LAS MUJERES DE MI FAMILIA. (2).
Lo de mamá Leticia es especial y allí me entero que están todas confabuladas para tratar de “curarme”. Mi madre me devela sorpresa que no esperaba..
LETICIA – MARIELA – SORPRESA AGRADABLE. (2).
Su espléndida semi desnudez me provocó una especie de shock, se acercó decidida a la cama y de un manotazo expeditivo arrojó lejos la revista que leía, me tomó por debajo de las rodillas y lo más suavemente que pudo, jaló de mis piernas y me acomodó boca arriba, pero recostado sobre las almohadas superpuestas, lo cual me dejaba un hermoso panorama para mirar lo que ella tenía ganas de hacer. Gateó luego subiéndose a la cama y fue directa a mi verga, a esta altura, un tanto “morcillona”, para mejor, nunca dejó de mirarme a la cara, incluso cuando se la llevó a la boca y comenzó a lamerla.
¡¡¡Me cago en mi mamá, ni Gloria-madre en sus mejores mamadas había actuado así con mi “pedazo”!!!… No sólo era la lengua pasando por uno y otro lado del tronco o que la “enroscara” alrededor del glande mirándome con el deseo plasmado en sus ojos como si fuera un libro pleno de eroticidad, sino que, seguido de esos preliminares la comenzó a tragar. La tragada se me hacía interminable y mi verga comenzó a crecer en su cavidad bucal, no aguantó las arcadas y las toses cuando hasta su garganta estuvo llena de verga y se la sacó de la boca lanzando babas y saliva por la boca y la nariz, pero no cejó en su intento.
La volvió a tragar un par de veces de la misma manera y la saliva de su boca parecía un surtidor, sus ojos llorosos me miraban, pero su goce era evidente y no sólo lo manifestaba con su mamada, estaban sus gemidos y sus dedos que me acariciaban el vientre y parte del pecho abriéndolos y cerrándolos como cuando un gato te acaricia. No sabía que podía pasar a posteriori de esa felación prodigiosa o si mi “aparato” seguiría “funcionando”, pero eso era imposible de aguantar, le miré las nalgas duras que se movían subiendo y bajando y la toqué diciéndole que estaba por acabar. “Mela”, entendí pronunciado con una voz gangosa y estrangulada por la carne que ocupaba su boca, comprendí el “dámela” que me quiso decir y el cimbronazo me hizo temblar la columna y los testículos que ella se ocupaba de sostener con una mano. Grité de dolor como si me hubieran extraído el semen con un tirabuzón, pero el alivio cargado de placer fue inmediato. Mi madre no notó mi ramalazo de dolor o si lo notó no me lo hizo saber, estaba ocupada tragando o dejando que pasara por su garganta.
Ni una gota quedó que demostrara la mamada incestuosa que me había propinado, luego la fue sacando despacio y limpiando con la lengua cualquier resto de semen que pudiera quedar en el tronco o el glande, finalmente me mostró su rostro pleno de felicidad y sus ojos brillantes por lo logrado. “Uff, tenías un montón acumulado, pero tiene un rico sabor, propio de una buena y equilibrada alimentación. Me encantó hacía años que no hacía esto, tu padre me tiene olvidada”, -expresó reptando mientras me besaba el vientre y el pecho-.
Mi verga erecta, inhiesta y palpitante no había perdido nada de su dureza y se ubicaba, merced a sus movimientos viboreantes, en su entrepierna empapada, apoyó luego sus nalgas en mis muslos y se sacó el baby-doll, sus tetas quedaron frente a mis ojos y como pude toqué sus pezones duros con la punta de mis dedos, hubiese dado lo que fuera por poder abrazarla y apretarla junto a mi pecho, pero, más no se podía. “No te apures hijo, dejame a mí, ya logramos mucho”, -dijo y se volvió a acomodar con el tronco abrazado por sus labios íntimos empapados-. Llevó sus tetas a mi boca y mamé como desesperado cambiando de una a otra y haciendo que gimiera sin cortarse, mientras tanto ella no paraba de moverse y mi verga se desesperaba por ingresar en su interior que imaginaba cálido y acogedor.
“Voy a intentarlo despacio sin apoyarme en tus caderas, no te muevas, sos muy grande y ya perdí un poco la costumbre”, -dijo mientras calzaba el glande en su hueco anhelante y comenzaba a penetrarse-. Dos exponentes de esa acción me estaban llevando al Cielo, uno era la cara de mi madre cuando sus gestos fluctuaban entre el dolor y el placer por la penetración del ariete en su conducto, totalmente lubricado, pero, extrañamente estrecho, el otro era la penetración misma. Sentía en mi glande y en el tronco cada una de sus rugosidades interiores y cuando las carnes se abrían al paso del “invasor” que se sentía como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar.
Lo hizo despacio, sus rodillas al costado de mi cuerpo aguantaban el peso del suyo y las manos se apoyaban en mi pecho, lo cual ayudaba a que no se dejara caer sobre mis caderas. Todo su interior parecía latir y me apretaban deliciosa y cariñosamente el tronco haciéndome sentir muy excitado, pero alejado de lo que conocía por “coger”, eso era distinto, más profundo, más, más, no lo podría explicar, pero me hacía sentir como nunca. Finalmente se penetró por completo, nada quedó afuera y cuando el glande encontró la valla de su interior, la “funda” pareció hecha a medida.
¡¡¡Madre de Dios, ni los partos de los tres me costaron tanto!!!, me dolió un montón, pero valió la pena, -dijo con el rostro sonriente y agregó-: “Me voy a mover, avisame si te molesta o te duele algo”. Comenzó a mover sus caderas saliendo y entrando y repitiendo la acción, era fantástico y sentía un leve pinchazo, aunque estimé que era a nivel muscular, estaba completamente desentrenado en esas lides y mis músculos semi atrofiados por la falta de ejercicios me lo hacían sentir, pero ni borracho haría un comentario sobre eso, al contrario, buscaba de acoplarme a su ritmo sosegado y cuidadoso.
