Las grandes borracheras de mi marido me permiten, serle infiel y ponerle los cuernos con bastante frecuencia.
una mujer cansada de las borracheras dde su esposo comienza a serle infiel, y no termina de serlo por las muchas ocasiones en que se emborracha su marido..
Las grandes borracheras de mi marido me permiten, serle infiel y ponerle los cuernos con bastante frecuencia.
Por la mala bebida de mi esposo, esa sola razón y solo por esa, es que he terminado siéndole infiel.
Ya nosotros tenemos cinco años, con tres meses, y cuatro días de casados, hasta el día de hoy, en apariencia somos los felices padres de una parejita, que ya tienen tres y dos años más o menos.
Vivimos cómodamente, ya que ambos somos profesionales, y no nos hace falta nada, por lo menos materialmente hablando.
Pero mi esposo tiene un grave defecto, no sabe cuándo dejar de beber, por lo que desde que éramos novios, siempre hemos discutido por causa de eso, hasta que casi estuvimos a poco de no casarnos.
Pero con la esperanza de que llegara a cambiar, por el amor que me decía tenerme, nos casamos, pero no fue así, realmente al principio no era una cosa que una dijese, no puedo soportar esto, pero con el pasar del tiempo se fue agudizando su condición.
Lo que más me molesta es que cuando se encuentra así de borracho, en ocasiones se le antoja acostarse conmigo, o mejor dicho en hacer el amor conmigo, ya que siempre nos acostamos juntos.
Pero hay días en que se encuentra tan y tan ebrio, que lo único que hace es el ridículo. Íntimamente hablando, debido a su estado, sencillamente su miembro no funciona como debería hacerlo.
Es cuando me ha obligado a que se lo mame, y no es que me esté en contra de eso, en otros momentos puedo decir que hasta lo he disfrutado, de la misma manera que disfrutó cuando, él se encuentra en buen estado, en esos momentos podemos hacer de todo, relaciones vaginales, anales, o el me la chupa a mí.
Pero cuando se encuentra en estado de embriaguez, sencillamente no se le para, por mucho que yo trate.
Lo que es una de las cosas más frustrantes del mundo, si no, es que le da por dormir y para mí es otro problema, ya que debo pedirle en ocasiones a personas extrañas, que me ayuden a montarlo en nuestro auto.
La primera vez que le fui infiel, a consecuencia de sus borracheras, nos encontrábamos en la fiesta de fin de año, de una empresa para la que él en ocasiones le presta servicios, me dio tanta vergüenza.
Debido a que se subió a una mesa y se puso a bailar, haciéndose el gracioso, luego debido a la misma borrachera, se ha quedado dormido en la mesa que compartíamos con el dueño de la fiesta.
Yo había procurado no mortificarme por lo sucedido, y por mi cuenta me desentendí del cuando lo vi haciendo el ridículo, lo que en el fondo me daba una gran rabia y coraje contra él, ya que me había prometido que se comportaría bien y me sacaría a bailar.
Pero en su estado definitivamente no podía hacer nada, por lo menos hasta el día siguiente, cuando se despertase de la borrachera que tenía encima.
El dueño de la firma se dio cuenta de mi estado de ánimo, y me buscó conversación en cierta manera tratando de disculpar a mi esposo, y hasta responsabilizándose de lo sucedido, por haber insistido que mi marido catase unos cuantos vinos junto con él.
No pude ocultar el malestar que sentía por la falta de consideración de mi esposo, en ese momento dicho caballero me preguntó que me sucedía, y bien molesta le dije que, debido a la borrachera de mi esposo, como siempre me quedaba sin bailar, ya que, en su estado, como ya les dije, no se despertaría hasta el siguiente día. Ese señor cortésmente me preguntó sí yo no me molestaría, sí él me invitaba bailar.
Creo que en ese momento mi respuesta se debió a lo molesta que estaba con mi marido, ya que de inmediato casi sin pensarlo acepté.
