La nueva rutina de Celia
Conocemos la nueva rutina de mí querida hijastra (Relato de fantasía) .
Me llamo Pedro y soy un hombre blanco y de ojos azules, alto y bien parecido. Solía salir a bares y fiestas latinas con amigos hasta que claramente conocí a una hermosa mujer latina de 27 años. Yo tenía 33 asique congeniamos enseguida. Comenzamos a salir, me enamoré y conocí a su hija que la había tenido cuando tenía veinte años, su papá se había quedado en su país de origen, pero no cambiaba nada porque no había reconocido a la niña que llamaremos Celia. Después de cinco años de casados decidimos tener un bebé y ella quedó enseguida teniendo a nuestro niño Aaron. Yo tenía una relación muy cariñosa con Celia, era como mí hija y jamás tuve algún tipo de pensamiento sobre ella o su desarrollo, el cual era muy acelerado. Jamás tuve problema para ser su figura paterna y enseguida ella comenzó a llamarme Papá sin que a ninguno de los tres nos molestará o algo por el estilo.
Las cosas cambiaron cuando nació mí hijo Aaron, mí mujer Leticia trabajaba en la mañana limpiando en un hotel hasta las cuatro de la tarde, que con el viaje y demás llegaba a casa como las cinco y a veces un poco más, yo en cambio trabajaba de la una hasta las ocho, osea que solo nos veíamos para cenar, y los fines de semana que yo arreglaba para que coincidan los días de mí esposa para estar juntos. La nena iba al colegio doble turno, y luego con el bebé decidimos meterlo en una guardería, pero como yo tenía un trabajo más estable y además podía hacer mucho teletrabajo decidimos que yo me quedaría más en casa y no ella que no quería dejar su trabajo. Acostumbrada a trabajar siempre, no quería saber nada de dejarlo y como era yo el que insistía en tener un hijo me dijo que esa era la única opción y yo acepte. Cómo ese era el acuerdo me tomé enserio mí papel de padre y comencé a hacerme cargo de la casa, mientras trabajaba en las horas que Celia estaba en el colegio. Y así comenzamos una nueva rutina, después de que Leticia comenzará a trabajar al mes de tener a Aarón, fui yo el que se quedaba a cargo de los chicos, era yo el que llevaba a Celia al colegio y me ocupaba del bebé, el que meteríamos a una guardería en los días en los que yo tendría que ir a trabajar presencial que era dos o tres veces por semana. Y así fuimos manejandonos hasta que llegó el verano y por ende llegaron mis vacaciones, como Leticia era donde más trabajaba se quedaba a veces incluso más horas porque era la temporada alta y yo aceptaba que llegase más tarde y no había problema.
Al comenzar mis vacaciones, también las de Celia y por ende estábamos todo el día y todos los días juntos y solos. Con el bebé por supuesto, al que llevaba a la guardería igual los días que lo llevaba antes de tener vacaciones para no romper la rutina. Y en uno de esos tantos días paso lo que jamás espere que pasara y que nunca creí que sucedería.
Fue una caída tonta, simplemente se tropezó con uno de los tantos juguetes que no quise levantar y se abrió de piernas, golpeándose la entrepierna con otro juguete que había quedado debajo. El grito que dio me asustó un montón y la levanté tomándola debajo de los brazos, la senté en el sillón y ella no dejaba de llorar. La abracé y le abrí las piernas para ver si sangraba, al ver qué no tenía nada ella puso una mano sobre su vagina y comenzó a sobarsela.
¿Estás bien? — le pregunté asustado.
Me duele mucho, papi. — Su voz suave y de niña se fue directo a mí pija y mí respiración se atascó.
Jamás había visto a Celia de otra manera, jamás había visto su cuerpo o su desarrollo sin otros ojos que los de un padre, pero al verla así sentí cosquilleos en mi vientre. Su cuerpo menudo y flacucho estaba desmedejado en el sillón, su vestido veraniego le llegaba a los muslos morenos y sus ojos marrones me miraban con lágrimas en los ojos, y esa pose y esa mirada fue tan inusualmente sensual que me endureció solo de verla.
Cómo si mirara todo desde afuera la vi, tirada en el sillón con las piernas abiertas, sobándose la concha y me excitó muchísimo. Cómo si estuviera bajo el agua y totalmente inconsciente levanté su falda.
Déjame ver. — Dije. Y no me reconocí, ni la voz ni las manos que tocaron esa vaginita. — Ya se te va a pasar. — Dije en un intento de alejarme.
Mamá siempre nos da un beso para que se cure.
Eso puso más dura mí pija y sin podérmelo creer me acerqué y le di un suave beso por encima del calzón.
¿Así está bien? — Dije. Y la morbosidad y la calentura me hicieron sobar despacio su rajita de arriba a abajo.
No sé pasó. — Dijo con los ojos llenos de lágrimas.
