La palanca de cambios

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Brunoequis.
Ese juego había comenzado desde que paso a recogerme a la oficina. Habíamos quedado de ir a comer juntos para ponernos de acuerdo de nuestras próximas vacaciones al D.F. Un beso cálido para recibirme, sus hermosas piernas visibles en su short azul marino, blusa suelta que dejaba ver el volumen de su 34 B de senos y su rostro enmarcada en la cabellera suelta. Sus lentes gruesos no dejaban ver su mirada pero sus labios decían que llevaba algo planeado.

Cuanto calor está haciendo, decía mientras abanicaba su blusa de exagerada manera. Sabía que no puedo resistirme a la vista de su pecho. Al realizar el movimiento de descenso descansaba su mano un momento su pezón. Imagine hacía donde iba. Tengo antojo de carne, un gran trozo de carne con crema, con mucha para que me escurra al comérmela de una. Si esas eran sus frases mientras se mordía suavemente los labios. Entonces fue cuando se equivocó con la palanca pero en si ya estaba en proceso de erección. No me soltó hasta avanzar un par de semáforo y asegurarse estuviera ya con todos los centímetros estirados. Su mano pequeña pero fuerte y su lengua rozando sus labios bastaban para excitarme, tenía el control y lo sabía, y disfrutaba. En un alto que hubo desabrocho mi pantalón y paso su mano dentro de mi pantalón. Debo saludar de mano a los amigos. Auch dije. Disculpa, me puse efusiva, deja te acaricio por el apretón. A pesar de ir manejando a una mano controlaba perfectamente el movimiento de su mano derecha al recorrer de arriba hacia abajo mi pene y tomar mis testículos. Me había desfajado mi camisa y abierto para poder tapar a los carros vecinos esta acción, que era poca cosa con lo que venía a continuación.

En el otro semáforo quiero que te la saques para saludar de beso de lengua. Mordió sus labios. Me tenía tratando de disimular mi placer de un minuto en el siguiente crucero. Sus labios pequeños besaban continuamente mientras su saliva humectaba. Me mordió entre sus dientes y brackets. De gritar lo volvería a hacer así que sofoque el grito. Si no la guardas en el próximo crucero te la mamo. Amo que haga cosas así como tener sus labios rodeando mi verga en un lugar público. Su ya perfecta técnica anexada al factor voyerista me hacía arder. Tapaba lo más que podía la escena. Junto a nosotros estaba un BMW y adelante un Mustang. Ninguno de esos carros tenía una mujer tan bella dando sexo oral. Pero si algo se de ella es que si algo disfruta igual, o más, que tener el control, es lo siguiente.

Si te lo…No la deje terminar. Quite mi cinturón y metí mi mano entre sus piernas y enrosque mi lengua en su cuello. Desabroche el botón sintiendo la débil resistencia de su delgada tanga y sus muslos ante mi índice y medio entrar su vagina y el pulgar acariciar su pubis. Si vuelves a hablar paro ¿entendido? El silencio lo dijo todo. Mientras seguía manejando mis dedos entraban desde la punta hasta la base entre mi lengua avanzaba desde su cuello hasta su orejas. Acelere el ritmo bajando su short un poco. Al llegar a una intersección de su lado estaba un autobús. Metí un tercer dedo en su vagina. El dedo medio comenzó a jugar en esa cueva libremente mientras ella no encontraba como disimular. Miraba al frente mientras sujetaba fuertemente el volante. Mi otra mano comenzó a apretar su seno derecho. Si vamos a despoblado te meteré cientos de veces la verga hasta el fondo.

En la periferia hacia el poniente entramos a un fraccionamiento en construcción. Ya antes habíamos usado esos lugares para coger. Al detenerse el auto su excitación había mojado su ropa y el asiento. Cada quien salió por lado para encontrarnos en el asiento trasero. Ella sin short ya y yo listo para el ensarte. Entre y sali sobre ella mientras acariciaba sus pezones entre mis lengua y mis labios. Gemía tenuemente hasta que tome su pierna y la incline hacia atrás. Ahora si estaba entrando hasta el fondo. Me encanta como azotas mi culo con tus huevos, como suena, hazlo más fuerte. Así es imposible desobedecer.

Mientras la penetraba sentía como sus labios de abajo me apretaban. Tome la base de su cabellera y acerque su boca a la mía. Comencé a succionar su respiración mientras sujetaba su lengua con mis dientes. Me quede quieto. Ahora mueve esas caderas y exprímeme hasta la última gota. No quiero que salga nada. Está bien, pero siéntate. Lo hizo mientras ella se sentaba de espaldas a mí. No dure ni dos minutos. El movimiento de su culo me hipnotiza. Sabe que cuando quiere obligarme a algo esa es una moneda de cambio invaluable. Sabía que había tomado el control de nuevo. Ayúdame sujetándome de las caderas. No supe cuando termine. Solo sé que el retrovisor veía una linda morocha sudorosa y yo abrazándola mientras su vagina apretaba los últimos rastros de semen. Bien hecho me dijo mientras me daba un beso mordelón. Eso era precisamente lo que quería comer. Pero ahora quiero algo de postre y planear el viaje.

Un viaje que nos llevaría a puntos inimaginables…