La Noche del Nahual
historia de sexo, terror, por las fiestas de Halloween, una aventura de placer, espero les guste, nos vemos….
Advertencia: este relato es completamente Ficticio, no tiene nada de real y solo esta para entretener con una buena de dosis de morbo a todos los lectores que gusten…
Felices Fiestas….
La Noche del Nahual
En un pueblo tropical cercano de la capital, en un lugar cubierto de vegetación, donde el calor era sofocante todo el año, haciendo que la gente fuera en ropas ligeras por la calle, casi exhibiéndose de manera seductora, jóvenes mostrando sus músculos forjados por el trabajo duro, o muchachitas dejando ver más de la cuenta de manera provocativa, desde tetas apenas cubiertas por tela o muslos gruesos, siendo uno de esos rincones mágicos, una pesadilla estaba por darse, era un centro de ecoturismo (o al menos eso se llegaba a escuchar). al menos ahí era donde las personas iban a descansar y divertirse, y estaba llegando Bonifacio, alias Nobita, como el personaje del anime, llamado así porque es un bruto de primera además de parecido, solo que versión adulto, incapaz de pasar más de 10 minutos sin hacer una estupidez, el eterno SIMP de Jesica, la más bonita de las secretarias, y para su mala suerte, ya todos lo veían como el novio de la toxica del lugar, quien lo había cortado por enésima vez para irse con un baboso que la iba a disfrutar y luego desechar, porque la tipa era deliciosamente sexy, y muchos la llegaron a ver coger con medias puestas en la oficina. Por fortuna dejaría todo ese drama por un fin de semana, llegaba a ese pequeño pueblito mágico para pasarlo bien, aunque como todo fracasado, no estaba solo, pues siempre estaba alguien aprovechándose de que no podía decir no, aunque esta vez no era algo tan serio, pues a su lado estaban 3 preciosas niñas, sus sobrinas políticas, quienes lo acompañaban para pasarlo bien en una fiesta especial.
Por desgracia Bonifacio, era un tipo demasiado común, quizás algo bajito, con una ligera panza cervecera, no muy feo ni guapo, tan corriente, que pasaba desapercibido, y su hermana mayor, sobresalía porque era buena en varias cosas, y no tan loca como otras tantas mujeres, pero con un gusto horrible con los hombres, pues se casó con el abusivo que tenía 3 hijas, de la misma edad, de su matrimonio anterior, pero cada una de distinta madre, lo que dejaba pensando sobre la salud mental de la mujer. Las 3 niñas eran muy bonitas, como de la misma estatura, y parecía que habían heredado los rasgos de sus madres, todas unas bellezas por donde estuvieran, pues no tanto de su padre que era un tipo tosco, que siempre parecía tener algo malo en mente, aunque tenían un cierto parentesco en facciones, aunque eso no importaba tanto, pues todas llegaban contentas con su tío para festejar el halloween, y en cuanto llegaron llamaron la atención de varios:
Era difícil de creer, pero casi tenían la misma fecha de nacimiento, lo que apuntaba a que el marido hizo de las suyas de manera viciosa, las 3 eran: Teresa de 10 años, una preciosura que no llegaba al 1.5m (igual que las otras),de largo cabello negro que usaba suelto, ella gustaba de usar shorts de mezclilla, además que usaba una playera holgada, que dejaba ver un pequeño sostén de entrenamiento, pues sus tetillas empezaban a tomar forma de manera precoz, por otra parte se hallaba Silvia, que era castaña quien era la más descuidada, usando una faldita, corta y un topsito, igual de holgado, solo que la muy torpe, no usaba el sujetador, no es que le hiciera tanta falta demasiado, una ligera curva se notaba, en especial por las poses que hacía, dejando ver más de la cuenta, por ello muchos pervertidos podían ver sus pezones cuando se inclinaba o su culito igual, despertando deseos de jugar en la cama con ella, finalmente estaba Corina, quien para variar a las otras era rubia de ojos azules, con un gusto por los vestidos de una pieza, aunque llamaba la atención porque con cierta luz, se notaba perfectamente su figurilla que era más curvilínea de lo imaginado, despertando sensaciones de lujuria, en especial cuando pasaba por ciertas luces, haciéndola verse casi desnuda, nadie sabía si lo hacía a propósito, el vestirse de esa manera tan provocativa o solo era su inocencia que no le dejaba ver las vergas que se alzaban en su honor.
Todas eran bonitas, llamaban mucho la atención al caminar, sus caritas soñadoras daban tentación de meterles vergas en sus labios, sus manitas juguetonas era igual, y sus presencias daban la tentación de intentar algún acercamiento prohibido, y se portaban bien, con una inocencia o ingenuidad, que era provocativa, en especial para los mas abusivos, pues al oírlas estar llamando tito al tonto de Bonifacio, quien se sentía contento de poder cuidarlas, llamaban miradas extrañas, pues para su desgracia era cerca de la noche de brujas, e ignoraba que había espantos reales a donde iba, y muy al contrario, este solo se preocupaba por hacer sus cosas habituales, mirando donde se iba a quedar o en que parte iban a comer, aunque en medio de eso una de las niñas diría:
Tito, mira, en la plaza habrá competencia de disfraces, hay que ir…
Palabras que todas dijeron al mismo tiempo, resonando como si fuera una alerta, aunque tenían un problema y es que no tenían disfraces, su partida fue improvisada para que su madrastra pudiera tener tiempo con el papa y poder coger por toda la casa, si bien que les encantaba hacerlo en el cuarto de ellas, por el morbo, si en eso ambos eran afines en el ámbito sexual, unos pervertidos. Pero volviendo al pueblito, el tito lo pensaría poco, por lo que luego de una buena comida, fueron a buscar atuendos, aunque no sería sencillo, pues mucha gente pensaba lo mismo, aparte que había toda clase de niños buscando, ya que parecía haber alguna clase de premio especial, que ilusionaba a las 3 pequeñas niñas que iban por todos los mostradores tratando de elegir que ponerse, mientras su torpe cuidador se perdía mirando algunos culos de trabajadoras o tetas de señoritas cercanas, luciendo como un perdedor, además que se preocupaba porque todo estaba muy caro, y por fijarse en su cartera, no se daba cuenta. Más cerca de lo que pudieran creer, un personaje las miraba con gusto, relamiéndose los labios con las figurillas de las 3 nenas presentes, se queda cerca de ellas, pensando en que tan estrechas podrían ser, si bien que sus cuerpitos eran preciosos pese a su edad, sus nalguitas juraban aguantar una buena verga, como la que muchos se cargaban al tener a tan precioso trió cerca, aparte que las olía como si fueran sus presas, y de cierta forma lo eran, por lo que se acercó.