Capaz es porque está la tela que no deja hacer el trabajo. — Dije convencido. — ¿Probamos quitandola?
Ella asintió con su inocencia y yo sin perder tiempo le corrí la bombacha y vi su vagina rosada y brillante, tan suave y sedosa con la pelusilla que cubría su limpia vagina puberta que me acerque y la olí profundamente, le di un húmedo beso sobre los labios y luego otro más. Y no me pude contener, saqué la lengua y despacito le di un lametón.
¿Así está mejor?
Ese beso me gustó.
Y en ese momento supe que la iba a coger, súper que esa nenita iba a ser mía y acaricié sus muslos despacito, con la yema de los dedos.
¿Querés que la siga besando para que se te pase?
Sabía que iba a asentir, porque sus ojos de nena estaban nublados por el deseo, mientras le hablaba acariciaba su clítoris con dedos despacio,como las alas de una mariposa. Sus labios estaban abiertos sin poder evitar sentir placer por lo que le hacía. Asique baje de nuevo y le di suaves besos hasta que le volví a lamer la vagina, le di largos lametones y comenzó a gemir y contonearse. Supe que estaba a punto de correrse, pero se apartó asustada.
¿Que paso? Pensé que te estaba pasando. — Le dije como si no le estuviera haciendo tremendo cunilingus.
Es que… papi…
Mí corazón empezó a latir rápido, esto se me fue de las manos, pensé. Ella iba a darse cuenta de que estaba mal, que era un degenerado. Pero para mí sorpresa y morbo ella se puso colorada y me dijo:
Es que me iba a hacer pis.
Si ya la tenía dura, esa frase inocente me la puso aún más dura.
No, nenita. — Le volví a abrir las piernas y le pase el dedo índice por la rajita mojada. — Estabas por curarte del todo, Celia.
¿Puedes hacer eso, papi?
Claro. Te vas a sentir mejor que nunca, ¿Quieres ver?
Ella asintió y se acercó como estaba, abrió bien las piernas mostrándome toda su vulva y se dejó hacer. Comencé de nuevo y me atreví a introducirle la lengua en su agujero y fue la gloria cuando comenzó a cerrarse sobre mí. Me bebí todos sus jugos y luego continúe con suaves besos hasta que se calmó y dejó de gemir y jadear.
Le acaricié los muslos internos mientras la miraba, tirada en el sofá con las piernas abiertas, la falda subida y la braga corrida ofrecida como una puta.
¿Te sientes mejor?
Si. — dijo emocionada y se sentó para abrazarme. La tomé en mis brazos y me senté dejándola sobre mis rodillas.
Ahora es importante que me escuches. — Le dije mientras le acomodaba el pelo y el vestido. — Mamá no puede saber esto.
¿Por qué?
Porque se va a enojar si se entera que te lastimaste por no levantar los juguetes que te pidió. ¿Quieres que mamá nos rete?
No.
Entonces tenemos que guardar el secreto, y como no le podemos decir, vamos a guardar en secreto que te di besitos para que te cures. ¿Te parece?
Si.
Pero…— Ella me miró con sus ojos grandes y sonrió cuando le acaricié los muslos. — Cómo no sabemos si te va a doler más tarde, después me volveré a fijarme si te duele,pero cuando mamá no está ¿de acuerdo?
Ella asintió y me dio un suave beso en la mejilla.
Después de eso, mí mente no dejo de maquinar y sentir la adrenalina, cuando llegó mí esposa estuve atento por si ella decía algo, pero Celia paso el día como si nada. Al otro día, mí esposa pidió el día para que pasemos aunque sea un día de mis vacaciones juntos, sabiendo que no iba a pasar nada con mí nena me cogí a Leticia como si nunca lo hubiera hecho con ella, pensando en su hija. Estuvimos todo el día fuera de paseo, llegamos agotados y mí esposa aún más porque el bebé le consumía mucha energía, se durmió enseguida con el bebé entre sus brazos y yo estaba acelerado. Cerré mis ojos tratando de dormir y no volver a pensar en lo que había pasado, a pesar de que mí mente volvía una y otra vez a ese lugar donde sabía que estaba mal, pero la nena no estaba dispuesta a qué lo olvide, con el corazón acelerado y la sangre rugiendo hacía mí pija sentí como se abría la puerta y su suave manita me tocaba el hombro, la miré frunciendo el ceño y mire a mí esposa que seguía durmiendo como un tronco.
¿Que pasa? — Susurré sentándome rápidamente.
Hizo un puchero delicioso y la luz que entraba del pasillo la iluminaba en un costado, mostrándome como ella estaba en remera y sus braguitas de niña.
Es que no volviste a ver si me dolía.
