La Sobrina Mora De Mi Jefe & Familia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por JJ43.
Yo trabajaba en una empresa de comercialización de electrodomésticos en la que había un jefe de personal que era un cabrón y andábamos muy tirantes en la relación. Quizás yo abusaba un poco, porque era, de los administrativos, el más antiguo y era el auditor interno de la empresa, a pesar de que era un pendejo de 22 años, que estaba noviando con una chica, con la que después me casaría.
El jefe de personal había traído a trabajar como ayudante de la administración a su sobrina Mónica, de 19 años, una morenita de muy buen cuerpo y mirada penetrante. Yo le puse de mote “la turca”.
Cada vez que venía a traerme algún documento o venía a colaborar conmigo, que estaba poco por la oficina, le decía que le iba a morder, y ella se reía. Un día fui al cine con la secretaría del Presidente, Nelly de 35 años, fea, ya que siempre le hacía bromas de que la iba a invitar al cine, hasta que un día, delante de todos, me dice “mañana vamos ver Como Casi Se Perdió El Oeste”; no pude más que decir que sí. Fuimos al cine, luego a comer pizza y luego a caminar; a pesar de que se me servía en bandeja, no me animé a llevarla a la cama; quizás por la diferencia de edad o vaya a saber qué. El lunes, en la oficina, Mónica viene a trabajar conmigo y me dice “Nelly no te quita la vista de encima; la habrán pasado bien el sábado”. Yo no dije nada, pero al salir, nos fuimos caminando juntos y le pregunté que había querido decirme, a lo que me respondió que, eso, que la habríamos pasado bien. Subimos al bus, nos sentamos y comencé a franelearle un poco su pierna con la mía, me miraba y me sonreía, mientras hablábamos de trabajo. Le dije que la semana siguiente me iba que tener que acompañar a una sucursal, porque teníamos que hacer un trabajo un poco largo y yo solo no lo terminaría en el día.
Al día siguiente, al salir, me preguntó adonde iba y le dije que pasaría por la sucursal L, pero en 5 minutos salía y, si ella estaba libre podíamos tomar un café. Acepto y allá fuimos. Al salir de la sucursal, fuimos a un café un poco escondido, pero a 2 calles de la casa de mi novia. Me contó que bailaba danzas orientales, porque ella era hija de una libanesa, que vivía en casa de la hermana de su madre. Entonces le dije que me tenía que hacer un baile para mí; acepto, pagué y nos fuimos a un hotel por horas que estaba a 100 m. de allí. Al principio no quería entrar, pero, después, acepto. Una vez dentro, yo me quedé en calzoncillos y ella fue al baño a preparase. Salió y casi me infarto. La turca era espectacular. Comenzó a contonearse de un manera impresionante, se fue sacando el corpiño, tapándose las hermosas tetas con sus brazos, se metió en el baño y, desde dentro, me tiró las bragas. La esperé un rato, y cuando vino se acostó a mi lado y la comencé a acariciar, pero sin que me dejara tocarle la concha y el culo; solo las tetas; después de un rato, se las empecé a chupar; ¡¡que gustito!!. Después de largo rato, intenté cogérmela, pero empezó a gritar en árabe; me cagué todo. Decidí dejarlo. Hasta el día que trabajaríamos juntos en la sucursal, no nos volveríamos a ver.
A la semana siguiente, nos encontramos en la mañana en la sucursal C, tal como habíamos quedado. Estábamos trabajando en la trastienda y cada vez que pasaba a su lado le hacía una caricia, a la que ella respondía con una sonrisa. Por la tarde, al finalizar la tarea, nos tomamos el tren y nos fuimos. Como yo iba a estudiar a la facultad, le dije que la acompañaba, ya que sabía que vivía por esa zona, aunque no el lugar exacto. Al pasar por la puerta de un hotel por horas, le pregunté si entrabamos y me dijo que no porque la estaba esperando su tía. Fuimos hasta su casa y me invitó a subir, así conocía a su tía.
Al entrar, dijo que venía con un compañero, y su tía salió corriendo para el dormitorio, ya que estaba en bragas y corpiño. Volvió ya vestida. Era una mujer de unos 45/50 años, muy bonita de cara, aunque parecía un poco gordita. Me invitaron a cenar, cenamos y luego la señora me dijo que le esperara, que ella iba a trabajar a dos calles de mi facultad. Se vistió como para una fiesta, fuimos caminando y al llegar a la facultad, me despido de ella y me dice que si salgo antes de la 01:30, que pase por el cabaret Horizonte y pregunte por Muserá, así veo su último pase que es a la 01:40.
