La ociosidad
Relato las relaciones incestuosas de mi amante..
Hoy, en el fin de mi acostumbrado maratón sexual (viernes a lunes), hubo novedades, y por estar en el chisme, se me hizo más tarde, pero logré vencer los contratiempos y la comida estuvo lista para mi familia. Afortunadamente, le dejé instrucciones a mi hija para que cocinara a tiempo, todo lo necesario.
Los chismes… Bueno, como recientemente han salido a la luz varios casos de incesto, incluso uno mío donde mencioné que, por gusto y calentura, le mamé la verga a mi hermano cuando estaba borracho, y otros del esposo de Tita (él con su hermana, con la hermana de Tita y algunas primas de ella, me pregunté sobre las que guardaría Bernabé, mi amante.
Así que, entre una posición y otra le pregunté si él había tenido ganas de cometer incesto y si lo había logrado. Mientras me contaba, se ponía más arrecho y yo lo notaba en mi interior…
Resumo: Bernabé se cogió a su media hermana cuando ella era menor de edad, y lo siguen haciendo, lo mismo con otra prima. También me contó que su ex, se dio gusto con su hermano, periódicamente hasta que éste murió, además de acostarse, también con cierta periodicidad con tres de sus primos. Todas esas acciones comenzaron a corta edad. Cosa que ya no me sorprende y, al parecer, yo no soy tan normal como argumentan Ishtar y Chicles.
A Bernabé le toco ver cómo su exesposa cogió con su hermano y uno de sus primos. Aún estaban casados y ella creyó que Bernabé no estaba en casa, pero él se había quedado en casa para rehacer algunos proyectos que presentaría a sus socios. Escuchó el timbre de la entrada y no le dio importancia, pero al poco rato comenzaron los quejidos y gritos de amor de su esposa.
Salió al balcón que une ambos cuartos y sin ningún impedimento, porque no cerró las cortinas la puta de su mujer, vio en todo su esplendor cómo cabalgaba su mujer en la tranca de otro. Bernabé, simplemente se sacó la verga y se puso a pajearse, pensando que era uno de los amantes de ella, pues a veces los metía a su casa y él se daba cuenta cuando volvía del trabajo pues encontraba la cama revuelta, húmeda y con muchos vellos. “Hasta que voy a ver cómo se fornican a mi mujer”, pensó y se dio gusto con las jaladas.
Pero en uno de los nuevos posicionamientos, cuando ella se puso en cuatro patas y el sujeto se la cogió de perrito, pudo ver con toda claridad que se trataba de uno de los primos hermanos de su esposa, además de que ella le pedía a gritos, por su nombre, que le diera “más rápido hasta que se te descarguen las bolas”. Cosa que ardientemente le cumplió el primo a su amada. Quedaron yertos, descansando entre caricias, besos, arrumacos y “te amo”. También Bernabé se quedó con los huevos secos…
Cuando su esposa y el primo bajaron para despedirse, Bernabé se fue abajo al escuchar que la puerta se cerró, y desde la parte inferior de las escaleras encaró a su esposa.
–¿Quién era, que hacías mucho ruido? –le preguntó a su mujer y ésta se quedó lívida.
–Esequiel, mi primo –respondió en voz baja.
Bernabé la tomó de la mano y la llevó a la recámara donde le quitó el camisón, única prenda que ella traía y la tiró hacia el colchón para lamerle la cuca y apretarle las chiches mientras sorbía el jugo de amor que habían cocinado los amantes en el fuego del útero. A Bernabé le creció enormemente el pene y se montó en la puta para fornicarla. Estuvo más de una hora con la verga entrando y saliendo, al compás de los lamentos y requerimientos de amor que su mujer le hacía, similares a los que le había gritado a su primo, pero sólo salió un pequeño chisquete y quedó rendido, muy sudoroso sobre su esposa. Ella lo colmó de besos, lo echó a un lado y se puso a mamarle los huevos y el flácido tronco, Diciéndole “te amo, mi cornudo”.
