La vida me volvio puta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Aprovechando el anonimato en estos relatos, quiero compartir esta historia caliente, mi vida se ha vuelto una historia caliente y erótica.
Soy Sherry (nombre ficticio) de 29 años, son una mujer de pelo casi rubio, de estatura media 1.75 mt, ojos verde tierno, senos medianos, con pezones grandes al final de sus puntas, delgada, piernas delgadas pero bien bonitas y torneadas y tengo bonita cara. No es falta de modestia pero participé en concursos de belleza en mi juventud, además fui porrista del equipo de fútbol americano colegial de mi ciudad.
Me casé muy enamorada a los 23 años con Mike, quien fue mi novio desde el colegio, el era un atleta de alto rendimiento como le llaman, y creo que fuimos la pareja perfecta en el colegio. Mike fue quien se quedó con mi virginidad vaginal y anal; asi también tuvimos un poco más de cuatro años de matrimonio muy bueno en todos sus campos.
Sin embargo, hace un poco más de un año la desgracia llegó a nuestras vidas. Mike tuvo un accidente de tránsito por manejar con varios tragos de más. El resultado es que quedó postrado en una silla de ruedas, solo con movimiento limitado de la cabeza y brazos. El seguro médico que teníamos cubrió la mayor parte de los gastos, sin embargo, se agotó rápidamente y tuve que buscar trabajo para mantenernos. Y alli empieza la historia.
Fui a varias entrevistas y siempre tuve malos resultados, que faltaba esto o que sobraba aquello, que querían que hiciera esto. Total que ya estaba desesperada de entrevistas y exámenes de admisión. En mi última solicitud, llegamos tres personas, todas mujeres, a las últimas instancias, solo faltaba la entrevista con el Gerente de esa empresa; el sueldo era bastante bueno en relación a lo que ofrecían las otras empresas en donde fui entrevistada. Estaba dispuesta a no perder esta oportunidad, ese trabajo tenía que ser mío o de nadie.
Asi que me puse mi falda más sexy, una blusa con amplio escote y sin sujetadores, zapatos de tacón alto y salí ese día a la entrevista. Por supuesto que mi marido no se dio cuenta de mi atuendo, sino no lo hubiera permitido. A raíz del accidente su carácter había cambiado mucho, era un cascarrabias ahora.
Continuando con el relato, me tocó el tercer turno entre las tres que debíamos entrevistarnos. Entre a la oficina del Gerente de nombre Marcelo, me senté en una silla frente a él, crucé las piernas para dejarle ver mis buenos muslos. El Gerente era una persona madura de unos 50 años, fumaba un cigarrillo mientras hacía sus preguntas y no dejaba de verme las piernas y el resto de mi cuerpo. De vez en cuando, cambiaba de pierna para cruzarla, lo hacía lento para que el viera un poco más allá de mis muslos. Luego la entrevista dio un giro.
-Según su expediente es casada, eso podría impedir que se quedara tiempo extra en ocasiones cuando se le requiera!- decía Marcelo el Gerente.
-Mi marido es parapléjico a raíz de un accidente y necesitamos este trabajo señor, no creo que haya problema con el tiempo extra-. Contesté.
Marcelo se levantó, dio unos pasos atrás de donde estaba yo sentada, se quedó viendo el escote de mi blusa. Luego se apoyo en mis hombros desde atrás con sus manos, los frotó suavemente.
-Harías cualquier cosa por conseguir este trabajo??, me preguntó con un tono diferente.
-Si, soy capaz de cualquier cosa-, le dije viéndolo a los ojos.
Marcelo deslizó sus manos partiendo de mis hombros hacia abajo con dirección a mis senos, yo no opuse ninguna resistencia, siguió acariciando y metió sus manos dentro de mi blusa, delineo la circunferencia de mis pechos con suavidad, luego frotó mis pezones con sus gruesos dedos. En ese momento gemí para demostrarle que me gustaba lo que él me hacía. Luego, agarró mis senos con cada mano apretándolas con poca fuerza.