Todos le decían el morocho, aunque nadie sabía su nombre real, era un joven como de 18 años, quien tenía un cuerpo muy tonificado, músculos atléticos, de piel cobriza, con el cabello chino, un poco largo, en veces mostraba una sonrisa clara (cuando quería conseguir algo), aunque aparte se le notaba una mirada feroz, que a más de una desarmaba, en especial a las turistas, quienes podían contar como era una fiera cerca, cuando se entregaban a este dejando que se las cogiera en total libertad, en sus camas de hotel o en algún lugar ligeramente cerrado, y nadie lo hacía a menos, de hecho los raterillos de la localidad, no se metían con él, pues sabían que no saldrían bien librados de un encuentro, si antes de algunos lo hicieron y no se les volvió a ver.
Buenas, mm, que lindo trio de hermosuras, díganme en ¿Qué les puedo servir? Mm – dijo el joven con una voz muy calmada mirando a las niñas.
Las 3 se le quedaron viendo en silencio, no muy convencidas, aunque el chico se mostraba como si fuera todo un buen personaje, pero no dejaba de verlas, aspirando su aroma al estar cerca, clavaba su vista en sus tetillas, todas de diferente forma, sus caritas preciosas, o se fijaba en especial las piernitas que desearía tenerlas alrededor de su cintura, o esas boquitas que lucían perfectas para mamar verga, aparte que olían a miedo, por lo que dijo.
Esperen, no se asusten, yo soy el morocho, hago encargos aquí, y muchas veces ayudo a los turistas, pa que no se pierdan o encuentren lugar bueno, bonito y barato, a eso me dedico, claro por una propina, mm – diría con un tono muy amable.
Bueno, nobito y barato, digo bonito – dijo Bonifacio al acercarse.
Sí, yo soy de los que ayudan a todos en este pueblo, claro, por una propina, ok – diría contento el morocho, a su cuidador, evitando malos entendidos.
Dígame, porque nos acaban de cancelar la reservación, donde podemos quedar, que sea bonito y no cobren a $11,000 la noche, todo está bien caro – suplico Nobita buscando ayuda en ese desconocido.
A qué mala onda, por eso no nos gustan los servicios digitales, pero sé donde, la posada de la bruja, es solo el nombre de halloween, por lo general de la posada de Constancia, síganme – dijo con un tonito cándido.
El joven se subió a una vieja bicicleta, y los turistas a su carrito, y entre tanta gente, los empezó a guiar, un desfile de panzones, gordas donde se veían algunos manjares, todos caminando, por ello iban lento, porque había mucha gente en medio de la calle, pues estaba por realizarse una especie de festejo, propio de las celebraciones, el halloween era un extra, pero el día de muertos también se presentaría, después, como fuera el caso, el tal morocho los estaba guiando, llevándoles hasta un rincón del pueblo, aunque no era un lugar feo, quizás algo oculto por un rincón de la localidad, cerca de la avenida principal, lleno de arboles que soltaban un rico olor, mango y tamarindo, por lo que se calmaron, y luego llegaron a un lugar un poco desarreglado, pero con un poco de gente, de aspecto lúgubre, pues era necesario para dar ese aire por las fechas, además que si bien que pintaron una bruja al frente para darle tono de la celebración, dando un poco de gracia.
Qué lugar más espeluznante – dijo Corina con gusto.
Seguro que aquí la pasamos bien, aparte esta junto a la selva, uh – dijo Teresita animada.
Seguro se nos aparece un hombre lobo – añadió Silvia maravillada.
No, chiquitas, aquí no es territorio de esos monos, aquí es zona de nahuales, y si no se cuidan, seguro uno se las roba – aseguró el Morocho juguetón.
Espere, este lugar tiene leyendas de nahuales, ah, esto es genial, les prometí a sus padres que aprenderían algo de cultura popular – dijo el tito contento.
Pero nos van a comer – dijeron al unisonó las niñas con falso miedo.
Que las van a estar comiendo, ustedes son tan lindas, que seguro se las roba un nahual para tenerlas de novias, sino son tontos, ellos piensan, son astutos, saben engañar a los bobos, y no dependen de la luna para transformarse, pero eso está de sobra, si quieren saber más, entren con la bruja, ella se sabe muchas leyendas, ahora yo debo ir por mas tarugos a ayudar y si puedo voy a traer clientes, jejejejee – se burlaba de buena gana Morocho, recibiendo una propina por parte de Bonifacio, y se retiraría en su bicicleta.
