LAZOS INQUEBRANTABLES (CAP 5) LA PARTIDA DE MATÍAS:
Matías debe irse a la ciudad para comenzar sus estudios universitarios, y madre e hijo vivirán una “intensa” y emotiva despedida.
CAPITULO 5:
LA PARTIDA DE MATÍAS:
Matías debe irse a la ciudad para comenzar sus estudios universitarios, y madre e hijo vivirán una “intensa” y emotiva despedida
En una noche de tormenta, Matías se encontraba en la cama de su madre, Ana María. Habían compartido un momento íntimo e intenso, y ahora descansaban juntos tras haber alcanzado la plenitud en su conexión. La lluvia golpeaba con fuerza contra las ventanas, creando una banda sonora envolvente para sus emociones.
Mientras Matías acariciaba suavemente la piel de su madre, esta comenzó a despertar lentamente, sintiendo cada caricia como una chispa que encendía su deseo. El ambiente oscuro y cargado de electricidad sexual los envolvía, creando una atmósfera de complicidad y pasión compartida.
Entre susurros y suspiros, Matías y Ana María se dejaron llevar por la intensidad del momento, explorando cada rincón de su deseo mutuo. La lluvia seguía cayendo afuera, mezclándose con el calor que emanaba de sus cuerpos entrelazados. Era como si el mundo exterior se desvaneciera, dejando solo espacio para ellos dos y sus emociones desbordantes.
A medida que la noche avanzaba, los latidos acelerados y la respiración entrecortada marcaban el compás de su unión. Cada caricia, cada beso, cada susurro alimentaba la llama de su pasión, llevándolos a un éxtasis compartido que los envolvía en una burbuja de placer y conexión profunda.
Ellos se besaban apasionadamente comiéndose la boca mutuamente mientras no se dejaban de acariciar oyendo caer la lluvia allá afuera.
- ¿Me vas a coger otra vez mi amor? Le preguntó ella a su hijo con voz temblorosa y ya muy excitada.
- ¡Si mami, ya no puedo más!
- ¿Me vas a dejar bien cogidita antes de irte, para que mami no te extrañe tanto? Le preguntó Ana María a su hijo Matías.
- Si mami, te voy a coger bien antes de irme. Le respondió el chico acariciándole la concha con la mano.
- ¡Júramelo Matías, júrame que me vas a dejar bien cogida, y que vas a volver cada tanto a Valverde a pasar unos días con mami! Le suplicó ella a punto de llorar.
- ¡Si mamita hermosa, voy a venir a visitarte, te voy a venir a coger cada tanto, y también vas a venir Vos a mi departamento, vamos a pasar unos días juntos y por las noches vamos a coger cómo verdaderos amantes! Le respondió Matías mientras sus dedos jugaban a enredarse en los vellos negros del monte de venus de la concha de mamá.
- ¡ Mmmmmhhh aaaaaaajjj hijito mío te amo! Le responde ella ya muy excitada sintiendo el contacto de la mano y dedos de su hijo acariciándole la concha y jugando con esos hermosos pelitos negros que tanto extrañaría durante el el tiempo en el que iría a estar tan lejos de mami.
- Ponete en 4 patas que quiero darte por atrás mamá. Le susurra al oído tiernamente Matías.
- ¿Vas a querer primero por la colita? Le pregunta Ana María algo disconforme y preocupada, por la intención de su hijo.
- Si mamá por favor dama la colita, no te preocupes, no tengas miedo te prometo ser suave y cuidadoso, solo quiero entrarte por atrás. Le responde el chico mirándola con ternura y le acarició el rostro con amor y delicadeza
Ana María suspiró y asintió lentamente, dejando que la calentura y el deseo se apoderaran de su mente.
Ella se incorporó en la cama y se puso a 4 patas en forma transversal en la cama, ofreciéndole la colita a su hijo, sintiendo una mezcla de nerviosismo y excitación.
Matías se acercó a ella y comenzó acariciar suavemente sus nalgas, jugando con ellas con gran ternura. Ana María cerró los ojos y se dejó dominar por las sensaciones, sintiendo cómo la calentura se apoderaba de ella por completo.
Entonces Matías se arrodilló en el suelo, con un mano comenzó a acariciarle la concha peluda a su mamá, primero jugando con su abundante y espeso monte de venus, para poco a poco ir acariciándole y estimulándole el clítoris a su mamá que con cada caricia se calentaba cada vez más.