Como mi esposo estaba durmiendo la mona en la mesa, el dueño de la firma, junto a mí y otra persona lo trasladamos a un pequeño salón de espera y lo dejamos durmiendo en uno de los muebles.
Este caballero en todo momento me hizo sentir muy especial, hasta me pidió que lo dejase conducir, cuando yo decidiese irme a mi casa, que luego él llamaría a un taxi para regresar por su auto.
Cuando los dos regresamos al salón de baile, me olvidé enteramente de mi esposo, sabía de sobra que no se despertaría en toda la noche, así que disfruté del resto de la fiesta hasta el cansancio.
Ocasionalmente me tomaba una que otra copa de vino blanco, pero a diferencia de mi esposo sé muy bien hasta donde lo hago.
Mi acompañante, procuró en todo momento hacerme pasar el mejor momento, aparte de bailar magníficamente, es un gran conversador, y lo más importante sabe cómo alagar y hacer sentir bien a una mujer como yo.
Ya durante las últimas piezas de baile, ambos como que nos dimos mayor confianza, él me pegaba sabrosamente contra su cuerpo, mientras que yo me dejaba ir entre sus brazos.
No les voy a negar que el caballero, me tuviera algo más que impresionada, como entre cuarenta y tantos o cincuenta años, delgado, pero de porte atlético, con sus sienes plateadas, que lo hacen ver sumamente interesante.
Además, su manera de tratarme, en esos momentos me hacía sentir única, por lo que cuando en medio de un bolero, me ha dado un beso, yo no supe como negarme.
La gran mayoría de sus empleados ya se habían marchado, quedaban únicamente los meseros, y los chicos de la banda que tocaban todas las canciones o melodías que él les pedía, nos volvimos a besar en varias veces, hasta que el me llevó al pequeño salón donde se encontraba mi esposo durmiendo, ya dentro continuamos besándonos.
Los ronquidos de mi marido, acostado en el sofá, nos hicieron recordar su presencia, pero mi acompañante, de manera muy inteligente, lo hizo cambiar de posición, por lo que dejó de roncar.
Tras lo cual continuamos, ya no tan solo besándonos, sino que, con sus caricias sobre mi cuerpo, me estaban haciendo sentir como hervía mi sangre.
Entre los besos las caricias y otras cosas, no puedo precisar en qué momento él se las arregló, para con su boca comenzar a lamer mi vulva.
Si me acuerdo con claridad como me hizo desprenderme de mis pantaletas, pero de estar besándome y haciéndome cosquillas sobre mis oídos, lo siguiente que sentí fue su lengua cálida y vibrante contra mi clítoris.
Mi vestido, aunque era de corte tubo, o sea bien pegado por completo a mi cuerpo, yo me las arregle para subirlo por sobre mis caderas, a medida que él me chupaba y lamía tanto mi vulva como mis muslos, y en particular mi clítoris, por lo que a los pocos minutos, yo alcanzaba un orgasmo muy diferente, a los que en tiempos pasados había logrado con mi esposo.
Yo me fui soltado el broche que sujetaba la parte superior de mi vestido contra mi cuerpo, y lo baje hasta mi cintura.
Por lo que mis senos quedaron por completo al aire una vez que me pude quitar el sostén, aunque mi esposo se encontraba a poca distancia nuestra, no me importaba si en ese momento se despertaba y se daba cuenta como ese hombre me cogía casi en frente a sus narices, el tener sexo en un sofá es algo incomodo, pero aun y así, tras esa sabrosa chupada de coño que me dio mi compañero de baile, yo me coloqué sobre el respaldo del asiento y él se me colocó a su vez sobre mi cuerpo.
El sentir como ese hombre maduro de unos veinticinco o treinta años mayor que yo, penetraba mi vulva desde a tras y de manera tan especial, me hizo volver a disfrutar otro de varios orgasmos esa noche, el sentir su verga dura y caliente dentro de mi vulva, al tiempo que ante mis ojos se encontraba mi esposo completamente dormido por la borrachera, era algo que jamás soñé hacer.
