LA PEQUEÑA DIOSA DEL SEXO, TERCERA PARTE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por leo.leoncio.
Había quedado muy caliente después de ver el vídeo de Hilda y mi novia Camila, comiéndose una a la otra, un acto de venganza de la niña de 10 años por dejarla esperando.
Desde ese día, tanto mi novia como Hilda habían evitado verme, eludiéndome con cualquier excusa.
Me hervía la cabeza de rabia y calentura, pensando en que ambas se zafaban de mí, para revolcarse entre ambas.
Así pasaron dos meses, hasta que por fin pude juntarme con mi novia.
Apenas la ví la llevé hasta mi apartamento, la arrastré hasta mi cama y me la follé, como si me la estuviera violando.
Ella estaba muy sorprendida y asustada por mi conducta, me reclamó e intentó defenderse pero yo estaba fuera de mí, enrabiado, recordando las imágenes de ambas en mi propia cama.
Poco a poco, la mezcla de violencia y lujuria hizo efecto en Camila, quien se dejó hacer feliz, gozando de la brutal follada que le estaba dando.
Le dí un orgasmo bien rico.
Una hora después de haberla follado, Camila se duchaba cuando sonó su celular.
Al ver el número, me dí cuenta de que era Hilda.
Contesté.
_”Hola Hilda”
_”Ah, eres tú … ¿Camila está a tu lado?
_”No, se está duchando”
_”Sí, lo hemos hecho”.
_”¿Hacer que?”.
_”Todas éstas semanas ni tu novia ni yo te hemos querido ver… tu sospechas de que hemos estado juntas… y sí… es verdad,… la he follado todos éstos días,… todos los días… ¿te enfurece eso?
_”¿Tu que crees?
_”Dicen que los cáncer follan como animales cuando están enfadados… si yo estuviera ahí, ¿me follarías como un animal …o a tu noviecita que ahora es mía?.
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¿ no te molesta que te haya robado la novia, cierto?.
jí.jí.jí
… vamos relájate… soy una puta, … follo con todos y todas, a tu novia me la follo bien rico pero me gusta mas follar contigo… y ahora….
”
_”Sí, ¿por eso la llamaste a ella?,
_”No, la llamé para volver a cogérmela a lo puta, pero contestaste tu… ¿estás en tu casa, cierto?, voy para allá, chao cariño”.
No me dio tiempo para decirle nada más.
No sabía si hablaba en serio o no, con esa niña, nunca se sabía.
Creía que sólo bromeaba, provocándome para quemarme la sangre, asi que no le dije nada a Camila.
Media hora después, tocaban el timbre e Hilda entraba al apartamento.
Noté que Camila se sonrojó y se puso muy nerviosa.
Hilda le dijo a ella, que yo le daría clases extra de Matemática pero, ya que ella estaba ahí, podríamos hacer una pijamada.
Todos estábamos incómodos.
Jugamos juegos de mesa, miramos TV y charlamos un poco, yo no dejaba que ambas se quedaran a solas, y así llegaron las 10 de la noche.
Camila fingió tener sueño y se fue a acostar, Hilda la siguió un poco mas tarde.
Cuando eran las 11 de la noche, Hilda se levantó y fue hasta mi dormitorio, me tomó de la mano y me llevó hasta el living- comedor.
Hilda me empujó suavemente hacia el sillón con una mano, mientras que con la otra me hacía el gesto de que guardara silencio, mirándome con una expresión traviesa y una sonrisa malvada.
Al ir retrocediendo, tropecé con el sillón y caí pesadamente en él, Hilda se me montó encima enseguida, me tomó de las muñecas y levantó mis manos por sobre mi cabeza, de debajo de un cojín sacó un par de esposas (no sé de dónde las sacó, ni quise preguntar en ese momento) y amarró mis manos al barandal que estaba incrustado en la pared.
En todo momento tarareaba una canción, no supe reconocer cual.