Su orgasmo se hizo sentir, comenzó con temblores y gimió alto cuando se contracturó toda a la par que me mojaba la ingle y se apoyaba totalmente en mis caderas, sin moverse, pero haciendo que sus músculos interiores me apretaran. “Esto fue tremendo, hacía tiempo que no tenía un orgasmo así, acabá cuando quieras mi vida, yo me tomé una pastilla”, -me dijo cuándo se recuperó un poco y le hice saber que se moviera tranquila, que yo solía aguantarme-, “encima sabés aguantar, qué delicia, me vas a matar de gusto”, -afirmó moviéndose con un poco más de soltura-.
Su segundo orgasmo fue con un grito y quedó tirada sobre mi cuerpo, toda su piel parecía temblar, sus músculos apretaban mi verga y yo sólo podía acariciar su espalda con mis dedos, pero haciendo una torsión impensada de mi cuerpo, “me muero hijo, esto es delicioso, me envicia y quiero más”, -dijo acercando su boca a la mía-. Hasta el momento había omitido cualquier tipo de besos, quizás porque era una última barrera por romper y en ese momento dejó de existir, se prendió a mi boca con desesperación instalando una batalla de lengua porque yo no me quedé atrás y disfruté también de su boca.
El pinchazo muscular en la zona de la cadera y en mi bajo vientre me hizo dar un quejido y se retiró preocupada preguntando si me dolía algo, la verga se “escapó” de su interior, pero seguía durísima y no quería que eso terminara. Le expliqué que había sentido un pinchazo, pero que ahora quería penetrarla yo, me preguntó como quería que se pusiera y se me ocurrió decirle que de parado estaría mejor que en la cama. Entendió enseguida y se acostó con el torso sobre la cama dejando las piernas abiertas, pero afirmadas en el suelo.
La imagen que quedó frente a mis ojos fue de ensueño, su vagina dilatada y su hermoso culo en primer plano con el asterisco cerrado. Me tiré sobre ella tratando de no lastimarla con mis brazos enyesados y le dije al oído que su culito me enloquecía, que era una delicia y que moriría por estar ahí adentro. “Sos un vicioso igual que era tu padre, pero te lo merecés porque gocé como nunca, dejame que busque algún lubricante porque sos muy grande y me vas a hacer ver las estrellas”, -afirmó y por poco no me voy en seco-. Me aparté un poco y ella fue al baño, regresó con un pote en la mano diciendo que ya se había puesto ella y que me pondría en el tronco, además agregó: “Espero que la próxima vez la cremita me la puedas poner vos, eso me encantaría”, -pidió como rogando con voz de nena-.
Yo estaba en el séptimo Cielo y tuve que morderme cuando me pasó crema en la verga y lubricó bien mi glande. Después volvió a su posición inicial y yo me puse por detrás. Con la punta de mis dedos traté de llevar el glande al asterisco y me resultaba difícil, pero de eso se encargó mi incestuosa y liberada madre cuando la tomó con la mano y apoyó la punta en su hueco semi dilatado. “Despacito Maxi, a mami le duele la cola y esto va a ser peor, igual no me escuches, ni te pares, sólo empujá, por el culito me gusta duro”. Más suelta y caliente imposible y a mí me giraba la cabeza mientras tenía todos mis sentidos puestos en su asterisco. El glande venció la poca resistencia y la penetré firme tratando de no hacer caso a sus quejidos subidos de tono, tampoco me importó que golpeara las sábanas con los puños y que la escuchara tragar sus mocos, llegar a pegar mi pelvis en sus nalgas fue la gloria misma.
“Sí mi cielo, sí, ya estás curado y le rompiste el culo a mami, dame fuerte, metela más, rompeme toda, la puta madre, me duelen hasta las uñas de los pies”, -decía tratando de empujar sus caderas al encuentro de mis estocadas. Juro que hubiese querido estar una hora bombeando en su culo dispuesto, a la vez que escuchaba sus quejidos mezclados con gemidos y pedidos de más, pero, en cuanto la sentí temblar por su orgasmo anal, me derramé sin control gritando como descocido porque junto con el placer parecía que me arrancaban la columna vertebral, desde allí parecía brotar mi acabada. Tomé aire y me recuperé tratando de no dar señales de lo que había experimentado, estaba seguro que si le decía algo relacionado con algún tipo de dolor se preocuparía y se rompería la magia de ese momento, así y todo, algo se rompió porque la escuché sollozar y no creí que fuera por la “supuesta rotura” anal que había experimentado.
- ¿Estás bien mamá?, ¿te provoqué daños?, -pregunté tirándome a un costado-.
- No mi cielo, para nada, nunca me sentí mejor en mi vida, haber sabido antes como eras en la cama me hubiera ahorrado un sinfín de amarguras, hoy tuve orgasmos como nunca.
- Me alegro y espero que me puedan sacar rápido estos yesos porque necesito abrazarte y no verte mal.
- Vamos a tener que llevarlo con calma, además, no seré exclusiva…
- Lo entiendo, lo decís por papá…
- No, no lo digo por tu padre o por los maridos de tus hermanas, las mujeres de esta familia tenemos un karma con los maridos que elegimos y pronto nos dejan de lado, lo de “exclusiva” lo digo porque también vas a tener que “atender” a tus hermanas.
- Jajaja, si claro, tenés razón, -expresé tomando lo dicho como broma-.
