La puta de la prepa (comienzos)
Laura, de familia pobre, pierde el dinero de la cuota, ahora debe recuperarlo haciendo cierto favor..
Hola mi nombre es Laura, actualmente tengo 27 años, nací en el estado de Oaxaca y actualmente resido en el DF por motivos de trabajo, mido 1.75, soy de tez morena, pechos algo reducidos pero firmes, y un culito grande, bien paradito y firme que siempre se ha ganado más de una mirada lujuriosa. La historia que les voy a contar hoy sucedió hace ya varios años en mi natal Oaxaca, y es solo una de tantas experiencias que me tocó vivir en mi juventud, sin más dilación, comienzo con mi relato.
Nací y crecí en una comunidad relativamente alejada, donde el grado máximo de estudios era la prepa técnica, mi familia, de escasos recursos, poseía una pequeña parcela donde, mi padre y mis 2 hermanos, criaban ganado y cultivaban diversos vegetales que después vendían en el mercado local, mi madre era ama de casa y se pasaba el día en los diversos quehaceres del hogar, yo por aquel entonces tenia 15 años y estaba próxima a entrar a la preparatoria, hasta ese momento era una chica reservada y casta, que jamás se hubiera imaginado la tremenda puta en que se iba a convertir. Debido a la situación económica siempre destaqué en la escuela como “La pobre”, al no alcanzar para un bulto, guardaba mis libros en un costal con una cuerda a modo de asidera, mis faldas tenían innumerables parches y mis blusas se medio transparentaban a causa de su uso, los emotes y burlas de parte de mis compañeros eran algo habitual y ya estaba acostumbrada, al menos hasta ese día.
Mi madre me había dado 300 pesos para que pagara la cuota de la escuela, normalmente lo pagaba ella personalmente, pero ese día se encontraba en el mercado ayudando a mi padre y hermanos; toda la mañana me repitió lo mucho que debía cuidar ese dinero, pues para nosotros era bastante y no nos podíamos dar el lujo de perderlo. Metí el dinero dentro del costal y me fui a la escuela, llegué al salón, abrí mi costal para verificar que el dinero estuviera ahí, y entonces me percaté de un agujero al fondo; sentí que un hueco se me formaba en el pecho, busqué desesperadamente, pero nada, el dinero no estaba, seguramente se había salido por el agujero durante el trayecto a la escuela, mis ojos se empezaron a poner húmedos, me di cuenta que mis manos temblaban; más que el castigo en sí, sabia lo mucho que le había costado a mis padres reunirlo, y ahora yo lo había perdido, salí del salón y me dirigí a una parte de la escuela medio abandonada, donde la maleza era abundante, ahí, en total soledad, rompí a llorar, la impotencia y rabia me abrumaron, era mi culpa y yo debía solucionarlo. No pasaron ni 20 segundos cuando escuché el resquebrajar de las hojas secas, alguien se aproximaba, trate de secarme las lagrimas pero fue inútil, mi llanto no cesaba, los pasos se siguieron acercando hasta que, de entre los matorrales, salió un chico, era Mario, estaba en el mismo salón que yo y era conocido ya que su papá era el carnicero mas popular del pueblo, por lo que su familia era hasta cierto punto adinerada, traía un cigarro en la boca, se detuvo un momento a mirarme, aparentemente no escuchó mi llanto y estaba sorprendido de encontrarme ahí.
- Oye, tu eres Laura ¿verdad?, eres la morrita del salón que siempre llega con un costal por bulto, ¿Qué haces aquí? – Me miro de arriba a bajo y luego se me quedó viendo a la cara, percatándose de las lágrimas que recorrían mis mejillas y de mis irritados ojos – ¿Qué pasa? ¿Por qué estabas llorando?
- Es que – dije medio sollozando – perdí el dinero para pagar la cuota de la escuela.
- Ya veo, lo siento mucho – respondió con seriedad – dime ¿Cuánto era?
- Trecientos pe… – no pude terminar de decirlo, en ese momento mi voz tembló y sentí que rompería a llorar de nuevo.
- Tranquila – me dijo y me tomo por el hombro – llorando no vas a solucionar nada, si quieres puedo ayudarte a recuperar ese dinero – entonces sacó un pañuelo de su bolsa y me limpió las lágrimas, en ese momento sentí un ligero calor en mi pecho acompañado con un poco de alivio.
- ¿En serio? – le dije sin ocultar mi entusiasmo – ¿Y cómo? Debo pagar la cuota hoy y no tengo algo de valor que pueda vender.
- Si, mira, yo se como puedes ganar ese dinero fácilmente, pero depende de ti, dime ¿Qué estás dispuesta a hacer para recuperar ese dinero?
