La que era mi mujer se molestó conmigo, al punto que se negó a tener sexo conmigo, por llamarle la atención a la puta de su hija.
Una chica llega bien borracha a su casa, el padrastro se aprovecha, pero al día siguiente la regaña por llegar borracha, la madre se molesta y se niega a tener sexo con él, por lo que el marido se busca a otra mujer..
Cuando aún vivía con la que ahora es mi exmujer, después de que ella se fue bien temprano a trabajar, su hija llegó bien borracha con una botella de ron en la mano, yo que estaba a punto de irme a mi negocio, por aquello de no fuera a ser que se diera un mal golpe, la ayudé a llegar a su cuarto.
De momento pensé en marcharme, pero al verla tratando de quitarse la ropa al mismo tiempo que se daba un trago de ron a pico de botella, decidí ayudarla.
Así que comencé a ir quitándole la ropa con calma, fue cuando me di cuenta de que de todo su coño había chorreado semen, por lo que entendí que mi hijastra si así se le puede decir a esa putita, había pasado una noche bastante activa.
La llevé a la ducha, y como pudo se aseó y bañó al tiempo que seguía bebiendo ron a pico de botella, botella que pensé quitarle, pero como se alteró un poco la deje que siguiera bebiendo.
Al salir ella de la ducha la ayudé a secar, y a medida que lo iba haciendo, la verdad es que me provocó darle por su parado culito, así que apenas la llevé a su cama y mientras ella seguía dándose tragos de ron, me la clavé sabrosamente por el culo.
Fui viendo y sintiendo como la cabeza de mi verga se fue abriendo paso entre sus nalgas, mientras que ella seguía bebiendo como si fuera la cosa más natural del mundo.
Mi hijastra estaba tan y tan borracha, que ni tan siquiera se quejó, y a los pocos minutos se debió quedar dormida, por la gran borrachera que cargaba.
Mientras que yo disfruté al máximo su apretado culito, y luego para finalizar la puse a mamar mi verga bañada en ron.
Después de eso me lavé, y me fui a mi negocio, pero al regresar a la noche a casa, justo después de que mi mujer hubiera llegado, me preguntó por su hija, al tiempo que ella abría la puerta de su cuarto, encontrándola aun durmiendo, completamente desnuda en la cama con su culo al aire, y llena de leche por toda la cara.
Yo no dije nada, y mi mujer se alteró sacó a su hija de la cama, y a golpes de chancleta la obligó a bañarse, mientras la regañaba diciéndole puta.
Yo intervine para evitar que alguna de las dos se diera un mal golpe, mi mujer se calmó, la ayudé a llevar a mi hijastra a la cama, y al día siguiente cuando se levantó lo único que dijo es que ni idea tenía como había llegado a la casa.
Y aunque suene risible, cuando yo la reprendí no tan solo por haber llegado al día siguiente, sino que bien borracha la que para ese tiempo era mi mujer se molestó conmigo, y todo porque al llamarle la atención a su hija.
Para colmo de males llegó su madre la que sería mi suegra, y se metió, por lo que la mandé a callar, la señora se ofendió, y mi mujer me castigó.
Ella, se negó a que mantuviéramos relaciones sexuales, hasta que yo me disculpase con su madre.
Cosa que, de yo entender, que ella tuviera la razón, así lo haría, como lo llegué reconocer en otras ocasione.
Pero con relación a la manera en que llegó mi hijastra no transé, ya mi mujer, me tenía par de semanas con eso del castigo, de no querer dejarme que se lo metiera, cuando a mi negocio llegó una clienta que nada más de verla me llamó la atención, en otras circunstancias quizás ni me hubiera fijado en ella.
No era nada del otro mundo, es más algo delgada, si la comparaba con la que era mi esposa para esos momentos, de tetas y culo poco llamativos, por no decir pequeños.
De abundante y larga cabellera negra, algo narizona, de piel más que blanca, pálida, en fin, definitivamente toda una chica gótica, no era una Miss Universo, pero tenía y aún tiene lo que yo llamó, una rara belleza, por lo menos para mí.
Pero aparte, de las pocas caderas que tiene, la sabe mover muy bien, al caminar, su risa tan especial, me cautivo.
