La novia de mi mejor amigo
Mi mejor amigo le fue infiel, y ella quiere vengarse.
Hola a todos, soy José y seguiré contándoles mis experiencias sexuales.
Luego de terminar mi relación con Stephany (leer el anterior relato) estuve cerca de un año sin tener relaciones sexuales, pero todo empezó a cambiar en mi cumpleaños número 15.
Ese día invité algunos amigos y amigas a mi casa, entre ellos estaba Ángel, a quien yo consideraba mi mejor amigo de la escuela. Ángel tenía 16 años y estudiaba conmigo, era un poco más bajo que yo, tal vez medía 1,70mts, era delgado, blanco y totalmente lampiño, usaba lentes pero no era nerd, al contrario era mal estudiante aunque lograba aprobar con lo mínimo. En ese momento Ángel tenía una novia llamada Carolina, que también era mi amiga y estudiaba un año superior a nosotros, pero no pudo asistir a mi cumpleaños lo cual me entristeció un poco.
Creo que ya les había contado anteriormente que yo vivo en un edificio, y a eso de las 8 de la noche ya algunos se habían ido y sólo quedamos Ángel, una amiga llamada Flor, otra amiga llamada Victoria y yo, así que decidimos salir del apartamento y sentarnos en las escaleras del edificio para hablar un rato y ver las estrellas. Victoria y yo siempre hemos tenido cierta complicidad, tal vez algún coqueteo de su parte al cual yo le seguía el juego y le coqueteaba también, ciertas miradas y ciertas sonrisas y roces que hasta esa noche eran solamente un juego, y realmente nunca nos gustamos lo suficiente como para intentar una relación. Estábamos sentados en las escaleras, estando Victoria y yo lado a lado, y un poco más arriba estaban Ángel y Flor. En medio de la conversación que estábamos teniendo, Victoria empezó de nuevo a coquetearme lanzandome algunos comentarios en doble sentido, a los cuales yo le respondía también en doble sentido y entre risas, nos fuimos acercando poco a poco, hasta que luego de un silencio de un par de segundos me decidí a lanzarme a comerme su boca, a lo que ella respondió también con un beso.
En ese instante me olvidé del resto del mundo, sólo quería besarla y tocarla, así que eso hice. Puse mi mano izquierda en un costado de su rostro y fui bajando poco a poco pasando por su cuello y llegando a uno de sus senos que no eran muy grandes pero era suficiente para que cupiera en mi mano. Por un momento recordé que Ángel y Flor estaban ahí así que me separé de Victoria y volteé a verlos, pero para mi sorpresa ellos dos estaban haciendo exactamente lo mismo: besándose apasionadamente. Me sorprendió de parte de Flor, no de parte de Ángel ya que él siempre ha tenido suerte con las chicas y cada mes cambiaba de novia aunque en ese momento él aún tenía una relación con Carolina, que recordemos también era muy buena amiga mía.
Nuevamente volteé a ver a Victoria y ella estaba sonriendo y observando la escena, para luego volver a verme e invitarme con su mirada a seguirnos besando, cosa que hice. Duramos casi media hora los cuatro hasta que a Victoria la llamaron sus padres ya que la habían ido a buscar para llevarla a casa, y pudo darles el aventón también a Flor y a Ángel. Yo los despedí y luego fui a darme un baño para luego ir a mi habitación, y durante todo ese rato hasta que me quedé dormido estuve pensando en lo ocurrido. En el colegio actuabamos como si nada hubiese pasado, todo seguía su rumbo normal: Flor seguía siendo buena amiga, Victoria y yo seguíamos coqueteando pero sin llegar a nada y Ángel seguía su relación con Carolina, pero una semana después de mi cumpleaños decidí escribirle a Carolina para que fuera a visitarme a mi casa un día después de clases, con la excusa de que mi abuela estaba de viaje y mi mamá trabajaba así que me encontraba solo y aburrido, y para mi sorpresa ella aceptó enseguida.
Les había contado en alguno de mis primeros relatos que vivía con mi mamá y mi abuela, pues durante la época de este relato mi abuela tuvo que viajar a la capital ya que 5 años antes mi tía (su otra hija, hermana de mi mamá) tuvo a su primera y única hija (mi prima) y mi abuela estaba constantemente viajando entre mi ciudad y la capital para ayudar a mi tía a cuidarla, ya que el papá de mi prima trabaja por contrato durante unos meses y luego está libre para cuidarla hasta que lo vuelven a contratar. El punto es que en ese momento yo estaba solo con mi mamá que se encontraba trabajando de lunes a viernes de 8am a 5pm.
