las niñas y el repartidor de yogurth
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por krout.
Esta es una historia verídica ocurrida en el estado de Querétaro, justamente en el municipio de San Juan del Río, donde se situaba un aglomerado de pequeñas colonias, las cuales solo poseían una escuela primaria, en donde estudiaban las niñas que hago mención en este relato.
Cierto día por la mañana, Alberto hacia las entregas de productos lácteos a las misceláneas cercanas a la escuela primaria, veía que docenas de niños entraban a lado de sus madres al interior del plantel, entre esos niños estaba Alejandra y Juana dos pequeñas niñas que tenían las hormonas mas alborotadas que un animal en celo. Algo en estas chiquillas llamo la atención perturbada de Alberto, como si algo o alguien le dijera los antecedentes y despertares en el ámbito del sexo de las niñas, así que decidió espiarlas todos los días que tenía ruta por esos lugares. Él llegaba temprano a la tienda que se ubicaba casi enfrente de la entrada de la primaria y esperaba con ansias el momento de poder ver a estas pequeñas, de esta forma lo hizo una y otra vez, hasta el día que decidió hablarles y saludarlas.
Se presento ante ellas diciendo que se llamaba Alberto, que trabajaba de proveedor de lácteos y que todos los lunes y jueves surtía en las tiendas cercanas a la escuela, les enseño el vehículo que manejaba, además de ofrecerles un yogurth de obsequio. Ellas con gusto lo tomaron y le sonreían pícaramente al joven. Alberto entonces les preguntó la hora de salida y si ellas se iban solas a su casa, nuevamente ellas con unas risas llegando a la carcajada le dijeron que siempre salían juntas y nadie las recogía a la 1:30 pm cuando terminaban las clases. Entonces se escucho la chicharra y ellas se dieron la vuelta y entraron corriendo a la primaria.
Todo eso que ocurrió no le salía de la mente trastornada de Alberto, veía las imágenes de las niñas riéndole con gran pillería y se imaginaba frotando sus fuertes manos en los cuerpos frágiles e infantiles de las niñas de la primaria. Espero con anhelo que llegara el día lunes para poder ir y observar a las pequeñas lujuriosas.
Por fin llego el plazo tan esperado por él, estaciono su unidad frente a la escuela y aguardo la llegada de Alejandra y Juana, cuando las conoció se emociono de sobremanera, una sonrisa se dibujaba en su rostro y el corazón le palpitaba enérgico. Ellas se acercaron a la unidad y saludaron de beso en la mejilla a Alberto, lo que fue para él, un elixir que desbordaba impudicia. El joven retribuyo con un beso muy cerca de los labios a las pequeñas, converso un buen rato con ellas y les dijo que por la tarde estará esperándolas junto al campo de futbol. Alberto se marcho a realizar su ruta de entrega, pero en cada instante recordaba a las estudiantes, mientras lo hacia sobaba su entrepierna, cada vez con más entusiasmo, deseaba sacar su falo que para entonces ya había alcanzado su tamaño y grosor máximo.
Por fin se llego la hora pactada, el joven repartidor coloco su vehículo a un costado del campo de fut y aguardo a las niñas. Al arribar las pequeñas nuevamente se acercaron al chofer y le plantaron un beso, pero ahora en la boca, y como era de esperarse el miembro viril de Alberto despertó rapidísimo, se puso duro como una roca, se levantó lo más que pudo, semejándose a una casa de campaña. Él no disimulo, sino por el contrario se acomodaba para que las niñas tuvieran mejor vista de tal espectáculo, les dijo que traía unos nuevos sabores de yogurth, que si querían probarlo, pero que deberían de entrar a la cabina de refrigeración de la unidad, por que no podía sacar el producto y además debería entrar primero una y después la otra. Ellas accedieron muy confiadas.
La primera en entrar fue Alejandra, Alberto la hizo pasar, la sentó sobre unas cajas de leche, le tapo los ojos con una franela que llevaba para la limpieza, le dijo que le daría unas pruebas y ella debería contestar si le gustaba el sabor o no. Alejandra reía como desesperada, abría su boca y sacaba la lengua, estas imágenes hacían volar la mente maliciosa de Alberto, de pronto él le daba pequeñas pruebas de yogurth a Alejandra, ella las saboreaba y pedía más, la verga de este macho hambriento de sexo estaba ya por fuera del pantalón y le acercaba la punta de su pene babeante a la boca de la niña, la pasaba como un lápiz labial de un lado para otro, la niña sólo sonreía y se lamia los labios.