Buen trabajo Morocho, mas clientes – diría la anciana, al salir, viéndose espeluznante, en especial porque sus ojos eran claros, envejecidos, aunque era difícil saber cuál era el color anterior, algo parecido al azul o quizás el rosado.
Todo parecía un truco y los invitados llegaron muy contentos a la posada, donde se instalaron, pagaron por 2 noches, vieron que vendían artesanías, además de notar un enorme jardín, por ello pasaron un rato agradable, pues la vieja bruja los trató con mucha cordialidad, viéndose como una abuela amable, a pesar del aspecto, pues se trataba de una señora encorvada, muy arrugada, de la que parecía tener “todos los años encima”, lo que dejaba nervioso a Bonifacio, quien era un tímido con las mujeres, por eso nunca había podido fornicar, seguía siendo casto. Por su parte las niñas disfrutarían de cada rincón del lugar, casi exhibiéndose en sus juegos, pues atrás de la posada, se veía la selva, pero antes de llegar, se notaba en el terreno toda una enorme plantación frutal, donde se pusieron a jugar, en especial recolectaron frutas, pues bajo las palabras de la anciana: tomen, saquen las que puedan, habrá un premio especial, así me ayudan y yo las ayudaré; eso bastó para que las chiquillas recolectaran todo lo que pudieran, bajo la vista de la vieja bruja.
Mm, que lindas niñas, son sus hijas – preguntó la anciana, sin dejar de verlas con un gusto que solo ella entendía.
No, que va, sino serian más parecidas a mí, son hijastras de mi hermana, pero nos llevamos bien, por eso las traje de viaje, aparte mi hermana necesitaba tiempo con su marido, yo no he tenido el gusto de conocer a alguien que me acepte por completo – dijo un poco incomodo Bonifacio, bajando la cabeza, si bien que el tonto se daba cuenta de las malas jugadas de su amada jessica.
Mm, entiendo, pero supongo que a usted no le faltan novias – dijo sonriente la mujer mirando a las niñas como se movían, pero fijándose en el pobre perdedor.
Como cree, la verdad soy visto como el premio de consolación, la última opción – diría con pesar el hombre, no pudiendo contenerse, cuando gritaría: CON CUIDADO NIÑAS.
Las muy traviesas se estaban trepando al árbol, para alcanzar algunos frutos deliciosos, pero al hacerlo se le dejaban ver sus nalguitas apenas cubiertas por su calzoncito, era una visión bastante precoz, despertando las ansias de lujuria de algunos, una imagen bastante sensual, por lo que el tito se tendría que acercar para bajarla, de hecho todas estaban igual, incluso la de los shorts, se le bajaron de accidente, enseñando su calzoncito, donde se le marcaba la vulva haciéndole ver irresistible. La vieja parecía no perder vista de nada, midiendo a las niñas, y por segundos lo notó el tito, quien se quedaría algo inquieto, a punto de reclamar lo que fuera, sin embargo mantuvo silencio y una sonrisa espeluznante, daba demasiado miedo como para decirle lo que fuera. Por suerte era solo la cara de la anciana, quien por el favor con las frutas les invitaría a cenar ahí, y viendo el hombre que estaría corto de efectivo por los disfraces, acepto sin problemas, viendo que la anciana era muy amable pese a la cara de espanto o la actitud siniestra, así en medio de la comida, tendrían una charla en que diría:
Tengan cuidado, esta es zona de nahuales, no son pocos, viven en la jungla, se convierten en lo que quieran, algunos en pájaros, murciélagos, otros en coyotes, pero los más fuertes en jaguares o cocodrilos, ellos son quienes bajan a atrapar niñas bonitas, pues quieren novias para poder mantener sus linajes, y no aceptaran que se les escapen un trío tan lindo como ustedes – parecía que se burlaba la bruja, o jugaba con una historia de terror.
Pero no existe verdad – dijo Teresa algo inquieta.
Si, son cuentos nada mas – agregó Silvia nerviosa.
Esas cosas no existen, mm – aseguró Corina queriendo lucir lista.
Todas se veían ansiosas, pues no sabían de ese monstruo, pues en la noche de espantos, que se acercaba, por lo general sonaban historias de vampiros, brujas o diablos, le encantaban, pero no sabían de este monstruo que parecía tener características especiales, y la vieja mujer lo contaba todo como si lo hubiera visto de primera cuenta, lo cual poco ayudaba, pues era tremendamente convincente.
No se confíen, ellos son astutos, igual que otros, no se van a dejar ver tan fácil, pues saben que la gente no los quiere, además usaran hiervas y conjuros, pues algunos son brujos, para poder tomar control, las va a seducir con magia, no podrán pensar en nada mas, se las robará, así cuando estén lejos, no se darán cuenta de nada, solo verán a su amante, sonreirán amorosas, cuando les haga el amor, marcará sus cuerpos, no podrán dejarlo, serán suyas y tendrán sus hijos, como si fuera un cuento de hadas, pero uno más malicioso, pues en la selva nadie les hallará, vivirán todas con su marido Nahual, jejejejee – dijo con cierta malicia que perdía fuerza cuando se riera tanto que se le cayeron los dientes.
Señito, no juegue con esas cosas – pidió el Tito asustado.
Ah, no te preocupes, también una mujer Nahual se podría fijar en ti, no estás feo, por el contrario estas joven, fuerte y sano, seguro que tu también vas a estar en la vista de ellas, porque un fuereño no se les escapa, son toda una tribu, que busca sobrevivir en este mundo moderno, y los hombres tampoco se les escapan, jejejejee – diría con gusto la anciana.
Mm, si el tito está en la lista no debemos preocuparnos – dijo Corina muy seria.
Si, no puede tomarse en serio un monstruo así – aseguró teresa con risa.