Y sonreía, de forma ufana, satisfecha de sí misma, se sabía dueña de la situación y le encantaba.
Era seductora de una forma terrible, y no quería imaginar lo que podía llegar a ser, cuando se convirtiera en una mujer hecha y derecha.
Al terminar su faena, me quitó el bóxer con mi ayuda y en el acto saltó mi pene, bien duro, terso, gordo, largo, palpitante, lleno de venas y con el glande de color púrpura.
Al verlo, se le dibujó una sonrisa lenta y retorcida, con la punta de los dedos lo palpó desde la base hasta el glande, y entonces atrapó la punta estrujándola con rabia, mientras se mordía los labios.
Me retorcí en el sillón, gruñendo de dolor y placer.
_”¿Sabes porque me gustas tanto?-me preguntó en un susurro ronco y en un incesante jadeo- porque besas súper rico… porque sabes comerme la conchita… porque lo tienes grande y me lo metes rico… me haces doler… eso me gusta… porque resistes mucho… porque contigo los orgasmos son tan intensos… “, concluyó tomando mi rostro y dándome un beso rabioso, mordiéndome el labio inferior y estirándomelo con sus dientes.
Camila, en tanto, roncaba apaciblemente en la pieza de al lado.
Hilda me desmontó, se apartó un poco y se paró ante mí, bella, silenciosa y terrible.
Seguía siendo una visión verla así, con su rostro lindo, su mirada seria, su largo cabello negro semi-ondulado, con esa polerita blanca le cubría hasta las caderas, las cuales comenzaban a ensancharse, llevaba un tierno calzoncito rosado con un oso Winnie the Pooh, pequeño y ajustado que le remarcaba el contorno de su conchita, y exhibía con orgullo sus espectaculares piernas torneadas.
En un segundo, se quitó la polera y el calzón, tirándolo a un costado con un pie.
Me miraba, sonriendo triunfante y coqueta.
Caminó lentamente hacia mí, como sólo ella sabe hacerlo: en puntas de pie, uno delante del otro, tensando los músculos de sus muslos, contorneando sus caderas, sus manitos en la cintura, su sonrisa, sus ojos mirando el cuerpo… divina.
Volvió a montarme, ésta vez en cámara lenta, abriendo sus piernas, acomodándose en mi regazo, apuntando su delicioso culito sobre mi pedazo para que yo pueda sentir su vaginita abierta y caliente, abrazándome por el cuello, sus dedos cosquilleando mi nuca, lanzándome una mirada de superioridad, dejándome claro que me tenía justo como ella quería: amarrado, vulnerable y a su merced.
Lanzando un largo suspiro, me dió un beso largo, baboso, profundo, bien rico, mezcla de amor y lujuria.
Bajó hasta mi cuello, comiéndomelo sin prisa y frotaba mi verga caliente con su vientre, sus caderas y su conchita, ondulando sus caderas como una odalisca.
En un movimiento magistral, se reacomodó sobre mí, quedando de rodillas sobre mis piernas, atrapando mi pedazo con sus fuertes muslos, apretando la base con todas sus fuerzas para que mi pene se hinchara, se endureciera y le empezaran a salir las primeras gotas de líquido pre-seminal.
Ella, se untó dos dedos con su saliva, recogió un poco de mis jugos y se los llevó a la boca, saboreándolo con calma.
No dijo nada, sólo suspiró y lanzó un gemidito corto y agudo.
_”Hoy, voy a ser mala contigo –me dijo con un tono de voz intimidante, que no le conocía- … me dejaste sola el otro dia… eso no se le hace a una mujer… me comí a tu novia, ¿lo viste?.
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me gustó el sabor de su conchita…me la comí toda… y mejor que como se la comes tu… pero hoy… quiero pico… TU PICO… te obligaré a que me des toda tu leche… todita… para que cuando tu noviecita te pida algo no seas capaz de darle NA-DA… tu leche es mía, ¿entiendes?, SÓLO MÍA”, sentenció.
