Las hermanas de mi novia I-II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Xander_racer2014.
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Las Hermanas de mi Novia I: introducción
Desde que empecé con mi novia Cristina hace ya más de un lustro, no he podido quitarle el ojo de encima a sus hermanas pequeñas, Ana la mediana de 20 años y Carla la pequeña de 18 recién cumplidos.
Cada una de ellas tiene sus bondades.
La pequeña, Carla, de ojos castaños, cara alargada y pelo rizado, tiene una figura espectacular: delgada, pechos pequeños incipientes, trasero prieto, y con un vientre plano que despertó mi gusto por esta parte del cuerpo.
La mediana, Ana, es la más rellenita pero probablemente la más guapa: pelo ondulado castaño, cara redondeada, pecosa, con mofletes y labios carnosos.
Tiene una barriga típica de su cuerpo curvy y un culo que, pudiendo ser más prominente, tampoco es un desperdicio.
Sin duda la mejor parte de su cuerpo son sus pechos, muy generosos pero proporcionados con su figura.
No suelo considerarme una persona obsesiva respecto a las mujeres, pero reconozco que las dos hermanas forman parte de mis fantasías recurrentes a la hora de masturbarme.
Especialmente Ana, con la que suelo tener más trato.
Es una chica abierta, simpática pero con cierto carácter.
No suele ser extremadamente atrevida con su forma de vestir, pero como norma suele utilizar escotes los fines de semana.
Dichos escotes no son muy descarados, pero al tener unos pechos tan grandes fácilmente se le ve un buen canalillo.
No quiero olvidar que desde hace años, Ana tiene novio.
Sin embargo, he de darle las gracias porque él es uno de los principales motivos por el que la hermana de mi novia se me antoja muy apetecible.
Su novio es un chico bastante soso, más dado a la charla que a la acción.
Ella suele salir de fiesta con sus amigas, quedándose él en casa porque no le gusta mucho beber ni bailar.
Esto siempre ha provocado que mi mente vaya en una dirección: las aventuras que habrá tenido a espaldas de su novio.
Como es posible que Ana se convierta en mi cuñada en pocos años, hasta ahora solo me he atrevido a conseguir algún tipo de material para alimentar mis fantasías, en vez de intentar tener algo con ella.
En mi ordenador guardo una carpeta con sus mejores fotos, e incluso he tratado de hacer los típicos fakes como si se hubieran corrido en su cara.
Una vez conseguí acceder a su portátil y encontré unas conversaciones subidas de tono con su novio.
Al parecer, suelen conversar por texto en skype pero teniendo la webcam enchufada.
De varias conversaciones se podía leer entre líneas que ella se quedaba desnuda delante de la cámara para él, tanto al cambiarse como por puro jugueteo.
También, aunque de manera más escasa, compartían fantasías que querían realizar.
Al leerlas, sabiendo cómo era su novio, lo único que yo podía pensar era en quitarlo de en medio y enseñarle a Ana lo que de verdad merece que le hagan a su cuerpazo.
Encontré esta foto (la cual adjunto) por internet y pensé que, a pesar de ser otra chica, podía parecerse bastante a su cuerpo.
Desde entonces la guardo junto con el resto de fotos suyas en una carpeta oculta en mi ordenador.
Mi obsesión por ella ha hecho que deje de considerarla como la hermana de mi novia, y la ha convertido en un objeto de deseo irresistible.
Ana y yo solemos coincidir las mañanas de los domingos en casa de los padres de mi novia.
Siempre pensé que si llegáramos a follar, sería una de esas mañanas en las que mi novia había salido a correr y sus padres estaban fuera.
Pero las cosas no siempre ocurren cuando uno las espera.
(Continuará.
)
Gracias
Las Hermanas de mi Novia II: Toma de Contacto
Era la madrugada del sábado al domingo.
Me encontraba en la cama junto a mi novia.
Ella dormía, aunque más bien se podría decir que estaba K.
O.
después de tomar varias copas.
Yo había bebido, pero no me había pasado al tener que conducir de vuelta a casa de sus padres.
Me encontraba en ese estado en el que uno no está relajado para dormirse y tampoco tan borracho como para caer rendido.
Miré el reloj.
Las 5:20 de la mañana.
Cansado de dar vueltas en la cama, me levanté y fui hacia el aseo, con la ilusión de que levantarme y volverme a acostar me sacara de mi inquietud.
Ya dentro del aseo, mientras meaba, me di cuenta de que en la repisa había varias toallitas desmaquilladoras todavía sin usar y un móvil cargando con la pantalla encendida.
Era el móvil de la hermana de mi novia, Ana.
Pensé que sería irrespetuoso cogerlo y echar un vistazo, pero el morbo pudo más que mi razón.
