La nueva rutina de Celia 5
Llegamos al final de la vida de Celia… ¿Final o nuevo comienzo? .
Cuando llegue estaba dándose un baño, asique me puse a acomodar la casa y luego la llamé para que bajase.
Era un sueño al verla, su cuerpo menudo desnudo debajo de ese sensual vestido negro que no escondía nada. Lo había comprado en un sexshop, era un vestido totalmente transparente de tul, ceñido al cuerpo, con cuello alto como si sirviera de algo. Sus pezones oscuros estaban parados, la hice dar una vuelta y vi su culito parado mostrándose muy apetecible.
Después de llenarla de elogios y besos nos sentamos a comer en el comedor, su cena favorita Hamburguesas de ya sabrán dónde.
Era un contraste tan chocante verla, envuelta en ese vestido hecho para el pecado, mostrándose totalmente desnuda pero totalmente inconsciente de su sensualidad, se reía y saltaba con las cositas que le había comprado, emocionada porque le había traído vestiditos nuevos. Ella se movía y andaba por la casa como si estuviera vestida con pantalones y remeras tapando sus partes privadas, pero al contrario saltaba sobre la cama y sonreía mientras yo le apretaba los pezones. Después de comer llevamos todo a la cocina y la apreté sobre la mesada como me gustaba.
Papi trajo algo nuevo para tu colita.
Dije mientras le metía un dedo y ella me miraba encantada. Me di a la tarea de dilatar el culo y después le metí el tapón anal de cola de conejo.
Uuuff nenita mira como te queda. — Susurré casi babeando.
Quiero ver.
Emocionada camino unos pasos y después de la sorpresa inicial se fue corriendo subiendo las escaleras para verse. El tapón tenía un pompón al final, cuando la vi subiendo las escaleras con la colita de conejo subí enseguida muerto de excitación. Se estaba mirando la espalda en el espejo, sorprendida y las mejillas coloradas.
¿No te gusta?
¿Soy una conejita?
Pregunto tocándose el pompón rosado.
Si, una linda conejita.
Me acerque y le acaricié el culo mientras veíamos en el espejo como le quedaba, subió los brazos y me abrazo, de puntitas de pie pude ver cómo empinaba en culete para abrazarme del cuello, seguía con su vestido transparente y se lo subí despacio descubriendo el tampón que hacía lo posible por no quedar aplastado por sus mejillas regordetas. Le acaricié la rajita y así parados enfrente del espejo y ella de espalda me agache y se la metí, subí su pierna hacía mí cadera para sostenerla y comencé a penetrarla. El tapón me tenía hipnotizado, lo veía ir y venir mientras se la metía, después de varios intentos finalmente la pude escuchar.
Papi alzame, no llegó.
La tomé debajo de las rodillas y sin moverme del lugar la levanté y seguí cogiéndola. Me volvía loco como ese plug anal estaba alojado en esa cola de nena, como sus bracitos apretaban mí cuello, sus piernas apretaban mis caderas y gemía con su vocecita dulce, pero me apretaba la pija como una puta. Explote cuando la sentí correrse sobre mí, llenándome la verga de su espeso flujo. La baje despacito y le baje el vestido, la hice darse la vuelta para que se vea mientras yo veía su culito en directo y no por el espejo. Mientras nos mirábamos le di vueltas a la cola de conejo en su culo y ella abrió las piernas mientras mí leche fluia por ellas. La dejé así, sucia, puta llena de leche, vestida como puta pero con la carita de nena. Me sonrió mientras yo le daba suaves besitos en el cuello.
Mira lo hermosa que estás. ¿Te gusto el regalo?
Si. Mucho. Pero faltan las orejas. — Dijo poniendo sus dedos como si fueran las orejas de conejo.
Tienes razón, mañana te comprare las orejas de conejita.
Me gusta mucho tenerlo así, porque no se sale y siento mucho más cuando me la metes por la rajita.
La nena estaba convirtiendose en una puta en toda regla, ya no le bastaba una pija y lo supe al instante, por suerte había juguetes que podían cubrir sus necesidades.
Sera que hoy te puedes quedar con la colita de conejo un ratito.
Siiii.
Dijo emocionada y se fue dando saltitos al baño para limpiarse. Anduvo por la casa con el culo abierto y el vestido como una segunda piel, se recostó en el sillón mientras yo veía una peli y ella terminaba su tarea, al ser sábado no había mucho que hacer.