Se nota que no conocen al tito, es experto en meter la pata – añadió Silvia risueña.
Niñas no me ayudan en nada – se lamentó el hombre, porque era la verdad.
Entre risas, todo siguió su curso, la cena, otros clientes llegaron a comer, escucharon leyendas, y antes que se dieran cuenta, la noche estaba entrada, y por lo mismo, se fueron a su habitación a dormir, donde el pobre hombre tendría pesadillas, unas bastante extrañas:
Se hallaba a mitad de la nada, la selva parecía querer tragarlo, estaba desnudo, pero en su momento llegaría a un claro, donde una mujer lo esperaba, esta era hermosa, joven, no parecería mayor de 20 años, de formas preciosas, como si fueran o suplicaran por sexo duro, apenas vestía un atuendo ceremonial, pero estas prendas caerían en segundos casi arrancadas por la brisa, dejando ver un cuerpo de piel cobriza que exudaba sensualidad, y ella solo suspiraría de manera armoniosa, como exigiendo algo de atención carnal mientras clavaba sus enigmáticos ojos violeta, lo cual sorprendió a Bonifacio, quien se acercaría y para su sorpresa, tocaría ese pecho para sentir algo de calor, además de la tersa y lozana piel, que le despertó un deseo carnal inmediato, tan intenso, que no dudaría en lanzarse contra la mujer como si fuera un animal.
Diría unas palabras que no pudo entender, en algún idioma autóctono de la región, pero lejos de asustarlo, alzó la verga del tipo, haciendo que se sintiera más caliente, iba perdiendo la cordura, en especial cuando ella se acostara, dejando ver su coño peludo a su alcance, que escurría mieles del sexo.
Estaría poseído, y no perdería el tiempo empezando a acercarse como un salvaje, mostrando toda la verga como si fuera un semental, y se acomodaría entre las piernas, solo para enterrar su cara en la vulva jugosa, que saborearía con desespero, tratando de meter la lengua hasta el fondo como si fuera su herramienta, intentaba penetrarla, pero también saborearla, haciendo lo posible para disfrutar de aquel cuerpo tan sensual, y sus manos fueron a alcanzar sus tetas, que desde su lugar se veían imponentes, tan grandes y redondas, parecían pequeñas montañas, por lo cual se emocionó mas, jugando, acariciando, pellizcando, sus dedos tenían un hormigueo intenso por la sensación tan irresistible, y no dejaba de saborearle. Estaba poseído por el deseo, la mujer era increíble, como una de sus fantasías hecha realidad, y gemía de forma que le encanto, por lo que sintiendo una fuerte erección que comenzaba a dolerle, y le exigía que dejara los juegos, no lo pensó antes de montarla, encajando su verga de un solo movimiento, sin piedad, sosteniendo sus piernas para que no se le escapara, viendo aquellas extremidades con ansiedad, por lo torneado que eran, aunque lo notó, en uno de sus tobillos estaba una marca como de luna, lo cual poco le importó.
Estaba embistiendo ese coño como un salvaje, no se contuvo, agarró las tetas, las chupaba, lamia y besaba, estaba perdido sintiendo cada centímetro de esas formas femeninas, se restregaba en ese cuerpo delicado que olía como a hiervas frescas, lo cual parecía tener un efecto narcótico en ese tipo patético, quien se aferraba con desespero, y luego la beso en esos carnosos labios, que eran seductores, parecía por segundos escurrir alguna clase de miel viciosa, jugaba con su lengua que se metía en su boca hasta tocar su paladar, con una técnica tan buena, que sentía como si la verga le picara de manera inesperada, lo que hacía que mirara a la mujer con dudas. Antes que se diera cuenta le estaba haciendo de todo, desde cogerla de misionero, o de a 4, incluso esta lo cabalgo con maestría, jugando con su cuerpo seductor de tal manera que no podría pensar en otra cosa, sus manos estaban por encima de todo su ser, su piel contra la de ella, haciendo un esfuerzo para no perderse en la lujuria, pues esos gemidos eran casi hipnóticos, tan seductores, que lo hacían embestir con más fuerza su coño, moviéndose con locura, hasta que llegó al fondo de su útero, en una embestida, tan buena, que nunca sintió nada parecido, y soltó cada gota de su carga en su interior, que llegó a escurrir de manera viciosa, dejando muestra en el suelo de su virilidad, pero las cosas no acabaron, resonaban alguna clase de sonidos que alertaron al tipo, era algo tribal que resultaba aterrador, como si hubiera sido observado.
Quería un respiro Bonifacio, trataba de tomar distancia, se sentía extenuado, pero la mujer lo atrapó con las piernas, haciéndole sentir acorralado, y cuando menos se lo esperó enterraba sus uñas en su s brazos haciéndole sangrar, y notando que la mujer preciosa, se estaba convirtiendo en un monstruo espantoso, que era tan feo, con pelo por todo el cuerpo, colmillos, y ojos blancos, que antes de acabar su metamorfosis le despertó de un grito. Nobita se caería de la cama, y por segundos se miró confundido, lo creyó tan real que no memorizaba nada, pero recordó todo en pocos segundos, su viaje al pueblo o demás vivencias, el sueño que le dejó una erección que acabó en descarga, aunque en eso recordó a sus sobrinas, quienes dormían a lado, en una cama aparte, seguían descansando, apenas usando bombachas y topsitos, no quería admitirlo, pero se veían irresistibles, sus pequeños cuerpos aunque en desarrollo estaban cargados de una sensualidad que pocos podrían apreciar, pues cualquiera las querría tener en la cama como las estaba viendo, y se acercó a ellas.