- Lo digo en serio, no lo tomes a risa, aunque fui un poco reticente al principio, las tres nos pusimos de acuerdo para tratar de “curarte” de ese problema, aunque, lógicamente, en esto incide la poca bola que nos dan nuestros respectivos maridos.
- ¿Vos me estás queriendo decir que debo dejar que me “curen”?
- Sí y que ninguna se enteré que te han curado antes, será como un logro personal de cada una, además, a ellas no les sos indiferente y puede que a Luciana “no se le salga la chaveta” buscando donde no debe y que Mariela deje de usar consoladores para obtener un poco de placer.
- ¿Amante de las tres?, no creo tener problemas con eso, son mujeres excepcionales y las quiero, pero no querría que hubiese problemas de celos o de exigencias.
- Jajaja, en eso quedate tranquilo, las tres te conocemos bien y sabemos cómo sos. Al principio y mientras te restablezcas deberás usar tus “dotes” acá en casa, cuando estés bien, podremos usar el semipiso en que vivían mis padres, nadie lo sabe, pero nunca lo vendí y lo mantuve en condiciones, tampoco saben que mantuve apartado el efectivo heredado y tengo mis propios recursos económicos.
- ¿Era allí dónde te hacías tus “escapadas” ?, ¿acaso tengo una mami “pilla”?
- Lo pensé más de una vez, pero jamás me decidí, hasta hoy venía invicta de cuernos, de mi parte, porque de tu padre los tengo hace rato, aunque eso no viene al caso.
- Jajaja, estoy muy de acuerdo con todo y, ya que estamos, hace insonorizar las paredes del dormitorio que era del abuelo porque pienso hacerlas gritar a las tres y no quiero que nos echen.
- Por eso no hay problemas, son construcciones antiguas de paredes anchas y tu abuelo había hecho revestir las paredes con unas placas que no sé cómo se llaman porque no quería escuchar a nadie de afuera, ergo: tampoco escuchaba nadie lo que pasaba adentro, eran rarezas para la época, pero ahora me gustaría gritar a gusto allí adentro, jajaja.
- Hablando de gritar, no te escuché cuando mi “verguita” penetró tu culito.
- No sabés lo que fue, pero algo aprendí en estos años con tu padre, lo tuyo fue supremo, basta con mirar como dejé marcado mis dientes en las sábanas, igual no va a faltar oportunidad de soltarme, jajaja.
Por el momento, con lo que había logrado me bastaba, estaba destruido como nunca antes, parecía como si me hubieran dado una paliza, mis músculos pedían a gritos por una restauración completa, pero, por lo pronto ya sabía que estaba “curado”, uno o dos “polvos” me podría echar y luego a recuperarme con buena comida y horas de sueño. Luego de la charla que habíamos tenido, mi madre me dio unos besos que, lengua mediante, estaban actuando nuevamente en mi verga y fue ella la que me dijo de dejarlo, “mañana te viene a cuidar Micaela, yo tengo que salir durante todo el día y no te quiero cansar ahora, jajaja”, -dijo saliendo de mi habitación-.
Me quedé pensando en que, tal como venía todo, mañana tendría que disimular hasta que me pudiera coger a mi hermana la del medio, parecía ser la más callada de las tres, pero yo tenía metida entre ceja y ceja la idea de que era una “tapada”, había que ver como reaccionaba. Lo que sí era seguro es que, una vez que lograra que accediera, no le perdonaría ningún agujero. Me dormí entre una nebulosa de tetas, culos y cabelleras rubias que serían mías o que, en todo caso, yo sería de ellas…
Me despertó el aroma del café conjuntado con el de las tostadas, fui rápido al baño a miccionar sentado y regresé a la habitación para ponerme la bermuda, con la otra ropa tendrían que ayudarme, lo mismo que con la lavada de la cara, para los dientes usaba enjuague bucal. Desde mi habitación tenía que cruzar el comedor para llegar a la cocina y antes de llegar a ella la escuché hablar a mi madre, entonces me quedé escuchando detrás de la puerta…
- Ayer casi lo logro, me pareció que estaba a punto de reaccionar y la iba a llevar a mi boca cuando me atacaron todos los miedos y lo dejé, no estaba muy duro, pero algo había comenzado a reaccionar, -le decía la muy pilla a Micaela-.
- Ayy mami, ¿cómo hiciste una cosa así?, lo podrías haber frustrado, si conmigo reacciona bien no pienso retacearle ningún hueco, me voy a sacar todas las ganas de hombre que arrastro, ¡qué se cague el cornudo!, jajaja.
- Tenés que tener cuidado, acordate que tiene las caderas recién soldadas.
- Me tengo fe mami, no por nada hago muchas sentadillas, lo pienso enloquecer moviendo mi culito.
Mi madre le había “vendido un paquete” a mi hermana que cuajó bastante bien y Micaela había “comprado” y estaba decidida a extremar las medidas para “curarme”, a más, en el caso de lograrlo, pensaba “partirme en cuatro” y lo hablaban entre las dos sin ningún tipo de tapujos. Lo de “gastarme sexualmente” estaba por verse, pero la idea me entusiasmó demasiado, tanto que tuve que darle un golpecito al glande con la punta del dedo medio al que presioné con el pulgar y luego solté, casi grito cuando el dedo chocó, pero hice algún ruido y ambas se callaron.
“Hola, buenos días, me despertó el aroma del café, ¿me ayudan con la ropa y lo demás?”, -dije y fue Micaela quien se prestó solícita para lavarme la cara y ponerme la ropa sin mangas. Mi madre dijo que se cambiaría para irse y le recomendó a mi hermana mi atención, “quedate tranquila mami, estoy segura que el nene no me va a dar ningún problema, jajaja”, -le contestó mi hermana-.
