La virginidad perdida de Mariana
Mariana tiene 13 años, es una morenita muy linda, con un hermoso cuerpo de señorita mayor, sus pechos ya rellenos son una tentación..
Mariana tiene 13 años, y fruto de un momento complicado perdió la virginidad de su ano primeramente y luego la virginidad de su conchita.
Chiqui es mi apodo, por mi tamaño. Es que a mis 18 años ya he desarrollado mi cuerpo al tamaño de un hombre grande. Con 1,86mts de altura y 78Kgs de peso soy una persona que impone presencia. Tampoco soy feo, no soy Brad Pitt pero tengo lo mío.
Volviendo a Mariana, debo decir que es sobrina de la vecina de casa. Por lo que la veo bastante seguido en el barrio. Debo decir que la señorita me atraía mucho, cada vez que la crucé siempre se me ocurrió que lindo sería que esa morenita me mame la verga, o poseer ese cuerpazo, principalmente su culito respingón.
Todos los años se festeja el día del santo del pueblo. San Pantaleón, y normalmente los vecinos cierran las calles y se sacan mesas y sillas a la calle, cada familia pone lo que quiere comer y tomar en sus mesas y entre todos pasamos una hermosa noche santa hasta se arma una linda bailanta..
Esta noche en cuestión, la vecina armó su mesa al lado de la nuestra, cuando nos sentamos a cenar, Mariana estaba al lado mío. Como es verano todos andamos livianos de ropa. Cuando la niña se aproxima a sentarse, la veo venir caminando enfundada en una calza de lycra de piernas cortas que hace resaltar más sus hermosas piernas y también pude observar que sus labios mayores vaginales son gorditos y algo separados. Me corrió un escalofrío por la espalda al observar ese detalle. Y vestía una blusa de algodón cortita, casi como un top. Por lo que sus pechos se marcaban sobremanera debajo, también pude apreciar en ese momento que sus tetas poseen unos pezones agresivos. En definitiva todo ese panorama llevó a que mi verga comenzara a ponerse dura. Se imaginan que estando en short de futbol, mi tripa que es proporcional a mi físico, o sea que de pequeña no tiene nada, y al igual que yo es muy cabezona y algo más gorda que lo normal, generó un bulto bastante notorio. Al intentar Mariana sentarse al lado mío quedamos algo apretados por lo que debí levantarme para acomodar mejor las sillas y que haya espacio para todos. Y lo que no le pasó desapercibido a la niña es el bulto entre mis piernas, ya que noté en sus ojos que lo había visto y enseguida medio se sonrojó y bajó la vista. Luego de sentarnos quedamos muy pegados los dos, prácticamente nuestras caderas estaban en contacto y Mariana no hacía nada por separarse. Yo de reojo miraba sus tetas, estaba bastante excitado, y con la verga dura.
La cena fue transcurriendo y yo notaba que Mariana consumía bastante cerveza, pronto ya se reía bastante por cualquier cosa, y me miraba de reojo con esos pícaros ojazos. En un momento ella baja sus manos hacia sus piernas y se encuentra con mis piernas pegadas a las suyas, haciéndose la tonta recorre mi pierna hacia mi pelvis buscando algo hasta que lo encontró, se apoderó de mi verga por sobre el pantalón, me la acarició y de repente me pega un apretón que casi grito. Lanzó una carcajada, y haciéndose la graciosa me tira un besito. Todo producto del alcohol bebido. Yo para no ser menos, meto las manos debajo de la mesa y con mi mano derecha directamente busco su entrepierna, mejor dicho su concha de labios gruesos. La encuentro y sin verguenza alguna le meto el dedo mayor y comienzo a acariciarla, la masturbaba suavemente, no sé como aguantó sin demostrar nada, pero la muy turra se estaba quieta, solamente abrió un poco más las piernas para que mi mano pudiera trabajar tranquilamente. Pasaron unos cinco minutos y echando hacia atrás su silla me dice que se va al baño. Obviamente que se había mojado con las caricias y se iba a limpiar. Yo me quedé con la verga dura y no me quería parar para que no se dieran cuenta y pasar verguenza o alguien se preguntara que pasaba.
Al rato vuelve Mariana, pero esta vez no trae la calza, trae una falda amplia a media pierna y pude notar que no trae sujetador, por lo que sus pechos se bambolean bastante. Eso me excitó más todavía. La piba se había cambiado de ropa, porque? Se sentó cercana a mí pero no hizo ningún movimiento raro por lo que yo también me quedé quietecito, se me bajo la calentura y la verga volvió a su estado vegetativo.
Comenzó a sonar la música, ya se hizo lugar en la calle, se corrieron las mesas y sillas y se armó la bailanta. Yo bailé un poco con mi hermana, luego con la vecina, con mi tía y así fue avanzando la noche. Pero el diablo debió meter la cola, ya que al rato viene Mariana y me invita a bailar, como negarme. Bailamos un rato y de pronto ponen una bachata, se imaginan que con mi cuerpo no es un ritmo que yo domine, Mariana se me vino encima, me echa los brazos al cuello y me apoya su pelvis en mi paquete, en realidad mi pija le quedaba a la altura de la panza, pero al tener que bailar tan pegados, propició que yo me agachara un poco y ella, pérfida mujer se izaba en punta de pie para sentir el roce de mi tripa en su monte de venus. Obviamente que a los dos minutos yo tenía la verga dura como un tronco, la niña más se frotaba, tenía su carita en mi cuello, sus pechos apretados al mío, podía sentir la dureza de sus pezones. Yo estaba ya muy excitado.