En el reposo, ella le confesó lo de su hermano y otro primo más, con quienes, desde niños, jugaban los tres juntos, pero que sólo eran caricias y chupadas porque ella llegó virgen, aunque muy sobada, a su primera relación sexual con Bernabé. Y hasta que ella fue desvirgada y tenía el DIU, les dio anuencia a los demás para que la penetraran.
Lo de verla con su hermano se dio cuando éste hacía su internado y dormía en la casa de ellos. Una noche, despertó y su mujer no estaba a su lado. Sospechó dónde se encontraba, así que salió a una azotehuela donde daba la ventana de la recámara del cuñado. Todo estuvo propicio para masturbarse, porque tenían prendida la luz y había un espacio amplio entre las dos cortinas que no estaban completamente cerradas. También pudo darse cuenta que ella lo trataba con mucho amor y él le correspondía de manera similar. Sólo fue una venida de ellos y una de Bernabé, quien presto se retiró a su recámara.
–¡Qué rápidos son! –le dijo Bernabé a su esposa.
–¡Así que eras tú el de los ruidos en la azotehuela! –dijo ella–. Creímos que eran gatos pues tus bufidos parecían eso.
Otra vez acostó a su esposa para darle el mismo tratamiento que le dio cuando pasó lo del primo. Ella le mesaba el cabello mientras él la chupaba con fruición y le magreaba las tetas. “¡Qué rico sabe mi ex cuando está cogida por otro…! ¡Igual que tú cuando llegas, Mar!”, dijo al concluir de contarme y se puso a mamarme el clítoris mientras que sus manos se arremolinaban en mi pecho.
–Ahora cuéntame de tu hermana –le pedí.
Bernabé alcanzó el celular y me mostró una fotografía. “Esta foto se la tomé la semana pasada que vino a verme, porque ya tenía más de un mes sin hacer el amor”, me aclaró. Se veía una mujer joven, con unas tetas voluminosas pero firmes, viendo a la cámara con cara de gozo. Bernabé la tomó a contrapicada cuando ella cabalgaba sobre él. “Es unos dos años mayor que tú, de hecho, es mi media hermana”.
Me contó que ella, desde niña lo buscaba cuando él llegaba a visitarlos y se le sentaba en el regazo, moviéndose para sentir cómo crecía el pene con el trasiego de sus nalguitas. Cuando iban al cine, ella lo abrazaba, pero le metía la mano en el pantalón para jalarle el pellejo del tronco. Al sacar su manita, ella se lamía el presemen. Cuando la niña cumplió los quince años, ya para entonces se chupaban los sexos, ella le sacaba el semen con la boca y lo tragaba, también tuvo penetración anal y, cuando se podía, dormían desnudos. Entonces ella le dijo a su hermano que quería dejar de ser señorita con él, antes que con su novio, de 17 años, y con el cual tenía acordado hacer el amor.
Bernabé le pidió que esperara unos días. Él preparó todo para llevarla a Mérida de vacaciones, como regalo de quince años. En la realidad, se trató de una Luna de miel, donde la hermana estuvo feliz y Bernabé le enseñó todo lo que ella debía aprender para darle gusto a su novio. “Sí, la sigo amando y ella a mí”, concluyó.
–¿Ella se casó? –le pregunté.
–Sí, pero como era igual de puta que mi ex, su marido la abandonó cuando estaba encinta –declaró.
–¿El niño era tuyo? –pregunté por morbosa.
–Es niña, y muy putita de carácter, como su madre y mi exmujer –precisó–. Yo sabía que no era mía, pero por si las dudas, hace dos años que me encontré en una reunión con su exmarido decidí averiguarlo. Charlamos cordialmente breves minutos, pues lo invité a mi mesa a tomar un trago. Él adujo que ya no tomaba y pidió agua mineral.
–¿Y eso qué? –pregunté, porque no veía relación con lo que platicábamos.
–Saqué un bolsa de plástico, de las que uso cuando saco a pasear a mi perro y guardé con cuidado el vaso cuando él se retiró –supuse lo que había hecho y me lo corroboró– Al salir, llevé el vaso para que hicieran un análisis de ADN.
–Lo compararías con el de la niña… –dije en plan de sabelotodo.