Yo me mordía tratando de pensar en pajaritos de colores, pero “my sister” no ayudaba para nada, estaba vestida con una remera ajustada, se notaba que no tenía sostén, sus pezones destacaban porque era indudable que estaba excitada por lo que imaginaba que podría pasar y sus partes pudendas las cubría con un shorcito de jeans cavado por demás que dejaba asomar parte de sus nalgas, sus sandalias de yute les daban mejores formas a sus largas piernas. Mi madre regresó cambiada desde su habitación, nos dijo que no volvería hasta la tarde y que, si teníamos algún problema no dudáramos en llamarla al celular, luego nos saludó a ambos con un beso y se fue.
Micaela me dijo entonces que ella se iría un rato a la pileta, “tengo ganas de nadar y como mamá no está y papá se fue de viaje, lo quiero hacer sin ropa, espero que no te moleste”, -me dijo mirándome con picardía-… Alcé los hombros como para darle a entender que no me molestaba y comenzó a sacarse la remera. Sus tetas quedaron expuestas, eran hermosas y me di cuenta que las areolas eran más grandes que las de mi madre, aunque los pezones eran más chicos, posiblemente porque una había amamantado antes, lógicamente no diría nada de la comparación. Yo ponía cara de tonto o de circunstancia y trataba de no darme por enterado de la desnudez de mi hermana, era evidente que buscaba de lograr algún tipo de reacción de mi parte y la completó bajándose el shorcito mientras me apuntaba con su culo “tapado” por la tirita de una tanga que sólo ocultaba su vagina depilada.
- Claro que somos hermanos y yo tengo este problema de disfunción, así y todo, le tengo un poco de envidia a tu marido, -dije mirando su cuerpo sin cortarme en nada-.
- Mejor no hables de mi marido, en casa no funciona o no quiere funcionar, ni le importa que yo tenga que tocar tu “cosito” para que puedas orinar.
- Estás muy buena hermanita y mi “cosito”, como vos decís, en algún momento funcionó muy bien y no me importaría demostrarle a tu marido que no me importan los parentescos, jajaja.
- ¡Qué loco que sos!, aun con todo lo que pasaste no perdés las esperanzas de recuperarte, pero hoy estás de suerte, yo vine decidida a “curarte”.
- ¿Estás segura de lo que decís?, mirá que soy muy exigente, jajaja, por lo pronto, ya tengo ganas de orinar, -le dije porque no quería perder más tiempo, me estaba costando contener la erección-.
- Bueno, dejame ayudarte, vamos a ver ese “cosito, -dijo acercándose decidida con las tetas al aire-.
- No traigas la pipeta, puedo hacer en el pasto, -expresé viendo como me aflojaba la bermuda-.
Se acuclilló dejando la cara cerca de mi entrepierna y me bajó la bermuda con ambas manos, “¡aaah, mierda, esto no tiene nada de “cosito”, ¿dónde escondías esa belleza!, la de mi marido es de juguete igual que mi consolador al lado de tu verga, -acotó cuando vio mi miembro colgando flácido-. Me miró con los ojos agrandados y brillantes poseídos por el deseo repentino y me hizo orinar sosteniendo mi verga con su mano, pero ubicada por detrás de mi cuerpo, hice poco porque no tenía muchas ganas, y continuó acariciándome una vez que hube terminado.
“Dejame tocarla, tengo que lograr que se pare, esto es un sueño, vení, vení, sentate en la reposera”, -expresó un tanto “sacada” e, indudablemente excitada por la verga que tenía en la mano y lo que se imaginaba-. Me costaba horrores tratar de contener la erección, sus tetas duras y su rostro impregnado de deseo no ayudaban para nada, pero tenía que tratar de continuar con el “paripé” para que creyera que era ella quien lograba excitarme. La pequeña ventaja que tuve es que a mí no me excitaba demasiado la “paja” y ella insistía en tratar de estirar la verga con sus dedos buscando de erectarla.
“No resulta Mica, puede que, con la boca, pero, no importa, si querés dejalo así”, -le dije como “picándola” y entró por la variante-. “No sé mucho de mamarla, pero quiero intentarlo, hoy me siento en otro mundo, decime si lo hago bien”, -acotó acercando su cara a mi glande y se lo metió en la boca de una-. Pensar en lo idiota que era mi cuñado que no sabía aprovechar el pedazo de hembra que tenía al lado, me ayudó a contener mis ganas de penetrar la boca de mi hermana hasta la garganta. “Es enorme, apenas la puedo meter en mi boca, madre de Dios si llega a crecer”, -dijo baboseando el glande y parte del tronco al sacarla-…
“Dale Mica dale, siento unas cosquillas raras, me parece que lo estás consiguiendo”, -le dije y la llevó a intentar con más ganas-. Se metía casi toda mi verga flácida en la boca, pero ésta comenzaba a crecer, ocupó espacios que no estaban preparados para eso y tuvo que sacarla de su boca tosiendo y con arcadas, pero feliz de la vida por lo que estaba logrando, “no lo puedo creer, seguí hermano, dame la leche si querés, con vos me animo a probarla”, -expresó eufórica y volvió a tratar de tragar la verga hasta donde podía-. Nada que ver con lo que era mi madre mamando una verga, pero yo no paraba de excitarme imaginando que le daría una cogida monumental a mi hermanita del medio.
