La relación de Alex y Bea.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ellos dos eran vecinos desde el mismo nacimiento de Bea, cuando Alex tenía 8 años. De siempre se han llevado bien, al ritmo de los padres de ambos, quienes eran muy buenos amigos. Salían a tomar algo ambas familias a algún restaurante, iban al parque, a la piscina, y en definitiva, era una relación de amistad bastante buena, y claro, los hijos lo asimilaron de igual manera. Alex de siempre ha sentido curiosidad de su vecina recién aparecida en este planeta, pues al haber sido hijo único, la idea de tener a alguien que funcionase de hermana pequeña era algo que daba bastante ilusión. El tiempo ha ido pasando, la amistad había sido formada desde sus cimientos, con aventuras, con tensiones, con alegrías y tristezas. A medida que iba pasando, Alex se daba cuenta que empezaba a mirar a Bea de una forma un poco más.. ya no tanto como una niña, sino como una mujer, aunque tanto su cuerpo menudo y su forma de ser infantil e inocente la hiciese parecer más como lo primero. Sí, quizás lo que Alex sintiese es lo conocido como amor.
Ambas familias decidieron ir a una casa de campo, que tenía la familia de Bea, aprovechando unos días de fiesta. Era una casita de madera, aunque de "casita" no tenía nada pues era bastante grande, cerca de un lago, aislada del mundo exterior, un lugar idoneo para desconectar, justamente lo que buscaban ambas familias. A lo que esto, Bea dijo a Alex de ir a explorar un poco al rededor del bosque que anillaban a la casa, a lo que Alex asintió con ilusión, pues nada le hacía más ilusión que jugar a solas con Bea. Siempre es divertido. Bea es una chica super feliz, super alegre, siempre riendo, y eso hacía a Alex olvidar cualquier preocupación de estudios y cualquier estrés que le inundara.
Bea y Alex se despidieron de sus padres, y salieron de la casa, en un juego de pilla – pilla. Bea vestía un vestido blanco de tirantes, que dejaba lucir sus hombros y brazos, de largo hasta sus rodillas, y Alex vestía una camiseta amarilla de manga corta, y unos pantalones vaqueros cortos.
Bea tenía intención de llevar a Alex un bonito parque hecho de piedra blanca, muy bonito, nuevo, que habían construido recientemente, y no habían visto antes. Estuvieron paseando en el, jugando a pillarse, observando las bonitas esculturas que tenia, que aunque pequeñas, eran graciosas.
Tras jugar mucho, y recorrerse el parque de lado a lado, nos dirigimos a una pequeña parte del bosque que había al lado. Eran arboles pequeños, de grueso tronco, y digamos, que hacia espeso el bosque, de forma tal que no veías lo que había a 3 metros de ti. Alex se emocionaba, su mente trabajaba, y le decía que aprovechara esa situación para declararse, y acercarse a ella con propósito de más que amigos, y estando donde estaban, que era bastante solitario, tendrían intimidad para muchas cosas. Alex y su mente que se iba ensuciando con ciertas ideas. Ambos estuvieron jugando un poco a las casitas, a los ninjas, descansando tirados en la hierba.. un día de juegos y diversión bastante agradable y desahogante, pero Alex seguía dándole vueltas a su cabeza, mientras que se pasaban los minutos, y se hacía tarde. Bea se levantó:
-Alex, se hace tarde, creo que deberíamos ir volviendo a casa.
Esto a Alex le decepcionó mucho, porque mientras pensaba como declararse, se le acabó el tiempo. Pero no fue suficiente para detenerle. Bajo un impulso, Alex se abrazó a Bea por la espalda de esta, lo que dejó un silencio en el ambiente.
-¿Qué haces, Alex?- preguntó Bea
-Lo siento, Bea, no podía aguantar más, pero.. yo.. te.. te a.. – las palabras se le atrancaban a Alex – ¡te amo!, yo realmente te amo, me has gustado desde hace un tiempo, pero no me atrevía a destruir nuestra amistad.. aun así, tenía que soltarlo.. te amo, Bea
A Bea esto le pilló de sopetón, no se lo esperaba en absoluto. Mientras se le humedecían los ojos a Bea, contestó:
-I.. idiota.. ¿por qué no lo has dicho antes? yo.. siento lo mismo.. desde hace mucho.. esperaba a que me lo dijeras.. por eso dije de venir aquí.. por eso hice tantísimas cosas donde nos quedásemos solos.. idiota..
