La pequeña Reynita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola compañeros y compañeras, me llamaré Jaime, casado por segundas nupcias, y me gusta leer los relatos que se escriben en estos espacios. Esta riqueza de relatos despierta mucho la imaginación.
Ahora con 51 años, voy relatar una historia que me ocurrió hace ya 20 años, yo trabajaba en ese entonces como gestor de proyectos rurales en la comarca, a raíz de eso conocí muchos lugares inimaginables. Conocí durante esos viajes, en vehiculo 4×4, a Cayo, un lider indigena de mucho poder de convocatoria. Su casa estaba retirada de la Aldea y sus propiedades eran amplias. Muchas veces compartimos viajes y fuimos formando una amistad paralela a los proyectos de desarrollo que se gestionaban.
La verdad es que, Cayo era una bendición para mi, debido a que hablaba el dialecto del lugar y conocía a muchas personas de otras comunidades, mi trabajo se facilitaba mucho. Recuerdo que esa vez, luego de una reunión en la Aldea, como ya era tarde, él me invitó a cenar a su casa, ese día me presentó a la familia, además de dos hijas que eran casadas y que ya no vivian en la casa, tenía otros cinco hijos, me llamó la atención que una de las hijas, de nombre Reyna, usaba una banda cuando me la presentaron, en donde decía que era la Reina de la Aldea…., la adolescente era muy bonita, de la raza de ellos, boquita pequeña, morenita, cabello casi rizado, de apenas 1.50 mt de estatura posiblemente, un par de ricas nalguitas (en ese momento tenía puesto un pantalón apretadito jeans), y calzaba tacones altos. Cayo me dijo que ella, era la actual reina de la belleza de la Aldea y cuando recibia visitas, ella se ponía su banda.
Después de la presentación, cenamos. No faltó el licor, que según me dijo Cayo, era hecho por ellos mismos. Era fuertisimo. Después de la cena, nos pusimos a beber con Cayo. Hablamos de muchos temas. No cabe duda que en estos pueblos el machismo imperaba aún. Ya que Cayo solo tenía que emitir un grito cuando necesitaba, agua, comida o más licor, y alguna de sus hijas o su esposa llegaba al momento. Yo trataba de ser educado con ellas. Esa noche bebimos de más, yo ya estaba mareado, pero Cayo ya estaba más pasado. Ya casi es la medianoche, el rancho de Cayo esta en un lugar alto en las montañas, hacía mucho frio por las noches, además no toda la casa tenía luz electrica.
Como buenos libadores, ya con muchos tragos de más, nos hemos abrazado, nos hemos dicho que somos como hermanos (ya borrachos). Cayo me muestra la habitación que me ofrece para quedarme, no tiene electricidad, una mesa, una repisa y una cama es lo único que tiene. Me da dos candelas las cuales puse, una en la mesa y otra en la repisa arriba de la cama. De pronto Cayo me dice –Quieres conocer a mi hija Reynita??- en mi poca lucidez le digo que ya me la presentó, él se rie de mi. –Quiero que la conozcas!- me dice, poniendo énfasis. –Ahh bueno- digo yo aún sin comprender mucho. El sale de la habitación, yo comienzo a preparar la cama, jaló unas frazadas que me han dado, me quitó la camisa y el pantalón, quedándome solo en camiseta y mis calzoncillos. Cuando oigo que tocan la puerta de madera. Voy a abrir, es Reynita la hija de Cayo, que tiene puesto un vestido flojo largo, color blanco, me imagino que es el que usan para dormir las mujeres aquí. Ella entra, llega al pie de la cama, se quita la bata o ese vestido flojo, no lleva nada por debajo, puedo verle con solo la luz de las velas, sus apretaditas nalgas y la pequeña espalda, ella se mete entre mis sabanas, yo me he quedado parado a la mitad de la habitación no dando fé a lo que sucede, parece un sueño producto del licor ingerido. Pero en el fondo se que es real. Pienso que si Cayo me la ofreció debo aprovecharla.
Mi verga aún no se ha dado cuenta de todo, sigue flácida. Me quitó los calzoncillos y apago la vela de la mesa, solo queda la que está sobre la repisa. Al entrar a las sabanas, siento el cuerpo calientito de Reynita a mi lado, la cama es angosta. Ella está seria; por el licor estoy desinhibido, comienzo a tocarle su piel de los brazos, luego de su estomago, subo a sus pequeños senos, le digo que es muy linda, y que por algo la escogieron como la más bella, o algo asi, mi verga va reaccionando poco a poco, toqué sus pezones y los acaricie con la yema de mis dedos, luego los busco con mi boca y les propino varios besos húmedos, para terminar acariciandolos en forma circular con la lengua, Reynita cierra sus ojitos, ella no es ajena a lo que le hago, pero frunce su seño.
Deslicé una mano hasta su tierna cuquita, casi no tenía pelitos, la acaricié sobre la vulvita, ella emite un quejiditos, apenas perceptibles, como una gatita. Le pido que abra las piernas y lo hace, de esa manera puedo maniobrar mejor mis dedos en su conejito, mientras le sigo besando sus senos y su cuello. Ella al fin reacciona fisicamente, me toma de la cabeza y me jala los cabellos, eso me indica que lo estoy haciendo bien.