No pudo pasar de la mitad de mi verga erecta en su boca, ni soñar con llegar a su garganta, pero la cogida de boca estaba resultando y ella estaba maravillada de lo que estaba descubriendo, mi brazo, haciendo malabares, había pasado por debajo de su brazo y con mis dedos apretaba uno de sus pezones provocando que sus gemidos ahogados, en parte por la carne que tenía en la boca, se hicieran notar. Mi otra mano se apoyó en su cabeza, no la forcé, pero le impediría retirarse cuando le llenara la boca de semen y eso fue lo que pasó, por instinto quiso retirarse, aunque no le quedó más remedio que tragar. Le mantuve la cabeza para que me limpiara la verga con la lengua y lo hizo como por instinto, luego se incorporó, sus ojos brillaban y me abrazó apretando sus tetas en mi torso, “no pensé que lo podría hacer, me la tomé toda, ahora quiero que me cojas, sigue dura y no hay que desaprovechar tu “curación”, -acotó sonriente-.
No sabía cómo colocarse, “si me siento arriba tuyo tengo miedo de enloquecerme y comenzar a saltar e imagino que eso no le hará bien a tu cadera”, -expresó-, yo lo haría fácil, le dije de irnos a mi habitación, ya sabía que, si se acostaba en la cama boca abajo y colocaba las piernas colgando me dejaba todos sus huecos a disposición. Al llegar ahí, con ella dirigiendo la marcha aferrada a mi verga cada vez más dura, le dije como quería que se colocara y yo me puse detrás y entre sus piernas abiertas.
“Despacito Maxi, por favor, no estoy acostumbrada a algo tan grande”, -pidió casi rogando, pero yo sabía que se la “comería” toda-. Mi glande parecía conocer el camino hacia su concha repleta de jugos que rebalsaban, la pasé pincelando la zona nada más que con mis movimientos de pelvis, pero no la penetré, me arrodillé y hundí mi boca y mi lengua en esa zona deliciosa. “¡Ayyy, por Dios, me matás, me matás!”, -gritó mi hermana tratando de incorporar su cuerpo-. Enseguida se aflojó y disfrutó de mi lengua que se entretenía en sus dos huecos. El orgasmo no tardó en asaltarla, su agujerito anegado se contrajo atrapando la punta de mi lengua y se la escuchó con gemidos entrecortados como si sollozara, a la par que temblaba como si no pudiera contenerse, su vagina se anegó de tal manera que no pude absorber todos sus jugos y me salí del lugar incorporándome, allí sí que vino lo mejor, mi glande ubicó rápidamente su hueco y comencé a entrar, despacio como lo había pedido, pero con firmeza, aun cuando su conducto parecía el de una niña adolescente.
“¡¡¡Maxi, me estás desvirgando de nuevo!!!, la siento, me duele, me gusta, ayyy, no puede ser, seguí no pares esto es delicioso”, -decía en voz alta y totalmente desbocada, tratando además de empujar sus caderas al encuentro de mi ariete-. Al igual que había pasado con mi madre, entró toda, el calce fue perfecto y me moví saliendo y volviendo a entrar con cierto ritmo que la llevó a gemir como desaforada y a expresar sus orgasmos con temblores y grititos tachonados con sollozos tal como se las ve a las orientales en los videos porno-asiáticos, aunque en ella me agradó.
- ¡¡¡Muero, muero de placer, es la cogida de mi vida!!!, -expresó como para que la escucharan los vecinos, claro que no lo harían estaban demasiado alejados de la enorme casa de mis padres-.
- Tu conchita y toda vos son para revivir a los muertos y ahora también quiero tu culito, -expresé acercándome a su oído-.
- Yo sabía que podías lograr vencer tu problema, pero, aunque el culito me va a doler un montón, te lo voy a dar, no te lo puedo negar, me estás haciendo gozar como nunca, ni sabe mamá lo que se perdió, -acotó totalmente entregada y recordé haber escuchado que mi madre le había mentido-.
Un nuevo orgasmo sorpresivo que dejó exponer estuvo a punto de hacerme acabar sin poder contenerme, lo logré a duras penas, pero me temblaba los gemelos y los muslos, aguanté hasta que se recuperara y le dije que saldría de ella porque ya no aguantaba la posición, “salí despacito Maxi ¿y la cola?, ¿no me vas a hacer la cola?”, -preguntó consustanciada con el siguiente paso-. “En el cajón de mi mesa de luz hay un pote de lubricante, ponte lo que quieras, poneme a mí y tratá de manejar la penetración, a mí me duelen mucho las piernas”, -le comenté y se preocupó por mis dolores, pero no dejó de buscar la crema-.
Hasta verla semi agachada para ponerse la crema con los dedos me resultó erótico y lleno de morbo, luego me puso abundante en mi glande y tronco y terminó acomodándose de sentada sobre mi ingle, “espero que no me fallen las rodillas y pueda aguantar, tu verga se va a hacer sentir en mi culito semi virgen”, -dijo mirándome seria-. Le dije que si no estaba segura me hiciera terminar de otra manera, aunque, a la vez, cruzaba los dedos para que no me hiciera caso, “ni loca que estuviera, si lograba que se te parara, me hice la promesa de entregarte todos mis agujeros y no me voy a echar atrás”, -expresó decidida y por poco salto de la alegría-.
Acomodar el cuerpo, tomar el tronco de mi verga y dirigir el glande a su asterisco fue todo un espectáculo digno de filmarse, mi morbo estaba a full, pero ver su cara, sus gestos de dolor y de sorpresa cuando comenzó a penetrarse no tenían comparación. Más duro no podía estar y meterme en ese conducto más que estrecho fue apoteótico, para mejor Micaela estaba emperrada en lograrlo e insistía cuando me encontraba con anillos más cerrados, sus lágrimas caían por sus mejillas y se mordía los labios, aun así, continuaba, se notaba que la quería toda adentro y lo logró.
- Quedate quieta, dejá que tu culito se acostumbre, no te muevas porque el dolor va a ser peor.