Ella contuvo el aliento, sintiendo una mezcla de calentura y nerviosismo por lo que estaba por pasar.
Con cuidado precisión, Matías introdujo un dedo en el ano de su mamá, sintiendo cómo apretaba alrededor de él en un abrazo caliente y apretado.
- ¡Aaaaahj!. Ana María gimió y se estremeció de placer, sintiendo cómo la sensación de plenitud la envolvía por completo.
El chico hundió el dedo más adentro. Alcanzando y explorando cada rincón de su interior y buscando provocarle a mamá el mayor placer posible.
Ana María sé dejó llevar por la sensación entregándose por completo a la experiencia y dejando que el éxtasis la consumiera por completo.
De repente Matías pudo sentir cómo su dedo acariciaba pequeños restos de la materia fecal que su mamá albergaba en su vientre, y en un acto de lujuria y calentura, empezó a jugar con ellos moviéndolos y revolviéndolos dentro de ella, provocándole a mami espontáneos y esporádicos suspiros y gemidos de placer.
Ya no aguantando más la calentura, el chico saca su dedo el interior del ano de su hermosa y amorosa madre, se toma la verga y la guía hacia la entrada trasera de Ana María, quien cuando siente el suave contacto de su orificio anal con la punta de la estaca de su hijo.
- ¡Quiero que me hagas tuya Matías! Susurró Ana María con voz entre cortada por la excitación.
- Si mami, esta noche vas a ser mía durante toda la noche. Le respondió su hijo.
- Ay hijo, por favor sé cuidadoso. Murmuró ella con voz temblorosa.
El chico asintió con gesto serio, consiente de la responsabilidad que tenía en ese momento.
Ana María cerró los ojos y se mordió los labios cuando sintió la punta de su miembro presionando sobre su entrada. Contuvo la respiración y se preparó para lo inevitable.
Con un movimiento lento y pausado Matías la penetró por el trasero, sintiendo la resistencia de los músculos tensos de su madre.
- ¡Aaaaaaay, despacito hijito, aaaaaaahhh, despacito mi amor! Gimió Ana María de dolor sintiendo cómo el miembro del chico la llenaba por completo, cuando lo sintió entrando por atrás.
- Tranquila mami, vamos despacito, vamos despacito. La calmaba él con sus palabras, mientras le empujaba con suavidad su miembro cada vez más adentro.
- ¡ Aaaaaaaaaay!. Volvió a gemir ella de dolor y acto seguido comenzó a llorar.
- ¡Shhhh, tranquila mamita, tranquila que vamos despacito! Le repitió él sintiéndose muy excitado oyéndola llorar.
Ella asintió con su cabeza y solo se limitó a llorar en silencio, mientras la dura vara de carne de su hijo seguía deslizándose hacia su interior.
El chico, cuando sintió que se la había metido hasta los cojones, comenzó a bombearla con suavidad, luchando consigo mismo por contener sus instintos de animal, y darle a su madre el placer que ella buscaba.
Con cada embestida Ana María sentía cómo el dolor inicial se transformaba poco a poco en un éxtasis indescriptible llevándola a un estado de placer absoluto que poco a poco fue apagando su silencioso llanto inicial.
- ¡Aj, si Matías seguí así aaaaaaaa, aaaaaaaahhh! Gritaba na María perdiendo absolutamente el control y abandonándose en el placer.
Entonces, al ver el cambio en la actitud de su mamá el joven la penetró con más fuerza y rapidez, dejándose llevar por la pasión y el deseo que los consumía por completo.
Los gemidos y jadeos llenaron por completo la habitación de mamá, creando una sinfonía de placer y éxtasis y lujuria, que los envolvía por completo.
- ¡Ah, ah, ah ah, mamá, mamita, aaaaaaaahhhh, aaaaaahhhh! Gemía el chico con cada embestida sobre la cola de su madre.
- ¡ Ahahahahahahahahahahaha!. Le correspondió ella con su perruno jadeo sintiendo cómo el sable de su hijo entraba y salía de su cola revolviéndole las entrañas.
- ¡Aaaaaaaa, aaaaaaaahhhh, aaaaaaaa mama, te amo, aaaaaaaaaaa, aaaaaaaaa mami Sos la mejor! Le gritó Matías, sintiendo que su orgasmo era inminente.
- ¡Ahahahahahahahahahahahahaha! Le volvió a responder su mamá solo con su imparable jadeo de placer.