Con el juego de mis dedos en sus labios vaginales, Reynita moja su cuquita, lo siento en mis dedos. A pesar que noche es fria, siento que me estoy quemando por dentro, por un lado el licor ingerido y por otro la situación singular con la pequeña Reynita. De sus senos comienzo a bajar con la lengua por su vientre, llego a su poca pelambre y luego siento el aroma de su sexo, con los labios le doy varios chuponcitos a su coñito, ella me jala más fuerte el cabello, eso quiere decir que debo seguir, con los dedos le abro sus labios mayores de su vagina y meto mi lengua en el medio, ella de la excitación trata de sentarse en la cama, pero solo es un reflejo, yo sigo lamiendo su coñito y ahora envuelvo entre mis labios su pequeño clítoris. Ella aprieta las almohadas con sus manos, sin embargo no deja de quejarse y gemir como una gatita.
Mi verga ya completamente parada. Me pongo de rodillas frente a ella, sobre la cama, y le pongo mi verga frente a su boca, ella entiende muy bien ese mensaje, la toma y me lame el glande, su lengua es pequeñisima apenas visible, sin decirle nada, mete mi glande entre sus labios y lo succiona entre su boca, – ayy Reynita, asi, asi, que rico!!- es lo que puedo exclamar para que ella continúe haciendolo. Reynita sigue chupándomelo. No se si es el licor, pero estoy muy caliente, me inclino y busco su coñito, me inclino más y quedamos en una 69 de ladito, ella mamando y yo sumergido entre sus muslos lamiendo su coñito. Su cuquita esta mojadisima de sus pequeñas eyaculaciones vaginales.
Yo dirijo todo. Al rato, nos quitamos del 69 y a acuesto boca abajo, meto dos almohadas debajo de su vientre para levantarle su lindo traserito, le abro las piernas y su conejito se abre como una cajita y me muestra el orificio de su vagina y lo negrito de su culito arrugado. Antes de penetrarla, me pongo a comerle su culito, primero sus nalgas, la piel es tersa y lozana debido a su juventud y su ano esta herméticamente cerrado. Lamo todo eso por un rato, a veces tengo que eructar por el licor ingerido, luego meto un dedo en su vagina, lo hice para probarme que no fuera virgen, y no lo era. Me pongo de rodillas frente a su trasero levantado y poniendo mi verga en su cuquita la penetro, ella emite un pujido acompañado de un quejido. Mi glande es cabezon, por lo tanto abre y estira los labios menores de su vagina. Sigo metiendola lentamente, ya le llevo la mitad metida y sus gemiditos son más fuertes. En ese momento cuando se la tengo por la mitad, la empiezo a follar moviendome hacia dentro y hacia fuera. Ella aprieta las sabanas con las manos, tienen que pasar varios minutos para podersela meter hasta el cabo.
Al rato emite un gemido más fuerte y comienza como a chillar, creo que le sobrevino un orgasmo, pero no dejo de follarla. Al rato la cambio de posición, ahora la pongo sobre mi falo, se sienta sobre él, estando yo ahora abajo, ahora se lo ensarto más fácilmente, mientras me monta y comienza a moverse, le acaricie sus pequeñas tetas, ella lleva el ritmo y se induce ella misma otro orgasmo. Mientras follamos, entre mi borrachera, la veo alli encima de mi, chiquitita, menudita, sentándose sobre mi verga, parece un sueño. Más adelante estando en esa posición le doy vuelta, sin sacarsela, ahora quedo yo arriba de ella, Reynita es facil de maniobrar debido a su pequeña talla. Ahora pongo sus pies en mis costados y la empiezo a coger con más determinación, mucho más fuerte, duro, busco por primera vez sus labios, al principio me huye, pero yo insistí y ahora siento como sus labios y lengua me responden.
Ahora yo busco mi satisfacción. Me muevo más rapido dentro de su cuquita, siento que estoy por terminar y creo que ella también quiere llegar a su tercero, siento sus uñitas arañarme los brazos, gime y gime, yo entro al momento cumbre, me salgo de ella y se lo echo sobre su vulvita. Los dos nos quedamos respirando como asmaticos. Me quedo un rato sobre ella desfallecido, mi verga se va reduciendo de tamaño sobre las sabanas.
Me quedé durmiendo con la cabeza sobre su vientre. Horas más tarde, veo las primeras luces del alba, uyy me duele la cabeza, veo el rostro de Reynita, es bella a su modo. Levanto las sabanas y puedo apreciar su lindo cuerpecito, el que hice mio solo unas horas antes. Luego quien abre los ojos es ella, me sonrié amablemente. No se la razón, pero mi verga estaba semirrecta ese amancer, en unos minutos yo tendrái que partir y talvez nunca más tenga otra oportunidad, asi que me pongo a su lado, la besé, ella me besó alli acostados, poco a poco me coloqué entre sus piernas, ella me dio facilidades, y en dos minutos mi verga volvió a penetrarla con suavidad, mi verga terminó de endurecerse dentro de su cuquita. Creo que los diez o quince minutos que estuvimos cogiendo esa mañana, fueron románticamente mejores que la hora de anoche. Finalmente entre quejidos, acabé entre sus nalgas. Luego ella se pone de pie y se coloca la bata y me dice, con mal castellano, que tiene que ayudar a su madre y sale de la habitación.
Como a la media hora llega Cayo a saludar, me pregunta como he pasado la noche, el temor y sentimiento de culpa aflora en mi, pienso que puede recriminarme algo, pero no es asi, me lleva desayunar y luego me despido de todos ellos. Nunca más se volvio a repetir esto, la muchacha se casó a menos del año y solo tenía 17, cosa que después averigüé. Averigüé también que “conocer” para los nativos de alli significa tener intimidad, sexo.
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