La vecinita se queda sin virginidad.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por SilverRain.
Era un día miércoles, del mes pasado.
Era un día tranquilo para mi, después de venir de la universidad me puse a realizar cosas en la casa para sentirme cómodo con mi ambiente.
Para empezar soy un hombre soltero, no tengo una pareja fija aun.
No me considero como un hombre que llame mucho la atención, pero parece que a mi vecinita le gusta lo que tengo.
Mi vecinita es una chica de 14 años, apunto de 15.
Ella es blanquita de piel, tiene colita parada y pechos medianos, pero con unos lindos pezones.
Su cabello es largo de color negro.
Yo pues un chico alto, delgado, piel blanca pero bronceada, cabello y ojos negros.
Como dije, era un miércoles que me encontraba realizando trabajos en la casa cuando el portón de mi casa sonó.
Veo por la ventana y veo que era mi vecina, venia con un short y una blusa sin mangas.
Ella estaba sonriendo cuando me vio.
-¿Sucede algo Carmen?- pregunte cuando me acerque al portón.
-Mi mami quería saber si le podías mandar un poco de azúcar.
– dijo ella teniendo en su mano una taza de esas de café.
-Claro, dame la taza.
–
-Espera, quiero entrar por fa.
–
-¿Para que quieres entrar si yo te la paso por aquí?-
-Quiero hablar contigo mientras la pones por favor.
– ella me puso su carita de ángel, yo solo suspire en señal de que sedia ante las peticiones de esta niña.
Le abrí el portón y rápidamente entro a mi casa.
Estábamos los dos en la cocina, cuando saque el embace de la azúcar note que no le llenaría la taza a mi vecinita.
-Creo que ya no tienes.
– dijo la niña con una cara triste.
-Ni lo creas, siempre tengo mas de todo.
– fui a la alacena de mi cocina y me dispuse a buscar la azúcar, cuando.
-Vecino, ¿que se siente ser seducido?-
-¿A que viene eso?-
-Quiero coquetear le a un chico, es mayor que yo pero se que puedo gustarle si hago bien uso de mis atributos.
–
-Eres una niña linda, lo mas seguro es que podrás conquistar a quien desees.
– le dije sin voltear a verla, yo seguía con la azúcar.
– Niña.
eso me molesta.
– dijo y cuando me di cuenta ella me tenia de los hombros y trato de que me pusiera de rodillas, pero soy mas alto que ella así que sus pies quedaron en el aire.
– ¿Quieres jugar al columpio? – pregunte en broma.
Me voltee a verla y ella puso cara de disgusto cuando menos lo esperaba metió sus manos en mi pantalón tocándome el pene sobre el pantalón.
– ¡HEY! – trate de sacar sus manos pero apretó mi pene haciendo que sedera.
-Al chico que deseo conquistar es a ti.
– dijo ella apretándome el pene de manera mas suave provocandome una erección en su mano.
Luego metió su mano en mi bóxer tocándome los testículos, el tronco y cuando se puso mas duro se dispuso a pelarme la punta dentro del pantalón.
– ¿Porque haces esto? –
– Porque tu me gustas.
– en ese momento la tome de los hombros y la puse en el desayunador de la cocina donde la bese en los labios.
Fue un beso algo torpe.
De seguro tenia nervios.
Con una de mis manos comenzaba a subirle la blusa descubriendo de paso uno de sus pechos.
Le termine de quitar todo del torso.
Sus pezones aun estaban metidos.
Así que con mis labios comencé a chupárselos, inmediatamente ella gimió y gimió mas fuerte cuando logre sacarle el pezón, durito y paradito.
Sabia dulce, quizás por su jabón corporal.
-Que rico.
ya tengo pezones.
– dijo ella al tocárselos.
Yo sin perder tiempo le baje el short y de paso me lleve su cachetero.
No se si es lampiña o se depila pero no tenia un solo vello en sus genitales.
Rápidamente comencé a hacerle una oral en su vagina.
Tocaba, chupaba, lamia y mordía.
Al parecer todo esto hacia que ella se pusiera loca, con sus pies apretaba mis hombros.
-¡Que rico! – solo eso decía mi vecina que también en su vagina sentía un sabor muy dulce.
Luego le mordí su clítoris haciendo que ella saltara de la excitación y que casi se viniera.
Después le metí la lengua entre sus labios y ella gemía mas fuerte cuando sentía mi lengua entrar en su cuello uterino.
Ya no podía esperar mas.
La baje del desayunador y puse su pecho sobre ella y sus pies en el suelo.
Yo con fuerza y excitación me baje los pantalones llevándome de paso el bóxer y sin perder tiempo le abrí las nalgas para después tratar de meterle mi pene.
-¡Espera! ¡Soy virgen! – dijo ella cuando sintió la punta de mi pene en sus labios vaginales.
-¿Acaso no querías esto? – le pregunte.
– Si lo quiero pero tengo miedo.
– dijo ella.
– Respira profundo, ya entrare lento.
– en ese momento comencé a meter mi pene en su vagina.
Iba lento, sintiendo como sus paredes se abrían poco a poco ante el paso de mi pene.
Ella comenzaba a gemir suave, pero sabia que la haría llorar cuando llegase al himen.
Y como lo pensé, le tuve que decir que para seguir debía romperle el himen.
Ella respiro aun mas profundo cuando de un solo saque la totalidad de mi pene para después de una sola estocada romper su himen y llegar hasta el fondo de su vagina.
Como era de esperar ella grito y comenzó a llorar por el dolor, yo no me moví porque de seguro para su vagina mi pene era mucho.
18 cm creo que eran mucho para ella, comenzó a llorar y a babear un poco.
Después de relajara con besos y caricias en sus pechos comencé a moverme, lo hacia lento, pero en mi pene sentía caliente, de seguro por la sangre que salia.
Cuando sus lagrimas cesaron y comenzaba a gemir yo la tome de su largo cabello y aumente lentamente el ritmo, ahora solo se escuchaba mi cadera golpearla en las nalgas y mi pene entrando en su vagina.
Le había quitado la virginidad y parecía que lo gozaba.
Seguí en la misma posición pero con mas rapidez, parecía estar poseído y mi vecina gemía mas, quizás porque sentía que le golpeaba el útero con la punta.
Esos golpes hicieron que se viniera y grito muy fuerte.
Su vagina se contrajo a lo que me apretó fuerte el pene.
Rápidamente me salí de ella y la quite del desayunador y la arrodille para comenzar a masturbarme frente a ella y venirme en su cara.
Le cayo en la cara y en su pecho y un poco en su abdomen.
-Vecino.
que rico sabe tu leche.
– dijo ella tomando lo que le cayo en la cara y llevarla a su cara.
Yo rápidamente saque una servilleta y con delicadeza le limpie la cara, y sus pechos.
Ella saco una servilleta y me limpio mi pene que estaba lleno de sangre.
Para después darle el azúcar por lo que había venido y hacerla irse antes de que su madre sospechara.
Ella se iba caminando de manera graciosa, y parecía que le dolía.
-Cuando mamá termine su famoso pan dulce te vendré a dejar.
– me dijo ella con una sonrisa y una mueca de dolor.
Que rico, me darán pan dulce.
Perfecto para una taza con café.
No es la primera vez que mi vecina pasa a mi casa, quizás les cuente mas.
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