- ¡ Aaaaaaaaaaaaaaaaaa! Gimió fuerte y con voz ronca Matías cuando tuvo su orgasmo llenándola de leche caliente.
- ¡ Ahahahahahahahaha!. Jadeó ella hasta sentir que le entró la última gota de leche de su hijo. Y acto seguido se dejó caer sobre la cama totalmente exhausta y algo dolorida por la brusquedad de la apasionada penetración anal a la que su hijo la acababa de someter.
- Te amo mamita hermosa. Le dijo él mirándose el pene embadurnado de mierda materna, después de semejante cogida anal.
- Y Yo también a Vos hijito mío, Yo también a Vos. Le responde su mamá mirándole la verga a Matías, mientras sentía cómo su ano aún le latía.
- Voy al baño a lavarme esto y vuelvo, mami esta noche tiene que ser muy especial. Le dijo Matías, y su mamá desde la cama le correspondió con una sonrisa llena de ternura tras la que se ocultaba la inmensa pena de la despedida.
Ella se quedó sola en la habitación y una inmensa tristeza la invadió obligándola a luchar contra sus ganas de llorar amargamente por la inminente partida de su hijo a una gran ciudad donde él no conocía a nadie, ni nadie lo conocía a él. Pero al recordar las palabras de su hijo, diciéndole “Mami esta noche tiene que ser muy especial”, Ana María limpió los lagrimones que rodaban por sus mejillas y lo esperó con una gran sonrisa en la cara.
Para cuando Matías entró nuevamente en el cuarto de mamá, al verla sentada en la cama supo enseguida que pese a la sonrisa fingida con la que lo miraba, ella había estado llorando.
Entonces el chico se sentó al borde de la cama junto a ella y ambos se miraron fijamente a los ojos durante unos segundos, en los que los ojos de ella se llenaron de lágrima y acto seguido comenzó a llorar.
Entonces ellos se abrazaron fuertemente, ambos se acariciaban y él besaba tiernamente su cabeza acariciándole el pelo.
- Mamá, Yo voy a venir a verte cada tanto, vamos a estar comunicados por mensajitos de WhatsApp, video llamadas, y Vos vas a tener la tranquilidad de saber cómo estoy minuto a minuto. Demás ni bien podamos costear los gastos vas a viajar a donde voy a estar y vas a venir a visitarme. La consuela Matías, mientras ella asentía con la cabeza a cada palabra suya.
- Hijo, prométeme que te vas a cuidar, que te vas a mantener alejado del peligro, las malas amistades, los vicios, y toda esa porquería. Vos sabés mejor que nadie que mami está solita en la vida, que Sos su único compañerito, que amo cuidarte, protegerte y darte todo lo que me pidas, porque Vos Sos para mí, mi hijo, mi amiguito, mi compañerito, y hasta mi machito y amante. ¡Pero a partir de ahora vas a estar solito y lejos de mí, no te voy a poder cocinar lo que solo Yo sé que te gusta y cómo te gusta, no te voy a poder lavar y planchar la ropita de mi chiquitito especial, no voy a sentir tu calor en mi cama por las noches! Fue todo lo que pudo decirle ella antes de echarse a llorar desconsoladamente en sus brazos.
Ambos se abrazaron y lloraron juntos durante varios minutos.
Después de esos emotivos instantes, madre e hijo ya más tranquilos se acostaron y se durmieron hasta el amanecer.
Unas horas después Ana María despertó cuando ya estaba amaneciendo, envió un mensaje de texto a su trabajo diciendo que no se sentía bien y que iría al médico por lo que no podría ir al trabajo.
Acto seguido se levantó de la cama y se puso a prepararle cosas a Matías para que llevara en el largo viaje en ómnibus que haría a última hora de ese mismo día.
Matías despertó a media mañana, y fue a la cocina con su mamá.
- Buenos días mami, ¡ Mmmmmmmmhhh! ¿Qué estás cocinando a esta hora? Le preguntó muy intrigado.
- Es algo rico que a mi bebé le encanta y quiero que se lleve para que no sé olvide de su mamá a la que va a dejar tan solita en este pueblo. Le dice ella casi llorando al terminar su frase.
- ¡Mamá, ya lo hablamos anoche, vamos a estar en contacto siempre y a cada momento! Le repite él.
- ¡Si mi amor, ya lo sé, pero mami es un poco mariconita y tiene miedo a todo, a que estés solito allá, a quedarme tan sola acá, en fin, ya me conocés mi amor! ¿ Querés desayunar? Le pregunta Ana María a su hijo.