De pronto siento ladrar a Timoteo, el perro de casa, tenemos un ovejero alemán muy guardián. Su ladrido era muy insistente por lo que supuse que posiblemente hubiera alguien queriendo ingresar a nuestro patio aprovechando la fiesta. Le digo a mi madre que voy a casa a verificar, y no tuve mejor idea que pedirle a Mariana que me acompañe. La niña no lo dudó. Y juntos fuimos caminando hasta nuestra casa que está a unos 40 mts. de donde estábamos. Al llegar abro la puerta de calle, prendo las luces y lo primero que hago es observar la pantalla de las cámaras de seguridad, no pude apreciar nada raro, sí que Timoteo está cercano al paredón del fondo muy atento. Me desentiendo del perro y la seguridad, cuando me doy vuelta para comentarle a Mariana que nos íbamos, me la choco, para no caerse me abraza, la tomo en mis brazos y la atraigo hacia mí, ella se deja tomar y me ofrece su boca, no pierdo tiempo y la beso con ganas, con pasión, la niña me apoya su concha directamente sobre la verga media dura y se frota, está muy caliente, súper excitada y creo que la bebida la puso cachonda. Meto mis manos debajo de su pollera y descubro que no trae calzones, puedo acariciar su vagina depilada muy mojada, meto suavemente dos dedos y Mariana gime y me muerde los labios, me apodero de sus nalgas, froto su ano con mi dedo mayor, pruebo de meter la puntita y entra medio dedo, la niña se excita más todavía, baja sus manos y se desespera para bajarme el pantalón, la dejo hacer, pronto el short está por debajo de mis rodillas, mi verga apunta a su panza, ella se agacha un poco, la toma en sus manos, la acaricia, la aprieta, de pronto acerca su cara y toma en sus labios la gruesa cabeza que está súper hinchada, comienza a mamarme la verga, no lo hace muy bien pero lo intenta, la animo y le corrijo que no me muerda o lastime con sus dientes, aprende rápido y ya se traga una buena porción de tripa. Mientras acaricio sus tetas, sus pezones están durísimos, ella está desenfrenada, chupa con desesperación, pronto estoy por acabar, la detengo. La tomo de la mano y la pongo de panza a la mesada de la cocina, ella no se resiste, le levanto la pollera y descubro ese hermoso culo, sus nalgas prominentes, redondas y firmes. Le abro un poco las piernas y la hago agachar un poco, puedo apreciar su vagina de labios gruesos a mi disposición, me arrodillo detrás de ella y comienzo a chuparle la concha y también su ano. Pronto gime y se retuerce, está muy excitada, y sin previo aviso, en medio de un largo suspiro siento sus flujos en mi boca, la muy guarra tuvo un orgasmo. Sigo chupando y pronto está nuevamente en carrera, descubro sobre la mesada la aceitera, la tomo y vuelco aceite en mis dedos, busco su ano y se lo comienzo a lubricar y a dilatar mientras sigo con la chupada de concha, con el aceite los dedos entran en su esfínter de a poco se va dilatando, más y más, ya está al borde de un segundo orgasmo, me paro, unto aceite en mi verga, apoyo la punta en su esfínter y suavemente presionando voy abriendo su culo, se queja, se resiste un poco, pero de pronto su arito permite que la cabeza pase y la verga se va internando en su ano. Grita suavemente, le sigo masturbando el clítoris mientras la voy penetrando, hasta que mis testículos chocan con sus nalgas. Está totalmente empernada, no atina ni a moverse. De a poco me voy moviendo adelante y atrás, ella suspira fuerte y medio llora, me dice en medio de un suave llanto que mi verga es muy gruesa, que le duele mucho, que se la saque. Yo no voy a abandonar el trabajo a medio hacer, le doy matraca suavemente, pronto toda la verga le corre por el aterciopelado túnel trasero, ya de a poco se va acomodando su trasero y recibe con más comodidad la verga. La cojo por unos 10 minutos por el culo, ya está totalmente dilatada y la verga entra y sale como por una avenida. Ya está cumplida la primer parte de la faena. Sin pedirle permiso le saco la verga del ano, se la acomodo entre esos separados y gordos labios vaginales que chorrean flujo, y sin preámbulo se la voy ensartando. La penetro y ella gime fuerte, pero la cabeza se atora en su virgo, simplemente empujo más fuerte y la poronga se desliza dentro de su caliente vagina, gritó y comienza a llorar. No la perdono y comienzo a cogerla con fuerza, la penetro hasta el fondo, se la saco toda y se la meto fuerte, casi violándola, le doy matraca como loco, ya casi estoy por acabar , ella sufre, le saco la verga de la concha y sin previo aviso se la vuelvo a ensartar por el culo, cuando la tiene bien puesta hasta el fondo de su ano, le lleno la zanja con semen a borbotones, una tremenda acabada, ella siente mi simiente y acaba casi desmayándose. Le saco la verga, la tomo de la mano y nos vamos al baño, nos lavamos, ella no levanta la vista, yo oriundo me paseo delante de ella con la verga todavía a medio parar, finalmente le pregunto si era eso lo que buscó bajo la mesa, se pone colorada mientras usa una de las toallitas de mi madre para poner en su vagina, levanta la vista, todavía medio llorosa me dice que no quería tener sexo. Que sólo estaba jugueteando. Y que además no pensaba que yo la fuera a coger de esa manera. Pero que al final no estuvo tan mal. Que pronto podíamos repetir. Volvimos a la fiesta y nadie nos dio ni un ápice de importancia, como si nunca nos hubiéramos ido, pero al caminar Mariana lo hacía de costado, claro, su culo estaba todavía muy adolorido. Lo bueno es que obtuve de ella la promesa de que esto quedaría entre nosotros dos.
Excelente me encantó tu relato