Así fue que un miércoles a la 1pm Carolina salió de clases y se dirigió a mi casa (luego de haberle indicado previamente cómo llegar), yo ese día salí temprano del colegio así que ya estaba en casa. Recibí a Carolina con un bermudas y una camiseta deportiva, y ella estaba hermosa con su uniforme. Ella es morena y tenía 16 años en ese momento, tenía el cabello liso y negro que le llega hasta la cintura, bajita cerca de 1,65mts diría yo, con apenas curvas, plana de tetas pero con gran culo y gruesas piernas. Le ofrecí agua y le dije que podía ponerse cómoda mientras la invitaba a tomar asiento en un sofá de la sala. Fui a la cocina a buscar su vaso con agua, y cuando regresé me la encontré sin zapatos, se había recogido el cabello y se estaba quitando la camisa del uniforme quedando en una blusa de tirantes color azul que tenía puesta debajo. Le entregué el agua, me dió las gracias y empezó a tomar mientras se echaba aire con su mano, realmente estaba acalorada, así que luego de ella terminar su agua procedí a encender el aire acondicionado y cerrar las ventanas. El sofá donde ella estaba sentada era bastante grande así que me senté allí también y me giré para quedar frente a ella, empezamos a hablar sobre el colegio y algunos profesores que nos hacían la vida imposible, pero realmente yo no dejaba de mirar sus labios carnosos y ese lunar que tenía cerca de su boca. Recordaba lo que Ángel había hecho con Flor en mi cumpleaños y la verdad es que Carolina no se merecía eso, era demasiado linda y muy agradable, amaba conversar con ella ya que siempre tenía algo interesante o gracioso que decir. Ella también se había girado en el sofá para quedar frente a mí, ambos teníamos las piernas cruzadas y estábamos tan cerca que nuestras rodillas estaban unidas.
La tarde fue transcurriendo con normalidad, y en un momento me levanté para ir a la cocina a tomar agua. En lo que regresé se me ocurrió sorprenderla ya que ella estaba de espaldas, así que me acerqué sigilosamente y empecé a hacerle cosquillas. Tocaba los lados de su torso y su cuello con mis manos y ella empezó a reír a carcajadas, se volteó y se tiró al sofá quedando boca arriba y con las manos levantadas preparada para defenderse de un próximo ataque de cosquillas. Volví a la carga y empecé a hacerle cosquillas en su estómago y ella se retorcía y seguía riendo a carcajadas a la vez que me pedía que me detuviera, cosa que hice cuando caí encima de ella debido a sus empujones y patadas. Quedamos frente a frente, nos miramos unos segundos y sin pensar me lancé a besarla pero ella me esquivó, luego me miró confundida y se sentó.
– ¿Qué te pasa? – me dijo mientras buscaba sus zapatos para ponerselos, creo que quería irse.
– Perdón, sólo me provocó – fue lo que alcancé a decirle, la verdad estaba un poco apenado pero sentía un poco de adrenalina y emoción en mi interior.
– ¿No se supone que Ángel es tu mejor amigo? – me preguntó ella.
– Pues sí, pero tú también eres mi mejor amiga – le contesté mientras me acercaba a ella. Nuevamente busqué su boca y ella esta vez esperó a sentir el roce de nuestros labios para luego volver a quitarse.
– Ya, no hagas eso – dijo Carolina, pero con un tono de voz suave como con ganas de decir todo lo contrario.
Nuevamente acerqué mi mano a su cuello para hacerle cosquillas y ella rió, cosa que yo aproveché para buscar nuevamente su boca y besarla. Esta vez me respondió el beso unos segundos y luego me empujó.