Yo me movía y hasta creo que llegué a gritar como una loca de placer, mientras que mi esposo volvía a roncar.
Cuando tanto él como yo habíamos alcanzado nuestro mayor éxtasis, nos volvimos a continuar besando, y al rato traté de vestirme como pude.
Mientras él buscó a uno de los meseros para que lo ayudase a llevar a mi marido hasta nuestro auto, en el que lo colocamos en el asiento trasero.
Luego mi accidental amante condujo hasta nuestra casa, al llegar llamé por teléfono a una línea de taxi para que buscase a mi temporal amante, el que nuevamente se ha despedido de mí con una andanada de sabrosos besos, y el compromiso de volver a vernos, lo que ha pasado en innumerables ocasiones en las que nos ha invitado a sus fabulosas fiestas.
A mi marido lo dejé durmiendo en el coche esa noche, lo malo de todo eso fue el sentimiento de culpa que me asalto, en la mañana del día siguiente, y hasta estuve a punto de confesarle, todo lo sucedido, pero gracias a Dios, mi madre que se había quedado cuidando los niños, al verme supo que algo raro me pasaba, y como madre al fin me conoce tan bien, que de no ser por ella hubiera metido las patas, al decirle esas cosas a mi esposo, por lo que nuestro matrimonio hubiera terminado casi de inmediato.
Después de esa ocasión, le he vuelto a ser infiel a mi esposo, pero por una situación distinta, como de costumbre mi esposo se había emborrachado, y me tocó conducir hasta casa.
En el trayecto me di cuenta por la señal que marcaba la gasolina, que nuestro auto le quedaba tan poca gasolina y temí que nos quedásemos en el camino, por lo que me detuve en la primer bomba de gasolina que encontré, sin reparar en si tenía dinero o no, yo había salido con una pequeña cartera de fiesta, en la que solo tenía algo de maquillaje, mi identificación y las llaves de la casa, pero no me había traído nada de dinero.
Una vez que me dispuse a llenar el tanque de gasolina, el dependiente un chico bastante joven, no hacía otra cosa que mirarme de manera sumamente atrevida, cosa que me molestó más aun, ya que, si mi esposo estuviera despierto de seguro, ni tan siquiera hubiera asomado las narices, fuera de la tienda.
Cuando fui a pagar, me di cuenta de que mi cartera, solo tenía las cosas que ya les nombré. Pensé que mi esposo de seguro tenía algo de dinero en su cartera, pero me había equivocado.
Por lo que tomé una de sus tarjetas de crédito para pagar, pero cuando se la mostré al chico, este de manera desdeñosa la tomó entre sus dedos y luego la tiró sobre el mostrador señalando un letrero que decía que de noche no se aceptaban transacciones con tarjetas de crédito.
Le propuse que me dejase ir a mi casa, para buscar el dinero para pagarme, y aunque fue algo cortés me dijo que no, ya que no me conocía y así ya en otras ocasiones había tenido que pagar cuando el dueño cuadraba la caja en la mañana, debido a que las personas por lo general nunca regresaban.
Pensé en entregarle las llaves del auto, y esperar a que amaneciera y que el dueño cuando llegara cobrase la deuda.
Pero realmente me encontraba muy molesta con mi esposo, pensar que debido a su descuido yo me encontraba pasando ese mal rato, era algo que no le perdonaría.
El chico sin quitarme la vista de encima, en tono algo más conciliador, me preguntó que podíamos hacer, y a mí realmente no se me ocurría nada, hasta que noté de nuevo su insistente manera de mirarme.
Realmente no lo culpo, la forma en que vestía esa noche era bastante provocadora, me había vestido así con el fin de darle celos a mi esposo, y en cierta manera resultó, hasta que luego de la cena de negocios a la que no se para que me llevó en un lujoso restaurante, volvió a ponerse a beber sin control alguno, y se olvidó de la manera tan provocativa en que yo andaba vestida, en esos momentos.