Me fui a estudiar, pero estaba un poco confundido con lo que me había dicho la tía de Mónica. El tiempo pasó y a eso de la 01:15 me fui para el cabaret, distante a dos calles. Al llegar, le dije al vigilante de la puerta que venía a ver a Muserá; me dejó entrar y me indicó que en la barra avisara que venía a verla. Eso hice y me sirvieron un whisky, por cuenta de la casa. El espectáculo de Muserá era una danza árabe en el que se iba quitando los velos, luego el corpiño y finalmente las bragas, aunque tenía un pequeño triangulito que le tapaba la concha. Cuando terminó fue muy aplaudida y al irse me hizo una seña como para que fuera al camarín; averigüe por donde era y allá fui. Golpeé la puerta y Muserá me abrió escondida tras la puerta. Me hizo sentar y comenzamos a charlar, me preguntó si me había gustado el espectáculo, a lo que respondí que era muy bueno y ella lo hacía excelentemente, además de que tenía un cuerpo escultural, ideal para eso. Me preguntó si conocía a su marido Melcíades, a lo que le respondí, que era el Jefe De Personal de la empresa donde trabajábamos Mónica y yo. También me preguntó si yo andaba tras de Mónica, a lo que respondí que no, pero que ganas no me faltaban. También si me gustaban las mujeres y si era muy mujeriego, a lo que respondí que sí y que me gustaría ser mujeriego pero que las mujeres eran muy reticentes a tener relaciones pasajeras o de corto plazo. Mientras hablábamos, se desnudó totalmente, se metió en la ducha y salió como su madre la trajo al mundo, y me dice “sos muy mirón, eh …” y le dije que no tenía muchas oportunidades de apreciar un cuerpo como ese, espectacular, maduro y, aparentemente, sedoso, y que se me caía la baba. Se comenzó a vestir y una vez que terminó, salimos y le dije que si quería caminar la acompañaría hasta su casa, ya que el bus lo tomaba en la esquina. Acepto y a las dos calles, al pasar delante del Hotel Harry (por horas), me dice “el sábado Melcíades se va a cazar, querés que vengamos?”, pregunté “a donde?”, “al Hotel, o crees que no noto que tenés ganas de cogerme”, “bueno el viernes hablamos”. Atónito por la propuesta, seguimos caminando y me comentó que su marido era medio frígido y se la cogía una vez al mes o, quizás, menos, y que ella era una mujer muy caliente, pero no una puta. En la puerta de su casa, me dió un chupón que me hizo tambalear. Me fui hecho una mierda.
En la oficina, cada vez que Mónica, pasaba a mi lado, si nadie miraba, le tocaba la pierna, el culo o lo que pudiera. El jueves, salimos de la ofi y le dije que la acercaría, ya que había llevado mi humilde Fiat 800. Aceptó y la llevé y al pasar por un Hotel por horas, con garaje, entré, y la convencí para que me volviera a hacer un baile y un strip tease, como el del otro día, pero disfrutando y gozando como perros al final. Primero se negaba, porque me decía que quería desvirgarla, pero después de que le dije que no la desvirgaría, acepto. Bajamos, me bailó la danza y después el strip tease fue muy erótico y bueno. Después, a la cama. La turca tenía un cuerpo muy bonito, quizá un poco gordita, pero con buenas tetas y un muy buen culo. Ella muy pendeja y yo no quería que se me arruinara el estofado con ella y su tía. Además, no podía perderme el cogerme a la mujer de mi jefe.
Mónica me acariciaba el pecho, la espalda y yo le chupaba sus tetas y le hacía unas caricias eléctricas con mis dedos en su espalda, en el pecho, los pezones y alrededor de la concha. Como había prometido no desvirgarla, quería ponerla tan caliente que se desvirgara sola. Seguí con mis caricias y el calor iba subiendo; logré que se pusiera de costado enfrentada a mí y aproveché para ponerle el arma en la Y pelviana y comenzar a empujar y retirar. Esta la fue calentando más y más. Entonces, le dije que como le había prometido, no la desvirgaría, pero me tenía que dar algo más a cambio, por ejemplo mamarme la pija, que le iba a gustar mucho y jugar con el culito. La turca dijo que la mamada sí, pero la cola nó. Yo acepté y comenzó la chupada; parecía una profesional; la puse para un 69 y comencé a lamerle la concha, lo que caldeo más el espíritu de la turca. Me pidió descansar un rato y accedí. Tumbados en la cama le saqué el tema de su tía y le dije que había ido a verla bailar y me había encantado; también, que bailaba mejor que ella y que tendría que practicar mucho frente a mí, para igualarla a ella. Se echó a reír. Le pregunté si su tío Melcíades se la cogía a menudo a su tía y me dijo que no lo sabía, pero que ella parecía no tener hambre sexual. Le pregunté si le gustaría que en esa cama, con nosotros, estuviese su tía, diciendome que su tía no sabía que se acostaba conmigo.