Alex imitó de alguna manera a Bea, humedeciendo también sus ojos con lágrimas. Alex acercó su cara a la de Bea por un lado de ella, quien respondió girando la cabeza hacia él, y lentamente, fundiendo sus labios en uno, con un suave y duradero beso. Alex no se lo podía creer, realmente la estaba besando.. a quien veía casi como una hermana. Sus piernas temblaban, quizás de miedo, pero era feliz, y seguramente, según las palabras de Bea, ella más aun. El beso se volvió cada vez más desenfrenado y agresivo, dentro de la diferencia de tamaño de ambos. Bea giró todo su cuerpo, quedando de frente a el, y siguió su beso, sin despegarse ni un momento de Alex. Él se echó hacia atrás, con ella, quedando Bea encima del chico, sin desunir sus labios y su saliva. El beso que apenas rozaba sus labios se transformó en un beso con lengua. Alex bajaba sus manos por la espalda de Bea, dirección su trasero, el cual agarró con ansias, apretando, dando un masaje en sus nalgas. Deslizó sus manos un poco más abajo, lo suficiente para meterlas bajo el vestido, y tocar el culito de Bea sobre sus suaves bragas. Alex escuchaba como la chica que encima tenía emitía sonidos de gusto mientras se besaban, se dejaban la boca de mover los labios, pero necesitaban desahogar. Mientras, Bea recibía una metida de mano bajo su vestido, y la cadera del mismo chico que abajo se encontraba, chocando su cadera contra ella, notandosele un bulto entre sus pantalones.
Bea era una niña, y apenas sabía lo que era follar. Se le hacía notar en su tosca forma de besar, que poco a poco iba aprendiendo. Alex introdujo su mano bajo sus bragas, y decidió tocar su culo piel con piel. Pero no se conformó con eso. Alex bajo más la mano, hacia la entrepierna de ella, dando con la entrada de su vagina, su raja. A Bea no se la notaba tensa, aun cuando estaban haciendo todo aquello. La entrada de Bea estaba muy húmeda, y con el tocar de Alex, aquello parecía una fuente. El chico decidió cambiar un poco, empezando a besar su cuello, sus hombros, y a deslizar los tirantes del vestido blanco de Bea, quien permanecía dejada. Cuando Alex se notó bien duro entre sus piernas, y a Bea bien húmeda, decidió dejar de contenerse, y hacerlo allí mismo. El placer y la temperatura que había en aquel lugar era demasiado como para poder mantener la calma, y detenerse. Alex dio la vuelta a Bea, y la sentó en la hierba, mientras él se bajaba los pantalones y los boxers.
-¿Vamos a.. bueno.. a eso..?- Preguntó Bea, quien estaba algo asustada, pero curiosa.
-Si.. ¿No quieres? si lo prefieres.. me intentaré calmar
-No, por favor.. quiero saber como es eso.. no se del tema.. pero ¿me enseñaras..?
-Si.. tu ve quitándote las.. bragas.
La mirada, con esos ojos preciosos que Alex veía en la cara de Bea le podían. Alex se sentó en la hierba, desnudo a excepción de su camiseta, y sentó a Bea sobre su pene erecto y húmedo, quedando ella de espaldas, cuando ella se quitó la ropa interior, quedando solo con el vestido blanco. El morbo que le producía a Alex era indescriptible.
-Tu relájate Bea. Puede que esto te haga algo de daño, pero lo haré despacio, para que lo puedas aguantar, dime si no puedes, ¿vale?
-Si..