-Ven aquí!- me dijo señalándome el sillón que estaba a un lado de su oficina. Se sentó primero él y jalándome por el brazo me hizo sentarme en sus piernas quedando de lado a su frontal.
-Eres muy atractiva, lo sabes?- me decía mientras su mano acariciaba mis piernas empezando por las rodillas, luego los muslos deteniéndose en la orilla de mi falda. Luego buscó mis labios, yo me dejé besar y correspondí también a su lengua que se incrustó dentro de mis labios. Su gruesa mano se metió entre mi falda por la entrepierna, llegó a mis panties y me acarició con sus dedos mi rajita sobre de ellos. No conforme, hizo a un lado mis braguitas y ahora sus dedos acariciaron mi bollito recién rasuradito. Sus dedos subían y bajaban la extensión de los labios de mi rajita. A pesar que Marcelo era un tipo tosco y poco guapo, me estaba excitando con sus caricias, se veía que experiencia tenía de sobra.
Soltó mi boca, sus labios y su lengua bajaron por mi cuello lamiéndome despacio, su mano dejó de acariciar mi rajita y la utilizó para bajarme la blusita, mis tetas quedaron en libertad y fueron chupadas por sus gruesos labios. Mientras las mamaba rico, su mano y sus dedos volvieron a posarse en mi rajita, ahora sus dedos amenazaban con separar los labios menores de mi vagina, lo hizo, y uno de sus dedos entro en mi bollito, gemí repetidamente, esta vez no fue fingido, realmente este hombre maduro me estaba calentando mucho, mi rajita estaba mojándose como en mucho tiempo no lo hacía. El se dio cuenta que estaba mojada por dentro, ya que había metido la mitad de su dedo dentro de mi vagina y lo movía para todos lados como examinándola. Nuevamente estuve gimiendo, mientras me mamaba las tetas y me movía un dedo dentro de mi gruta mojada. Aún contra mi voluntad, tuve un orgasmo allí sentada sobre sus piernas.
Más tarde, Marcelo que manejaba la situación, introdujo un segundo dedo dentro de mi vagina y con su dedo pulgar estimulaba mi clítoris, eso me puso muy excitada, tanto que yo le abría más mis piernas para facilitarle el trabajo. Hacía mucho tiempo que un hombre no me tenía en sus manos, sexualmente hablando, como me tenía Marcelo. En unos minutos más eyaculé otra tanda de jugos íntimos en sus dedos.
En eso Marcelo me pide que me levante, yo lo hago un poco mareada por los dos orgasmos sufridos, él baja el cierre de su bragueta y saca su enorme verga erecta, siempre allí sentado en el sillón. Yo me quitó mis bragas y me subo la falda, luego me pongo de espaldas a él y me siento encima de su pene. La cabeza de su pinga abre fácilmente mis labios vaginales y ayudada con mi peso, su verga me penetra, siento que mis paredes vaginales se aperturan por el efecto de esa masa de carne; tenía más de un año que no me follaban y mi bollito se había cerrado un poco por falta de uso. Sentí delicioso volver a hacer el amor, aunque sea en esta circunstancia. Ya completamente ensartada Marcelo y yo iniciamos un rico movimiento, en mi caso me movía encima de esa verga y él me tomaba de la cintura o de mis nalgas para ayudar a subir y bajar mi trasero.
A pesar de su edad, Marcelo tenía la verga bien dura y erecta. Cada salto sobre su verga sentía que me llegaba hasta el fondo de mi gruta. Sus movimientos tenían mucha experiencia, eran lentos pero con mucho conocimiento. En cuestión de minutos me vine alli ensartada, ese orgasmo fue brutal, tuve que morderme los labios para no gritar. Minutos más tarde, Marcelo esta aguantando su venida, de pronto que acelera sus movimientos dentro de mi, y siento un liquido caliente dentro de mi vagina, es su esperma que sale de su pene y que se derrama dentro de mi. Cuando me levanto y sale su pene de mi vagina y un pequeño chorro de semen sale de mi bollito y cae al suelo.