- Si mami, quiero desayunar con Vos, si me prometés dejar de nadar en un mar de lágrimas todo el tiempo. Le responde él.
- ¿Te preparo el Mate cocido, mami tiene algo especial para que lo acompañes? Le dice Ana María secándose las lágrimas con una servilleta de papel, sonándose la nariz y mirándolo tiernamente con una sonrisa.
- Está bien mami, pero ¿Vos no vas a desayunar? Le pregunta él.
- Si mi amor, pero mami va a tomarse unos Mates, mientras te mira desayunar. Le dice ella.
Ana María trae a la mesa la taza con el Mate Cocido y unas grandes rodajas de pan casero algunas untadas con manteca y azúcar y otras con dulce de leche, tal cómo se lo hacía cuando era pequeño.
Ella tomaba sus Mates amargos, mientras lo miraba a su hijo en silencio y reflexionaba sobre cómo su pequeño Maty se había convertido en todo un hombre, quien sentía la necesidad de buscar su futuro fuera del acogedor pueblito del interior que lo vio nacer y crecer durante sus 18 años al lado de su hermosa, amorosa y fuerte madre Ana María quien cuando se vio sola en la vida, luchó cómo leona por su hijo, por sacarlo adelante y darle todo lo mejor.
Ella no sé reprochaba nada, no sé arrepentía absolutamente de nada, ni si quiera del prohibido amor que mantenían madre e hijo a escondidas de todo el mundo allí en Valverde.
Ana María interrumpía sus Mates a cada instante para seguir cocinando los varios platillos y cositas que quería que su hijito llevara con él, no sola para el viaje sino también para que tuviera la rica comida de mamá durante varios días.
Cada vez que Ana María se levantaba de su silla, Matías la observaba de arriba abajo minuciosamente, y excitándose con cada detalle que le observaba a su mamá.
Ella estaba vestida con un pantalón de vaquero gris y una blusa blanca metida dentro del pantalón, dejándole ver a su hijo en plenitud su buen culo y la entrepierna del pantalón donde debajo de ese vaquero se ocultaba seguramente alguna ropa interior y debajo de ella esa hermosa concha peluda la que él tanto amaba.
- ¡Mamá este desayuno está espectacular cómo siempre! Le dijo Matías mientras tomaba un sorbo de su taza.
- Me alegro que te guste, …hijo ¿Estás emocionado por tu viaje? Le respondió ella, mientras miraba cómo iba lo que tenía en el horno y también revolvía el guisado que comerían al medio día.
- ¡ Si estoy emocionado por empezar esta nueva etapa de mi vida! Pero antes de irme hay algo que necesito decirte. Dijo Matías con voz nerviosa.
- ¿Qué pasa hijito, que necesitas darle a mami? Preguntó ella con una mirada cómplice y pícara.
- Es que verte tan bonita y pensar que me voy a ir y que quien sabe por cuánto tiempo no nos vamos a ver. Siento que deberíamos aprovechar estas últimas horas juntitos. Le comenta el chico, acercándose a ella y acariciándole las nalgas.
Ana María se queda en silencio por un momento, de repente una mezcla de emociones comenzó a invadirle su mente. Por un lado, sentía que tenía un montón de cosas que preparar y hacer, de aquí a que se hiciera la hora en que Matías tuviera que abordar el ómnibus, y por otro lado sentía que no podía negarse a un pedido de su amado hijo.
- Hijo, pero mami está ocupada con todo esto y no me va a alcanzar el tiempo para todo lo que tenía en mente hacerte. Le intentó explicar ella cuando la interrumpió su hijo.
- Pero mamá, ¿No tenés ni un poquito de ganas Vos también? ¡ Mirá que Yo esta noche me voy y no sé cuándo pueda volver! ¿Eh? Dijo Matías con desesperación en su voz.
Ana María se debatía entre todo lo que le quedaba pendiente y lo que le dictaba su corazón en ese momento.
Finalmente miró a Matías a los ojos y supo que no podía resistirse más a la tentación.
- Está bien hijo, una última vez. Murmuró Ana María antes de rendirse a los brazos de su calenturiento hijo.
Matías se acercó a su madre y la abrazó con fuerza, agradecido por su comprensión.
- Te quiero mucho mamá, murmuró el chico, antes de besarla con ternura.
Ana María sintió una mezcla de emociones encontradas al dejarse llevar por el deseo una vez más y por todo lo que debería estar haciendo en ese momento, pero también sabía que no podía negarle a Matías esa última muestra de amor antes de que se separaran.