Después de un rato, me puse de frente a ella y volví con mis caricias electrizantes y ella comenzó a darme muchos besos de lengua. Su calentura aumentaba y yo aproveché para ponerle mi arma de combate, totalmente dura y erguida, en la Y pelviana; cuando lo notó, apretó un poco las piernas, para evitar que lo hiciera, a lo que le dije que ponerla allí no le quitaría el virgo y le daría mucho placer, que era lo que ella quería, pero se seguía oponiendo. Entonces, comencé a acariciarle el culo por la raja y jugar con su ano. Parecía que le gustaba, porque se movía mucho; no tenía ninguna crema para ponerle para jugar a meterle el dedito en el culo para ir haciendo camino, pero con saliva iba supliendo la falta. Conseguí ponerle la punta del meñique, pero se revolvió mucho y se lo sacó; me cabreó un poco, me incorporé y le ordené “chupá” y ella se metió la pija en la boca. Me volví a echar y le dije que volviéramos al 69, que lo iba a disfrutar. Nos ubicamos y ella volvió a chupármela divinamente, mientras yo le mordisqueaba el clítoris y le masajeaba el ano, haciéndola sentir más caliente cada vez. Le volví a preguntar porque no me dejaba penetrarla, para que el amor fuera total y me prometió que la próxima me dejaría el culito, y, si no le hacía daño, la siguiente, que le quitara el virgo. Sin decirle nada, fui aguantando la acabada y luego deje salir la leche; la primera la sorprendió y se la tragó, pero después seguí acabando en sus manos. Nos duchamos y la llevé hasta su casa. Antes de bajar, le pedí el teléfono de su tía ya que me había invitado para el nuevo espectáculo. Lo anoté y me fui. Al día siguiente la llamé y quedé con ella para el sábado, ya que “el negro (su marido)” se iba a cazar. Esa misma tarde, pasé por el Hotel Harry y hablé con el dueño, con quién jugábamos al truco en el bar de al lado, para reservar una habitación para el sábado a las 02:45 / 03:00 y me autorizó a que pudiera ir con dos mujeres, si quería (¡ grandes los amigos !). Al día siguiente, a la hora de comer, estábamos en la oficina Mónica y yo solos; me la llevé al archivo para que me hiciera una mamada, pero cuando estábamos en lo mejor, oí ruidos en la entrada; ella salió rápido y yo me quedé en el archivo unos minutos y salí con unos papeles en la mano. Cuando volví a mi escritorio, llamé a Muserá y le pregunté como era su sobrina con el sexo, me preguntó porque, y le comenté, muy sucintamente, que la había apretado un par de veces y parecía gustarle pero estaba aterrorizada con perder el virgo. Y pregunté otra vez, “querés que la llevemos al Hotel el sábado ?”, y me dijo que eso no se podía, a lo que le dije que el dueño del Harry es amigo mío y ya teníamos la habitación reservada, por si había “over booking” y que podría ir con dos hermosas. Le pedí que lo comentara y la convenciera.
El viernes, Mónica y yo, en lugar de ir a comer, nos fuimos al bar a tomar café, porque ella me lo pidió. Se puso un poco furiosa porque le había comentado nuestras andanzas a su tía. También me dijo que su tía le había dicho que no debía tener miedo, que lo de perder la virginidad era algo natural y que, si ella quería, la ayudaría a que la pasara bien en lugar de que fuera traumático. Entonces, la invité a que viniera conmigo a ver el debut del nuevo espectáculo de su tía, al que me había invitado Acepto; entonces la invité a ir al cine, para después ir al Horizonte a ver el espectáculo.
El sábado a las 21:30, la fui a buscar a su casa y su tía me hizo subir. Mónica estaba terminando de vestirse y su tía estaba con un salto de cama. Me recibió con un beso en los labios, me tocó el paquete y me dijo “prepará la artillería que esta noche tenés el festival de tu vida”; “los espero”. Otro beso en los labios y se fue a la ducha. Mónica salió muy bonita, me dió un beso y nos fuimos.