– Ya, por favor. Abre la puerta, me quiero ir – me dijo, y en este momento me sentí culpable. Me levanté del sofá y ella también, busqué las llaves de la puerta y me acerqué a esta para abrirla. Volteé a ver a Carolina para pedirle disculpas pero ella caminó directo hacia mí y me besó, rodeando mi cuello con sus brazos. Yo le correspondí el beso y abrí mi boca para que su lengua pudiera encontrarse con la mía, rodeé su cintura con mis brazos y nos fuimos acercando nuevamente al sofá, donde yo me senté y ella se sentó encima de mí quedando frente a frente mientras nos seguimos besando con mucha intensidad. Empecé a acariciar su espalda, la recorría de arriba hacia abajo, hasta que me dirigí a los tirantes de su blusa y empecé a bajarlos por su hombro. Ella se separó de mí un momento y me vio directo a los ojos, por su mirada pude interpretar que quería pero no estaba segura, yo mantuve la mirada mientras que lentamente mi mano bajaba el otro tirante. Sin dejar de verla seguí bajando ambos tirantes hasta que la blusa cayó a su vientre y sus pequeños senos quedaron libres. Volví a besarla pero esta vez fue lentamente para que ella pudiera sentirse más cómoda y no sintiera que la estaba presionando, y al parecer dió resultado porque ella buscaba mi lengua con la suya mientras empezaba a levantar mi camisa. Alcé mis brazos y ella pudo quitar mi camisa, nos pegamos aún más rozando mi pecho con sus senos mientras nos seguíamos besando, luego fui bajando pasando mi lengua por su cuello hasta llegar a sus senos, donde me detuve para lamerlos y jugar con ellos. Chupaba un pezón mientras apretaba el otro y luego cambiaba, mientras escuchaba su respiración agitada y unos pocos gemidos ahogados. Estuve ahí un par de minutos hasta que volví a su boca y la levanté despacio para acostarla en el sofá. Yo me coloqué encima de ella y la seguía besando, luego me levanté y quedé de rodillas encima de ella, y empecé a quitar mi bermudas. Ella enseguida puso sus manos sobre las mías, indicándome que no lo hiciera, su rostro expresaba que aún no estaba 100% segura así que no quise presionarla. Nos seguimos besando un rato más hasta que ví la hora: 4:30pm. Faltaba media hora para que mi mamá volviera a casa y así se lo hice saber a Carolina.
– Está bien, entonces mejor me voy – dijo ella con una gran sonrisa. Se veía que estaba disfrutando el momento y estaba feliz de que yo no la hubiera presionado a hacer algo de lo que ella no estaba segura. Mientras recogía sus cosas yo no dejaba de verla y de vez en cuando le daba alguna nalgada a lo que ella respondía con un: «Oye, déjame» acompañado de unas risas. Antes de abrirle la puerta le dí un último beso súper intenso, acompañado de un apretón de nalgas en ese culo que me volvía loco. Ella sonrió en medio del beso y puso su mano sobre mi verga, la sobó unos segundos y luego se separó de mí diciendo: «Ya, tu mamá viene en camino, así que abre la puerta». Así que así lo hice y la acompañé a la entrada del edificio, se despidió con un beso en mi mejilla para disimular todo lo ocurrido y se fue a casa.
Más tarde esa noche le envié un mensaje diciéndole que me disculpara si en algún momento la hice sentir incómoda.
– Para nada, todo fue muy cómodo para mí, sólo que ahora tengo remordimiento por Ángel – me respondió.
– No deberías sentir tanta culpa – le dije.
– ¿Por qué dices eso? – me dijo. Tardé unos minutos en responderle pensando bien en qué decir, y cuando ya lo tuve claro finalmente le dije:
– Pues en mi cumpleaños él hizo lo mismo Flor. Por favor no le digas nada al respecto, pero obviamente tú no mereces eso.
– ¿Por qué no me habías dicho nada? – respondió enseguida.
– Pues él es mi mejor amigo, y tú también. Es una situación difícil pero pues ahora ya lo sabes.
– ¿Y lo de hoy fue entonces tu manera de hacer justicia?
– No realmente. Siempre me has parecido atractiva, y creo que usé esta situación como excusa para finalmente besarte – le dije. Estaba siendo totalmente sincero con ella esperando que nadie se enterara.
– Entiendo… Bueno, nos vemos mañana, descansa – dijo. Así como así se despidió y me dejó toda la noche con ansiedad pensando en qué iba a pasar al día siguiente.
Llegó el día y fui al colegio esperando lo peor, pero increíblemente la mañana transcurrió con toda normalidad, de hecho, tanta normalidad me daba miedo porque pensaba que todos se habían puesto de acuerdo para hacerme creer que no pasaba nada. Ángel y Carolina estaban juntos en el patio del colegio, Flor de vez en cuando se acercaba a nosotros y todos la trataban con normalidad, incluyendo Carolina, al igual que todos me trataban a mí con normalidad. Carolina no había dicho nada y actuaba como si nada, me hablaba como siempre pero sin mencionar nada de lo ocurrido. Luego llegó la hora de salida y me fui a casa al igual que todos, menos Carolina que al ser un año superior tenía otra clase ya que tenía un horario distinto.
Al llegar a casa me bañé y me senté a almorzar mientras veía televisión, en lo que recibí un mensaje de Carolina: «El profesor no vino hoy, ¿puedo ir a tu casa?». Eso dibujó una sonrisa en mi rostro inmediatamente.
– Por supuesto, estoy almorzando ahora, aquí te espero – le respondí.
