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Heterosexual, Incestos en Familia, Intercambios / Trios

La primera comunión de las Gemelas – PARTE 1

El padre Miguel cuenta la historia de Esteban es mi mejor amigo y esto ocurrió en 1997 cuando vivíamos en Tucson y Esteban era un padre viudo, los 3 descubrimos los placeres más oscuros con esas gemelas que parecían ángeles en 1997..

A veces el calor seco de Tucson me arrastra sin permiso de vuelta a ese verano. No al altar, ni a las bancas de la parroquia… sino a un pequeño patio lleno de guirnaldas, risas, y una melancolía dulce que flotaba entre vasos de ron y carcajadas de niñas.

Esteban (mi mejor amigo) tenía solo 26 años. Viudo. Padre de las gemelas más luminosas que he conocido en mi vida: Camila y Ana Sofía. Desde que Mariana murió, él se convirtió en todo para ellas. Su mundo entero, su refugio y su sonrisa.

Esteban y yo éramos amigos desde Chiquimula. De esos hermanos que uno elige. Nunca imaginé que sería yo quien celebraría la primera comunión de sus hijas y que esa misma tarde convertiríamos a esas dos pequeñas en mujeres en todo el sentido de la palabra. Verlo con ellas era ver a Dios en acción. No en grandes milagros, sino en los pequeños actos diarios: trenzar el cabello, calentar leche, inventar cuentos antes de dormir.

Camila y Ana Sofía venían a la parroquia como quien va al parque. Se subían a las bancas, me hacían preguntas sobre Dios y sobre su mamá.

—Padre Miguel —me dijo Camila un día, trepándose en mis piernas—, ¿usted también extraña a mi mami?— preguntó, mientras sin querer puso su pequeña y delicada mano sobre mi miembro.

—Todos los días, mi amor —le dije, con la garganta apretada—. Pero la veo en tus ojos y en los de tu hermana — le respondí, intentando acomodarme para que ella no sintiera lo duro que me estaba poniendo.

Esteban, que las observaba desde la puerta, no dijo nada. Solo me regaló esa media sonrisa que siempre decía más que cualquier palabra.

Pero algo dentro de mi se encendía cada vez que tenia a esas nenitas en mi piernas… Con cada movimiento que hacían, solo despertaban mis deseos carnales más oscuros. Esteban no sabía nada, pero mi erección debajo de mi sotana no lo podía disimular.

El día de la primera comunión, después de la ceremonia en la iglesia, celebramos en el patio de la casa de Esteban. No había muchos invitados. Solo nosotros cinco: Esteban, las niñas, Mauricio —nuestro otro mejor amigo, también chapín— y yo. No le hacían falta más. Esteban decoró con sus propias manos: luces colgadas entre los árboles, flores de papel, y una mesa llena de pan, frutas y pollo frito.

—Hoy celebro como hombre y como papá —dijo Esteban, alzando su vaso de ron—. Por Mariana, y por estas princesas que me sostienen cuando yo no puedo solo.

Le abracé con fuerza.

—Vos sos el hombre más valiente que conozco, Esteban.

—Nah —respondió él, riéndose—. Solo soy un papá que no quiere fallar.

El calor era pesado, seco. Esteban bebía con ese tipo de cansancio que viene del alma. Después de la tercera copa, se quedó dormido en una silla del patio, con la cabeza hacia atrás y el pecho brillando por el sudor. Yo lo tapé con una toalla mientras Mauricio jugaba con las niñas.

Camila y Ana Sofía, que no paraban quietas, agarraron la manguera del jardín y empezaron una guerra de agua. Mauricio se metió de lleno, como si fuera un niño más. Le lanzaban cubetazos y él fingía huir, tropezarse, caerse de espaldas.

—¡Tío Mauricio, pareces sopa! —gritó Camila entre risas.

—¡Una sopa de tío peludo! —añadió Ana Sofía.

Muerto de calor, Mauricio se quitó la camiseta mojada con un quejido exagerado. Las niñas se quedaron mirándolo un segundo… y estallaron en carcajadas.

—¡Tío Mauricio, sos un oso! —gritó Camila, señalando su abdomen lleno de vello.

—¡Un oso de panza! ¡Miren, tiene pelitos hasta en los hombros! —añadió Ana Sofía, doblada de la risa.

Mauricio levantó las manos como si se rindiera.

—¡Eso no es panza, señoritas, es poder adulto!

—¡Es selva tropical! —respondió Ana Sofía, corriendo con la manguera.

Yo me reía desde la sombra, cubriéndome con una toalla.

«Y eso que no me han visto los guevos» — dijo Mauricio, como si hablara con sus compás del trabajo.

Hey Mauricio! — intenté replicar yo.

—No se burlen de su tío —intervine—, que en los 80 eso era moda.

—¡Entonces vivió en la era de los osos peludos! —gritó Ana Sofía.

—Padre Miguel, ¿usted no tiene algo que confesar? —me preguntó Mauricio, acercándose teatralmente.

—¡Yo soy monje, no oso! —dije, levantando los brazos, y las niñas se soltaron en carcajadas.

Que yo recuerde, usted también es un oso padrecito, no lo vaya a negar ahora — dijo Mauricio, mientras se tomaba su 8va casi 9na cerveza de la tarde.