- Cualquier cosa – me apresuré a decir, mi tono debió sonar bastante desesperado porque enseguida Mario esbozo una leve sonrisa, me miró y dijo – Está bien, si le haces unos favores a unos compas y a mí, te podemos dar de a 100 pesos cada uno, entonces tendrías tu dinero completo, no te va a tomar ni 10 minutos ¿Qué dices?, solo recuerda, no te puedes echar para atrás una vez aceptes.
Me quedé pensando un momento, al principio creí que seria algo relacionado a las drogas, pues era bien sabido que Mario y sus amigos eran consumidores y distribuidores de varios tipos de sustancias, sin embargo, el dinero me urgía y no quería causarle problemas a mi familia, así que resignada acepté, después de todo Mario había dicho que sería algo rápido.
- Muy bien – dijo Mario – entonces espérame aquí, voy por los compas y regreso – al poco rato Mario regresó acompañado por sus 2 mejores amigos, Felipe y Pablo, ambos sonriendo ampliamente al verme.
- Miren chicos, aquí esta – les dijo Mario señalándome – esta es Laura, la putita de mi salón, por 100 pesos se deja hacer de todo.
Un escalofrió recorrió mi espalda, en ese momento entendí lo que Mario estaba haciendo, mi madre en algún momento me había hablado de las putas, como las llamaba despectivamente, mujeres que daban servicios sexuales a los hombres por dinero.
- Espera Mario, no me dijiste que haría esto – me apuré a decir, el me miró serio, luego con una sonrisa burlona me dijo – ¿Y qué pensabas? Necesitas dinero y como dijiste no tienes nada de valor, así que te ganaras ese dinero con esfuerzo, ahora, se una buena puta y gánate cada centavo.
No encontré palabras para responder, la idea no me agradaba en lo absoluto, pero sabia que necesitaba el dinero, además los amigos de Mario tenían sus 100 pesos en mano, no mentían, estaban dispuestos a pagarme por esto. Así que resignada, agaché la cabeza y les dije.
- Está bien, pueden hacer lo que quieran, pero al menos, denme el dinero primero.
Sin rechistar los tres me dieron su pago, eso me hizo sentir bastante aliviada pues al menos ese asunto lo había zanjado, pero ahora yo debía cumplir con mi parte.
- Bueno entonces ¿Qué quieren que haga? – les dije.
- Ya veo eres una puta con iniciativa, está bien, me gusta, que tal si te incas y nos das una buena mamada – Dijo Mario.
Sin decir nada me hinqué ante ellos que se habían puesto frente a mi cara, los tres se bajaron su pantalón, dejando salir sus erectos miembros me los plantaron junto al rostro, despedían un olor como a marisco y orina, sentí algo de asco y los observé por un momento.
- Que esperas puta, mámale – dijo Pablo meneando la cintura, tome su pene entre mis manos y comencé a moverlas de arriba abajo masturbándolo de forma torpe – Así no, con la boca – me dijo y acercó su miembro a mis labios – saqué la lengua y aguantándome el asco, comencé a lamer la punta, al principio sentí un sabor bastante desagradable, pero en seguida comencé a agarrarle el chiste y cuando me di cuenta ya tenia la cabeza metida en la boca, y con la lengua hacia movimientos circulares en la punta, la sensación de tener un pene en la boca era hasta agradable, el calor y las palpitaciones comenzaron a gustarme.
- Jajaja, la putita lo está gozando, órale mija que ya casi me vengo, métase todo de una vez – en ese momento Pablo tomo mi cabeza y comenzó a empujarla contra mi, insertando todo su miembro de golpe, traté de echarme para atrás pero este tenia bastante fuerza y fácilmente siguió me embistiendo empecé a sentir que venían arcadas y la respiración se me dificultaba, empezaron a escurrir lagrimas de mis ojos, esto pareció gustarle porque enseguida aumento el ritmo, sentía que ahogaba, varios hilos de saliva comenzaron a escurrir – uff que rico se siente mami, esta boca fue echa para tener un pene en su interior – dijo Pablo y continuo aumentando la velocidad, entonces hizo una larga y profunda embestida, sentí que casi tocaba la punta de mi esófago, se quedó así, entonces su pene palpitó mas fuerte que antes y abundantes chorros de algo caliente empezó a llenar mi boca hasta rebozarla, retiró su pene y me soltó la cabeza, caí al suelo jadeando y tratando de tomar aire de forma desesperada mientras chorros de saliva y pegajoso semen mesclado con mi baba me escurrían por la barbilla y resbalaban hasta mi blusa.
- Jajaja, mira como le escurren los mecos, tremenda puta, bien que lo gozó – dijo Pablo mientras se guardaba su, ahora flácida verga.
