Las mujeres Monroy VII
Dan cambia los planes de Samantha con una decisión repentina, pero placentera..
Camila acostada en su cama siente el sabor del esperma de Dan con cada eructo, la nena sonríe satisfecha por los orgasmos experimentados, aunque realmente aún no sabe que son orgasmos, ella los llama cosquillas.
Su madre aún no regresa, sus hermanos juegan juntos pasando por alto sobre ella como siempre. La pequeña Camila es en realidad una niña muy solitaria, ávida de afecto y atención, no tiene amigos, su madre la ve 3 o 4 horas al día, había veces en que no veía a su padre por días, sus hermanos la ignoran, son gemelos y prefieren jugar juntos que pasar el tiempo con su pequeña hermana que es tan rara para hablar.
Por eso, para ella Dan es una bendición, cariñoso, la hace sentir bien y siempre tiene tiempo para ella, salvo cuando está con su mamá. Camila sonríe sabiendo que tiene un amigo en común con su madre, se siente en confianza y protegida con Dan.
A dos casas, y justo cuando Camila se fue, Dan están su cama, huele a sexo, aspira el olor de los juegos de la niña de 8 años en su cama, tiene su miembro erecto. Piensa en las mujeres Monroy y frota su pene. En un impulso inmaduro de adolescente envía un mensaje.
En la distancia, una hermosa mujer está haciendo las compras, le encanta hacer las compras ella sola, es su momento personal, se pasea por los pasillos del supermercado contoneando sus caderas, levantando la mirada de los hombres y mujeres del lugar.
El celular de Samantha suena, pero la mujer lo ignora, sigue recorriendo los pasillos, esta vez el mandado es ligeramente más grande, en su lista incluye cosas que su nuevo amante necesita para su casa y eso le está costando unos minutos más de tiempo.
Un carrito de supermercado cargado de cosas es vigilado por un guardia de seguridad, en el baño, Samantha observa el vídeo que le enviaron, es la hermosa verga de su amante, erecta, goteando líquido preseminal. El pene da saltos por el pulso del hombre y las contracciones del hombre al hacer fuerza.
30 segundos de pene, la mujer sonríe y se masturba con el vídeo.
Dan acostado con su erección recibe un mensaje en su celular, es un vídeo de Manta Alcantar. La mujer se está masturbando y le muestra la viscosa humedad de su vagina con sus dedos, en el mensaje se puede escuchar claramente.
– Estoy en las compras, mira cómo me pusiste, hoy no puedo verte, pero mañana temprano antes de irte a trabajar, iré a sacarle toda la lechita, pero hoy en la noche tendré que hacer el amor con mi esposo.
Dan observa el vídeo una y otra vez, desea masturbarse, pero quiere guardar algo de leche para ella.
– Mi vida tiene un orden, un horario, los niños se van a la escuela, atiendo a mi esposo, limpio mi casa, a las 12 o 1 hago la comida y espero a mis hijos a las 2 en mi casa, pero los tengo bien educados, mi casa siempre está limpia, tengo tiempo para atenderte antes de irte a trabajar
Dan piensa en eso, sonríe feliz pues si así lo desea, puede tener a esa mujer, y tenía un plan para pasar con ella la mañana del día siguiente.
Por la noche Samantha hace el amor con su esposo, casi 50 minutos con todo y juego previo, por la noche su vagina escurre semen de su esposo y se prepara para dormir, cosa que sorprende a su esposo, pues ella siempre se baña después del sexo, siempre. Por la mañana los niños Monroy se retiran a las 7 de la mañana rumbo a la escuela, a las 8 sale su esposo y a las 8:20 am ya está en casa de su amante tocando la puerta.
– ¡Pasa, está abierto!
Samantha entra con toda confianza sin saber lo que le espera, en su cabeza ella va a atender a su amante, mandarlo desayunado, planchado y deslechado con un buen sexo oral, todo eso en más de 1 hora, pues Dan sale a las 11 a su trabajo.
Las cosas no van a salir como ella espera, van a ser mejores.
Dan sigue acostado en su cuarto, espera a su amante acotado, su cuerpo desnudo aguarda bajo la sábana, el pene forma una carpa que espera ser desinflada por Samantha.
– Buenos días Caballero, veo que está listo para mí –
Samantha es feliz de ver a su amante acostado, esperándola, listo para recibir sus atenciones. Como reptil se arrastra por debajo de las sábanas, degusta brevemente su pene y sigue su recorrido hasta el rostro de su amante a quién desea besar.
