario, nunca hubiera imaginado que en mi adultez tendría una vivencia única e inolvidable gracias a una hermosa nena.
Hace algunos años, por cuestiones de trabajo tuve que volver a ese pueblo, mi trabajo es en la tarde, por lo que las mañanas las dedicaba a hacer ejercicio y terminar pendientes. Decidí ir al balneario para nadar en las mañanas, por desgracia no era ni la sombra de lo que fue, había muy pocas personas, no solo por no ser temporada vacacional y acudir entre semana, ni siquiera los sábados y domingos se llenaba. Debido a la industrialización y urbanización de la región, dos grandes balnearios de renombre se ubicaron en carreteras al norte y al sur del pueblo, por lo que para la gente que venía de otros lugares era más fácil ir a esos parques. En ese momento no lo sabía, pero el tiempo de vida de ese establecimiento estaba contado.
Cierto día a las 12:30 am aproximadamente, el balneario se quedó solo, era muy cómoda esa situación para mí, pues podía nadar rápido e incluso aprovechar unas barras que los niños usan en un área con columpios y esas cosas. Yo solía utilizar la tercer piscina, la que está un poco más “escondida” de todo lo demás, en eso, vi como de la alberca para chicos salió una hermosa pequeña. Discretamente miré a todos lados en busca de sus padres o alguien que la acompañara, pero no vi a nadie, se me hizo raro, en eso, se puso de espaldas hacia mí, mostrando un hermoso cuerpecito moreno, con un traje de baño de una pieza color blanco, un poco escotado de la espalda y totalmente pegado a su figura metiéndose en su traserito por completo. Posterior a ello, se echó un clavado al agua y siguió jugando, me sentí nervioso, como si estuviese haciendo algo malo, solo la mire, pero era muuuuy sexy, tendría unos 10 años probablemente, pero su figura era muy femenina, al menos en cuanto a sus mini caderitas y nalguitas.
Seguí nadando sin desviar mi atención de la nena, volvió a salir y a arrojarse al agua unas tres veces más durante unos 15 o 20 minutos, momento que aproveché para mirarla mejor, era delgadita, tenía cabello largo hasta la cintura, sus ojos eran un poco rasgados, su rostro era un poco exótico pues era de piel morena y ojos pequeños, no como japonesa pero sus facciones no eran muy comunes, su cara era afiladita y tenía labios carnosos, era preciosa e irresistible y seguramente sería una rompe corazones a lo largo de su vida.
No pude evitar acariciar mi pene erecto cada que veía a esa preciosidad, de repente salió de la piscina, tomó su toalla y se dirigió a la zona de regaderas. Woow, un increíble escalofrió recorrió todo mi cuerpo, quería mirarla en la ducha. En mi mente estábamos desnudos los dos, entre la nube de vapor besándonos apasionadamente mientras frotaba mi dura erección en su plano abdomen.
Me acerque a las duchas y entré al cuarto de baño de al lado (el de hombres) y podía escuchar el ruido del agua tras la pared, incluso escuche un tierno estornudo, allí estaba ella, desnuda bajo el chorro de agua. Las regaderas no tenían puerta, solo un pasillo de pared que evitaba se viera el interior desde afuera. No había mucha iluminación, ya que solo había unas rendijas de ventilación en la pared de la entrada por las cuales solo se podía ver un poco de adentro hacia afuera pues el vidrio era grueso. El interior era amplio con varias regaderas pero sin ninguna división ni puertas. Intente armarme de valor, pero en eso, el ruido del agua cesó, era demasiado tarde, la niña había terminado, seguro se estaba secando y vistiendo. Tras unos minutos desde la rendija la vi salir con un vestidito de una pieza, corriendo dando saltos cual niña pequeña. Me sentía decepcionado, no pude verla y me fui triste a mi casa.
Seguí yendo a nadar los días siguientes pero la niña no aparecía, el jueves de la siguiente semana allí estaba ella, mi rostro se llenó de felicidad, pero desafortunadamente, había otras personas usando las instalaciones, seriamos uno siete incluyendo a mi princesa y a mí. Pese a ello, eran buenas noticias, la nena frecuentaba el lugar, solo era cuestión de esperar pacientemente volver a coincidir y finalmente, poder espiarla en la ducha.
Fueron pasando los días, intenté ir a diferentes horarios, quedarme más tiempo, incluso sacrifiqué actividades de mi día a día importantes. Tenía que averiguar si iba en un horario o los días en los que fuera, cualquier indicio de rutina. Tras insistir y perseverar lo logre descubrir, la niña era hija de una señora que ayudaba con el aseo del establecimiento, pues el resto de labores los hacían la familia dueña del lugar. Martes y jueves iba la señora y la niña llegaba al medio día a esperar que su madre terminara la limpieza y para entretenerse tenía permiso de jugar en la piscina, aparentemente de la escuela se iba caminando al balneario pues se encuentra a una calle (al menos eso me decía la lógica).
Comencé a ir martes, miércoles y jueves, diciéndole al dueño que de viernes a lunes estaba muy ocupado (no era mi amigo, pero teníamos conversaciones cordiales a menudo, en las cuales me preguntaba porque no había ido tal día o cosas así). El plan funcionó, martes y jueves allí estaba ella, por desgracia no siempre nadaba, había días que jugaba en la zona de juegos en el césped (columpios, resbaladilla, sube y baja, etc). Comenzaba a frustrarme, solo eran 2 días a la semana, no siempre nadaba, a veces había más gente, ¡¡¡Carajo!!! Debí haberla espiado cuando tuve oportunidad.
Hasta que un día, los planetas se alinearon y por fin, estábamos ella y yo, solos en el balneario, esta vez no perdería tiempo, en cuanto ella saliera de la piscina iría tras ella a las duchas y la vería desnuda al fin.