Marcelo ha quedado con una sonrisa de satisfacción alli sentado sobre el sillón, yo saco uno pañuelos desechables y me limpio el semen impregnado en la vulva y las piernas. Luego también limpio lo que cayó al piso. El se levanta, se acomoda la ropa interior y los pantalones, luego se sienta en la silla de su escritorio a descansar y me dice:
-Señora, empieza el lunes próximo, aquí la esperamos, que le vaya bien!-. Salgo de la oficina con una sonrisa, he conseguido el empleo y además me dieron una buena cogida que ya necesitaba.
Las siguientes semanas pasaron sin noticias. Hasta que Marcelo, me pidió trabajar horas extras, yo me imaginaba que él me quería poseer otra vez. Y asi fue!, ese día avise a mi marido que llegaría más tarde a casa de lo usual. Apenas nos quedamos solos, Marcelo me besó con ansias y con delicadeza me acostó en su escritorio, me abrió las piernas y me dio una deliciosa mamada de coño, se puede decir que se comió mi bollito caliente y chorreado por mis eyaculaciones lubricantes. Me recordó las sesiones de sexo oral con mi marido cuando éramos novios, eran intensas!. Luego alli mismo se puso mis piernas una en cada hombro, dirigió su pene con las manos y me penetró a placer, me ensartó su dura verga bien profundo, bombeándomela con movimientos lentos y rápidos por momentos. Como las oficinas estaban vacías podíamos gemir y jadear también a placer.
Me hizo llegar a un exquisito orgasmo, luego tomó uno de mis pies y lo chupó entre sus labios, mientras continuaba follándome duro con buen ritmo. Cuando Marcelo estaba por llegar al límite, detuvo el mete-saca, me imaginé que no quería aún terminar y alargar esta rica cogida, por lo que le pedí que me volviera a mamar mi coñito. El me sonrío agradeciéndome la comprensión, me la sacó y bajó su cabeza entre mis piernas para darme otra memorable chupada de bollito, no le importó que yo ya estuviera mojadita, con su lengua recogió y tragó toda mi venida anterior. Marcelo tenía una práctica y experiencia para mover su lengua dentro mi vagina, que toques eléctricos recorrían mi espalda y mi cuerpo, me contorsionaba sobre el escritorio, en poco tiempo me corrí de nuevo.
Su lengua se movía en círculos siguiendo los contornos de mi clítoris, yo le pedía entre gemidos que no parara. Introdujo dos dedos dentro de mi vagina dilatada y me comenzó a masturbar con ellos. Cuando estuvo listo, se incorporó y me metió su verga en mi coñito de nuevo, sin mucho esfuerzo me la dejó ir al fondo, luego comenzó su vaivén lento pero sabroso. Me estuvo cogiendo de esa forma por unos 15 minutos, cuando llegó por fin a su no regreso, depositándome una respetable ración de esperma dentro de mi vagina. Me quede rendida sobre el escritorio, mientras el descansaba en su silla. Fue otro encuentro sensacional. A raíz de ese día fui amante de Marcelo, aunque saciaba mi calentura una vez cada dos semanas, lo cual se me fue haciendo una eternidad y muy miserable.
Al cabo de cuatro meses, durante una de nuestras acostumbradas sesiones de sexo con Marcelo, le pedí que me ascendiera otro puesto con mejor salario. Asi que me fui a otro departamento como asistente comercial, en ese departamento mi jefe inmediato era un tipo moreno, alto, casi mulato, de unos 38 años. Rápidamente me hice amiga de Griselda, una secretaria de esta sección, quien me puso al día con respecto a Henry, que asi se llamaba este jefe. Me contó que era muy estricto y que era perfeccionista en cuanto a los trabajos y metas que el ponía en el departamento. Sin embargo su punto débil era el sexo y las mujeres, según mi amiga, me aseguró que Henry ya se había cogido a todas las mujeres del departamento, y ellas comentaban que él se andaba una culebra en vez de verga y que era un magnifico amante en la cama. Mientras mi amiga me lo platicaba, me puse muy caliente, y cada vez que lo veía me imaginaba tenerlo sobre mi empujando su súper miembro.