Digo el sonido de su risa, ya que de paso es bien dientuda, desde que comencé atenderla, rápidamente simpatizamos.
Al siguiente día cuando se volvió a presentar a mi negocio, lo hizo vistiendo de manera extremadamente conservadora, un oscuro y largo vestido, que a mí se me antojó que la hacía ver mucho más sexi y llamativa.
Yo nada más de verla, me quedé impresionado, no sé cómo me atreví, a invitarla para que viera los últimos de los modelos, que me habían llegado.
Así que, tras cerrar la puerta del local, algo nos sucedió a los dos que desde ese mismo instante comenzamos a besarnos, a medida que la conducía dentro del almacén.
Hasta que ya no estuvimos a la vista de las personas que transitaban por la calle en esos momentos, el deseo que yo sentía por ella era tan grande, que poco me importó si alguien nos hubiera llegado a ver, así que, entre los besos y caricias, en cosa de segundos, le fui bajando la cremallera de su vestido, hasta que la desnudé del todo.
Mientras que ella apenas y me había soltado el pantalón, tal y como se encontraba la senté sobre un viejo escritorio que tengo en el almacén, y como hipnotizado, prácticamente le arranqué su ropa íntima.
Tras lo cual separé sus piernas, y en cosa de segundos, ya tenía toda mi cara y mi boca, dentro de su coño.
Mientras que ella luchaba por terminar de quitarme la camisa, yo seguí lamiendo y chupando de manera desespera, toda su vulva, sus labios vaginales, así como su rosado clítoris, ella movía con fuerza sus caderas restregando todo su coño contra mi rostro, sabrosamente. Hasta que sentí de momento, como al tiempo que de su sabroso coño brotó un fuerte chorro, ella manteniendo mi boca pegada a su coño alcanzaba un trepidante y fuerte orgasmo.
En esos momentos no tan solo me empapo, todo mi rostro, sino que también gran parte de mi ropa.
Mi amante se quedó completamente espatarrada recostada sobre el escritorio, mientras que dentro de mí ardía el deseo de clavármela sin misericordia alguna.
Así que después de terminar de quitarme toda mi ropa, la tomé por sus pequeñas caderas, acerqué más su cuerpo al mío y procedí a enterrarle toda mi verga dentro de su mojado y caliente coño.
A diferencia que, con mi esposa, a medida que se lo iba metiendo, comenzó a pedir que le diera más y más, diciéndome lo sabrosa que era mi verga, en fin, entre sus palabras y la manera tan sabrosa en que su coño agarró mi verga, me sentí en la gloria.
Su manera de moverse, me llenaba de tanta excitación, que la verdad es que tuve que hacer un gran esfuerzo por no venirme como un pendejo.
A medida que yo continuaba metiendo y sacando mi verga de su sabroso coño, me dejó ver de manera bien clara que ella se lo estaba disfrutando todo, sin falsos pudores.
En cierto momento nos dio por ponernos ociosos, y nos dedicamos a cambiar de posición en varias ocasiones, hasta que tanto ella como yo alcanzamos un tremendo clímax, quedando abrazado y prácticamente acostado, sobre su delgado saco de huesos, sobre el viejo escritorio.
Después de un rato, se levantó, y caminando de manera bien seductora, entró al baño, donde se debió haber aseado, para finalmente una media hora después de vestirnos, se despidió de mí, con una hermosa sonrisa y se marchó.
Así estuvimos, teniendo relaciones por lo menos una vez a la semana, durante varios meses, los mismos que mi mujer aun me mantenía castigado.
Mi mujer en una ocasión la llegó a ver antes de que nos divorciáramos, y lo único que se le ocurrió decir, fue. “Pobre chica, es tan fea y tan fea que de seguro aún debe ser niña todavía.”
Yo no le dije nada, desde luego, pero ante su terca decisión de cerrarme las piernas, hasta que no me disculpase con su madre, pedí el divorcio.
Hoy en día su hija ya tiene un crio, a y mi exsuegra, bien gracias, según me comentó mi hijastra, la vieja se la pasa constantemente recordándole todos los días a mi ex–mujer, lo buen marido que yo era.
De más está decir que, aunque mi pareja no es de una belleza común, en la cama hay cosas que ella hace, que yo mismo no pensaba que se pudieran hacer.
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