_Afirmándose en mis esposas, tiró hacia abajo y las apretó para que me dolieran y a medida que iba bajando, la niña se iba penetrando solita, mientras mas bajaba, mas me dolía… y fue bajando muy- muy lento, apretando y soltando los músculos de sus muslos y nalgas y, por ende, los de su vaginita.
Bajó y bajó, eternamente, mientras yo me retorcía sobre el sillón, presa de la mezcla de dolor-placer, gruñendo como un animal herido, hasta que finalmente, sentí como la punta de mi glande le pinchaba la cérvix, el final de su vaginita y la entrada del útero.
Ella, lanzó un leve quejido, su cuerpo se sobresaltó y paró el descenso, quedándose inmóvil unos segundos, volvió a subir hasta sacárselo por completo y lo observó con esa sonrisa malvada que tanto amaba en ella.
Mi pene daba pequeños saltos, a punto de eyacular.
Ella volvió a bajar, ni siquiera tuvo la necesidad de acomodar mi verga con su mano, bajó directamente a la punta y ésta entró limpiamente dentro de ella.
_”ooooOOOOOHHHMMMMnnnn… lo tienes súper duro… ¿lo sientes? …me tienes llenita … mi conchita está llenita … está estirada …me duele… me gusta … ME GUSTA MMMMMUUUCHHOOOOUUMMM”, me gimió en la oreja mientras aplastaba su culo contra mi verga, tensando al máximo su cérvix, presionando la punta del glande, haciendo gemir de gusto.
Tuve que hacer un esfuerzo para no eyacular dentro de ella, y por suerte, no se quedó allí mucho tiempo, poco a poco fue relajando su culo y liberando la presión dentro de ella.
Entonces, comenzó el bombeo, subiendo y bajando, muy lento, apretando al máximo sus muslos, forzando sus músculos vaginales, mientras apretaba las esposas sobre mis muñecas y jadeaba ruidosamente sobre mi oreja.
_”Vamos … gha,gha,gha…no te contengas,… ñhg,ñgh,ñgh… dámela…oh,oh,oh… suéltala…dame leche… mnh,mnhmnh”, me pedía en un incesante susurro gimiente, jadeante, erótico y lascivo.
_”Para… aaahhhgggg….
por favor… ñññggghhhhh… aún no… mmmmhffff… mi novia está al lado….
podría despertar y venir… ah,ah, ah”, le suplicaba lastimosamente, con mi último grano de sentido común.
_”No me importa… uhm,uhm,uhm… ¿sabes lo que voy a hacer si nos pilla?.
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nnn, nnn, ñññ… la voy a agarrar y la voy a revolcar en el piso como la puta barata que es… ¿te gustaría ver eso, eh?.
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¿si verdad?.
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mmññññfffff”, me provocó y me mordió el labio inferior con tal fuerza que me hizo llorar de dolor.
_”No… aaaayyyyy ….
detente… aquí no… te lo ruego, para…”, le supliqué púsilanamamente.
_”¿Quieres que pare?.
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NNNOOOOO,… recién estoy empezando contigo… ya te lo dije, te haré sufrir… me las vas a pagar jí,jí.
jí”, rió con un tono entre infantil e infernal.
Y me gustaba eso, me tenía súper caliente, jamás me habían hecho algo así, tenerme vulnerable, débil, sumiso, excitado, sentirme deseado en mi hombría… y me encantó.
La amaba, amaba a ésta niñita-putita de 10 años.
Después de varios minutos de montarme lentamente, creí que Hilda terminaría la tortura pero, tal como dijo ella, recién estaba empezando.
Sorpresivamente, se desmontó y se paró frente a mí: desnuda, el cuerpo perlado de sudor, jadeante, una mano en la cintura, apoyando el peso del cuerpo en un pie, la sonrisa torcida, la actitud arrogante… perfecta, sencillamente divina.