Ella dispuesta a hacer una pausa en sus qué haceres para atender las necesidades de su amado hijito, pone al mínimo el horno y lava algunas cosas que había utilizado, cuando su hijo la abraza por atrás y comienza a manosearla.
- ¡ Jijijiji! ¿Estás muy apurado? Le pregunta ella con una risita cómplice y juguetona.
- El tiempo corre rápido mamá, y siento que tenemos que aprovecharlo en cada minuto, además Vos vas a tener tiempo de sobra para limpiar esto y toda la casa entera cuando te quedes sola a partir de esta misma noche, pero entonces ya no podremos hacer esto. Le recuerda su hijo, mientras le desajustaba el cinto del vaquero.
- Está bien mi amor, tenés toda la razón del mundo, mamita se quedará completamente solita a partir de esta noche …. Hay que aprovechar cada instante juntos, lo que pasa es que mami quería que te lleves unas cuantas cositas preparadas por ella y con todo su amor. Le respondió ella murmurándole entre sollozos y con os ojos llenos de lágrimas, mientras el insensibilizado por la calentura de su hijo, lograba desprenderle el botón del pantalón y bajarle la cremallera de la bragueta.
- ¡Aaaaaaay mamá mirá cómo estoy solo de pensar en Vos! Le responde él tomándole una de sus manos y haciéndole tocar por encima del pantalón, la dureza de su miembro viril
- ¡ Jijijiji! ¿Y vas a querer que lo hagamos acá en la cocina? Le preguntó ella algo sorprendida.
- ¿Por qué no?, ¡Podría hacer más excitante la despedida! Le responde él.
- ¡Ay hijito, Sos tan atrevido y travieso, pero me encanta la idea de que probemos algo nuevo juntos! Le respondió Ana María sonrisa juguetona.
Sin perder más tiempo, ella dejó caer al piso su pantalón revelando la bombacha blanca de encaje que llevaba puesta, y mientras Matías se desvestía tan rápido cómo podía.
Matías se acerca a su madre y la abraza con ternura sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo.
Ana María se cerró sus ojos y se dejó llevar por la pasión que siempre despertaba su hijo en ella.
Lentamente sé unieron en un beso apasionado que los transportó a un mundo de deseo y amor prohibido.
- ¿Vas a extrañar mucho estos momentos de amor con mami? Le pregunta ella murmurándole entre beso y beso.
- Si mami, me voy a acordar de esto para toda la vida, y a cada momento. Le responde él.
- Mami se va a quedar muy solita extrañándote y esperándote, cada vez que esté solita en mi cama me voy a dormir llorando pensando en mi hijito querido…. Quiero que hagas esa carrera en el menor tiempo posible, que te recibas de ingeniero electrónico, y vuelvas a casa, y si en Valverde no hay trabajo para mi hijito, mami vende o alquila la casita esta y sé va con su hijito a donde él la lleve. Le dice ella con sus ojos llenos de lágrimas.
- Sí, mamita hermosa, voy a poner lo mejor de mí para recibirme en el menor tiempo posible y poder volver a estar juntos para siempre.
Dicho esto, las palabras dieron lugar a los besos y caricias en el más absoluto silencio.
Matías la arrinconó contra la mesada y le comió la boca cómo un desaforado. Totalmente dominado por la pasión lentamente fue descendiendo por el cuerpo de su madre, quien cerró sus ojos y mirando al techo de la cocina, se entregó completamente al placer con su hijo.
Matías poco a poco empezó a bajar por el cuerpo de la mamá, besándole el cuello, los pechos y el vientre.
El chico se agachó frente a ella, Ana María abrió sus piernas. Y el chico hundió su nariz y boca en aquella bombacha blanca de encaje, y una y otra vez llenó sus pulmones con los aromas más íntimos de su mamá.
- ¡ Aaaaj, hijito mío, mmmmmmm, si mi amor olele la conchita a mami, quiero que te grabes bien cómo huele la concha de tu madre para que no la confundas con la de cualquier chirusita veinteañera de la universidad, aaaaaaaaaa, bájame la bombacha y cómeme la concha, aaaaaaaaaaa!. Le decía Ana María cada vez más excitada.
Entonces Matías le baja la bombacha blanca a Su mamá, descubriendo esa hermosa y excitante concha peluda de Ana María.