- No me muevo, pero, ¿peor que esto?, no creí que pudiera tolerar tu verga, hermanito me acabás de romper el culito, creo que algo se rajó ahí adentro, pero nunca sentí estas sensaciones, creo que tendrás que practicar mucho para que se amolde, jajaja, -decía si moverse y apoyando con firmeza sus manos en mi pecho-.
- Cuando sientas que estás lista comenzá a moverte, yo puedo aguantar.
- ¿Cómo mierda hacés eso?, mi marido me quiere hacer la cola y acaba enseguida apenas la comienza a meter, bueno, por lo menos fue así la última vez, hace… ya ni recuerdo, pero ahora tengo mi propio macho que lo romperá cuando quiera, cagaste idiota, vos nunca más, -me decía a mí, aunque también alzaba los ojos como hablando a un “alguien imaginario”-.
Se movía un poco hacia el costado para que mi mano alcanzara a acariciar una de sus tetas y gozaba cuando mis dedos apretaban su pezón, a más, ya había comenzado a moverse y sus caderas subían y bajaban intensificando el ritmo de entradas y salidas. De pronto su cara se transformó, “no puede ser, no puedo ser, nunca pensé…”, -gritó y estalló en un orgasmo, no sólo impensado, sino que fue violento y la dejó baldada y derrengada sobre mi pecho, ese fue el momento en que aproveché para llenarle las tripas y sentí un alivio inmediato y hasta casi merecido.
El líquido caliente en su interior provocó un gemido de satisfacción largo y sostenido, hasta que buscó mi boca para prenderse en ella, “mi amor, mi hermanito del alma, mi macho cabrío, sos mi todo y soy toda tuya”, -dijo convencida o, por lo menos a mí me sonó así, además, me lo estaba demostrando-. Me moría de ganas de abrazarla, pero muchas veces no siempre querer es poder y la dejé que ella se explayara con miradas de ternura, besos y me acariciara la cara y el cabello. El “polvo” había sido espectacular, pero quedaba el baño y almorzar porque se había pasado la hora y el estómago pedía.
Nos levantamos como pudimos, aunque ella parecía reanimada por su nueva realidad y preparó el baño con diligencia, me baño a conciencia enjabonándome con las manos e hizo otro tanto con su cuerpo mientras las caricias no dejaban de suceder. Luego de esto me secó y nos dirigimos a la cocina donde se puso a preparar algo rápido para comer, ella se había vestido y me había vestido a mí y viéndola moverse en la cocina se me ocurrió preguntar…
- ¿Qué es lo que pasa con tu matrimonio?
- El mayor error de mi vida y me di la cabeza contra la pared, según mami, es el karma de nuestras vidas, porque a ella y a Luciana les pasa algo parecido.
- Me la estás contando como si ellos fueran los culpables, pero, en definitiva, ustedes fueron las que eligieron.
- Por eso te digo que fue el mayor error, mi marido cree que no lo sé, pero yo sabía desde antes que andaba con una empleada de la empresa y pensé que podría hacerlo cambiar, desde esa han pasado otras tres y no valieron gritos ni discusiones, para colmo papá actúa como machista y, de alguna manera, los defiende.
- Bueno, creo que ahora eso dejara de importar, pues por lo que parece entender, se han puesto de acuerdo para tener a un solo hombre.
- Es así hermanito, llegamos a un pacto entre nosotras, Luciana nos dijo lo que tenías para darnos y había que intentar “curarte” para poder tenerte, algo logramos, jajaja, pero, según mamá, no debo decírselo a Luciana, tendrá que descubrirlo ella que dio el “puntapié inicial” con su primera mamada incompleta, jajaja.
- Está todo genial, pero no crean que yo voy a hacer todo lo que ustedes me digan, todavía soy dueño y señor de mis decisiones.
- Jajaja, sabía que nos dirías eso, de hecho, todas lo sabemos, pero cuando quieras vamos a estar, ahora los cuernos cambiaron de testa, es más, si insistís un poquito, mamá va a caer en tus brazos, eso me provoca un morbo tremendo.
- ¿Nunca intentaste hacerlo cornudo a tu marido?
- Más de una vez, pero nunca me decidí, tanto así que me aislé y me dediqué a mis “juguetes”, tengo tres, aunque tendría que haberlos comprado más grandes para que lo tuyo no me doliera tanto, te aseguro que fue tremendo, jajaja.
- Me vas a hacer sentir un número de circo.
- ¡Estás loco!, ni soñando, es lo mejor que nos pudo pasar, claro que vos no lo sabés, pero tenerla en la mano, mamarla o sentirla abriendo tus carnes es algo casi irreal.
- A sí, claro, ya me lo estoy creyendo…
No me pudo contestar, el ruido de la puerta principal de la casa abriéndose nos sacó de la conversación, era nuestra madre que regresaba de su periplo y con un montón de bolsas de compras en la mano. “Hola chicos, ¿recién están almorzando?, son casi las seis de la tarde”, -dijo enarbolando una sonrisa pícara-. Yo había terminado de almorzar ayudado por Micaela y luego de saludarla dije que me iba a acostar un rato, se notaba a las claras que una quería preguntar y la otra se moría por contar, entonces las dejé solas.
Caí rendido en la cama y cuando desperté ni sabía la hora que era, fui al baño, vuelta a hacer malabares para orinar y se me presentó otro problema, ganas de ir de cuerpo, lo hice sin pensar porque ya estaba sentado y asearme fue toda una odisea, tuve que sentarme de frente a las llaves del bidet y abrirlas para que el agua que brotaba me limpiara, me resultó, sequé esa parte de mi cuerpo sentándome arriba de la toalla doblada sobre la tapa del inodoro y al ver que no estaba manchada me hizo sentir como si hubiera batido un record Guinness, en mis condiciones era un logro espectacular.