La pareja de amantes se besan como nunca lo han hecho con nadie, Dan desea que esta mujer sea suya más allá de las paredes de su habitación, la quiere tener a su lado para el resto de su vida, Samantha disfruta de las atenciones de su nuevo amante, ese que es capaz de darle el “final” y que se deja experimentar.
– Tenemos tiempo para disfrutarnos esta mañana, me tomé la libertad y llegué antes, deseo atender tu hermoso pene con mi boca y quiero que acabes en mi ano, si no es mucho pedir.
La mujer debe esperar a esas tardes en que salen a correr para disfrutar a su amante a tiempo completo, se siente protegida por su coartada, siempre restringido al horario de su amante. No es feliz, pero al menos tiene lo que busca cerca y estable.
– ¿Y si nos quedamos hasta las 12 en la cama? Avise al trabajo que estoy enfermo, tengo tiempo para ti, si así lo deseas.
– Vaya, caballero, no sé qué decir, no me hace gracia falte usted a su trabajo por mí.
Dan desea saltar sobre la hembra y poseerla, pero, desea probar qué otras cosas tiene la mujer por ofrecerle, quiere experimentar, probar de esta mujer todo lo que tiene para darle.
– Manta, no es necesario que seas tan educada conmigo, somos amantes, me has dado la confianza para contarme tus motivos, deseo pasar todo el tiempo que tengo a mi disposición contigo, deseo que exploremos nuestros cuerpos, si para eso me debo retirar, lo haré.
– Pero Dan, debemos guardar apariencias, mi esposo no debe saber, mis hijos no deben saber, los vecinos no deben saber, podemos ser amantes, podemos disfrutar nuestros cuerpos, pero te pido, por favor, la mayor discreción posible.
La pareja se besa sin control, Dan desnuda el cuerpo de la hembra que se deja hacer. Si bien Dan no es un experto, sus manos son cálidas y suaves, eso es suficiente para que Samantha sienta que se derrite, ella desea esto, un hombre que la desee y sea capaz de darle el placer que anhela, atrevido, permisivo a sus deseos de mujer.
– Si tenemos tiempo, deseo que llevemos un ritmo pausado, quiero que aprendas a tocarme, tus manos, cálidas y suaves necesitan aprender a recorrer mi cuerpo, deseo ser tuya como no he sido de nadie nunca.
Dos amantes acostados totalmente desnudos acarician sus cuerpos, se miran fijamente esperando la señal del otro mientras recorren sus cuerpos, el pacto es simple, si te gusta lo que hago, sonríe.
Pronto los amantes eran una sonrisa constante, descubren que en realidad son más compatibles de lo que pensaban, sus cuerpos responden positivamente al contacto del otro, un placer nunca antes experimentado por ambos los envolvía.
– ¿Qué pasa Manda, por qué no dejas de sonreír?
– Lo mismo quiero yo saber Dan ¿Estás jugando conmigo o es que en realidad disfrutas que toque cualquier parte de tu cuerpo?
– Disfruto de todo cuando estoy contigo, la vida misma, antes de ti pensé que moriría solo en el sillón de mi sala frente al televisor, ahora espero morir contigo en la cama.
– Ja ja ja ja ja podemos arreglarlo, pero ahora, quiero atender mi pene con mi boca.
Dan experimenta de nuevo la habilidad de Samantha, acostada sobre él, con su glande en la boca. La lengua masajea con habilidad, los labios sellan las comisuras del falo herméticamente, la saliva se acumula proporcionando una sensación húmeda, con maestría la mujer succiona el glande mandando descargas eléctricas a su cerebro, causando cosquillas en todo el recorrido desde la punta de su miembro hasta su lóbulo frontal.
Con todo el tiempo el mundo a su disposición Samantha se dedicó a explorar los testículos de su amante, grandes, los más grandes de su vida, pesados, peludos, con sus manos los palpa, las uñas rascando suavemente el escroto, las yemas de sus dedos presionan sutilmente cambiando la geografía de la piel, sus uñas recorren casi flotando su contorno.
Con los ojos cerrados Dan disfruta de las nuevas sensaciones, en su vida le han dado sexo oran tan bueno como se lo hace Samantha, si bien no ha tenido tanta experiencia, sabe que pocas mujeres como ella.