Nos fuimos al cine; como todos los jóvenes de la época, en los cines se trataba de calentar el ambiente con las novias o amigas, metiéndole la mano entre las piernas hasta las bragas, o metiéndole la mano por debajo del corpiño, para acariciarle las tetas. Mónica fue condescendiente conmigo, porque casi no opuso resistencia.
Luego nos fuimos a “El Cuatrito”, mi pizzería favorita, a cenar; nos tomamos una cerveza de litro entre los dos. Cuando salimos nos fuimos caminando hasta Horizonte a ver el nuevo espectáculo de su tía. Mónica se notaba un poquito pasada de alcohol, pero nada del otro mundo; sólo se reía mucho con mis bromas lascivas. Al llegar nos dimos a conocer, nos sentaron en una mesa muy bien ubicada y nos sirvieron dos whiskies (de mala calidad). Después de dos actuaciones, llega el momento de su tía Muserá. El espectáculo hermoso, ella magnífica y el público lo celebró entusiastamente; Muserá, como es costumbre en los espectáculos orientales, pasó saludando al público y ofreciendo el corpiño que aprisionaba sus excelentes senos, para que pusieran en él todas las ofrendas monetarias que el público entendía que se merecía. Se fue en medio de grandes aplausos.
Después de media hora, fuimos hasta el camerino, golpeamos y entramos. Muserá estaba acabando de vestirse; le pregunto “Muy cansada ?”, me responde “no ya estoy muy habituada y este espectáculo es más bonito y ostentoso, pero es más tranquilo el baile, así que no me canso tanto”. Cuando terminó, salimos y comenzamos a caminar rumbo a su casa, como días atrás; yo iba entre medio de las dos. Al cruzar la avenida anterior al hotel, ella la puso a Mónica en medio de los dos. Al llegar a la puerta del hotel, Muserá encaró resueltamente hacia adentro y le dijo a su sobrina “vas a ver que bien nos la vamos a pasar”. Mónica me miró con cara de extrañeza, pero enfiló hacia dentro. Me paré en la ventanilla de recepción y le dije al recepcionista que eramos tres invitados de Don Harry. Me dió la llave de la habitación y me dijo “que la disfruten. Está todo pago hasta cuando ustedes quieran”. Subimos por la escalera hasta el 2º piso, ya que el ascensor estaba bajando y no queríamos cruzarnos con nadie. Entramos en la habitación y Mónica nos preguntó, “que es esto?”.
Muserá la sentó en la cama, le pidió calma, y comenzó a explicarle toda la historia del día anterior que fui a ver su espectáculo. También que yo le había comentado que andaba en escarceos con ella pero estaba muy temerosa con perder la virginidad. Le explicó que eso era muy bonito y que la hacía ponerse, verdaderamente como mujer, y que ella sabía que le gustaba estar en la cama con JuanJo y que habíamos venido a este hotel, porque era de un amigo mío, el consentía que fuéramos tres y aprovechábamos que el tío se había ido a cazar, para quitarse las telarañas de tanto tiempo sin coger. “Vas a ver que te va a gustar. La tía te va a ayudar” terminó diciendo.
Enfiló hacia mí, y me dió un chupón con lengua, muy bueno; la trajo a Mónica y le pidió que me besara intensamente; así lo hizo. Muserá se puso detrás mío y comenzó a acariciarme el pecho y a pasarme la lengua por el cuello; yo me empecé a calentar. Mónica me dió más lengüetazos en la boca y en las orejas. Mu comenzó a desabrocharme la camisa y Mó a besarme el pecho; Mu le dijo que me mordisqueara los pechos que me iba a gustar y comenzó; me tenían amordazado y ya estaba con el miembro totalmente erguido. Cuando terminó de desabrocharme la camisa, Mu comenzó a jugar con mi pija por encima del pantalón, al tiempo que me decía al oído “hoy si no ponés 4 desayunos, no te vas de aquí; dos para la nena y dos para mí”. Yo comencé a sacarle la ropa a Mó, pero ella me pidió que antes a su tía. Su tía vino delante mío y Mó detrás acariciándome el pecho; mientras Mu me mordía las tetitas yo iba aflojándole y quitándole la ropa. Se paró y le bajé el cierre de la pollera de satén (preciosa) que llevaba; se quedó con un corpiño, bragas y liguero color cereza y medias del mismo color, pero más claras; la apreté contra mi pecho y le dije “estás ardiendo, me vas a quemar”, “tranquilo que mi calor es placentero” respondió. Luego se puso detrás de Mó, yo me dí vuelta y comenzamos a desnudarla, muy lentamente. Yo le besaba en la boca y le iba aflojando la ropa. Mu, le acariciaba el vientre y le besaba las piernas, por detrás, desde las rodillas hasta su culito. Mó ya comenzaba con algún jadeo. Le quitamos toda la ropa. Los besos de Mu en las piernas y el culito comenzó a surtir el efecto calentón. Yo comencé a besarle y mordisquearle las tetas y los pezones, que estaban duros como piedras y se habían puesto un poco más oscuros. “Hija no te reprimas, hacé lo que te plazca” dijo Mu; Mó se dió vuelta y comenzó a besar a su tía en el pecho; Mu se quitó el corpiño y se acostó y Mó se puso encima de ella para chuparle las hermosas tetas; como estaba arrodillada, le empecé a pasar el miembro por el culito y se lo metía entre las piernas, para que lo sintiera en la puerta de su concha. La calentura de Mó fué tan grande que le pedía a su tía que se la cogiera. Su tía le decía “no, mi amor, el que te tiene que coger es JuanJo y después a mí; vamos a disfrutar la dos como unas yeguas, ya verás que lindo y placentero es tener esto dentro”.