Después de un rato aproveche un comercial para sacarme el pantalón y ella ni corta ni perezosa me miró atenta. Se acerco despacio y comenzó a chupármela mientras estaba acostada boca abajo en el sillón. Juguetee con su colita de conejo hasta que se la saque, no necesite decir nada, ella sola se metio la verga en el culo y comenzó a moverse. Después de un rato la hice arrodillar en el sillón con sus antebrazos sobre el respaldo y se lo metí por el culo. Apretando sus tetas me corrí llenándola de leche.
Nos fuimos a dormir y me abrazo fuerte y después de estar dormida me dio la espalda.
Era increíble como se dejaba coger y no se quejaba de nada, pase los dedos suavemente por su culo que estaba lleno de leche, al contrario de lo que uno podía pensar, le encantaba dejárselo, si no era necesario limpiarlo, ella lo dejaba saliendo despacio la leche del culo. Muchas veces le había dicho que se limpie hasta que me dijo enfurruñada que le gustaba sentir como escurría de su colita, asique simplemente la dejé ser libre.
Nos sumergimos en una rutina establecida, iba al colegio, nos encontramos para almorzar y a veces teníamos un polvo rápido o nos encontrabamos en la tarde y la pasábamos desnudos en el sillón o dormíamos juntos, muchas noches con mí verga metida en su culo o su conchita.
El último día y última noche que teníamos solos la pasamos cogiendo, se la metí en todas las posiciones y de todas las formas, la embadurne con mí leche, le acabe en la cara, las tetas, el culo y la concha. Putita como era se pasaba las manos llenas de leche por el cuerpo, se acariciaba las tetas mojadas por mí leche, se sacaba la leche del culo y se la pasaba por el vientre y esas perversidades me la ponían más dura y terminaba cogiéndola de nuevo.
Definitivamente había terminado el día sin una sola gota de leche.
Al finalizar el día la niña estaba hecha un depósito de leche, la tuve que mandar a bañar obligándola con amenazas. Triste volvió a su cama, ella y el velador que habíamos llevado a mí habitación. Me acosté un ratito con ella y antes de irme a buscar a su madre en la mañana, hicimos el amor como dos enamorados, yo arriba mientras nos besábamos, con sus piernitas abiertas a más no poder para acunarme mientras la penetraba y la camita de ella chillaba y chillaba con nuestros movimientos.
Tal fue mí sorpresa que mí esposa no subió al avión, preocupado la llamé y ella me contó que su madre estaba más enferma de lo que pensaba, asique iba a quedarse un tiempo más si a mí me lo parecía,.como el permiso de Aaron duraba tres meses acepté. Ella haría los arreglos con su trabajo asique mí único trabajo era cuidar de Celia. Hable vía videollamada con mí hijo porque lo extrañaba y después me fui a casa.
Celia estaba vestida de punta en blanco cuando llegue, con su short corto que le cubría el culete y un topsito que evidenciaba que no usaba corpiño porque sus pezones se endurecieron apenas me vio solo.
¿Y mamá?
Pregunto confundida. Le expliqué la razón mientras subía el dorso de mi mano por su vientre y acariciaba sus tetitas. La bese despacito mientras le bajaba el top dejando sus tetas al aire, se las chupe mientras ella se desabrochaba el pantalón, hizo un ruido sordo al caer al piso y se subió de un salto a la mesa del comedor.
Siempre la había subido al de la cocina, pero verla en la enorme mesa del comedor semidesnuda me pareció encantador, acerque la silla a la cabecera de la mesa y su rajita quedó justa para mí, se abrió de piernas y se ofreció como la putita que era. Me di un festín, como si de la cena de navidad se tratara, me baje el pantalón y comencé a metérsela. La altura era conveniente, le amase las tetas mientras la penetraba vaginalmente y luego me agache a besarla encantado.
Me había pedido el día para buscar a mí esposa, entonces aprovechamos para ir a tomar un helado antes de que se acabara el calor.
La mire mientras volvíamos en el auto, cuando se bajó a abrir el portón, su remera violeta se mancho de helado, su pollerita de volante estaba subido debido a mis toqueteos mientras manejaba, y su boquita estaba con los costados manchados de chocolate. Se subió al auto después de cerrar el portón y enfilamos a casa, metí la mano libre entre sus piernas las cuales abrió naturalmente, no llevaba nada debajo asique mis dedos eras libres de tocar lo que quería.
Cada día estaba más agradecido de vivir alejados de la ciudad, lo suficiente para tener privacidad pero lo bastante cerca para tener vecinos. Le di tremendo morreo en la entrada a casa y después entramos tomados de la mano como si fuéramos novios, nos bañamos juntos y me la chupo en la bañera tragándose toda mí leche.