Por suerte no estaba bloqueado, seguramente Ana lo había estado usando hace un momento y no se había bloqueado automáticamente al estar conectado a la corriente.
Sabiendo que tenía poco tiempo, fui directamente a la galería de imágenes para probar suerte.
Mientras que pasaba sus fotos, no paraban de llegar mensajes de su novio.
No di con ningún desnudo ni algo que se pareciera, pero sí había varias diferentes a las que suele subir a sus redes sociales.
Eran más subidas de tono: contrapicados, mordiéndose la lengua.
¡Alguien venía al aseo! Dejé el móvil rápidamente como lo encontré.
Ana entró por la puerta, se acababa de poner el pijama.
De hecho, todavía estaba poniéndose la parte de arriba mientras entraba.
Me dio tiempo a atisbar su vientre curvado.
Con solo un vistazo a su piel mi mente comenzó a fantasear sobre ella y la situación en la que nos encontrábamos.
-¡Carlos! -Dijo sobresaltada pero casi susurrando.
El resto de la casa dormía.
– Perdona, no sabía que estabas usando el aseo.
Es que acabo de llegar a casa y me estaba poniendo más cómoda antes de desmaquillarme e irme a dormir.
Había algo extraño en su voz, un temblor que no solía estar ahí.
Mientras hablaba me di cuenta de que no llevaba sujetador debajo de la camisa.
Aun así, sus tetas conservaban una forma redondeada casi perfecta que culminaba con un pezón que se marcaba a través de la tela.
Cuando conseguí dejar de pensar en su vientre y en sus pechos, observé su cara, vi que tenía las señales típicas de una persona que no hacía mucho que había llorado.
Aunque ella había tratado de disimularlo.
-Hola Ana.
-Le respondí.
– Me había acostado ya, pero me he desvelado y he preferido levantarme un rato.
Tu hermana ha bebido demasiado y hemos tenido que volver antes de tiempo.
¿Qué tal la fiesta?
-¿Ya se ha pasado otra vez Cris? En fin.
-Dijo Ana, tratando de sonreir.
Evidentemente no estaba de humor.
– La fiesta bien.
No ha sido una mierda, pero tampoco algo espectacular.
De todas formas, ya sabes que lo importante es la gente con la que estés y no el sitio al que vayas.
Durante unos instantes dudé si preguntar o no.
Evidentemente, lo último que había comentado iba con segundas, refiriéndose a alguien en concreto.
-¿Te ocurre algo? ¿Estás bien? Te noto como.
no sé, decepcionada.
-No te preocupes, estoy bien.
Cosas que pasan.
– Dijo mientras se apartaba la melena de la cara y se disponía a desmaquillarse.
Suspiró profundamente mirándose al espejo.
En ese momento se rompió por dentro y echó a llorar.
-Es Dani.
– trató de pronunciar entre sollozos.
– Lo ha vuelto a hacer.
No quiso venir a la fiesta y a mitad de la noche empezó a llamarme acusándome de estar por ahí liándome con otros tíos, llamándome de puta para arriba.
¡Odio cuando se pone así! ¡Es un imbécil!
Puse mis manos en el costado de sus brazos para intentar calmarla.
Ana seguía llorando, mirando al suelo.
No había podido parar las lágrimas pero al menos dejó de sollozar.
-Ana, tienes que arreglar la situación con tu novio.
No es normal que cada vez que salgas de fiesta y no estés con él se ponga de esa manera.
No puedes estar sufriendo cada dos por tres porque el sea un gilipollas.
-Mientras le decía esto pensé que nunca había estado tan cerca físicamente de ella, y menos aun hablando de temas tan personales.
Al parecer el alcohol hizo que a ninguno de los dos nos incomodara o nos resultara extraño aquel momento.
-Eres una chica fuerte e independiente, y no tienes por qué dejar que un tío te pisotee así.
Ana levantó la mirada y me miró a los ojos intentando dibujar una sonrisa en sus labios.
Verla así despertó en mí ternura, pero he de reconocer que también puso bastante.
-Gracias Carlos, eres un amor.
– Acto seguido me dio un beso en la mejilla, lo suficientemente cerca de los labios como para que fuera evidente que no había sido sin querer, había sido intencionado.
Capté el mensaje, pero frené a tiempo el impulso de comerle la boca.
Estuvimos mirándonos durante unos segundos eternos, hasta que, al ver que ya sonreía, le pregunté bromeando.
– Pero qué, ¿tu novio tenía razón y te has liado con alguien esta noche o te has portado bien?
Ana se rió entre dientes, y con una sonrisa juguetona me respondió.
– ¡Qué tonto eres! Me he portado bien, pero la noche aun no ha terminado.