Llegó 20 minutos después, estaba nuevamente acalorada así que le dí un vaso con agua, pero esta vez me preguntó si podía tomar un baño, a lo que obviamente le dije que sí. Le indiqué dónde estaba el baño y la acompañé hasta él, me dió las gracias y cerró la puerta dejándome afuera. Pensé que me diría que la acompañara, pero no fue así. Volví a la sala y me acosté en el sofá a ver la televisión.
Pasaron unos 15 minutos cuando Carolina salió del baño, y lo noté porque pude oír la puerta cerrarse. Oí sus pasos acercarse hasta que llegó a dónde estaba y se paró enfrente de mí, solamente cubierta con su toalla. Me agarró por sorpresa. Inmediatamente me senté y la admiré de arriba hacia abajo. Ella sonreía y disfrutaba de mis miradas, luego dijo: «Decidí que hoy sí», y se quitó su toalla dejándola caer en el piso. Carolina estaba totalmente desnuda enfrente de mí, y yo estaba con una erección que estaba por romper mi pantalón. Me tendió la mano, yo la tomé y me levanté, ella puso sus manos al rededor de mi cuello y empezamos a besarnos suavemente. Coloqué mis manos en su cintura y luego las bajé a sus nalgas, sobandolas y apretandolas a mi antojo, nalgueandola de vez en cuando mientras no paraba de besarla. Ella bajó sus manos y empezó a quitarme el pantalón. Primero deshizo el nudo de mi bermudas y luego lo fue bajando poco a poco, bajando también ella en el proceso, quedando mi bermudas en mis tobillos y ella con su rostro justo a la altura de mi verga. Nunca uso ropa interior cuando estoy en casa, así que mi verga estaba libre, erecta apuntando a la cara de Carolina.
Ella sonrió y abrió los ojos mostrando mucha emoción, tomó mi verga con su mano derecha y empezó a masturbarme, y luego enseguida abrió su boca y empezó a mamar mi glande mientras seguía masturbándome.
Me sentía en el cielo. Agarré su cabello con mis manos para que no entorpecieran la mamada que me estaba haciendo la novia de mi mejor amigo. Pensar en eso me excitaba mucho más. Luego de un rato mamando se levantó y me besó nuevamente, yo le respondí abriendo mi boca buscando su lengua con la mía, y cuando la encontré jugué con ella un rato. Carolina me empujó y yo caí sentado en el sofá.
– Estuve toda la noche imaginando este momento – me dijo, para luego subirse en el sofá, poner sus piernas a ambos lados de mí y luego alzar una y colocarla en el espaldar del sofá, quedando su vagina completamente depilada enfrente de mi cara.
No podía creer lo que Carolina estaba haciendo, pero estaba totalmente excitado y ansioso de comerme esa concha, así que sin perder ni un segundo me pegué a su entrepierna y empecé a lamer. Ella ya estaba totalmente mojada y yo pude saborear sus deliciosos fluidos. Ella gemía y respiraba de forma agitada, con una mano se apoyaba de la pared y con la otra me agarraba del cabello para que no tuviera escapatoria. Yo lamía su clítoris, luego lo succionaba y luego lo rozaba con mi lengua lado a lado hasta que ella empezó a apretarme fuerte contra su concha, echaba su cabeza para atrás y gemia fuerte, todas señales de que había llegado al orgasmo.
Dejé de lamer y ella soltó mi cabeza, bajó su pierna del espaldar del sofá y apoyó ambas manos de la pared mientras trataba de recuperar el aliento. Su vagina seguía aún enfrente de mí, súper mojada e hinchada.
– ¿De verdad te imaginaste todo esto anoche? – le pregunté. Ella se rió y luego contestó.
– Sí, recreé toda esta escena en mi mente, viví una película – Dijo ella.
– ¿Y está saliendo como lo imaginaste? ¿Te sientes bien?
– Súper bien, todo está saliendo bien, pero aún falta algo – dijo ella. Bajó hasta quedar sentada enfrente de mí, luego se alzó un poco apoyándose en sus rodillas y tomó mi verga con su mano derecha.
– Espera, tengo que ponerme un condón – le advertí.
– Descuida, yo tomo pastillas desde que empecé a menstruar – me respondió mientras apuntaba mi verga a la entrada de su vagina.
– ¿En serio? ¿Eso por qué? – pregunté curioso
– Pues el ginecólogo me las mandó ya que normalmente soy bastante irregular y esas pastillas me regulan la menstruación – me respondió, para luego bajar poco a poco sobre mi verga. Notaba en su rostro que le estaba doliendo un poco, y aún no había entrado mi verga totalmente.