Se puso algo de la ropa nueva que le había comprado y sonreí cuando la vi pasar a regar las plantas. La faldita le quedaba corta, le llegaba por encima de los muslos y se abrían las tablas que tenía mientras caminaba, el top solo le tapaba las tetitas pequeñas. Después de regar el jardín su puso a levantar unas cosas tiradas, cuando entro a la casa se agachó para guardar unas cosas y aproveché para acariciarle el culo en pompa. Se la metí mientras ella estaba agachada, la cogí de parada en la puerta de la cocina y después me fui a seguir con mí trabajo. Continuo haciendo lo suyo con los muslos chorreando y después se sentó a comer como si nada hubiera pasado.
Lo que más me gustaba era cuando usaba esos vestiditos de nenas, que le quedaban chiquito y andaba mostrando el culito desnudo, y si a eso le sumamos el tapón anal de cola de conejo y las orejas que me había hecho comprar… no me aguantaba y la enculaba en cualquier lugar donde la veía.
A veces mientras yo estaba trabajando entraba en mí oficina, con sus orejitas de conejo y su colita como único accesorios y se arrodillaba entre mis piernas y me la mamaba hasta dejarme seco. No solo le encantaba usar el dildo anal, sino que quiso otros modelos, así termino con una colita de zorro y también de caballo, junto a sus respectivas orejitas. Me la pasaba en grande cogiéndola mientras ella gozaba de su disfraz, su favorito paso a ser la cola de zorro dónde la veía saltar y jugar en el salón, desnuda y riendo mientras la larga cola le hacía cosquillas. Verla hacer su tarea de colegio apoyada sobre su vientre y con el culito al aire con su colita de zorra colgando era digno de una foto. Me cansé de tomarle fotos de esa índole, mí celular tenía una carpeta privada llena de mí putita en diferentes poses, mostrandola llena de leche, incluso videos donde se la podía ver cómo se tragaba mí pija como toda una puta profesional, fotos de su culo abierto lleno de leche, subida en la mesada con su colita de animal y sus orejitas mientras se pajeaba para mí. No hubo una sola cosa que no le hice esos meses en qué su madre se fue, durante tres meses vivimos en una burbuja de sexo y desnudez que extrañamos un poco cuando volvió mí esposa.
Pero nada que un fin de semana para nosotros no podía solucionar.
Después de que mí esposa volvió a los tres meses debido al papel que la obligaba a traer a mí hijo se interno en el hotel para recuperar los días que se tomó. Y eso era beneficioso para nosotros, que retomamos nuestra rutina de sexo ininterrumpido.
Mientras mí hijo dormía la siesta me la cogía en el sillón, con el dildo en el culo y taladrandola mientras me cabalgaba. Habíamos dejado los juegos nocturnos al sentir una noche que mí esposa se levantó al baño, después de eso, fuimos más precavidos y solo lo hacíamos en casa si estábamos solos.
Nunca dejo de ser mí putita, incluso cuando fue haciendose más grande y comenzó a traer noviecitos, volvía a mí después del colegio, mientras trabajaba me la chupaba con su colita de zorro y sus orejitas arrodillada en el piso, o con vestiditos de nena que no le tapaban nada.
Se había vuelto igual de pervertida que yo, incluso después de entablar relacion estable con su novio que con el cual se había mudado, venía de visita y con el cual me llevaba espectacular, pero cuando estábamos solos aparecía con un vestidito de nena, a veces rosado, a veces blanco que no le llegaba ni a tapar todo el vientre, con el dildo en el culo y se arrodillaba para tomar su leche de siempre.
La relación con su madre no era la mejor, pero siempre estaba yo para amenizar la situación, incluso muchas veces era mí propia esposa quien me enviaba a hablar con la nena a su casa para que hablara en su favor.
Y esas charlas eran muy exhaustivas, me pasaba la tarde entera “charlando con ella” mientras su novio trabajaba.
Incluso fue mamá y seguíamos siendo amantes, amé a su hija como si fuera mí verdadera nieta, y no, no era mí hija. Era un hombre blanco, de ojos claros y mí yerno no llegaba a mí color de piel ni aunque no le diera el sol durante días. Así Que no pensaba peligrar mí familia así.
Lo que no me esperaba era que mí putita comenzara a ver a su hija con otros ojos y me mostrara de lo que una madre y una hija podían hacer juntas, sin inhibiciones como yo le había enseñado.
¿Quieres leer lo que pasa a continuación? Por qué eso… yo tampoco me lo esperaba.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!