Como están chulas, seguro que en unos años no les van a faltar babosos que quieran llevárselas a la cama, si bien que yo podría ser uno de ellos, pues solo mírense, están totalmente preciosas, sus coñitos gordos, sobresalen de sus calzoncitos, como me gustaría agarrarlas y meterles la tela para que se les viera como tanga antes de cogérmelas, mm, sus lengüitas deben ser deliciosas, o gemirán como perfectas putitas cuando uno les entierre la verga, mm, y suplicarían por mas, una follada que las deje bien llenas desde dentro, que eso es lo que son, unas levanta vergas, que parecen muy inocentes, con sus jueguitos, pero bien que se exhiben como en la tarde en el jardín de la vieja, o con ese morocho, que seguro ya las estaba saboreando, maldita sea – dijo con locura mientras las miraba descansando, tenían el sueño pesado, queriendo tentarlas, sus dedos se colocaron encima de ellas, notando como respiraban, incluso como un animal podía olerlas, estaba a centímetros de sentir la suavidad de su piel, empezando unas ligeras caricias, que dejaron su verga gruesa, sintiéndolas por completo, bajando de sus labios, hasta llegar a sus calzoncitos, pero se detuvo.
Por segundos se quedó frio, que había pensado hacer, que dijo, eso no estaba bien, se dejó llevar por algo que estaba totalmente mal, se quedó asustado y las dejó seguir descansando, aunque en medio de eso, sonaría un mensaje de voz diciéndole entre sonidos cachondos: gracias por la ayuda hermanito, mm, estoy segura que luego te daremos una nueva sobrina, mm, nunca me olvidare de esto, mm; decía su hermana entre sonidos, maldita sea, seguro estaba cogiendo la muy sínica en su ausencia, además se escuchaba borracha, lo podía prácticamente adivinar, si la música o los gemidos, y es que no podía evitarlo, su hermana estaba preciosa. La recordaba con claridad, cuando le pidió que llevara a las niñas, pues poseía una talla de sujetador demasiado excitante, pocos sujetadores le lucían bien, una cara aunque no perfecta, si bastante sensual, labios carnosos, largo cabello castaño oscuro, una mirada provocativa, le resultaría imposible de resistir a cualquiera, en especial cuando caminaba con sus minifaldas, moviendo esas nalgas redondas que parecían tener gravedad propia, aparte que al andar, se levantaba la falda de manera provocativa, en especial cuando usaba medias, sabia de muchos tontos que cayeron, de hecho la llegó a ver cogiendo con varios idiotas, pues la muy puta era algo exhibicionista, maldita fuera su suerte, la de su cuñado, que seguro le estaba encajando la verga hasta el fondo, en esos momentos, llenándole de leche la concha.
A la mañana siguiente, empezaba la fiesta de halloween, antes de otras celebraciones, todos en el pueblito hacían arreglos, era un lugar pintoresco, aunque aparte no faltaban trabajadoras muy bien arregladas, apenas vestidas como espantos, dejando que se oliera un olor sexual, era como si invitaran al deseo, pues bien que muchas tipas parecían buscar la oportunidad de acercarse a los turistas. Nobita estaba al tanto de todo eso, además que se hacia un pequeño desfile en la calle principal, por eso se decidió a ir ahí en primer lugar, quería divertirse en un lugar poco frecuentado y más natural, viendo como pocos turistas llegaban, donde aparte pudiera olvidarse de todos sus problemas, incluso conocer a alguien más, y se puso un traje de charro con mascara para salir, no teniendo cuidado, si bien que las niñas pudieron ver parte de su entrepierna, quedando rojas, mirándole desde la distancia, pensando en cosas, mientras un calorcillo llenaba sus conchitas, pues igual algo a ellas les llamaba la atención. No lo dirían, pues no lo terminaban de comprender, igual tuvieron sueños profundos, donde eran jaladas a la selva, donde las llamaban, sentían una fuerte atracción, queriendo correr lejos, una voz les llamaba, se sonrojaban, se perdían en eso, deseando encontrar algo que no conocían, que despertaba en su interior como si fuera fuego, y lo iban recordando levemente al ver a su cuidador mostrando su entrepierna, empezando a escurrir, solo que sus ensoñaciones serían interrumpidas, para ir al desfile, pero sus sobrinas tuvieron un ligero problema, no tenían disfraz, o solo por el momento. Pues muy para su sorpresa, la bruja les habría preparado algunos disfraces caseros, por la ayuda recibida, aunque serian sencillos, pero servirían, o eso aseguró la anciana mientras les decía:
Vengan conmigo, les tengo atuendos para la fiesta, podrán irse cómodas, porque sepan que la fiesta es larga – aseguró la mujer con un tono inquietante.
Las niñas le siguieron contentas de tener un buen disfraz, metiéndose en la posada, un cuarto casi oculto, mientras el Nobita esperaba afuera, aunque se quedaría inquieto, pues le pareció ver en la anciana esa marca de luna en su tobillo, la de su sueño, solo que pensó que sería natural, pues una actriz usaba una parecida, por lo cual se quedó mirando como otros se movían con sus trajes sencillos para la fiesta, contentos por seguir adelante.
Señor, usted va a la fiesta – escuchó de un niño lugareño.
Si, vengo con mis sobrinas – dijo Bonifacio muy tranquilo.
Pues tenga cuidado, porque un nahual está buscando novias, y no se detendrá, yo mejor me iba antes del atardecer – advertía el niño antes de marcharse.