Su manita se posó sobre su vagina y me miró con sus ojos grandes y deseosos. Esa nenita no entendía que en realidad estaba caliente y necesitaba que se la chupe. Asentí y le hice la seña que haga silencio, le señale la puerta y ella se fue rápido, no pude dejar de ver su culo pequeño cubierto por esa vedetina rosada. Me levanté y sacudí a mí esposa suavemente, abrazó al bebé y siguió durmiendo, me fui despacio y entre a su habitación cerrando la puerta, su velador de princesa iluminaba tenuemente la habitación, mostrandola acostada en su cama con las piernas flexionadas, listas para mí.
Me saque la braga para que veas bien como está.
Se abrió de piernas mostrándose sin pudor, tomé su almohada y la puse en el piso, me arrodillé al costado de la cama y la acomode para que su espalda quede apoyada sobre la pared y abrí su coñito bien para mí.
¿Necesitas que le dé un besito para que se cure?
Ella asintió y me sonrió.
Pero hay que hacer mucho silencio, si mamá se despierta se va a enojar mucho. ¿Vas a hacer silencio?
Si.
Si, papi. — Le corregí porque me encantaba como lo decía.
Si, papito. — Susurró con una sonrisa.
Baje la cabeza y le di un suave beso casto. Esta nenita tenía ganas de jugar y yo pensaba aprovechar.
¿Así está mejor?
Ella negó e hizo un pechero.
Más besos, papi.
Abrí su vaginita con los dedos y la tenue luz mostró lo mojada que estaba.
Ay Celia mira lo mojada que estás. ¿Quieres que papi te limpie?
Con su inocente descaro se abrió los labios con sus deditos y asintió.
Los besos de papi me curan así. — Dijo en un susurro.
Se la chupe despacito, me bebí todos sus juguitos y hasta le metí el dedo mequiñe y ella jadeo y se movió definitivamente caliente, casi llegando al orgasmo. Le quité la mano y me alejé.
Debes hacer silencio o me voy.
Ella se tapó la boca y espero ansiosa, mientras se la chupaba comenzó a moverse rítmicamente, le metí el dedo nuevamente y su mano voló a mí cabeza, me apretó contra su vagina y comenzó a cerrarse sobre mí dedo, apretándose como un torniquete. Cuando terminó quito la mano y se quedó desmadejada sobre la cama, con una sonrisa satisfecha, mí pija estaba tan dura que me imaginaba taladrandola sin parar. Pero mí mente era más rápida que mí cuerpo y mí cara hizo una mueca triste y me levanté haciendo un quejido silencioso. Deje caer mí torso sobre la cama aplastando mí cara y me queje suavemente.
¡Papi! — Casi grito y yo le tape la boca rápidamente.
Negué mirándola asustado y agudice el oído para ver si mí esposa se había despertado, escuché varios minutos y nada. Mire hacia abajo y ella tenía los ojos abiertos bien grandes, me senté a su lado y le quite la mano.
Perdón, mí amor.
¿Que te paso? — Pregunto en un susurro tomándose las manos, nerviosa.
Me duele algo a mí también.
Ella me miró asustada y me abrazó, la tomé de la cintura y la abracé fuerte, mirando su culito que estaba suspendido sobre mí. No me pude contener y pase mí mano abierta sobre su espalda y fui bajando hasta abarcar su nalga derecha, amase una y después la otra, y dejé que mí dedo medio se meta entre sus cachetes.
¿Me quieres dar un besito también para que se me cure? — Pregunté mientras veía como mí dedo se incrustaba entre su culito.
Si, papi.
Le di besitos en el cuello mientras daba pequeños gemidos, mí nenita estaba más caliente que olla al fuego y pensaba aprovechar cada oportunidad, la alejé suavemente y le di un suave beso en los labios.
¿Ahí te duele papi? — dijo mientras yo acariciaba sus labios con los dedos. Negué y bajé la cabeza.
Ella me tomó por las mejillas y me levanto la cabeza, me deje hacer y ella me dio otro beso suave.
Dime dónde.
No sé si querrás. — Dije haciéndome el triste, y ella me volvió a dar un beso, pero esta vez yo puse una mano en su cabeza y prolongue el beso un poco más, cuando se alejó volví a darle un beso y le pase la lengua en el labio inferior, ella se dejó hacer y luego me aleje para mirarla pero ella se acercó y me hizo lo mismo.
La alejé tomándola de los hombros y después puse su manita sobre mí pantalón, donde estaba mí bulto duro.
Me duele aquí.
¿Te golpeaste también? — Pregunto amoldando la mano sobre el falo.
Y la miré y ahí me di cuenta que no podía mentir, pero tampoco podía decirle la verdad. Así Que suspiré y la mire.
Es que me gusta mucho darte besitos y eso hace que me duela mí verga. — Decidí llamarla así porque mí mente perversa necesitaba oír como esa nenita decía esa palabra.
¿Qué es verga?
¿Quieres ver?