Mi vestido aparte de ser extremadamente corto en ambos extremos, básicamente se limitaba, a una vaporosa tela de seda roja, que con suma facilidad dejaba translucir casi todo mi cuerpo.
A manera de prueba decidí interponerme entre la luz de un inmenso farol que iluminaba la bomba de gasolina y el joven que la atendía, por su manera de verme me di cuenta que prácticamente ante él casi me encontraba desnuda, además pude notar con facilidad el gran bulto que se le formaba entre sus piernas, y que de manera discreta el trataba de ocultar de mi vista.
Cuando me quité del potente haz de luz, en su rostro se reflejó algo de mal estar, pero al parecer se armó de valor, me sugirió que había una manera en la que yo bien podía pagarle.
Por su forma de mirarme, me imagine cuál sería su propuesta, en otro momento la mandada para el carajo que le hubiera dado sería tremenda, pero mi coraje con mi esposo era mayor a mi indignación con el joven.
Por lo que, en lugar de desalentarlo, de manera bien seductora le pregunté qué cosa se le había ocurrido, que yo hiciera para pagar esa deuda.
Al escuchar mis palabras y sobre todo el tono en que las dije, en su rostro vi reflejada gran alegría, por lo que prosiguió diciendo. “Si gustas acompañarme a la parte de atrás y ahí los dos podemos hablar con calma sin ser interrumpidos.”
Por un momento me preocupé por mi esposo, que se había quedado dormido en el asiento delantero del auto, pero tras acordarme que lo había dejado encerrado, le pedí al joven que me mostrase el camino.
Por unos momentos se detuvo y apagó todas las luces de la gasolinera, y luego con la ayuda de una linterna me mostró el camino hasta una pequeña habitación que aparte de estar completamente llena de gomas, en un rincón había un pequeño catre y algo que parecía ser un lavamanos.
Durante el corto trayecto procuré mover mis caderas de la manera más insinuante que pude, mientras me decía a mí misma, va a llegar el día en que le cuentes a tu marido, todas las cosas que has hecho cuando él se encontraba borracho.
Al llegar al pie del catre, el joven se sentó y me pidió que me sentase a su lado, apenas lo hice, sin perder tiempo el joven se ha puesto a besarme como un desesperado, al punto que tuve que detenerlo, ya que pensé que de seguir así, quizás era capaz de romperme el vestido, y de venirse apenas me lo metiera.
Cuando él se detuvo me levanté y con toda mi calma me he quitado el pequeño traje de seda, además no quería que me lo fuera a manchar con sus manos sucias.
Él no me quitaba la vista de encima, y continué despojándome del pequeño sostén al igual que de los pequeños pantis rojos, tipo tanga que usaba en esos momentos.
Cuando finalmente estuve tan desnuda como cuando llegué a este mundo, el chico me tomó de la mano y me hizo sentar en el catre, de inmediato él se ha comenzado a desnudar a toda velocidad, hasta que estuvo tan desnudo como yo.
Lo que en parte me sorprendió fue el tamaño y dimensiones de su miembro, realmente nunca me he fijado mucho en eso, pero en el caso de este chico, era algo digamos que prodigioso.
El olor a orín que despedía su miembro en esos momentos, me hicieron dudar de lo que estaba a punto de hacer, hasta que reparé nuevamente en el lavado, y tras levantarme del catre, lo he tomado por su verga y lo llevé hasta dicho lavado, abrí una de las plumas y mientras corría el agua que de paso se encontraba muy fría, con mis dedos comencé a enjuagar toda su verga, la que debido al frío se fue reduciendo de tamaño entre mis manos, por suerte encontré los restos de una pastilla de jabón con la cual terminé enjabonando todo su miembro inclusive hasta sus testículos.
Luego con algo de papel para secar las manos, le sequé todo, para nuevamente mientras que lo conducía al catre, agarrándolo por su miembro me volví a sentar.