Un calor húmedo recorre el resto del miembro de Dan, toda la saliva acumulada por Samanta cae poco a poco y es esparcido por las suaves y experimentadas manos de la mujer, lubrican el miembro facilitando el masaje erótico.
Dan no sabía que eso era posible recibir placer de esa manera, no lo masturbaba, es un masaje que relaja su miembro y le da placer al mismo tiempo. Suspiros de placer y satisfacción salen de su boca, Samantha se emplea a fondo, ella quiere que su amante la pase realmente bien “faltó al trabajo por mí, debo agradecerle”, con eso en mente se asegura de aplicar todas sus técnicas permitiendo que el miembro reciba más sangre, ensanchado y endureciendo aún más el aparato.
– ¿Puedes hacer lo de la otra vez? ¡Me encantó!
– ¿No te molesta que meta mi dedo en tu culo?
– Ya te lo dije, de tí acepto lo que sea, estoy dispuesto a probar contigo lo que sea que me des.
Samantha complace a su hombre y con mucho tacto, casi amor, estimula el perineo y ano, su dedo entra poco a poco en el relajado ano para beneplácito de ambos.
- ¿Por qué nadie me dijo de esto antes? ¡Es delicioso!
- Ju jum, a la mayoría de los hombres les da miedo, es un tema tabú, pero de esta forma puedo darle amor a tu próstata.
- Sí mujer, dale amor a mi próstata, lo necesita.
- Ahora que tengo tu próstata a mi alcance, también puedo hacer esto.
La mujer retomó el asalto al glande con su boca y con su mano libre se apoderó de sus testículos.
Dan suspira de placer, su ex esposa era una mojigata que rara vez besaba su pene, nunca había disfrutado de una buena sesión de sexo oral, afortunadamente si vida cambio con Samantha, que ahora empuja su boca permitiendo el acceso del pene más allá, penetrando una fracción de su garganta.
Respirarle a su nuevo amante en el abdomen es una muestra de poderío y conquista, su lengua masajea la base del pene, su garganta se contrae aprisionando el glande.
Los sonidos de satisfacción de Dan le hacen saber a Samantha que su amante lo disfruta, con su marido no puede hacer esas técnicas, se viene muy rápido, no le puede tocar el perineo, muchos menos masaje prostático, le da asco que use mucha saliva, para su esposo una mamada es chupar el pene y nada más.
Samantha abandonó su labor oral y se montó sobre su amante, el pene se fue directo y sin escalas hasta el fondo de su útero, la mujer le tenía una sorpresa a Dan.
- ¿Pero qué es esto? ¿Por qué se siente diferente?
- ¿Te gusta? Espero que no te importe batir leche, por tu culpa en la noche hice el amor con mi esposo, tengo su venida dentro y te va a tocar agitarla cariño.
Samantha sube y baja con suavidad recorriendo el pene de su amante a quien sonríe como quién te juega una broma.
Para los que les ha tocado batir semen de otro hombre sabrán que se siente diferente, lubricado pero con una sensación pegajosa que se impregna, cómo el jabón o pegamento impregnado en la piel que no se quita con un paño.
El coito es monumental, a Samantha le encanta sentir la leche de un macho ser agitada en su interior. Descubrió ese placer cuando hacía tríos con sus dos jóvenes amantes. La mujer se cabalga a su macho con un suave subir y bajar combinado con un ir y venir, se apoya en el pecho de su amante que deleita sus senos con sus suaves pero varoniles manos, especialmente los pezones, que pellizca con dulzura.
Un repentino acelere le indica a Dan que su hembra está a punto de tener su primer orgasmo, gemidos y contracciones anuncian el climax de Samantha que continúa con su erótico movimiento que ahora sirve para prolongar sus espasmos.
Dan entra en acción y sujeta a su amante con un abrazo, así sentado en la cama, sube y baja a Manta que se deja hacer y gime en el oído de su macho abrazandolo por el cuello. Su pene se desliza en la lubricada cámara de placer de su amante, los restos de esperma del marido ahora son una crema que se diluye con el abundante flujo femenino que forma una nueva mezcla.
- Oh, oh, oh, sí, sí, Dan cariño, así, vas aprendiendo a darle placer a mi cuerpo, !Ah sí! ¡Por favor no pares!
- No pretendo hacerlo mujer, ¡No hasta que tengas tu final!