Me dió la espalda y se sentó sobre mí, sin penetrarse, se echó hacia abajo, apoyó sus manos en el piso y comenzó a mover su culo, haciéndome un twerking frenético… oh Dios, era tan morboso ver cómo tensaba los músculos de sus muslos y le rebotaban las nalgas gordas y firmes y, para rematar el acto, con una manito, acomodó mi glande en la entrada de su conchita y, se penetró, haciendo el twerking dentro de ella, revolcándome su culo como una enferma.
Esta vez, mucho tuve que sudar para no eyacular pues, ya imaginaran las sensaciones que te provoca cuando una estrecha vaginita te atrapa y te retuerce todo el glande, estrujándolo sin piedad.
Una vez terminado el twerking, no me dejó descansar ni un segundo y volvió a montarme.
Se penetró sin mucha dificultad y volvió a bombearme lento.
Usando la fuerza de sus piernas, se acuclillaba sobre mi regazo, me apretaba las esposas y subía hasta la punta del glande, paraba un segundo y bajaba lento y rico hasta tocar la base de mi pene, una y otra vez, mirándome directo a los ojos, a ratos besándome con rabia, a ratos, besándome románticamente, a ratos lamiendo babosamente mi boca y cara.
Tres veces se salió por completo, se levantó irguiéndose como una cobra hipnotizante, me plantaba su conchita a la altura de mi boca, me agarraba del pelo y, violentamente, me refregaba la cabeza en su entrepierna, revolcando su culo en círculos, cosa que yo aprovechaba para lamer, chupar y penetrarla con mi lengua.
_”Eso … así …come rico mi conchita … MMMHHHFFF … SÍ, MÉTEME LA LENGUA BIEN ADENTRO,… UUUGGHHHH… ESO, REVUÉLCALA MAS FUERTE”, me susurraba jadeando para después, volver a sentarse sobre mí y comenzar el bombeo, ésta vez con un ritmo mas rápido, mas fuerte, mas regular.
No les cuento como me dolía la verga.
Mis pelotas estaban llenas, el conducto de la uretra estaba a punto de reventar, el glande me dolía infinitamente, me salían litros de líquido pre-seminal, el semen pujaba por salir a presión… e Hilda comenzaba a tomarse las cosas en serio, follándome ya no para torturarme, sino para arrancarme el orgasmo.
Subía usando sus piernas y después se dejaba caer con todo el peso de su cuerpo, golpeando mis caderas contra su culo, y con cada golpe la punta de mi glande se aplastaba contra su cérvix, aumentando mi placer exponencialmente.
Ella en tanto, gemía, se quejaba, lanzaba unos ricos pujidos, tomaba mi cuello con ambas manitos, asfixiándome con medida violencia, y me decía cosas sucias al oído:
_”Ya casi… lo sé… lo siento… ya te vas a correr…UGH, UGH, UGH… ¿me vas a dar mucha leche, eh?.
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MHF, MHF, MHF.
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¿me vas a llenar bien rico?.
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ÑGH, ÑGH, ÑGH… ¿me vas a reventar la conchita papi?”, me preguntaba para provocarme, mientras lamía el lóbulo de mi oreja y me llenaba el cuello de chupetones y mordiscos.
Con eso me dejó en el límite, simplemente ya no iba a aguantar mas.
_”Detente … aggghhh… para mi amor … ughf,ughf, ugfh … bájate … te lo ruego”, le supliqué en un susurro ahogado.
Por toda respuesta ella lanzó una risita infantil, triunfante, redobló el ritmo de los sentones, clavó sus dientes en mi cuello y hundió sus uñas en mi espalda.
Para mí, fue como que el tiempo se hubiese detenido, en ese momento los segundos se transformaron en horas y las horas aumentaban el placer.