- Bien, ahora sigo yo – dijo Felipe, Pablo se hizo a un lado y Felipe ocupó su lugar, como pude me incorporé y me dispuse a hacer lo mismo. Entonces Felipe me detuvo y dijo – Espera, quítate la blusa y el brasier que quiero verte las tetas – Obedecí, me deshice de ambas y las asenté en una roca que había cerca para evitar que se ensuciaran más – Mira nomás, ya tiene bien paraditos los pezones, deberás que esta si es puta y no solo de oficio – dijo Felipe al tiempo que comenzaba a tocar mis senos, empezó masajeando el contorno con sus manos, después siguió apretando levemente mis pezones, yo disimulaba como podía, pues esto me había empezado a generar placer y temía dejar escapara algún gemido, empecé a sentir que algo viscoso escurría en mi entre pierna y antes que pudiera pasar a mayores, Felipe se detuvo, sentí un impulso de pedirle que continuara, o de hacerlo yo misma, pero como pude lo aguanté. Comencé a mamársela, ya le había agarrado el truco y mantuve un buen ritmo, pero en un momento dado Felipe sacó la verga de mi boca y dijo – abre la boca y mira hacia mí, quiero echarte los mecos por toda tu cara – tras unos segundos comenzó a venirse, sentí el chorro caliente resbalar por mi cara, un poco entro en mi boca y lo terminé tragando, tenia la cara y el cabello hechos un desastre entre saliva, semen y sudor.
- Bien, ahora solo falto yo – dijo Mario – Ponte de pie y levanta tu falta – dijo, con pena obedecí, me levante y subí mi falda dejando ver mis mojadas bragas, ese día llevaba unas bragas negras sencillas de algodón – Tal y como sospechaba, la putita lo gozó tanto que ya está bien mojadita, quítate las bragas y siéntate en aquella roca – Me dijo mientras señalaba a la piedra donde tenia mi blusa, obedecí, mientras la quitaba los hilos de liquido se deslizaban entre mis piernas, puse mis bragas junto al resto de ropa y luego me eché boca arriba sobre mis prendas – Abre las piernas, que quiero ver bien esa panochita – avergonzada lo hice – Pareces toda una perrita, como se ve que te encanta esto, mira como chorreas – se acercó a mí y comenzó a pasar sus dedos alrededor de mi entrada, en seguida un fuerte hormigueo comenzó a recorrerme el vientre y dejé escapar un leve gemido – ¿A la perrita le gusta que jueguen con ella? Pues ahorita lo vas a disfrutar más perrita – entonces comenzó a presionar e introdujo su dedo sin mucha dificultad sentí como un cosquilleo recorrió mis piernas, mi espalda se arqueó levemente y solté un gemido más fuerte que el anterior – Eso puta, disfruta como la puta que eres, tu cuerpo de perra solito responde a lo que le gusta – lento pero continuo Mario empezó a mover su dedo de adentro hacia fuera, mientras que con la otra mano estimulaba los bordes de mi vagina, sin darme cuenta comencé a gemir de nuevo, los otros 2 observaban y reían de la escena, eso solo consiguió excitarme aún más, Mario fue aumentando la velocidad, inconscientemente dirigí mis manos hacia mis tetas y comencé a jugar con mis pezones, apretándolos y tirando de ellos, nunca había experimentado un placer tan grande. Un momento despues sentí una descarga más fuerte que el resto, nació de mi vientre, recorrió mi espalda y escapó un en forma de un gemido que casi era un grito, entonces se detuvo y algo caliente bajó de mi estomago y empezó a salir por mi vagina en chorro.
- jajajaj que asco la perrita se está orinando, ¿Estas grabando esto verdad? – escuché decir a Mario, en ese momento no me di cuenta, pero tanto Felipe como Pablo traían el celular en la mano.
Me sentía inmensamente satisfecha, la orina dejó de salir y permanecí recostada en la roca, Mario se puso a mi lado y comenzó a masturbarse hasta que se corrió y dejó salir todo sobre mis tetas, después se acomodó el pantalón y dijo – Bueno putita, buen servicio has dado hoy, ahí te dejamos tu dinero, nosotros nos retiramos, los tres entre risas se fueron alejando, permanecí ahí unos 5 minutos más, sentía que las piernas me temblaban, la imagen no debía ser muy buena, con las tetas y vagina al aire, exhausta, con semen y sudor por todo el cuerpo, además del charquito de orina a mis pies, una mescla de emociones me invadió, vergüenza, odio, pero en el fondo, una parte de mi lo había disfrutado, más importante aún, tenía el dinero. Me acerqué a una llave de agua que había por ahí y me lavé un poco, me vestí y me dirigí a la dirección a pagar, ese día no asistí a ninguna clase, esperé a que tocaran el timbre y partí a mi casa, fue el comienzo de algo que se convertiría en una constante, pero eso será en otra ocasión.
Nota del autor: Este a sido mi primer relato, cualquier crítica al estilo, historia o estructura, no dudes en compartirla, me ayuda a mejorar como escritor, sin mas me despido por ahora.
triste y excitante ♥
Buen relato, lo mejor es que te recuerden como la puta de la escuela.