Tuve que esperar como un mes para ver de cerca esa enorme verga. A pesar que me vestía los más sexy posible, que le insinuaba algunas cosas, Henry no reaccionaba. Ese día estuve sacando un trabajo de Henry, por lo que se me hizo tarde sobrepasando la hora de salida; Como él también era un caballero, me dijo que si me podía llevar a algún lado, ya que por su culpa había salido tarde. Claro que acepté, era mi oportunidad. Cuando íbamos por la carretera, vi a lo lejos un motel, de aquellos que utilizan las parejas para pasar un buen rato de tipo sexual. –Entra por favor allí- le dije señalando el motel. El ingenuamente lo hizo y le señale una de los parqueos privados de una de las habitaciones. El frenó y me preguntó si de veras vivía en ese lugar, yo le dije que no, pero que quería que me hiciera el amor en ese lugar.
Sin perder tiempo Henry estacionó su automóvil, nos dimos un húmedo beso alli dentro, para calentarnos un poquito, luego de la mano me llevó al umbral de la habitación, estaba alfombrada y tenía una cama grande y varios espejos alrededor. Entre besos y caricias intimas, Henry me fue desvistiendo hasta dejarme completamente desnuda, luego el hizo lo mismo, esta ansiosa de verle su famoso pene, finalmente se quitó el boxer que llevaba y guau!. Era una moustrosidad de verga, debe haber tenido unas casi 10 pulgadas, la tenía erecta era de un color más oscuro que su piel. Se puso parado frente a mi, yo me abalancé sobre su falo, le chupé el enorme glande y lo metí en mi boca para mamarlo, era inmenso que casi no me cabía adentro. Como pude lo engullí y le empecé a hacerle una chaqueta a su verga, mi mano era diminuta comparada con lo largo de su pene. Asi también le recorrí con la lengua toda esa inmensidad, para llegar a sus cojones los cuales lamí y le chupé cada huevo. Henry me tomaba de la cabeza y de los cabellos, le estaba gustando el tratamiento que le daba.
-Ahora me toca a mi- me dice Henry y me quita la verga de los labios, me acuesta y me abre las piernas, se desliza entre ellas y me empieza a lamer mi almejita que ya estaba hecha una piscina, llena de mis líquidos lubricantes. Henry también resultó ser un experto en el sexo oral, me chupó y lamió el clítoris en una forma fenomenal, envolviéndolo y masajeándolo entre sus gruesos labios morenos, tal acción me hizo vibrar de placer, me revolvía entre las sabanas, pero Henry me sujetaba con sus brazos para que no me moviera de su boca. Alcancé un enorme orgasmo que eyaculé tanto líquido vaginal que parecía que me estaba orinando, inclusive oí cuando Henry lo bebía y lo recogía con su lengua.
Luego de dejarme desfallecida con esa rica lengua. Se montó sobre mi, me colocó su gran verga entre mis labios vaginales y a pesar de mi excesiva eyaculación vaginal, le costo meter la enorme cabeza de su pene, gemí cuando esta se introdujo en mi intimidad, sentí un poco de dolor como si me estuviera desflorando, luego con más fuerza la metió hasta la mitad, Henry comenzó a moverse dentro de mi, cada vez que lo metía de nuevo trataba de meter un poco más su longitud, hasta que luego de tres o cuatro bombeos mi vagina se comió toda su virilidad. Me sentí llena de mi hoyito, como nunca lo había sentido en mi vida. Al principio quería que la sacara un poco, pero luego que la excitación se hizo presa de mi voluntad, quería que nunca la sacara de allí, me producía un placer inmenso, increíble, cada movimiento de cintura que me daba me hacía ver estrellas, inclusive dije varias vulgaridades que no me imaginaba decir: -Reviéntame el coño-, -Que rica tu vergota!-, -Trátame como a una puta-, -Dame más verga- eran algunas de mi repertorio.