Todo era rico: nuestros jadeos, el sabor salado de su sudor, su abundante saliva, el intenso calor, sentir su piel mojada, su cabello humedecido por el fuerte ejercicio, su lenguita que me cosquilleaba el cuello, sus uñas desgarrando la piel de mi espalda, las paredes de su maravillosa conchita rodeando mi pene, estragulándolo, asfixiándolo, torturándolo, absorviéndolo, sintiendo los musculos de su culo forzándose por apretarme, por ordeñarme…
_”¡¡ TE VOY A MOLER EL PICO A SENTONES, … PAPI!!, gritó a viva voz, y con ese grito, estallé al fin.
Primero, y aún conteniendo mi eyaculación, solté un chorrito débil pero al segundo después, fueron al menos 5 chorros liberados a presión dentro de ella, y ella reaccionó convulsionando su cuerpo, dando agudos grititos de felicidad, sentí como se estrellaron contra cérvix, cómo llenaron las paredes vaginales, como se escurrieron dentro de ella hasta salir dese dentro y deslizarse por nuestros muslos con un intenso aroma mezcla de conchita caliente y leche recién salida del pene.
Hilda se me quedó mirando por unos segundos, jadeante, sonriente, su cuerpo aun con estertores y dos lágrimas que surcaban su linda carita, gimiendo con un tono infantil y felino, como una gatita mal criada.
_”¿Por qué lloras, te hice daño?, le pregunté sinceramente preocupado.
_”No … ahg,ahg,ahg … lloro de felicidad, … es que éste orgasmo… fue MUY RICO”
_”¿Te corriste?.
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¿Cuándo?
_”Cuando soltaste tu leche,…tu leche estaba muy caliente… me pegó tan fuerte que me dolió
_”¿Así que acabamos juntos?
_”SSSSÍÍÍÍÍÍÍÍ… que rico es sentir eso”,
_”Sí… es lo mejor del mundo”
_”AAAAYYYY que rico, aún me sigue saliendo”, dijo, y con una mano recogió el semen que manaba desde su conchita, se la llevó a la boca y se comió un resto de forma golosa, gimiendo y saboreándoselo, y así, con su boquita llena de sus jugos y de mi semen, me plantó un beso profundo, baboso, viscoso, ardiente, nacido desde la lascivia mas pura.
Lo que quedaba se los desparramó por el cuello y sus tetillas, siguió recogiendo más y se lo distribuyó por su vientre, sus piernas, su conchita y, finalmente su gran y hermoso culo.
Imagínense ese cuerpo rico y su piel brillando por la mezcla de sudor y semen… UF, la visión mas hermosa del mundo.
Me desmontó, agarró el miembro con ambas manitos y observó cómo comenzaba a ponerse fláccido.
_”No, claro que no … aún no te mueras … falta mucho para que te suelte,… papito rico”, dijo, dirigiéndose a mi pene, y no a mí, como si mi verga tuviese vida propia.
Juntó saliva dentro de su boquita y empezó a escupirme el pico, una y otra vez, hasta dejarlo bañado con su babita rica, acto seguido, comenzó a pajearme lento y fuerte, atrapando la punta con su boca, comiéndoselo con la boca cerrada, como una señorita, paseando su hábil lengua alrededor de la punta, produciéndome un placer sordo que revivió rápidamente mi erección… pero Hilda siguió escupiendo y escupiendo, hasta el punto en que dolieron las quijadas y mi pene brillaba por la viscosidad de su saliva.
Y, entonces, sin aviso previo, saltó sobre mí, levantó sus caderitas, tomó mi pene por la mitad, calculó y bajó de un solo golpe.
Para mi sorpresa, mi glande entró recto y limpio por la rosa de su ano, ésta se abrió, se dilató, lo recibió y se tragó toda la cabezota.
Hilda tuvo un sobresalto, como cuando te cruza una correntazo eléctrico y lanzó un quejido ido para adentro… pero no dejó de hundirse.