Bonifacio se sentiría como un tonto al oír aquello, pero recordaba en la mañana se ponían los puestos en la plaza principal, y antes de mediodía empezaba el festejo con un pequeño desfile, luego podría seguir adelante con la comida, la competencia de disfraces era casi de noche, lo que esperaban las niñas, y al final un baile macabro, si para eso iba vestido como charro, aparte que practico, pues pensaba que podría tener forma de conocer a alguien y dejar de ser el tonto de Jesica, o algo así. Estaba en esos pensamientos cuando saldrían sus sobrinitas, quienes llegaban con vestidos bonitos, Teresa uno negro, muy pegado, con capa, parecía ser una vampira, y se dejó unas medias hasta las rodillas y zapatillas, mientras que Silvia uno amarillo, que daba la impresión de ser de una aparición o algo extraño, una especie de moje blasfemo, con un medallón de hueso, usaba sandalias dejando a la vista sus largar piernas, y Corina llevaba puesto uno blanco que daba la impresión de ser fantasma, con todo y una capucha, además de usar unas medias que le cubrían todas las piernas hasta la ingle. Además de eso se dejaron maquillar, luciendo lindas, no tan aterradoras, y al salir llamaban la atención de muchos presentes, viviendo aquel evento con gusto, recorriendo el centro del pueblo con toda la gracia, siendo observados, aunque algunas miradas eran diferentes, pero Bonifacio no le dio importancia, porque escuchaba.
Mm, esas están muy bonitas, seguro que…
Ya vieron, que niñas mas chulas, apuesta a que…
Miren nomas, que lindas, seguro las eligen para…
No llegaba a oír para qué las deseaban, pero estaba seguro que era algo bueno, quizás el concurso de disfraces, por lo que se sentía orgulloso, además que les daban regalitos, dulces, les daban muestras de perfumes, adornos de flores o dijes con piedras, era precioso ver aquello, se sentía tan contento de verlas así, pensando que quedaría bien con su hermana mayor, además que las niñas, no dejaban de sonreír, se movían con toda ligereza disfrutando de cada juego, mientras se perdían en un mar de niños, quienes aparte hacían de las suyas. El Nobita estaba mirando desde la distancia, dejándoles ser, aunque no estaba del todo cómodo, pues si una se alejaba de las demás, no podría cuidarlas bien, mas sentía que en veces las miradas de los demás eran algo intensas, mas no se preocupaba, pues no todas eran para ellas, algunas de lindas mujeres se clavaban en él, aunque en medio de eso, llegaría la hora de la comida, y fueron a un pequeño restaurante, donde conocería a Janeth, una mujer que le parecía familiar, pero de ¿Dónde? Se preguntaba mientras le atendía, y notaba unos ojos claros, aunque de nuevo no le dio mayor importancia, pues era la mesera y mucha gente ahí tenia esos rasgos, pero ella luego de servirles, con una familiaridad sensual, pues en veces tallaba su culito o exhibía sus pechos, en un descuido le diría: te espero atrás en 5 minutos; y luego se retiró mientras parecía ofrecerle una vista de sus muslos carnosos, apenas cubiertos por esa falda diminuta, si bien que casi se notaban sus nalgas al caminar.
Niñas, espérenme aquí, no se vayan a mover por nada o me enojaré – dijo el Bonifacio mirando el reloj cuando fuera el momento, y se retiró presuroso.
Las niñas asintieron, aunque algo parecía rondar en sus ojos, pero no le dio importancia al ver unos artistas callejeros cerca, que hacían toda clase de suertes, el joven salió a toda velocidad, para encontrarse con Janeth, quien era una joven cobriza de cuerpo seductor, un par de pechos enormes, cintura breve, caderas gruesas, que usaba una falda corta, además de un top que apenas contenía sus enormes pechos, olía a café, y se movía con gracia seductora, la cual fue bien recibida por el pobre amigo Nobita, quien no dudo en buscarla atrás, y la hallaría al ser jalado con una fuerza inesperada apenas se metió al callejón. Antes que se diera cuenta seria besado con lujuria en medio de las sombras, apenas ocultos mientras otros festejaban, pudiendo sentir la lengua de aquella mujer, adentrándose a su garganta con toda facilidad, alcanzando partes de su interior que no esperaba, era algo incomodo al inicio, pero en cuanto sintió el calor de ese cuerpo, esas carnes suaves, así como el olor, se dejó llevar, para entregarse con sus manos aquellos placeres, tocando desde la espaldas, hasta los muslos, y trataba de aguantar, pero su verga estaba firme, dura, apuntando a su vientre.
Qué esperas, tómame – sonaba como una especie de exigencia femenina.
Estaban detrás de las calles, apenas ocultos por unas cajas de maderas, sus gemidos o suspiros no se notaban por el ritmo de la fiesta, aunque algo había, parecía que las callejuelas eran convertidas en centros de placer, en especial para aquellos que quisieran un encuentro ardiente, pues antes que se diera cuenta, estaba penetrando a la mesera, quien dejaba que todo su cuerpo fuera tomado por aquel tipo sin gracia, logrando sujetar cada parte con una especie de cuidado que no esperaba sentir tan de golpe, pues todos sus sentidos estaban en ella, acariciando sus tetas, lamiéndolas, saboreándolas, mientras sus caderas se movían con un vicio total, ella le mordía, en el cuello, logrando que este se terminara descargando. Pero no se detendría, ella se abrazaría con sus piernas, enseñando un tatuaje de luna en su pie, no le importó, y al sentir los jugos de la pasión de esta bañar su verga, se pondría tieso para seguir jugando con ese coño delicioso, mientras se aferraba a las nalgas para seguir con el juego sexual, mientras le decía al oído: eres todo mío; momento en que el pobre Bonifacio la vería, tenia ojos claros, pero se volvían violetas, queriendo gritar, cuando ella le besó apasionadamente, metiendo su lengua, y su concha, parecía absorber la verga de este.