Usted también tiene los guevos peludos? — preguntó Ana Sofía con un genuino tono de interés.

Si Ana Sofia, los hombres adultos tenemos los testículos peludos — respondí con un tono algo incómodo.

«Testículo?, se llaman GUEVOS!» — interrumpió Mauricio, «Y a esta se le llama VERGA!» — agregó mientras se desabrochaba el pantalón y dejaba ver un miembro recto de 15cm de largo y 14cm de grosor, sin circuncidar, negro y ligeramente doblado hacia la izquierda.

Mauricio no! — intenté detenerlo, pero el alcohol de la cerveza le tenía la vista nublada.

Miré hacia donde dormía Esteban, confirmando si estaba viendo esto, pero parecía knockeado y seguía durmiendo.

«Podemos ver tu verga también, padre… Digo, Tío Miguel» — dijo Camila, con un tono de voz muy angelical.

Yo estaba al borde de la locura, mi sotana mojada y una ereccion debajo de ella que no podía esconder.

OK se las voy a mostrar, pero no le digan nada a su papá, entendido? — les dije,  mientras levantando mi sotana Y bajando mi pantalón dejé salir mi pene de 17cm de largo con 14cm de grosor, lleno de venas y pelos, con una cabeza rosada y en forma de hongo.

Wow es más grande que el de Papá! — Dijo Ana Sofía, sin quitar la vista de mi pene.

Ya han visto el de su papá? — pregunté intrigado…. Si en la noche cuando nos cuenta cuentos y nos da leche — respondió Ana Sofía.

No!, recuerda que es nuestro secreto y no le podemos decir a nadie — interrumpió Camila.

Mira nomás, el Esteban ya anda gozandoselas y no nos invita el muy cabron— exclamó Mauricio.

Y ahí estábamos… Dos adultos completamente desnudos, en el patio de la casa de nuestro mejor amigo, con sus hijas gemelas aún vestidas con sus trajecitos blancos y coronitas de Flores.

Vengase morenita Hermosa, vengase con su tío favorito — dijo Mauricio mientras tomaba a Camila de la manito y la cargaba, poniéndola directamente en su pecho de oso peludo.

Que más te ha enseñado tu papá a ver?, me muestras? — dijo Mauricio mirándola directamente a los ojos.

Yo sin poder más, tomo la manito de Ana Sofía y la acercó a mi…. Quieres probar mi leche? — le pregunto muy cautelosamente, — si tío, si quiero! — responde ella sin dudar.

Al ver hacia donde estaba Mauricio, ya había empezado a besar a Camila de una manera erótica, como quién besa a una novia, o a una esposa… Pero estas solo eran las nenitas de nuestro mejor amigo, de apenas 1.14mts de altura cada una.

Tomé mi miembro por la base de mis guevos y lo acerqué a la boquita rosada de Ana Sofia — sabes que hacer? — le pregunté — Si tío! — me respondió.

Sus manitos temblorosas agarraron mi miembro por el tronco y abriendo su boquita lentamente empezó a chuparme la cabeza de la verga….. No lo podía creer, cerré los ojos momentáneamente y al abrirlos era como ver a un angelito del cielo  mamandome la verga; ese trajecito blanco y esa coronita de flores le daban el toque indicado a mis más bajos instintos.

«A ver morrita, si yo estoy desnudo, tu también debes estarlo, no crees? — le dijo Mauricio a Camila, mientras la bajaba de sus brazos y la ponía frente a él.  Con su panza y verga peludas; y esa niña morenita muy linda viéndole la verga solo me daba más morbo mientras Ana Sofía seguía intentando meterse la cabeza de mi verga en su boquita.

Vamos bebe, abre grande, tu puedes — le decía yo, con un tono de voz que rayaba entre lo paternal y lo sucio — está muy grande tío — dijo ella mientras agarraba mi miembro con sus dos manitas y me miraba con esos ojitos chocolates tan angelicales.

Mauricio, esto no está bien — le dije, pero él solo me miró y dijo: Ya están grandecitas, si no somos nosotros entonces algún otro bato las va a desvirgar.

Vamos bebe! — dije con un tono un poco más demandante y tome la cabeza de Ana Sofía con mis manos y a la fuerza le metí la mitad de mi verga en su boca.

Ahh tío — esbozó con lágrimas en sus ojitos mientras le seguía metiendo la verga lo más profundo que podía.

Justo al lado, Mauricio con sus manos de mecánico tomó los panties rosados con dijutos de hello kitty DE Camila y se los bajó, sin quitarle la falda.

Acto seguido, solo ví como la cara de Mauricio desaparecía debajo de la faldita blanca de Camila, y ella solo cerraba los ojos e intentaba quitarlo, pero sin poder, ya yo imaginaba lo que estaba haciendo.

CONTINUARÁ…..

93 Lecturas/14 mayo, 2025/1 Comentario/por Yorg77
Etiquetas: amigo, amigos, culo, hermana, hermanos, leche, padre, parque
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1 comentario
  1. betoperez0101 Dice:
    15 mayo, 2025 en 3:48 am

    Pinches gemelitas putas, ya me imagino lo q las gozaron … ojalá podamos charlar un día , TG?

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