Me vestí y salí del baño contento por esto, ya había visto que eran las nueve y cuarto de la noche y me dirigí a la cocina, mi hermana ya no estaba y me encontré a mi madre cocinando la cena, el aroma de la comida despertó mi hambre pues, si bien es cierto que había almorzado tarde, fue algo frugal y, además, ¿a quién no le despierta el hambre la comida de mamá?… Me acerqué a ella y la saludé dándole un beso en el cuello, me había escuchado y me retribuyó el saludo inclinando su cuerpo para apoyar su culo de ensueño en mi bulto.
- Hola cielo, llamó tu padre avisando que estaba saliendo para acá, llegará como a las doce de la noche y no te imaginás como me puso Mica cuando me contó de vuestro día, -me dijo girando el cuerpo y antes de comerme la boca-.
- No le hagas mucho caso, ya sabés que tu hija es una exagerada, -dije apenas dejó mis labios-.
- Jajaja, Ella no lo sabe, pero a mí no me puede mentir, yo estuve “allí”, a mí también todavía me duele todo, pero…, tu mami es materia dispuesta.
- Lo único que me falta es que las tres se metan en mi cama y me violen descaradamente.
- Violarte no sé, pero no nos metas ideas en la cabeza, jajaja, falta Luciana, pero estamos todas revolucionadas y somos capaces de cualquier locura contigo de por medio, ahora mismo tengo ganas de llevarme algo a la boca, -dijo apretando el bulto con una de sus manos-.
- Me dijo Micaela que no le diría a Luciana lo que pasó hoy y que intentara con vos porque estaba segura que no te resistirías, ¡lindo verso le hiciste a mi hermanita del medio!
- Bueno, lo admito, aunque sólo lo admitiré contigo, resultó como esperaba, estaba enloquecida por haber logrado que “reaccionaras”. La comida ya está lista, ¿me dejás?, -preguntó apretando y soltando el bulto-.
- La que me “curaste” fuiste vos y disfruto lo indecible al estar contigo, ¿cómo no dejarte?
El sofá del living nos recibió y me sentó en él luego de bajarme la bermuda, apenas me había acomodado cuando se hizo dueña de mi verga y la “perdió” en su boca, su mamada me transportaba y su lengua hacía maravillas en el glande y el tronco, un par de arcadas insignificantes se hicieron notar y la saliva que salía de su boca hizo todo más sencillo. Me llevaba, me llevaba y no podía contenerme, mi madre gemía con su nariz pegada a mi pubis y con sus movimientos tragando y expulsando todo el largo del ariete haciéndome sentir en la Gloria.
Grité como si me hubieran arrancado un miembro cuando me vacié en su garganta y gocé como nunca al notar como tragaba con deleite. Se había sacado la mitad del miembro para poder mirarme cuando la boca se le llenaba de semen y verla tragar mi simiente activó aún más mi morbo haciendo que el ariete no perdiera rigidez. Claro que, a una mujer que se precie, notar que su compañero no pierde su erección la incentiva a una entrega más profunda y fue lo que hizo levantando su pollera y dándome la espalda.
La ropa interior no existía y su maravilloso culo de nalgas duras quedó, entre mis piernas abiertas y a merced de la admiración de mis ojos, ella sola se acomodó para descender y llevó el glande a su cueva anegada, de inmediato comenzó a penetrarse controlando la penetración para no hacerme daño, pero ya no fue tan despacio. Sus carnes se abrieron cuando tomaba posesión de su conducto y sus quejidos y gemidos se hicieron uno, cuando la asaltó el orgasmo y tembló apoyada en mis muslos cuando el miembro “desapareció” en su interior.
Sus nalgas parecieron independientes de su tronco, se movía con ganas, calentura y dedicación subiendo y bajando por el falo estoico, ella misma se procuraba los orgasmos y me los transmitía con sus temblores y sus contracciones. Se tranquilizó un poco luego de su segundo orgasmo y giró la cabeza para hablarme: “Esto es maravilloso, ¿querés entrar en la cola de mami?, si querés, aunque aún me duele bastante porque está un poco lastimado, yo me aguanto”, -me pidió con la voz estrangulada por el deseo-, pero no estaba por la labor de hacerla sufrir y le dije que siguiera que ya me tenía a punto.
Igual lo pensé, claro que lo pensé, ese culo me encantaba, en realidad todos, pero ese era “especial”, como sea, pensar en el culo de mi madre incentivo mis ganas y apretando con mis manos los costados de sus muslos entré lo más que pude y la llené. Ahora la que emitió el gemido prolongado y sonoro fue ella, tembló y se apoyó con ganas sentándose como en el mejor de los tronos y repitió varias veces, “sí, sí, sí”, luego se abandonó dulcemente apoyando la cabeza en mi pecho. Nos quedamos un rato así tratando de recuperar una respiración normal y después se levantó llevando la mano a su hueco para no ensuciar nada.
Fue a lavarse y regresó enseguida con las toallitas húmedas para limpiarme concienzudamente a mí, “mi vida, mi hombre, tu hermana mayor insistió en acompañar al marido en un viaje corto y no vendrá mañana, pero nos viene bien porque tenés cita temprano en la Clínica y, si todo marcha bien, puede que te saquen el yeso y tengas que comenzar con la recuperación de los brazos”. Me vino genial escuchar eso que me decía, en la vorágine de lo que me estaba sucediendo con las mujeres de mi familia, había olvidado mi cita obligada para los chequeos médicos.
- Ojalá me saquen el yeso porque tengo muchas ganas de abrazarte.
- Ayy amor, ojalá, me encantaría sentir tus manos tocando mi piel.