Aun en el restaurante, las niñas eran ajenas a todo eso, seguían viendo afuera todos los trucos que otros hacían, aunque en medio de eso esperaban, mientras terminaban de comer, deseando un postre delicioso, pero no aunque en ese momento algo sucedía, un mesero les daba un delicioso dulce de leche, que olía exquisito, parecía estar bañado en rompope, por lo cual no tardaron en tomarlo para disfrutarlo, sintiendo como un calor inundaba cada célula de sus cuerpos, volviendo a despertar imágenes de sus sueños, unas que no lograban ver con claridad, pero sus cuerpos se estremecían, en especial sus pequeños coños, como si quisieran algo muy profundo dentro, momento en que se sonrojaron, mirándose entre ellas.
Hermana, como que esto calienta por dentro – dijo Silvia a la rubia.
Si, calienta, caliente, mm – respondía Corina con una vocecilla impaciente.
No será el embrujo, mm – diría Teresa con un tono alarmado.
Así es, es un embrujo, para que sean mis novias – interrumpió el mesero, que resultó ser el morocho, quien las miraba con un tono juguetón.
Todas al verlo, se sintieron más tranquilas, pues recordaban al joven guía, aunque en ese momento lo notaban diferente, no era como antes, le miraban como un joven alto, fuerte, de piel oscura, pero atractivo, quien les sonreía de manera cautivadora, además que les miraba con una fuerza que aceleraba sus corazoncitos.
Este es mi embrujo, ayer las vi y me enamoré – dijo con calma juguetona el joven.
Pero somos muy chiquitas – dijo Silvia un poco inquieta.
No podemos casarnos todavía – agregó Korina tomando la mano de su hermana.
Sí, eso no se va a poder – aseguró Teresa mientras suspiraba inquieta.
Ese no va a ser un problema, yo soy un nahual, y vine a buscarlas, mi embrujo ya las tiene atrapadas, ahora solo tienen que seguirme, para que sean mías y de nadie más – dijo el morocho antes de tenderles la mano, y sus ojos se volvían como los de un reptil.
Las niñas no lo pensaron mucho, de hecho un calor que les quemaba por dentro, las hizo casi gemir ante esas palabras, empezando a moverse fuera, todos los clientes miraron eso desde sus lugares, parecían satisfechos con la situación, como si se salvaran de algo peligroso, pero nadie habló, se quedaron mirando como el chico se las llevaba a las 3, y ellas siguieron como si nada malo sucediera. Se volvían dóciles, tranquilamente se iban entre la multitud, caminando en medio de risas bailes y muchos colores, las 3 fueron tras de aquel extraño, quien olía a su gusto tan bien, era como si las atrajera con su olor tan fragante, delicioso, semejante a la vainilla, no sabían porque, pero siguieron adelante, olvidándose de todo, desde el concurso de disfraces o su tito, y en medio de todo algunos personajes les sonreían, como diciéndoles, “vayan con él”, hasta llegar a las orillas de la jungla espesa, donde siguieron alcanzando un rio, y en el nadaron, se metieron en el agua helada, mientras el joven se quedaba cerca.
Vengan conmigo, niñas hermosas, vamos a hacer una familia feliz – decía con un tono que parecía adictivo, una orden que casi las hace tener un orgasmo.
Estaban en silencio, mientras la fiesta seguía detrás de ellas, aunque en algunos rincones se escuchaban sonidos se sexo, donde mujeres tomaban a incautos, presumían cuerpos de lujuria, que despertaban todas las pasiones, mientras se ocultaban perdidos en los callejones tenían sexo duro, dejándose encajar vergas duras, en sus coños húmedos, hasta escurrir, disfrutando del placer sexual, haciendo un esfuerzo los hombres, pues eran exprimidos hasta la última gota, aunque los pechos carnosos, eran tan seductores, que no molestaban en lo absoluto a ninguno, además los besos parecían cargados de licor que los hacía inmune al sentido común. Mientras eso sucedía, las 3 niñas se perdían en el rio, siendo apoyadas por las corrientes que las rodeaban por completo, apoyando el conjuro, sintiendo frio, pero eso iba a cambiar pronto, pues llegaban a un pequeño islote difícil de hallar, cubierto de plantas, donde tendrían algo de privacidad, además una pequeña choza se aparecía en medio de la nada, ahí les metía el morocho, quien olía sucio pero de alguna manera despertaba algo dentro de todas las chiquillas, quienes llegaron.
Mm, son buenas niñas, si bien que llegaron a mi lado, todo sin quejarse, eso significa que podre hacerlas mías sin problemas, no tanto con conjuros, sino por pasión real, ya es de noche, el momento preciso, jejejeje – decía con malicia el muchacho mirándolas llegar, por lo que encendió una fogata.
Tenemos fríos – dijo Silvia mientras se sobaba el cuerpo.
El agua estaba helada – agregó Korina mirando a todas partes.
Danos algo para calentarnos – suplicó Teresa mirándole.
Casi se burla el morocho al verlas, pero estaba contento, ahora tenía a 3 preciosas nenas para que fueran sus novias, y las fue a jalar, aunque al acercarse, dejó ver que estaba desnudo, mostrando una erección considerable, tan gruesa que asustaba, clavaron sus ojitos en esta, mientras él les acercaba con, sintiendo como sus ropas les pesaban.
No así no está bien, esta es nuestra noche de bodas, y vamos a pasarlo juntos, no se preocupen, el frio no será problema, yo me encargaré de ustedes con mucho cariño, jejejeje, les enseñaré cosas y les van a gustar – dijo con una malicia viciosa que se reflejaba en su erección, mientras las iba acercando al fuego que estaba en medio de una arboleda, que daba a privacidad necesaria.