En esos momentos frente a mi rostro tenía esa enorme manguera, aunque algo flácida, la verdad sea dicha, me provocó mamársela.
Por lo que con toda mi calma jugué con su glande entre mis dedos, para luego lentamente dirigirlo hacía mis labios, durante ese momento, su miembro volvió a recuperarse completamente.
Por lo que yo, ya me había dado a la tarea de mamárselo por completo, el chico me miraba satisfecho, desde arriba mientras que yo agachada frente a él, chupaba su inmensa verga.
Por un buen rato me he dedicado tanto a lamerle su colorado glande, como en ocasiones sus testículos, de igual forma se lo chupaba hasta casi ahogarme.
Mientras que permanecía agachada frente a él, con su verga dentro de mi boca, con mis dedos me acariciaba toda mi vulva, de manera tal que me la pudiera ver sin dificultad.
Yo misma dándome con mis dedos alcancé un lujurioso orgasmos, mientras hice que el chico se viniera dentro de mi boca del todo, al terminar me levanté, pesando que se daría por más que satisfecho por lo ocurrido, y me dirigía al pequeño lavado a enjuagarme la boca, cuando lo sentí que me tomaba por las caderas, y me decía. “Espera no tengas tanta prisa, que deseo mojar mi verga dentro de tu coño.”
Al principio pensé que sería como mi marido, que en ocasiones se le antoja tratar, pero sin que realmente suceda nada, luego que ya hemos terminado alguno de nuestros encuentros en la cama, pero no fue así.
El miembro del chico se encontraba nuevamente parado y listo para continuar, por lo que yo algo sorprendida abrí ligeramente mis piernas y sentí como penetraba mi húmeda vulva, con su duro miembro.
Mientras que me apoyaba en el lavado, su verga entraba y salía de mi coño divinamente, yo movía mis caderas de lado a lado, disfrutando de todo aquello que el chico me hacía, tomé su mano derecha y la coloqué sobre mi clítoris, mientras que él con la izquierda me apretaba divinamente una de mis tetas.
Yo como no soy nada discreta, cuando estoy disfrutando plenamente, más que gemir, de placer grito, y expreso claramente lo que siento en esos momentos.
Por lo que mi nuevo amante, a su vez me iba diciendo o preguntando si me gustaba todo lo que él me hacía, a lo que yo como una loca moviendo mi culo con fuerza contra su cuerpo, respondía que sí.
En cierto momento, sentí el ruido de la puerta de nuestro auto a lo lejos y al voltear la mirada vi al borrachón de mi esposo como en medio de su borrachera se había levantado, y se debatía con su pantalón para ponerse a orinar torpemente, mientras que a mí a pocos metros de distancia ese chico me estaba haciendo disfrutar de lo lindo.
En principio me asusté, temí que me fuera a encontrar dejándome coger por ese desconocido, pero casi de inmediato, me di cuenta de que en su estado difícilmente se daría cuenta de lo que pasaba, mientras que él terminaba de orinar yo continuaba moviéndome en los brazos de ese desconocido.
Mi esposo al terminar torpemente miró a su alrededor, pero sin darse cuenta de lo que realmente había, y volvió a meterse a nuestro auto dando tumbos, por suerte no se orinó dentro, se pueden imaginar el mal olor que hubiera dejado en los asientos.
El chico que de chico no tenía nada me hizo alcanzar un delirante orgasmo, al tiempo que me decía que yo era la puta más sabrosa que se había cogido en ese puesto de gasolina.
Cuando ambos terminamos yo más que satisfecha, se la he vuelto a mamar, mientras él me decía que yo era tan enferma como lo era él, al principio eso me preocupo, no fuera hacer que me hubiera pegado alguna infección, pero luego me aclaró, que a él le dicen el enfermo por lo sexo, ya que le gusta mucho.