Besos sofocados resuenan en el cuarto, el rechinar de la cama es vestigio de la pasión con que estos amantes se entregan al coito. Los senos de Samantha aprisionados por el abrazo se restriegan en el velludo pecho de su amante, el sudor recorre el cuerpo de ambos, ella estimula la piel de su hombre, con tiernas palabras de afecto lo anima a seguir, el segundo orgasmo de la mañana está cerca, tan cerca que sin previo aviso explota en su vagina cuando el dedo aventurero de Dan se introduce en su recto.
- ¡Dan cariño asíiiiii!
La energía que le queda a Dan le sirve para acostar a su hembra sobre su espalda en la cama. Ella por su parte enreda sus extremidades en el cuerpo de su amante y se prepara para los embistes.
- Estoy lista cariño, quiero sentir tu lechita caliente en mi interior.
Besos y caricias de amor, un amor que no existe en la pareja, pero que es imposible no mostrar en este momento.
Dan desilsa su cuerpo sobre Samantha, es la típica pose del misionero con besos y suspiros incluidos.
Pese a ser la misma pose que usó anoche con su marido, la sensación es diferente, Samantha siente su corazón latir con fuerza bombeando sangre a todo su cuerpo, sus poros abiertos reciben el contacto con la piel y sudor de su amante, transforman todo eso en descargas eléctricas que queman y sacuden su cuerpo.
Lágrimas de placer, gemidos, quejidos, suspiros, la pareja no se pone de acuerdo, es una mezcla de sonidos guturales.
La fricción en las paredes internas y el clítoris que es tallado constantemente por la pelvis de Dan llevan a la mujer al borde del tan ansiado final.
Horas y horas de sexo con sus amantes anteriores no conseguían llevarla al punto que este hombre consigue en solo 3 orgamo.
- Dan, cariño… Deseo tu semen… Deseo que acabes conmigo… ¿Puedes?
Samantha se ve forzada a cortar sus frases por el placer que siente, sus ojos apretados fuerte con cada embiste, su boca entreabierta, el peso y calor de su amante, si vello corporal con la copiosidad correcta, el sudor que moja su piel, el silencio y estoicismo del hombre que la hace suya.
- Dan, me vengo… Por favor… ¡Termina conmigo!
Samantha suplica, no quiere terminar sola, es parte de la magia, pero ese macho puede hacer con ella lo que quiera, está indefensa, sometida a sus deseos, lo que él decida está bien. Resignada a acabar sola, al borde del orgasmo, se concentra y deja el placer seguir su curso.
Con la primera ola de placer en la que clava sus uñas en la espalda de su macho, un calor invadió su interior.
Su rostro iluminado, el final rescatado, perfecto, con ojos cerrados besa a su amante que eyacula una y otra vez en su interior tensando su cuerpo con cada espasmo.
El alma de Samantha sonríe, su corazón late, en su corazón nace un sentimiento. La pareja se besa, Dan se mueve de forma sutil prolongando el placer que el orgasmo les da.
Mirándose fijamente a los ojos la pareja reconoce que algo cambió entre ellos. Ya no son los amantes que querían placer, hay un genuino sentimiento entre ellos, uno que los llevará a la conversación más importante de su vida.
- Dan, bribón, creo, creo que comienzo a amarte.
- Yo ya te amo mujer, te amo tanto, que estoy dispuesto a dejar que seas de otro si así lo deseas.
- ¿Me aceptas con mi esposo?
- ¡Te acepto con esposo, hijos y hasta el perro!
- Ja ja ja ja ¡Oh Dan, amor, me haces tan feliz!
- Tú a mí Manta,
El estómago de Dan rompió el momento amoroso de la pareja. Samantha le sonríe a su amante y lo invita a su cocina.
Sentado en una silla Dan contempla el cuerpo de Samantha, ambos están desnudos, el semen escurre por sus piernas, pero ella no se inmuta, prepara algo delicioso y sano para su amante.
La pareja desayuna y conversa, hacía años que Dan no tenía un desayuno suculento.
- Compré algunas cosas para ti, las traeré más tarde, pero mira el reloj, aún tenemos tiempo¿Te importaría meterme la verga por el culo muy duro y fuerte mi amor?
El pene de Dan reacciona con una erección.
Continuará.
Excitante muy excitante con lujuria y pasion.
Woooow!