Aunque antes hizo algo las desvistió, casi arrancando las ropas, dejando sus cuerpos desnudos a la vista, mirando sus pezoncitos deliciosos a la vista, oliendo como un animal, pero prestando mucha atención, revisando con sumo cuidado cada parte de sus pequeños cuerpos, que parecían minúsculos a su lado, pasando la nariz hasta sus coños, que lamio, contento, antes de decirse a sí mismo: Vírgenes; momento en que llegaba una mujer que sin palabras le diría cosas en otra lengua, antes de comenzar a quemar unas plantas, y tocar unas castañuelas, como si invocara espíritus, los cuales parecían burlones, pero sellaban un maleficio.
Después de eso este se sentaría, tomaría a las 3 y comenzaría a lamerlas con desespero, primero a teresa, que no perdería tiempo sujetando su pequeño cuerpo, sobando cada parte, y ella respiraría agitada, tratando de hacer un esfuerzo para no sucumbir a sus deseos, y romperla con su verga, pues la sentaría viendo al fuego, intentaba ser delicado, ella era un niña finita, igual que sus hermanas, por lo que la acomodó con cuidado, penetrándola con suavidad, disfrutando cada momento al irla invadiendo, mientras se rendía al calor, ella gemiría, sintiendo como su coño era abierto, mientras se besaban las manos eran ásperas, casi como la piel de un lagarto, pero no era importante, pues estaba disfrutándolo, haciendo, sus piernitas eran abiertas, dejando ver como la erección abría el coñito enrojecido, dejando ver un hilillo de sangre, mientras sus labios eran controlados antes de gritar de lujuria, pero nada de eso importaría, todo estaba relativamente bien, y se movieron en un ritmo pasional continuo, perdiéndose un poco en ese deseo que despertaba, disfrutando de ese gusto tan personal, que despertaba un cariño maquiavélico, que termino en una corrida potente.
Soy tu mujercita – apenas diría Teresa.
Luego siguió Korina, quien miraba casi defendiendo a Silvia, pero eso no importó, dejó Morocho a un lado a su primera novia, para mirar a la nena rubia, quien era minúscula ante él, pues ellas apenas superaban el 1.3m mientras que el llegaba al 1.85, se puso de pie, la tomó por las axilas, y ella por instinto abrió las piernas, guiada por un instinto tan carnal que o comprendía, para que este se la fuera encajando, aunque sería un poco mas brusco, pero la mirada de la nena iría cambiando mientras la iba penetrando, volviéndose más suave, como si se fuera enamorando a medida que la verga entraba a su ser, así cuando llegara al fondo, acabó logrando que gimiera cual ramera, y con ello se sintió mejor, aferrándose de tal manera que su mirada enternecía, aunque el calor de aquella barra de carne era increíble. La pequeña se aferró a su amado, convencida de que era lo correcto, y así, de pie, comenzaron a hacer el amor, sangraba por su virgo roto, mientras se besaban, jugando con sus lenguas, mientras el controlaba las embestidas sujetándola por las nalgas, tratando de llegar hasta lo mas profundo de sus ser sin lastimarla, aunque su miembro era tan grande que ya lo había hecho, ella gemía dulcemente, mientras su cuerpo era invadido, sintiendo un calor embriagador, pero sería solo el comienzo, aunque se corriera, todo era el inicio.
También soy tu mujercita – diría sonriente Korina.
Antes que se diera cuenta Silvia terminaba en el suelo con las piernas abiertas, ella misma parecía ofrecer su coñito y despedía un olor embriagador, como jurando amor eterno, y el morocho contento penetraba con un gusto casi salvaje, haciendo que ella gimiera fuerte, pues casi la encajaría como un bruto, pero se detendría apenas a tiempo, recordando que debía ser mas gentil, mirando que sangraba un poco, su virginidad era tomada, y como si fuera un conjuro se desataba un placer único, pues empezaba a penetrarla con un vaivén tranquilo, intentando ser más pasional, disfrutando de su pequeño cuerpo, incluso lamiendo las tetillas, y sintiendo como estas eran diferentes en cada una de ellas, pero se centraba en la última, logrando que esta comenzara a gemir de manera inesperada, entregada al placer que la verga de su marido le estaba dando, en un misionero, mientras iban entrando hasta el fondo, moviéndose feroz, pero nada importaba, ella estaba entregada, igual que sus hermanas, y solo era el comienzo.
Ahora soy tuya, tu mujercita – llegó a decir Silvia sonriente.
En las siguientes horas Morocho la tomaría de todas las formas posibles, la penetraría hasta llenarle el coño, le haría saborear su verga, también le metería hasta el fondo de su boquita logrando que se tragara su leche de macho, o abriría su culito, hasta enrojecerlo, pero no solo a ella, también a sus hermanitas, disfrutaría de cada uno de sus cuerpos, quienes se perdían en un placer abrumador que hasta ahora desconocían.
Después de eso, algunos días, las noticias resonarían, las niñas desaparecidas serian buscadas por todo el lugar, porque al tío lo encontrarían convertido en momia, pero el mismo pueblo, estaría siendo descubierto como uno fantasma, logrando sorprender a todos, además que sus pertenencias seguirían ahí, pero las niñas no, ellas estaban casadas con un nahual que las llenaba de leche todas las noches en medio de la selva, cogiéndolas siempre juntas, convertidas en fieles esposas, durmiendo desnudas, a su lado, en especial cuando este se alejaba convertido en caimán, para ver que nadie se las pudiera arrebatar…


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