La puta de Marina
De como mi nueva «prima» se convirtió en mi amante a los 9 años, yo tenía 12.
Mis padres se separaron cuando yo tenía 9 años. Un año más tarde mi papá se volvió a casar, con una señora que tenía una familia muy grande. Por cosas que no vienen al caso contar, me fui a vivir con papá, su mujer y una nueva hermanita. Cuando estaba a punto de cumplir 12 años, una hermana de mi madrastra fue a quedarse a nuestra casa una temporada porque estaba buscando vivienda donde mudarse. Mi «tía» tenía varios hijos, entre ellos Marina. Ella era una niña robusta, no muy bonita, pero con un culo demasiado apetecible para una niña de su edad.
Vale acotar, que era gente de campo, con costumbres y tradiciones completamente diferentes a las que yo estaba acostumbrado. Como era vacaciones escolares, Marina, sus hermanos y otros niños de la familia, pasaban todo el día jugando en el patio, comiendo mangos y haciendo todo tipo de travesuras. Yo casi no jugaba con ellos y prefería hacer otras cosas.
Un día mi padre me dice que ya salga de la casa y vaya a jugar con los demás niños y yo a regañadientes fui. Ellos, como siempre estaban colgados de los arboles y corriendo por todos lados, sucios y sudorosos. Yo me acerque a recoger un mango, un poco apartado de los demás niños. estoy recostado a un tronco dispuesto a morder el mango, cuando de repente Marina se acerca a unos metros de mi, se baja su short y se agacha a orinar, sin importarle que los otros niños y yo la vieran. y ahí estaba ese culo y parte de sus labios vaginales frente a mi. Mi pene inmediatamente se erecto y me quedé con el mango en la boca, sin llegar a morderlo. Ella como si nada, se subió su ropa, se volteó hacia mi, me sonrió y salio corriendo a seguir jugando con sus hermanos, primos y amigos.
Desde ese día la imagen de su culo no salia de mi mente y yo salía con más frecuencia a jugar para ver si volvía a ver ese maravilloso culo. Un día estoy concentrado viendo a Marina cuando de repente su hermano mayor (de unos 19 años) me dijo, casi al oído:
-¿Ya te la cogiste?
-No, ¿cómo crees? -respondí asustado.
-Esa es puta, le gusta llevar güebo. Jajajaja, la encontré en un río con dos chicos, uno por delante y otro por detrás, jajajaja.
Se fue riendo y yo me quedé con ganas de probar a esa pequeña. Me puse a correr con ellos, jugando a que yo era un monstruo que se los iba a comer y aprovechaba cada momento de agarrar a Marina por detrás y recostarle mi pene semi erecto. En un momento que los otros estaban un poco separados de nosotros, le dije
-Vamos al baño
-¿A qué? – Me dijo.
-Ya vas a ver- le respondí.
Se fue conmigo al baño, y sin decir más nada me bajé el pantalón y mi pene saltó completamente parado. Ella me sonrió y sin decir una palabra lo agarro y empezó a masturbarlo suavemente, mientras yo trataba de bajarle el short. Ella lo terminó de bajar y yo inmediatamente puse mi pene en la entrada de su vagina, nos movíamos intentando que entrara, pero era difícil ya que yo era más alto que ella y estábamos de pie. Oímos un ruido y salimos rápidamente. Yo salí primero y me senté en una silla cerca del baño, ella salió con un dedo entre sus labios y una sonrisa picara y se paró a mi lado rosando su entrepierna en mi brazo. Le dije para intentarlo de nuevo, asintió con la cabeza y se fue directo al baño, yo verifiqué que no hubiera nadie cerca.
Cuando entré al baño, la encontré completamente desnuda y yo también me quité todo. Me acosté en el piso y le pedí que se subiera sobre mi. Se paró un momento mirando mi pene palpitante que apuntaba hacia el techo y lentamente fue bajando hasta poner su vagina cerquita de mi pene y con su mano lo dirigió hacia su entrada, cuando hubo entrado completamente, empezó a moverse, mientras mi pene entraba y salia, mis manos no se despegaban de sus carnosas y duras nalgas. Era increíble la forma de moverse y que de verdad mi pene entrara tan fácilmente, evidentemente sabia lo que estaba haciendo. Cambiamos de posición, ahora yo estaba arriba, Marina levantó su piernas y las sostuvo de sus tobillos dejándome ver completamente su raja y su rosado anito. Me provoco besar esa vagina y lo hice, no me importó que oliera a sudor y a orine, ella suspiraba pausadamente y con los ojos cerrado. Se la volví a meter y ella cruzó sus piernas en mi espalda mientras mi pene no dejaba de entrar y salir de su hermosa vagina, yo todavía no eyaculaba, pero sentía una «cosquillita» que me indicaba que había tenido un orgasmo. Cuando empecé a sentir la «cosquillita», Marina gemía mas duro que tuve que taparle la boca y esos gemidos me excitaron mucho más y apresuré mis embestidas hasta llegar al orgasmo juntos (creo).
Mientras nos vestíamos, le pregunté:
-¿Lo hacemos mañana?
-Si quieres, todos los días, me respondió
Que gran relato. Cuenta más historias de ella.
Estoy en eso, pronto cuento más