Cuando ya ambos quedamos más que saciados, yo me comencé a vestir, y ni cuenta me di que no me había puesto los pantis ni el sostén, ya que comenzaba a amanecer y quería llegar pronto a casa para asearme adecuadamente.
El pendejo de mi esposo amaneció dentro del auto, al día siguiente, como de costumbre discutimos, pero ya no como en otras ocasiones, lo hice por eso de no perder la costumbre de hacerlo, y que no fuera a sospechar.
Un tiempo después, mi marido me comentó de un extraño sueño que tuvo, en el que él se encontraba en medio de un sitio muy oscuro, y que a lo lejos en una pequeña habitación me había visto cogiendo con un desconocido, lo raro era que yo aparentemente lo disfrutaba al máximo.
Desde luego que me hice la indignada, y le dije que eso era a consecuencia de sus borracheras, pero como él no volvió hablar de ello, yo tampoco volví a tocar ese escabroso tema.
En otras ocasiones he pasado por la bomba de gasolina, con resultados muy similares, cuando mi marido se queda dormido a consecuencia de sus borracheras.
Otra de mis infidelidades ha sido con mi cuñado, el hermano menor de mi marido, yo nunca había visto a mi cuñado, con otros ojos que no fueran los de cuñada, es decir creo que hasta lo consideraba más bien como un hermano menor, aunque tan solo nos llevamos apenas un mes de diferencia entre nuestras edades.
En una tarde que habíamos llevado los niños míos a un pasadía familiar, como de costumbre mi esposo se metió una borrachera de Padre y Señor Nuestro.
Por lo que le tocó a cuñado y a mí, llevarlo a casa, mientras mis suegros se quedaron con los niños, al llegar debido al estado en que se encontraba, derramó sobre el vestido nuevo que ese día me estrenaba, un poco de café que ingenuamente mi cuñado le había dado con el fin de que saliera de su borrachera, de inmediato lo metimos en la cama, y yo sin quizás, debido a lo molesta que me encontraba, sin reparar que mi cuñado todavía no había salido de la habitación.
Me quité el vestido con la idea de ponerlo en agua, con el fin de que la mancha no se le quedase para siempre, cuando me di cuenta de la presencia de mi cuñado, me dio un gran sentimiento, y no sé si sería por lo frustrada que me encontraba, o porque realmente, pero me he puesto a llorar.
El hermano de mi esposo se acercó a mí, en ese momento yo únicamente tenía puestas mis pantis y un pequeño sostén, aparte de la frustración me dio una gran vergüenza con mi cuñado, por lo que continué llorando con mucho sentimiento, hasta que él me tomó entre sus brazos, y comenzó a consolarme, diciéndome, que él hablaría con su hermano mayor, pero a medida que me hablaba y me mantenía abrazada, fuimos saliendo de la habitación, y nos dirigimos a la sala de la casa.
Nos sentamos en el sofá, mientras que yo seguía llorando, y en ocasiones le decía que ya no aguantaba las borracheras de su hermano, que si él supiera me entendería, él continuó dándome apoyo, pero en cierto momento sentí, como una de sus cálidas manos me las colocaba sobre mi rodilla, mientras que continuaba hablándome suavemente, diciéndome que hablaría con mi esposo.
Pero su mano continuaba subiendo, desde mi rodilla hasta la parte superior de mis muslos, en medio de mi lloradera, pensé. “Este lo que quiere es aprovecharse de mi en estos momentos.”
Y en ese preciso instante sentí su boca contra la mía, sé que debí detenerlo, pero la verdad es que no quise, era en cierta manera, una forma de vengarme de mi marido, por lo mucho que me ha hecho sufrir con sus borracheras.
Mientras mi cuñado y yo nos besábamos, sus manos continuaron acariciando mis piernas y luego el resto de todo mi cuerpo, sin que yo pusiera la menor objeción de mi parte.