–Y el de ella con el mío. Al día siguiente, próximo al anochecer, fui a la casa de mi hermana. Le leí a mi sobrina el inicio de un libro que le llevé. Su manita tomó la mía y la puso en su pecho, bajo la camiseta de dormir, mientras yo leía, por eso digo que salió putita.
–No te la vas a coger, ¿verdad? –le pregunté preocupada.
–No creo, aún está niña, tiene diez años –dijo, pero me callé que él comenzó antes con su hermana–. Cuando ella dormía, saqué mi mano dándole un paseo por sus incipientes tetitas. Ella sonrió dormida. Tomé una muestra de su saliva y la guardé en una bolsa esterilizada.
–¡Vaya!, ¿eso no sería un problema con la bolsa del vaso? –pregunté para aclarármelo.
–Al parecer no, pues la bolsa estaba nueva y no había sido abierta –me contestó.
–¿Qué más hiciste? – pregunté como si estuviese ante el nudo de un caso con próximo desenlace.
–Coger con mi hermana, ella creía que para eso había ido yo –me dijo con tono de obviedad–. En la parte del descanso, le comenté que había encontrado a su ex y que me extrañó que no preguntara por su hija. Ella contestó, “Es que no es su hija, por eso nos divorciamos”.
–¡Sopas! ¡Entonces es tuya? –pregunté con los ojos de plato.
–Tampoco. Los resultados de las pruebas de ADN, corroboraron que la niña no es hija de ninguno de los presentados a análisis, aunque hay un a cercanía familiar con uno de ellos, yo.
–¿Entonces? –pregunté sin entender.
–Mi hermana dice que sospecha de dos personas: a uno ya no lo ve porque es extranjero y regresó a su país; y al otro ya ni lo recuerda, fue calentura de una noche. Ya te dije que es muy puta, y para allá va mi sobrina… –insistió.
Me volteó bocabajo y me enculó. “A las niñas, hay que darles por aquí”, me decía mientras me cogía, y seguramente imaginaba a su hermana cuando era pequeña, o a su sobrina cuando madurara un poco más. Lo dejé extasiarse con sus pensamientos, delicioso para mí… Pero, antes de meternos a bañar, le pregunté por su prima.
–¡Qué curiosa eres! Al rato me vas a pedir el calendario y los horarios de todas –contestó fingiendo enfado– Ella no vive aquí, es esposa de un funcionario, quien cuando él no le funciona, me pide que vayamos a visitarla, o ella viene. No es tan regular el asunto, pero si vieras nuestro chat del WhatsApp, te darías cuenta que parecemos novios alejados por la adversidad.
–¿Se aman? –pregunté, quedándome asombrada.
–¡Claro que sí! Cogimos desde los doce años, me vine en ella varias veces, pero afortunadamente nada pasó. Queríamos casarnos, pero nuestros padres no nos dejaron y pudo más el veto.
–Así que se enfrió todo –señalé.
–¡Ni madres! Aunque nos alejaron, seguimos amándonos, y cogiendo, en secreto, aun a la fecha, aunque muchos de nuestros parientes lo sospechan…
Pues así están las cosas, con razón dice Ishtar que el amor de los hermanos o primos, nunca se acaba.
¡Anda! Al parecer, estamos rodeados de incestuosos. Bueno, tú también pues chupaste paleta de la misma fábrica…
Pues… sí. También quiero que me dé el dueño de la fábrica. Ya estoy en negociaciones…
Pues tú también eres normal, te gustó saborear la macana de tu hermano. Chicles y su hermana están enamorados. No sé Ber, pero Tita es la única que se extraña de estas prácticas que yo he presenciado, otras sólo las conozco por boca de alguno de los practicantes, pero también las he tenido desde niña y mantengo actualmente (incluida la fantasía con mi amante).
No he encontrado datos estadísticos sobre el incesto, sólo los que están amarrados a causas legales.
Sí, manoseé a unas primas, pero no se dio más con ellas.
Ber , según me platicó, sólo tuvo caricias con primos y primas, pero no penetró ni lo penetraron. Pero te cuento, para que te dé envidia: Ya nos tocamos mi papá y yo. Primero sorpresa, pero ahora con sonrisitas cómplices y serios cuando está mi mamá.