Su rica y enorme verga se movía aceleradamente dentro de mi vagina, yo me sentía llena hasta los ovarios, pero quería que me la metiera aún más, estaba hecha toda una puta, con mis largas piernas le rodeo la cintura para obligarlo a follarme más duro y más profundo, sus bombeos son ahora más fuertes; en un momento siento que su pene empieza a palpitar dentro de mi, Henry esta llegando al clímax, me echa un chorro enorme de esperma dentro de mi bollito, que lo rebalsa, el semen empieza a salir de mi interior y moja mis nalgas y mi culito. Henry en ese momento jadea fuerte posterior a su venida.
Yo estoy rendida, pero Henry quiere más de mi. Me coloca en cuatro y me separa las piernas para ponerse en medio, me pone la cabezota de su verga en mi vagina y la vuelve a deslizar casi toda. Cuando me esta cogiendo, me dice que mi culo esta divino, y que es uno de los mejores culos que se ha follado, a pesar de toda la excitación y de estar recibiendo semejante verga, me siento halagada. Henry ya tuvo un clímax, sin embargo sigue teniendo el falo erecto y duro como cuando empezamos. Es obvio que tiene un vigor excepcional.
Luego de unos diez minutos follándome en esta posición perruna, me empieza a nalguear y a decir que soy su chica mala y que me va corregir a pura verga. Sus palabras terminan de calentarme y vuelvo a llegar a otro enorme y rico orgasmo, inundó mi vagina de nuevo, me desplomo sobre la cama, sin embargo Henry sigue bombeándome su pitón aún viendo que estoy rendida, se coloca en posición de despechada o de lagartija y me embiste sin compasión, moviendo todo mi cuerpo con cada bombeo salvaje. No satisfecho, siento que me saca su falo y como no existe resistencia, me lo coloca en mi ano y lo empuja con fuerza, su cabeza entra a mi recto de a golpe abriéndolo instantáneamente, después de cinco años mi ano recibe una verga en su interior, en ese entonces fue un enamorado que tuve, aún cuando era novia de Mike, mi marido odiaba el sexo anal, decía que era solo para homosexuales. Sin embargo en ese momento otro hombre estaba gozando lo que el no quiso. Poco a poco fue deslizando su pene en mi recto, cuando tuvo adentro una buena parte comenzó otra vez a bombearlo, a pesar que aún sentía dolor quería que lo metiera completo.
Finalmente después de varias embestidas y bombeos lentos, todas sus pulgadas estuvieron adentro de mis intestinos. Rápidamente mis quejidos se volvieron gemidos de placer, le gritaba que no dejara de cogerme por el culo, que quería que me partiera en dos con su enorme verga. Henry ya se encontraba nuevamente muy excitado, me sujetó de los hombros y me bombeo con furia, me vine a chorros, no recordaba otro orgasmo anterior en mi vida de esa magnitud, causado por la penetración de mi culito. Yo me aferraba a las sabanas para que no me levantara con cada embestida; para esos momentos Henry ya no jadeaba sino gruñía con cada movimiento de cintura.
Luego de más de una hora de ser follada por semejante miembro varonil, oí que Henry se venia de nuevo, un chorro de esperma invadió mi recto, llenándolo en pocos segundos, al sacarla de mi recto, del ano salían varios hilos de semen blanco que terminaron en las sabanas de la cama. -Que clase de cogida me han dado-, pensaba, lo de Marcelo eran migajas comparado con esto.
Cuando estuvimos de regreso en el automóvil, Henry me dijo que había estado maravilloso, que hacía un buen rato que no se daba un buen polvo. Me dijo que una chica con un buen culo y cuerpo como yo debía tener a un hombre que la satisficiera a cada rato. Durante el viaje le conté mi historia. Me contestó diciendo que para eso estaba él para recordarme que era una mujer deliciosa.
Ahora Henry se volvió mi amante, lo excito y cogemos a cada rato para que no pueda pensar en otras chicas del departamento. Mi marido ya piensa que ando de puta con alguien (asi me ha dicho). Quiero que Henry coja conmigo nada más, aunque yo ya lo he hecho con el subjefe, quien no la tiene como mi amado, pero tiene buena técnica en la cama y además quiere que invitemos a un su amigo para cogerme entre ambos, yo lo animo para que lo planee lo más rápido posible. Me he vuelto toda una putita, pero me gusta y que le puedo hacer.
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