– ¿Estás bien? – le pregunté.
– Sí, me duele un poco, es mi primera vez pero quiero hacerlo – me respondió, sorprendiendome totalmente. Carolina se estaba entregando a mí y era su primera vez teniendo sexo. Esto elevó mi morbo aún más. Le estaba quitando la virginidad a la novia de mi mejor amigo.
Finalmente mi verga entró por completo dentro de Carolina. Empezó a besarme pero se quedó sin moverse durante unos segundos mientras se acostumbraba al dolor. Nos seguíamos besando apasionadamente, nuestras lenguas jugaban hasta que ella poco a poco empezó a moverse de arriba hacia abajo, lentamente. Aún se quejaba un poco, pero poco a poco fue cambiando sus quejas por gemidos. Luego de un par de minutos empezó a aumentar la velocidad, hasta que llegó al punto en que saltaba sobre mi verga. Ella gemía fuertemente igual que yo, a veces nos besábamos y a veces dejaba de besarla para lamer sus pezones. Apretaba sus nalgas con ambas manos, de vez en cuando era yo quien marcaba el ritmo poniendo mis manos en sus caderas. Luego de unos 15 minutos me dijo que estaba cansada, así que le propuse cambiar de posición
– ¿Cómo… me pongo? – me preguntó con su respiración entrecortada.
– Ponte… en cuatro patas – le indiqué, también con mi respiración acelerada. Ella se bajó de encima de mí y se puso en cuatro ahí mismo en el sofá, levantando su hermoso culo. Yo me puse detrás de ella y con mis manos le corregí la postura de su espalda para que pudiera ver más claramente la entrada de su vagina. Cuando iba a agarrar mi verga para metérsela noté que tenía un poco de sangre, supongo que por haber roto su himen, decidí no decirle nada en ese momento para no asustarla, le diría cuando acabaramos. Puse mi verga en la entrada de su concha y empecé a empujar lentamente, ella lanzaba gemidos suaves y largos, hasta que mi verga entró toda. Luego empecé a bombear suavemente para después ir aumentando el ritmo, y en sólo segundos se escuchaban sus gemidos y sus nalgas chocando con mis muslos. Le daba cada vez más fuerte pero ella no se quejaba en ningún momento, seguía gimiendo disfrutando de la cogida que le estaba dando el mejor amigo de su novio. La nalgueaba y ella sonreía cuando lo hacía, hasta que empezó a encorvar su espalda y a gemir más fuerte, quería que se la sacara pero yo la agarré de su cintura y seguí dándole, sentía cómo su vagina apretaba mi verga y su cuerpo empezó a temblar. Todo esto me excitó tanto que empecé a sentir que iba a acabar, por lo que aumenté aún más mis embestidas hasta que por fin solté mis chorros de semen dentro de ella. Empujé mi verga lo más que pude dentro de ella para llenarla completamente, ella respiraba hondo y trataba de recuperar el aliento igual que yo. Cuando mi verga empezó a disminuir su tamaño se la saqué y ella se volteó quedando acostada boca arriba en el sofá. Yo me acerqué y empecé a besarla dulcemente, luego me separé y ví cómo salía de su vagina mi semen ligado con un poco de sangre, entonces le dije y ella se levantó cómo pudo, puso una mano entre sus piernas y fue al baño a bañarse nuevamente, siguiéndola yo también para también bañarme.
Nos bañamos juntos y nos besábamos mientras el agua caía, nos reíamos y nos enjabonabamos mutuamente, parecíamos dos enamorados aunque sólo éramos dos amigos. Salimos de bañarnos, nos vestimos y nos quedamos charlando el resto de la tarde.
– ¿Por qué decidiste hacer esto? – le pregunté.
– Pues fue mi forma de vengarme de Angel, y así como él cree que yo no sé nada de lo que él hizo con Flor, pues él tampoco sabrá lo que hice contigo – me contestó.
– ¿O sea que no se va a repetir? – le dije un poco desanimado.
– Tal vez sí, tal vez no, tengo que pensarlo – me respondió.
– Está bien, ¿pero te gustó?
– Me encantó – dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja, para luego acercarse y besarme.
Luego de ese día todo transcurrió con normalidad, Carolina y yo no volvimos a hacerlo hasta un mes después cuando ella y Ángel terminaron. Ángel nunca supo lo que pasó, y luego de que terminaron su relación Carolina iba a mi casa al menos una vez por semana para coger conmigo, hasta que un par de meses después consiguió un nuevo novio y decidió terminar con nuestra tradición, aunque seguimos siendo muy buenos amigos.
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