Al yo estar en la piscina “alejada” ella ni en cuenta de mi presencia, decidí dejar de nadar para evitar hacer ruido y que notara mi existencia. Fui paciente, nadaba lento sin sumergir la cabeza, viéndola de a poco y saboreando su exquisito cuerpo. No tengo especial predilección por las niñas, me gusta cierto tipo de cuerpos y rasgos. La mayoría de pequeñas no tienen forma, ni trasero, ni nada, soy como niños de cabello largo, incluso conozco mujeres adultas así, que no tienen bonita figura, ni cara y pues me son indiferentes. Por otro lado, hay mujeres de cara bonita, bonitas piernas, trasero paradito y generoso que invitan a pecar, y si eso se manifiesta a temprana edad, no tengo ningún reparo en sentir atracción por ellas. Tener realmente la posibilidad de hacerles el amor ya es otro tema.
Mientras estaba inmerso en mis pensamientos lujuriosos, tomó su toalla y se dirigió a las duchas, inmediatamente me salí, me puse en un ángulo invisible para ella, me sequé y en cuanto vi que entro al baño la seguí. Mi corazón latía a mil, estaba muy nervioso y emocionado, miraba alrededor a ver si no estaba su madre, o el dueño, pero no, generalmente ellos estaban más hacia la zona de recepción del lugar, que estaba al otro extremo de las piscinas y duchas.
Entre a la regadera de hombres, tenía miedo, si me descubría y gritaba por ayuda sería el fin, pero no podía no verla ¿y si fuese la última oportunidad? No sabía que hacer, en eso, el ruido del agua del baño contiguo comenzó a sonar, como su fuera una señal que dijera: la niña ya está desnuda, es momento de mirarla.
De nuevo mire por la ventana del vestidor alrededor en busca de testigos, no había nada ni nadie, en ese tiempo no existían las cámaras de seguridad y de existir, seguro eran muy caras para un balneario de pueblo pequeño cerca de la quiebra, tampoco existían los celulares o al menos, no de los que grabaran y de grabar era una calidad como de 50x50p. Ya había cámaras digitales, pero no eran nada discretas ni disimulables, por lo que era impensable la posibilidad de grabarla. Solo éramos ella y mis ojos, toda grabación debería estar en mi cabeza.
Respire hondo, me arme de valor y como si fuera a entrar en agua helada entre a las duchas femeninas. Tras atravesar la puerta había un pequeño pasillo en el cual podía “esconderme” de la vista de personas que estuvieran afuera, pero tampoco se veía la totalidad del cuarto de duchas. Dar un par de pasos implicaba finalmente estar frente a mi diosa niña, completamente desnuda en uno de los momentos más eróticos de toda mi vida.
Me fui acercando con el corazón a mil, asomé el rabillo del ojo y allí estaba por fin, tuve la maravillosa suerte de que estaba lavando su abundante cabellera, por lo que sus ojos estaban cerrados llenos de jabón. Como por impulso inconsciente, asome la cabeza por completo para mirarla con ambos ojos y escanearla. Era increíble, su espalda estrecha, el traje de baño marcado ligeramente en su piel como consecuencia de las quemaduras del sol. Podía ver como el agua acariciaba su lindo cuerpo, con burbujitas de jabón resbalando por este. Su trasero era perfecto y por el pequeño espacio que se formaba entre sus piernas se veía la espuma escurriendo por su vaginita.
El tiempo transcurría lento, quizás habían pasado 5 segundos, tomé mi pene y lo saqué, lo tomé con fuerza como un águila clavaria sus garras en una presa y empecé a jalar. Quería entrar, tomarla desde atrás, robarle un beso para evitar que gritara, y enterrar mi pene en su vagina. “Tengo meses deseándote mi amor, que mala eres, hacerme esperar tanto tiempo bebé, no te voy a dejar ir hasta que me dejes seco princesa” eso quería susurrar en su oído mientras la penetraba.
Volviendo a la realidad seguía mirándola y masturbándome con fuerza, como queriendo venirme lo más rápido posible, pero a la vez queriendo prolongar el orgasmo lo máximo. La pequeña empezó a enjuagar su cabello, señal de que había terminado de lavarlo y, por ende, que estaba próxima a abrir los ojos. Era la señal de retirada, aumente la velocidad de mi masturbación buscando el clímax, sin quitarle los ojos de encima, y ella a su vez, aumento el ritmo del movimiento de sus brazos tallando su cabeza para retirar la espuma. Cuando sentía la explosión de semen venir, ella agito su cabeza y cuerpo hacia adelante con fuerza provocando que toda su cabellera se sacudiera hacia adelante arrojando una explosión de agua con espuma que coincidiría con mi semen saliendo en grandes chorros que acumularía en mi traje de baño.
Ahhh… ahhh… ahhh… apenas pude evitar gemir, tres largos chorros de semen salieron mientras la niña hacia esos sexys movimientos para enjuagar su cabellera en los que inconscientemente meneaba esas caderitas de infarto.
Salí rápido de allí y me metí al vestidor de hombres, estaba aterrado, sin la adrenalina de la excitación volví a la realidad y caí en cuenta de todos los peligros del acto que acababa de cometer. Me escondí hasta que ella salió, no me atreví ni a verla irse de allí, tras media hora de esconderme me fui del lugar, con la conciencia destrozada y sintiéndome un criminal.
Sin embargo, en ese momento no sabía que ese apenas era el principio.
Continuara…
Uff el comienzo de todo? 🤩🤩😍😍
Excelent relato, muy bien relatado, ni apresurdado ni letargado, felicidades,
Coool k bien comienzo
Woooowww, suena interesante!