Comencé a meter y sacar de entre las piernas mi miembro hasta que puse la puntita y el jadeo de Mó fue impresionante; la saque, le chupé un poquito, para lubricarla pero me quedó toda la boca mojada, volví a ponérsela en la puertita y fui empujando cada vez más, pero sin hacerle daño, para romper el himen y clavársela toda. Estaba un poco duro y me costó un poco, pero con las caricias de Mu fuimos haciéndoselo más placentero; cuando se rompió el himen, pegó un grito y se desplomó sobre su tía, conmigo dentro. Jugamos un poquito al entra / sale y ya comenzó a disfrutarlo un poco, a pesar de que le dolía un poco; yo estaba tan caliente que iba a acabar, me puse a un costado y Mu se sentó encima del miembro; me dolió un poco, porque Mu no estaba lubricada, pero después de tres o cuatro subidas y bajadas sumamente eróticas, todo iba como si siempre hubieran hecho el sabroso jueguito; le solté un chorro de leche y Mu, disfrutó de ella; se salió y le ordenó a Mó que me limpiara el miembro que tenía una leche muy rica y unos hilitos de sangre que eran de ella. Mó me hizo una limpieza, que seguramente su tía no la habría hecho mejor. Me quede entre medio de las 2 disfrutando de esos bellos cuerpos y descansando; mi pija había desaparecido. “Ves mi amor, la virginidad es como una pompa de jabón, un pinchazo y desaparece” le dijo Mu a su sobrina.
Luego, me quedé dormido del cansancio.
Como a las 07:30, sentí que mi pija estaba siendo acariciada por alguien; abrí los ojos, y ví a Mu que tenía toda mi verga en su boca, tratando de hacerla revivir. Al darse cuenta de que me desperté, me puso su concha en mi boca, para un 69. Su sobrina, dormía plácida y profundamente. Mu tenía una concha preciosa y se la chupaba con todo gusto y placer, mientras ella seguía mamando y mamando, hasta que le dije que estaba a punto de acabarle en la boca; “¡¡¡ aguantá !!!” me dijo y se metió mi pija en su concha y comenzó a moverse como una atormentada, y me hizo acabarle otra vez en esa concha caliente y jugosa; me pidió que no me viniera abajo porque ella estaba a punto de acabar; hice un esfuerzo, la mantuve lo más dura que pude, cerré los ojos para disfrutar más del placer y a continuación, Mu comenzó a gemir y revolverse sobre mi pija y acabó, inundándome todo. Me pidió disculpas, ya que me dijo que algunas veces tenía acabadas tan intensas que se salían de su cuerpo. Era la primera vez en mi vida que había experimentado eso. Mó, ni se despertó.
Nos fuimos a duchar juntos, nos restregamos nuestros cuerpos un rato y luego, al salir, despertamos a Mó, y le dijimos que nos teníamos que ir. En la puerta del hotel nos tomamos un taxi y nos fuimos a casa de Mu, y nos metimos los tres en la cama de ella, ya que Mu me pidió que le hiciera una lechadita al culo de su sobrina; jugamos los tres un rato largo, con mamadas, chupadas de concha y le prometí a Mó que la haría gozar, pero otro día, porque su tía me había secado. Después de un rato, me fuí a mi casa. Mi madre no estaba, así que me metí en la cama y dormí hasta el lunes a la mañana. Ese día, en la ofi, a mediodía, en el archivo, nos pegamos una refregada a cuenta del futuro.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!