Alex cogía con sus dedos su pene, que estaba en frente de la entrada de Bea, que se encontraba con las piernas abiertas. Lo colocó en dirección de la entrada de Bea, y poco a poco, la fue introduciendo, lentamente. Como bien se dijo, la raja de Bea estaba gratamente húmeda, al igual que el pene de Alex, asi que la penetración resultó sencilla y apenas sin dolor, pero sintiendo cada centímetro de piel del otro. Alex fue metiendola más y más, con nervios, pero con emoción. El pene de alex era grande, pero sin pasarse, unos 17 cm, y eso tenía que tener cuidado dentro de la vagina de una niña de 10 años virgen. Bea, sin quererlo, dio un pequeño empujón hacia abajo, provocando que el pene de Alex se introdujese de golpetón hasta la mitad de este, y causando a su vez un pequeño sangrado y un gritito de Bea.
-¡Aaaah!
-¡Bea!, te has soltado hacia abajo, y entró mucho de una vez.. ¿estás bien?
-Si.. si.. duele un poco.. pero estoy bien.. me gusta.. la sensación..
La verdad es que Alex estaba a su favor. A él también le gustaba esa sensación. Al ver que no pasaba nada, empezó a moverse de arriba a bajo. De forma básica, estaba follandose a Bea. Lentamente, fue acelerando, acompañado de los gritos y gemidos cada vez más audibles de Bea y Alex. Alex se cogió, bajo su vestido, a lo que serían próximamente las tetas de Bea, que ahora se asemejaban más a una tabla blandita. Al chico le encantaba esa sensación, aun cuando apenas había donde agarrar, el notar ese cuerpecito pequeño y aun por hacerse, le ponía más, acelerando su movimiento, y los gemidos ahora casi desahogados de Bea.
En plena naturaleza, aislados, follando, era un momento épico para ambos, algo que nunca se hubiesen imaginado ninguno de los dos. El sexo que tenían ahora era más parecido a sexo duro, pues Alex acabó penetrando del todo a Bea, quien no podía evitar de nuevo más lágrimas, tanto de dolor, como de placer. Era muy intenso. La espada de Bea se arqueaba, su cuerpecito recibía el mayor placer que puede recibir. Alex llegaba a su momento final, notaba que su semen estaba por salir, quería salir disparado directo a fecundar un óvulo. Claro, en una niña que aun no había tenido su primer periodo, eso era imposible, pero los espermatozoides no entienden de eso, siguen su instinto. Alex se lo advertió a Bea, que para que lo entendiese, iba a terminar, y a soltar leche de su pene ya. No recibió respuesta, porque Bea tenía tal placer en su cuerpo, que se podría decir que no veía ni escuchaba, un orgasmo se apoderó de ella, él, y alguno que otro de antes, la sumieron en la más intensa lujuria que una niña de 10 años puede experimentar, dándole por saco al dolor. Alex, al notar que no había respuesta, decidió seguir, hasta que notó que el desborde era inevitable, y acabó corriéndose dentro de ella, total, no había posibilidad de embarazo, y el placer sería total. Al hacerlo, apoyó su frente en el hombro de Bea, y esta, a su vez, echó su peso hacia atrás, en el pecho de Alex, necesitaban descansar, y en especial Bea, que fue quien más sometió a su cuerpo a esa tensión.
Alex se tumbó en la hierba, con ella encima, aun con el pene dentro de su interior, que al quedar flácido, iba saliendo, con algunas gotas de semen y sangre. Habían perdido la virginidad. Alex era virgen. Cuando descansaron aproximadamente una hora, se vistieron, y fueron de camino a casa. Las energías con las que habían venido era totalmente diferentes a las de ahora, que presentaban aun un cansancio totalmente palpable, pero no les impedían ir tomados de las manos, con los dedos entrecruzados con el otro. A la familia de ambos no se les ocurrió otra cosa como que había jugado todo el día y ahora estaban agotados. Sí, habían jugado, y bastante.
La amistad de ellos no decayó, ellos siguieron siendo tan amigos como siempre, aunque en secreto tuviesen un noviazgo, y más sexo de vez en cuando, probando muchas cosas, y lo más importante, felices.
Aquí termina este relato que he improvisado en estos momentos. Espero que sea publicado, les guste, y comenten positivamente a ser posible. Nos vemos amig@s.
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