Desinhibida por el efecto del alcohol, se acercó lenta pero decididamente a mí y atacó mi boca con su lengua.
Podía notar el dulzor de las bebidas en ella.
Enseguida comprendí su juego y nuestras lenguas bailaron y se rozaron una y otra vez.
Me lanzó su mano derecha a mi entrepierna, que ya estaba realmente dura, y gimió al notarla debajo de mis pantalones, pidiendo que la dejaran salir.
Aproveché ese momento de debilidad para tirarle con suavidad del pelo hacia atrás y besar su cuello, mientras mi otra mano apretaba más que acariciaba uno de sus pechos a través de la camiseta.
Era tan grande que no me cabía en la mano, jamás había tocado uno así.
No sé cuanto tiempo pasamos besándonos y rozándonos.
Al cabo de unos momentos se dejó caer sobre sus rodillas y me bajó los pantalones hasta las rodillas.
Me miró la polla con admiración, como aceptando el reto que tenía delante.
Con su mano derecha apartó el prepucio dejando a la vista un glande húmedo deseoso de que lo acariciaran y besaran.
Sin sacudirla ni una sola vez con la mano, comenzó a lamerla para más tarde metérsela en la boca.
.
Le daba un poco de vergüenza mirarme a los ojos mientras jugaba con ella, pero parecía divertirse.
Sus caras alternaban entre una sonrisa traviesa y una mirada seria propia de una chica muy cachonda.
Cada vez notaba que se me ponía más y más dura.
Estaba entrando en calor, así que me quité la camiseta.
Cogí su cabeza para indicarle que quería hacer otra cosa.
La senté sobre la taza del baño, le quité los pantalones y abrí sus piernas.
Ana adoptó una actitud más pasiva, disfrutando del momento en el que yo estaba tomando el control sobre ella.
Su cara se tornó inocencia, como quien no sabe qué le van a hacer, mientras jugueteaba con su dedo en sus labios.
El dulzor de su boca dejó paso a la acidez, al sabor de mujer.
Ella ya estaba bastante húmeda así que no tuve que preocuparme por mojar sus partes íntimas.
Tan pronto como mi lengua empezó a rozar su clítoris, Ana comenzó a gemir de forma suave y continua.
Visité un poco su apetecible vagina, pero sabía que no era el momento.
Para demostrarle lo cachondo que estaba y lo que me ponía masturbarla, empecé a hacerme una paja mientras se lo comía.
Esto le gustó aun más, y los gemidos aumentaron de volumen.
Entre risas, le hice el gesto de que guardara silencio, no había olvidado que mi novia dormía dos pareces más allá, y su hermana pequeña tres.
Ella también aguantó la risa y unos instantes después volvió a centrarse en el placer.
Tanto es así que un minuto más tarde ya sentía el orgasmo cerca, y comenzó acariciarse ella misma las tetas por debajo de la camiseta.
Tuvo un orgasmo largo pero inestable, muy fuerte en un principio (me cogió muy fuerte del pelo) y muy placentero y relajante al final.
Tras unos instantes de reposo, se incorporó y, mientras me besaba, intercambiamos las posiciones.
Ahora era ella la que desde el suelo me daba placer con su boca.
Yo ya estaba prácticamente listo para correrme, pero durante estos momentos ella trató de llevarse todo el miembro a la boca, rozando su garganta.
Suspiraba de alivio cada vez que la sacaba para poder respirar, pero rápidamente se la volvía a introducir.
Una lágrima corrió por su mejilla producto de los pequeños atragantamientos.
Me inspiró cariño.
"Esta sí es una verdadera razón para derramar lágrimas, y no el gilipollas de tu novio", pensé para mis adentros.
Cuando sentí que me quedaba poco para correrme, fui a coger papel, pero ella se negó a ello, indicándome que me corriera mientras me la chupaba.
Aquello bastó para que instantes después descargara todo mi semen en su boca, en ráfagas lentas y espesas.
Siguió comiéndola un rato después de mi orgasmo para demostrarme que quería todo lo que yo le diera.
Se incorporó con media sonrisa, se subió los pantalones y escupió mi semen en el lavabo.
Mientras se enjuagaba la boca, me puso detrás de ella e intenté acariciarle los pechos por debajo de la camiseta.
Ana se encogió y se negó a dejarme tocarlos.
-Eso la próxima vez.
– Dijo ella.
-¿Es qué va a haber próxima vez? -Dije haciéndome el duro, pero con tono bromista.
-¿Quién sabe? A lo mejor me peleo con mi novio más a menudo a partir de ahora.
– Respondió.
Me guiñó un ojo y salió de la habitación.
Apagué la luz del aseo y me dirigí de nuevo a la cama con mi novia.
Definitivamente ahora sí que iba a dormir a gusto.
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