Mi padre llegó a la hora estimada, pero yo estaba en el más feliz de los sueños. Temprano en la mañana, a primera hora ya estábamos en la Clínica esperando por el Médico que me atendería, directamente me internaron en un cuarto de atención privada y desde allí me movilizaron a distintas dependencias para hacer según que procedimiento. Hubo análisis, radiografías y me enseñaron como hacer la rehabilitación de los músculos de mis manos y mis brazos porque me habían liberado de los yesos y tendría que comenzar a usarlos.
Salimos de allí contentos y entusiasmados, mi madre tenía una mirada que oscilaba entre la picardía y el deseo, no podía hacer mucho porque iba conduciendo, pero me miró intensamente cuando pasamos por un albergue transitorio, “ni lo pienses, las ganas me vienen enseguida, pero tenés que llevarme a la Facultad, tengo que ver cuáles fueron las materias que me perdí de cursar y ver si las puedo recuperar”, -le dije enfocado sólo en lo mío-. Luego de averiguar lo que me interesaba me preguntó si no me gustaría ir a conocer el semipiso que era de mis abuelos.
- Necesito que lo conozcas y que te quedes con las llaves, de paso ves si te gusta el lugar, -agregó expectante-.
- Ah, claro, ¿por eso sólo?, de pronto me hice otra película, jajaja.
- Es que bueno, entendeme un poquito, me siento como una recién casada con vos y ayer no me hiciste “la colita”, jajaja, me siento un poco rara sin sentir ese dolorcito que me hace estar al pie del cañón como una jovencita.
- Hermosa transformación mami, jajaja, de no querer darme una inocente mamada a convertirte en una putita deseosa de andar con el culito roto.
- Ya me di cuenta que vos y tu verga me van a poder hasta el día que me muera y, para más, ahora pienso en mi cola parada y en vos entrando duro mientras me sostenés con las manos en las caderas, estoy tan acelerada que, si no estuviera manejando me estaría tocando sola, hasta traje la crema.
- Bueno, vamos a ver el famoso semipiso “sordomudo”, pero luego no te quejes.
- Prometido, lo que no te prometo es no que vaya a gritar, tengo ganas de hacerlo, además, te vas a sentir bien allí, ayer estuve preparando todo el lugar.
El edificio estaba ubicado en pleno centro de la ciudad, a escasas diez cuadras de la Facultad y estando allí podría ir caminando hasta mi lugar de estudios. Tenía cinco pisos, era antiguo, de estilo “Victoriano”, propio de principios o mediados del 1900, no había Personal de Seguridad ni Encargado y el ascensor, bastante lento, por cierto, no era sellado, se cerraba con una puerta plegable enrejada y se salía de él por otra puerta ubicada a tus espaldas. El famoso semipiso ubicado en el último lugar era en realidad un piso completo porque la parte restante estaba designada como una especie de baulera y para alojamiento de la servidumbre.
Todos los ambientes eran grandes, living, comedor, cocina, una habitación para privado y biblioteca, bañó de uso diario, dos habitaciones amuebladas, pero sin uso y la habitación principal con baño en suite. Todo lo viejo que podría parecer exteriormente el edificio y parte de su hall de entrada y ascensor, cambiaba completamente allí adentro y, aunque había muebles antiguos que deberían valer su precio en oro, todo estaba reformado a la última moda, algo que se notaba claramente en los baños, la cocina y las luces leds en cada una de las dependencias.
- ¿Te gusta?, todas las modificaciones las fui ideando yo, luego el Arquitecto puso lo suyo y al personal.
- Te gastaste una fortuna en esto, dejaste el resto, pensé que los abuelos vivían en una casa grande en la provincia.
- Esa se vendió y dejó sus buenos dólares, lo mismo hice con otras cinco propiedades similares y una Estancia de cuatrocientas hectáreas, sin contar el efectivo repartido en varios Bancos extranjeros que el abuelo acumuló, vaya a saber cómo.
- ¡¡¡Mami, estás llena de dinero!!!
- Vivo bien con lo que genera tu padre, pero a mis hijos y a mí jamás nos va a faltar nada, la empresa de tu padre y sus camiones son “chauchas” comparados con lo que yo tengo y que conocerás en detalle, pero con el compromiso de no decirle nada a tus hermanas, el dinero marea y los zánganos que tienen al lado no tienen por qué vivir bien a costilla de ellas.
- ¿Por qué siempre dejaste de lado a mi padre con esto?
- Porque fue una promesa que les hice a tus abuelos, ellos nunca quisieron que me casara con un “camionero”, fui muy rebelde con eso hasta imponerme, al tiempo lo aceptaron, pero me hicieron jurar que mantendría todo lo mío aparte y, la verdad, me resultó fácil porque nunca me interesó el dinero y tu padre se esmeró por demostrar que él podía mantener bien a su propia familia.
- Está bien, prometo que ni una palabra saldrá en mi vida respecto a todo esto, pero… ¿y el culito y los gritos?
Nos habíamos dejado llevar por el recorrido de todo el semipiso, por lo que mi madre recordaba y me contaba, incluso por la sorpresa que me generaba el conocer todo lo que no conocía de ella. Estaba gratamente sorprendido, pero no me olvidé a que habíamos ido allí, los pinchazos en mi verga me lo recordaron y mi madre me volvió a sorprender cuando se desnudó junto a la cama con dosel y me pidió con cara decidida y transformada por el placer que adivinaba, “rompele el culo a mami mi cielo, dame duro, haceme gritar como una loca”, -expresó arrojando sus brazos a mi cuello y por Dios que pensaba darle gusto-.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Leído 2, falta 1!, Este me gustó mucho particularmente, si hay algo en las historias eroticas que amo aparte de los culitos de nenes/nenas es madre/hijo (y +1 cuando el hijo embaraza a ala madre)