La tía solterona
Todos tenemos una tía solterona que es la preferida de sus sobrinos .
Mi tía Sofia tenía un carácter jovial y siempre jugaba con nosotros desde que éramos niños. En nuestro caso por ser todos varones teníamos una forma de jugar bastante brusca: la montonera, esto era tirarnos todos encima de la persona que nombrábamos. Por ejemplo decíamos montonera a la tía Sofia, la empujábamos sobre la cama y nos arrojábamos sobre ella haciéndonos cosquillas. Era para nosotros un juego inocente más allá de lo torpe donde reíamos a carcajadas divirtiéndonos con nuestra tía.
Los años pasaron, crecimos, mis hermanos se fueron de casa haciendo sus vidas. Yo, por ser mucho menor, seguía con mis viejos sin tener idea de que haría con mi vida terminada la escuela. Un día de reunión familiar donde estaban mis hermanos con sus hijos y nuestra tía quise revivir la montonera a la tía Sofia y nos fuimos todos sobre ella qué, aunque conservaba su espíritu alegre y juguetón, era una mujer ya grande para este tipo de juegos torpes. Mientras todos buscábamos hacernos cosquillas, mis manos se habían quedado tomando sus senos y la posición de mi cuerpo con ella era la típica de cucharita. Vino mi madre a reprendernos por ser tan brutos con la tía y todos nos fuimos apartando entre risas y sonrisas, mi tía también reía y bromeaba que la íbamos a desarmar con ese juego.
Yo había quedado alucinando con la suavidad de sus senos y la forma en que la tuve pegada a mí, ya no la veía como mi tia sino como una mujer que empezaba a habitar en mis fantasías. Le dedicaba todas mis masturbaciones, me pareció a mi que la tía comenzó a visitar nuestra casa más seguido. Cuando ella iba ahí estaba yo haciéndole cosquillas o jueguitos para tener algún roce furtivo, a veces la acompañaba camino a su casa con la esperanza de que una vez solos algo ocurriera entre nosotros, pero eran solo parte de mi imaginación calenturienta.
Una vez ella llegó y solo estaba yo, mi mamá había ido al médico y me avisó que llegaría más tarde. Con mi tía sentada en el sofá y después de un rato de hacerle bromas tontas me abalancé sobre ella para hacerle cosquillas pero esta vez agarre sus senos y no los solté mirándola como un bobo. Ella dijo «Bajate del caballo al que te estás subiendo», su rostro era serio y me apartó con firmeza. Intenté balbucear una excusa tonta, ella pareció ignorar todo y me dijo que volvería otro día.
Pasaron los días, mi tía no vino a casa y a mi me mortificaba el temor de que mi madre se entere de lo ocurrido. Justamente ella me envió a su casa a llevarle un dinero y yo, con un nudo en el estómago, toqué su puerta. Me hizo pasar, me dijo que justo estaba por darse una ducha, que espere un poco.
Me senté, solo un pensamiento daba vueltas en mi cabeza, la tía se está bañando, la tía se está bañando. Con sigilo me acerque, la puerta del baño no estaba cerrada, solo apoyada contra el marco, la tía se está bañando, corrí rápido la cortina y me abalancé sobre ella que gritó «No! Qué hacés!!». Intenté besar su cuello, sus hombros, su piel ; ella se resistía como podía pero yo la tenía bien sujeta entre mis brazos, ella era frágil y débil para mi altura, mi cuerpo fibroso, mi deseo y mi juventud. Me puse a chupar sus tetas mientras ella seguía diciendo que no una y otra vez tratando de zafarse, tenía mi ropa completamente empapada por la lluvia de la ducha. Saqué mi verga intentando penetrar sus blindadas piernas, me era imposible ir más allá sin usar la violencia.
«Te amo tía, te amo. Te pienso todo el día, te deseo. Cuando llegas a casa solo quiero estar cerca tuyo y cuando te vas quiero irme con vos. Te extraño, te necesito, te deseo tía» le confesé mientras me apartaba de ella que lloraba en silencio, se envolvió con un toallón y se fue a su cuarto. Yo quedé sentado en el suelo todo mojado, cerré el grifo del agua que seguía cayendo y también lloré consciente de lo que hice.
Al rato ella regresó y me dijo que la acompañe, aún estaba envuelta con el toallón, me puse de pie y me dijo «Así no entres a la pieza, sacate toda esa ropa mojada» Quedé descalzo y desnudo, la seguí a su habitación y nos sentamos al borde de la cama mirándonos. «Porque mi chiquito. Por que te fijaste en mí?» me dijo con voz quebrada mientras me acariciaba una mejilla. Mi pene lentamente se despertaba de nuevo. «Por que?» me volvió a decir mientras se quitaba el toallón y al fin pude verla bien. Sus senos, su cuerpo, la mata de su pubis, su piel, su boca, nos acercamos y nos dimos un profundo beso mientras mis manos acariciaban todo su ser, ella primero tocaba mi pecho para después bajar su mano a mi pene tocándolo con timidez.
Se acostó, yo me puse sobre ella, me dijo «Despacio, es como mi primera vez en mucho tiempo», eso me llenó de pasión. Besé su boca de nuevo, lamí sus pezones una vez más, con mis dedos abrí su rosada vagina preparándola para la lujuria. Ella soltaba algunos gemidos, movía sus piernas, apunte con el glande la entrada a su cueva y conteniendo mi desesperación la fui penetrando amorosamente. Cuando le entró toda ella levantó la cabeza de la almohada y ahogó un grito tapándose la boca con una mano. Empecé a moverme adentro de ella, mi verga entraba y salía de su concha que ya estaba lubricada, mi vaivén la ponía a ella más ardiente, lanzando fuertes suspiros, parecía contenerse, parecía no querer desatar toda su pasión guardada durante años.
Al fin yo cogía con mi tía, al fin era mía y solo mía. Aceleré el ritmo, el sonido de mi verga en su concha mojada era cada vez más urgente, estaba ahí a punto de llegar al éxtasis final y no quería perder un detalle de su carita gozando. Acabé deslechándome enterrando mi pija hasta el fondo de su vagina y lancé un grito de lujuria.
«Aaahhh! Tía Sofia! Así!!!“ dije sintiendo mi cuerpo arder. Ella con sus brazos me atrajo hacia abajo, nos besamos por enésima vez, quedé tendido sobre ella repitiendo/» Tía te amo… Te amo tia…» Ella me respondió con ternura diciéndome » Mi chiquito »
Fue una eternidad el tiempo que pasamos en la cama aunque a mi pareció que fueron solo minutos. Mi celular y el de ella lleno de mensajes, un par de llamadas perdidas, mi madre quería saber donde carajos estaba.
Mi tía la calmó, le dijo que estuvimos afuera regando el jardín y jugando a mojarnos, le dijo que toda mi ropa había quedado empapada y que ella me iba a prestar uno de sus vestidos para que regrese a casa. Esa broma descomprimió la situación y justificó mi regreso a casa con la ropa aun mojada.
Nos volvimos amantes secretos, prometimos ser solo amantes de ocasión no la misma piel, como dice la canción. Mi tía dejó bien en claro que tan discretos debíamos ser para evitar el oprobio de la familia, yo prometí cumplir cada uno de sus pedidos, prometí que jamás causaría la más mínima falta. Prometí y dije sí a todo.
La verdad era que yo me había enamorado de mi tía Sofia.


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