Así permanecimos un buen rato, él ya se encontraba sumamente excitado, cosa que con gran facilidad me di cuenta, y sin perder más tiempo, yo misma saqué su verga del encierro en que se encontraba, por un corto instante nos vimos a los ojos, y creo que tanto él como yo adivinamos mutuamente nuestros deseos.
Sin perder más tiempo, dirigí mi boca a su glande y me he puesto a mamarle la verga a mi cuñado, quien se quedó sentado con sus piernas completamente abiertas, mientras que yo introducía y sacaba su miembro de mi boca.
A medida que yo se lo mamaba, se fue despojando como pudo de la ropa que tenía puesta, hasta que retiró su verga de mi cara, y me fue dirigiendo hasta que me quedé acostada boca abajo en el sofá de la sala, mi cuñado a medida que continuaba acariciando mi cuerpo, su boca me besaba por sobre mi cuello, y fue bajando por mi espalda hasta que se detuvo divinamente sobre mis nalgas, de las que me retiró las pantis de manera suave, para darle paso a que su lengua comenzara a pasarla a lo largo de toda la raja de mis nalgas.
Lo que hizo que toda la piel de mi cuerpo se pusiera como carne de gallina, su sabrosa lengua se fue hundiendo dentro de mis nalgas de manera tan y tan sabrosa, que me hizo llegar a suponer lo que en el fondo buscaba mi cuñado.
Al tiempo sus dedos me comenzaron a acariciar mi coño, lo que yo definitivamente disfrutaba un montón, sentía su cálida saliva como se chorreaba por entre mis nalgas, y su lengua acariciando mi esfínter, no dejándome lugar a dudas de que mi culo era su objetivo en el fondo.
Luego se detuvo, pero de inmediato comencé a sentir algo caliente y duro contra mi hueco, mientras que yo misma me ponía en la mejor posición, para facilitar la penetración.
Con mis propias manos separaba mis nalgas, y lentamente mi cuñado comenzó a introducirme toda su verga entre mis nalgas, hasta que sentí sus testículos chocar con mi coño.
La verdad sea dicha, mi cuñado esa tarde me demostró ser todo un experto en eso de darle a una por el culo, sus manos me acariciaban rítmicamente todo mi coño mientras a la vez, metía y sacaba su verga de mi ano.
Mientras que yo restregaba mi cuerpo contra el suyo, en medio de ese loco encuentro entre mi cuñado y yo, cambiamos de posición, quedando sentado él sobre el sofá y yo con mis piernas del todo abiertas sentada sobre él, sintiendo como su verga entraba y salía sin cesar de mi cuerpo, hasta que, con sus dedos dentro de mi coño, me hizo alcanzar un buen orgasmos.
Luego de esa tarde, en un sin fin de ocasiones, nos hemos vuelto a encontrar a solas en mi casa, o en su apartamento.
Ya no siento esos remordimientos, por mi conducta, mi esposo sigue emborrachándose cada vez que sale conmigo, y yo ya dejé de pelearle por eso, es más en ocasiones hasta yo misma le busco lo que está bebiendo.
Para luego llevarlo a casa para que duerma la borrachera. No hace mucho, fuimos a un crucero por el Caribe, y él solo se emborrachó una sola vez, desde que entramos al barco hasta que nos bajamos cuatro días después.
Durante todo el trayecto, compartí con algunos pasajeros, pero con quien más me divertí fue con la tripulación de origen tailandés.
Lo más salvaje que hice una de esas noches, fue el meter dos de ellos a mi camarote, y mientras el cornudo dormía con una botella entre sus manos, los dos chinitos hicieron y deshicieron conmigo todo lo que se les antojó.
La primera vez que culié con un amigo de mi esposo en nuestra casa fue cuando mi esposo organizó una fiesta con sus amigos del trabajo, uno d e los amigos de mi esposo se quedó a dormir en uno de los cuartos que eran de mi hijos, cuando mi esposo se quedó dormido, culié en varias ocasiones con su amigo. Desde ese día es uno de mis amantes más frecuentes.