Tenía la carita roja, los ojos cerrados, la boca abierta, su cuerpo tenso, estaba concentrada en su empalamiento.
Poco a poco, su carita dio señales de dolor, hasta que éste se tornó insoportable, Hilda frunció el ceño y abrió la boca, detuvo el descenso y empezó a subir: había logrado comerse la mitad de mi pene de 20 cms.
Me abrazó por el cuello y me besó, me besó mordiéndome la boca, me besó lamiendo mi cara, jadeando sobre sobre mi oreja, llamándome papito rico mientras subía y bajaba y yo podía sentir el interior de su culo rugoso, seco y caliente, los músculos de su esfínter anal se contraían y dilataban a voluntad, moviendo las caderas en círculos, bailando lenta y sensualmente ensartada en mí.
Esposado como estaba, moría de ganas de liberarme, agarrar a la niña y llevarla contra la pared, para penetrarla hasta saciarme de verdad pero, a pesar de que me jactaba de ser muy resistente, mi reciente eyaculación y la suma morbosa de la situación, me hicieron eyacular a los pocos minutos de que Hilda empezara el sexo anal.
Fue incluso una sorpresa para mí, sencillamente disparé sin control los últimos chorros que me quedaban dentro del culito de la niña, la cual rió bajito, y se salió de mí, lentamente, insertando un dedo en su culito para que no se salga.
Finalmente Hilda me liberó de las esposas, mis muñecas estaban amoratadas, mis manos sufrían fuertes calambres pero no me importaba.
Hilda llevó un dedo a sus labios para indicar que me callara, me tomó de la mano y me llevó hasta la puerta del dormitorio.
_”Espera aquí, escóndete detrás de la puerta y mira por la rendija”, me ordenó en un susurro.
Le obedecí.
La ví avanzar hacia Camila, quien dormía profundamente, le acarició el cabello con su única mano libre y le presionó la nariz cortándole la respiración, logrando despertarla.
_”¿Qué hora es … porque estás aquí … donde está…?, preguntaba mi novia, desperezándose, con la pesada modorra del sueño sobre ella.
_”Es medianoche … tu novio está en el baño … se tardará un buen rato … estoy aquí para darte ese regalo … tu sabes … el que te conté por whatsapp…¿recuerdas?”, respondió Hilda.
_”MMHH … ¿ESE regalito?”, preguntó sorprendida Camila.
_”Sí, exactamente ESE “, le confirmó la niña.
_”Pero cómo, .
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con quien … ¿fue con…?
_”No…tranquila, no fue con tu novio… llamé a un amigo para que venga en su auto, y me esperó en la calle… lo hicimos en su auto… ya se fue… y bueno… ¿quieres hacerlo?.
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tu novio pronto volverá”.
_”¿¡AHORA!?
_”Sí… ahora… con tu novio mas cerca, … será mas rico”
_”Ya… OK”.
Camila se incorporó sobre la cama, mientras Hilda se subía a ésta, se daba la vuelta, paraba su colita y con una mano se abría la nalga.
Camila acercó su cara al culo de la niña y, entonces, Hilda sacó su dedo de su culo.
No lo pude ver en ese momento, pero escuché el sonido de mi semen saliendo a presión desde el culito de Hilda, y el sonido de la boca de mi novia, sorbiendo el culo de la niña… y lo bebía con hambre.
Y ese sonido me excitó nuevamente, mi pene se irguió duro y orgulloso, y empecé a pajearme lento y fuerte; mientras mi novia le chupaba el culo a mi putita, Hilda le agarraba de la nuca y movía su culito en círculos, mirándome a mí, sus ojitos le chisporroteaban de malicia, fruncía su ceño y levantaba su labio superior y se mordía el inferior con rabia.
_”Oh, mira Camila… tu novio nos está espiando detrás de la puerta… y se está corriendo una paja rica…”
CONTINUARÁ
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