Entonces el joven nuevamente le daba pruebas de yogurth y le preguntaba si le gustaba el sabor, ella asentía con la cabeza, le destapo los ojos, la bajo de la unidad y era ahora el turno para Juana, le realizo el mismo procedimiento que a la niña anterior, pero algo había en la mirada y el comportamiento de Alejandra que cautivo y llamo la atención de Alberto, al terminar con la segunda chiquilla, Ale le dijo al chofer que quería entrar de nuevo, él al escuchar eso, se le enchino y erizo la piel, su rostro se lleno de perversidad, su corazón latía a mil por hora y como era de esperarse su falo se inundo de vigor. Su desesperación era tan fuerte que no lo pensó dos veces e introdujo a Alejandra a la cabina de refrigeración de la unidad, la sentó de nuevo sobre la leche, le tapo sus ojos con la franela y fue entonces; cuando Alberto inicio un nuevo juego con la pequeña Ale.
El joven se sentó en cuclillas frente a la niña, le sobaba las piernas desde sus talones hasta iniciando la parte intima infantil, deslizaba sus dedos por encima de las pantaletas y dibujaba con sus dedos círculos en la pequeña concha de Alejandra, Alberto se sentía que estaba en el paraíso, la niña pareciera que disfrutaba y pedía más, ya que su expresión había cambiado de asombro a deseo, esa circunstancia provoco que el joven se aferrara con mayor fuerza al sexo de la pequeña, con su dedo la frotaba y con la otra mano descubría al fin ese tesoro que Alejandra guardaba bajo sus interiores, al ver la vagina de la niña
Alberto se desbordo en lujuria, su verga estaba ya casi para explotar, sentía que hasta le dolían los testículos ya que estaban a reventar, saco su descomunal herramienta dura como un fierro, con una mano la frotaba lentamente haciéndose una fenomenal masturbada, mientras que con la otra mano frotaba el sexo casi descubierto de la pequeña lujuriosa, Ale empezó a jadear ya que el joven introducía uno de sus dedos en la vagina y pasaba su lengua por encima de los labios vaginales, la respiración de ambos se hacía cada vez mas pesada, Alberto por su parte empezó a chaquetearse con mas potencia e ímpetu su miembro viril, sentía que llegaba al clímax de su descontrol, se levantó rápidamente y con una mano jalo de los cabellos a Alejandra y metió su verga babeante, llena de venas y con un grosor que él nunca había tenido, dentro de la boca de la niña, le realizo unas tres o cuatro envestidas tratando de enterrar todo el miembro en el hocico de la niña, fue entonces que ya no se pudo contener, al sentir la boca húmeda y la lengua que rosaba la punta de su falo, que se vino a borbotones.
El semen le escurría por las comisuras de los labios a la pequeña, pero Alberto le dijo que era un nuevo sabor de yogurth, que se lo comiera todo, ella lo saboreaba y solo reía, Alberto con la punta de su verga recogía el semen que escurría y se lo colocaba en la boca, él le dijo que sacara su lengua e hizo que lambiera la cabeza abultada de su verga. El joven repartidor se coloco su miembro en su pantalón, tomo un bote de yogurth de una caja y se le dio a la niña, le destapo los ojos, le pregunto si le había gustado y ella con mucha malicia se reía, al mismo tiempo que se relamía los labios. Bajaron ambos del vehículo, Alberto se despidió de las dos pícaras y se fue del lugar.
Todo esto llego a oídos de otras personas, las cuales estaban muy disgustadas y molestas por lo acontecido hablaron a la policía y le prepararon una redada al joven repartidor, cuando llego el día de su ruta, la policía ya lo esperaba. Ahora esta preso en el CERESO de San Juan del Río, pagando por ello.
Nota; esta historia es realmente verídica, sucedió hace aproximadamente 13 años, las pequeñas niñas Alejandra y Juana, fueron las victimas del repartidor, pero lo que no se dio a conocer fue que la niña Alejandra era adicta al sexo desde temprana edad. Hoy en día la joven Alejandra tiene videos eróticos que circulan por el Inte
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