Ella asintió y yo me baje los pantalones solo esa parte, deje mí pija libre y los testículos también mostrándole toda mí verga parada.
¿Ves cómo llora? — Le dije mientras tomaba su mano y le tomaba el índice para que acaricié mí glande.
Un gemido se me escapó sin poder contenerme y ella me miró sorprendida.
¿A ti te gusta cuando papi te besa ahí verdad? — Le pregunté mientras me seguía acariciando con su dedo.
Si, papi.
Pues a mí también, pero eso hace que mí verga llore deseando lo mismo. — Le quité la mano y me la guardé. — Pero no pasa nada, si no quieres la dejamos así.
Ella me miró asustada y triste, pero yo me levanté para dejarla sola pero ella me tomó la mano, la mire desde arriba.
¿Quieres que le dé un besito para que se cure? — Ella puso las manos sobre mí verga y yo me pare enfrente de ella.
Asentí sin querer delatar con mí voz las ansias que tenía. Sus pequeñas manos me bajaron el pantalón dejando mí verga afuera, apuntando su carita, se acercó al borde de la cama y me la tomo suavemente, su mano caliente me hizo apretar los dientes, me aguante las ganas de metérsela hasta la garganta y dejé que me de un suave beso en el glande, le acaricié el pelo y ella volvió a darme otro besito casto. La tomé de la barbilla y ella me miró con sus ojos grandes.
A papi le tenés que dar otro tipo de besito. ¿Quieres que te enseñe?
Ella asintió sin quitar la mano ni los ojos de los míos. Me tomé la verga sobre su mano y le enseñé como me gustaba de apretado, luego se la pase por los labios cerrados haciendo que mí líquido preseminal untara sus labios como un gloss.
Abrí los labios, mí nenita.
Ella hizo lo que le pedí y pase mí falo sobre su lengua, hizo una mueca y yo me alejé.
Si no te gusta me voy.
Ella me miró con ojos miedosos.
No, papi. Es que sabe raro.
Ya te va a gustar, vas a ver. Después vas a pedir lechita.
¿Leche? — Preguntó mientras yo le pasaba la verga sobre las mejillas suaves de nena que tenía.
Claro, mí amor. ¿No te gusta la leche a ti?
Si, me gusta.
Bueno, esto es lo mismo. Papi te va a dar su lechita calentita, solo para vos.
¿Cómo mamá le da leche a el bebé?
Si. — Le dije encantado con su comparación.— Está lechita es solo para vos.
Ella sonrió y le dio un beso como si fuese lo más hermoso.
Papi te va a dar su lechita solo a vos, papi la tiene guardada acá. — Tomé su manita y le hice tocar mis testículos. — Dale un besito.
Con suaves palabras le enseñe a darme besitos en los huevos, en todo el falo y después que pase la lengua sobre el glande.
Ahora viene una parte importante para que papi te pueda dar tu leche.
Ella sonrió y asintió, tom la verga y se la paso por las mejillas como yo lo hacía y sus dos manos taparon todo el falo.
Tenés que abrir la boca y dejar que papi la meta y la saque. ¿Me vas a dejar?
Ella simplemente abrió la boca dejándose hacer, y metí la verga suavemente hasta tocar su campanilla, la quite enseguida cuando ella hizo una mueca de ahogo, pero se recompuso enseguida y volvió a abrir la boca mirándome ansiosa. Volví a metérsela una y otra vez hasta la campanilla, mí nena aprendía rápido porque se acostumbró rápido a no hacer arcadas y enseguida comencé a acabar sobre su lengua. Le cerré la boca cuando mí última gota salió de mí.
Tragate la leche mí amor.
Ella tragó todo de una sin una mueca y luego miró hacía abajo confusa.
Papi creo que me hice pis. — dijo en un susurro asustado.
Me arrodillé y le abrí las piernas sin preámbulos, mí pija se volvió a poner dura al ver cómo sus flujos manchaban la cama, se había excitado al chupármela.
Es que te gusto mucho lo que le hiciste a papi, también¿te duele? — Le pregunté pasando mí índice por la rajita mojada.
Si.
Abrió más las piernas y se ofreció en silencio. Se la chupe nuevamente, y me trague todos sus jugos, estaba tan caliente que acabó enseguida sin siquiera meterle el dedo, con mi lengua fue suficiente. Quedó lánguida y satisfecha. Fui al baño ráp
ido, la sequé y le puse su braga que estaba tirada en el piso.
Que duermas bien mí amorcito.
Descansa papi, gracias.
Sube la 2da parte
Que rico relato espero pronto la continuación
Muy rico. Lo unico que no me gustó fue la edad. Ellas a los 12 años ya saben más que uno. 😂 No son para nada inocentes. Me hice a la ide de que hablabas de una de 7 u 8. Máximo. Mientras leía.
Chido