- ¡Chúpamela chúpamela! Le suplicó Ana María.
El chico obedeció inmediatamente a su madre y comenzó a besársela, lamérsela y chupársela, mientras ella se mordía los labios y miraba al techo acariciándole la cabeza a su hijo con ambas manos.
Matías y Ana María se entregaron el uno al otro en aquella acogedora cocina. El chico exploraba con la lengua cada rincón de la concha de su madre, con ansia y pasión. El aroma del pan casero y la torta que se horneaba a fuego lento, daban un marco único a aquel nuevo escenario para el placer prohibido entre madre e hijo.
- ¡ Aaaaaaay, nunca pensé que un día me ibas a coger en la cocina! Murmuró Ana María con su voz entre cortada y temblorosa entre gemidos de placer.
- ¡Es diferente y más excitante! ¿No? Nos hace sentir más traviesos y complices. Dijo Matías interrumpiendo sus lamidas.
Entonces, después de unos instantes de seguir chupándole la concha, madre e hijo despejan la mesa y Ana María se acuesta bocarriba sobre ella con sus piernas abiertas.
El chico toma una silla y se sienta en la cabecera de la mesa entre las piernas de su madre, y tras admirarle su hermosa concha peluda, vuelve a lamérsela y chupársela con ahínco y devoción.
- ¡ Ahhh, ay hijito mío que lengüita tan ágil tenés, aaaaaa, ay sí mi amor comele la conchita a tu mami, aaaaaaaaa!. Decía Ana María entre gemidos, mientras le acariciaba la cabeza a su hijo.
Matías seguía concentrado en su afán por dar placer a mamá antes de dejarla sola en casa para irse a estudiar.
El chico podía sentir cómo mamá se mojaba cada vez más y más. Entonces aprovechó esa misma lubricación, para dilatarle el ano con la ayuda de su dedo.
- ¡AJ, Aaaaaaaaaa si mi amor que bien que me la chupás, aaaaaaaayy, ¡Si mi vida metele el dedito en el culo a mami, Mmmmmm, revolveme la caquita aaaaaaaaa!. Gemía y decía Ana María mientras Matías seguía chupándole la concha y metiéndole el dedo en el culo y revolviendo con él la cacona de su mamá.
- ¿Te gusta mami? Le pregunta él hundiéndole el dedo en el culo tanto cómo le era posible.
- ¡Aaaaaaaah!. Solo respondió ella gimiendo.
Así Matías estuvo unos largos instantes lamiéndole la concha y metiéndole el dedo el el culo y revolviendo la caca de mami, mientras Ana María contorsionaba su cuerpo en espasmos de verdadero e intenso placer acostada sobre la mesa de la cocina.
Entonces Matías ya muy excitado, de repente se puso de pie frente a su madre y entre sus piernas, ambos se miraron llenos de placer y complicidad, se sonrieron, y entonces Matías se tomó la verga con la mano, la guio a la entrada de la peluda concha de su madre, la volvió a mirar a los ojos sonriéndole y ella le murmuró:
- ¡ Entrá hijito mío no más!
Y dicho esto Matías clavó su verga en la concha de su madre y poco a poco se la enterró hasta los mismísimos cojones.
- ¡Aj…aaaaaaa!. Se quejó Ana María cuando lo sintió entrar hasta los huevos y comenzó a gemir, cuando Matías comenzó a embestirla bombeándola suavemente, haciendo que la vieja mesa de madrera se moviera con cada embestida de Matías sobre su madre.
- ¡ Aaaaa, aaaaaaahhh, aaaaaaahhhh!. Gemía Ana María quien, mientras su hijo la embestía cada vez con mayor fuerza y ritmo acelerado, ella levantaba sus piernas y con sus dos manos se aferraba a los cantos de la mesa y sé excitaba cada vez más sintiendo crujir y moverse a la vieja mesa de madera, con cada arremetida del chico contra ella.
- ¡ Aaaaaaaa, mamá aaaaaaaaaa, te amo mamita, aaaaaaa!. Decía el chico con voz ronca mientras su verga entraba y salía de la concha peluda de Ana María.
- ¡Ahahahahahahaha! Jadeaba Ana María excitada cómo pocas veces en su vida al estar haciéndolo sobre la mesa de la cocina por primera vez en su vida, y ver cómo la vehemencia con la que la estaba cogiendo su propio hijo, hacía mover y rechinar a aquella mesa de tantos años.
- ¡Oh mamá quiero cogerte todo el día, aaaaaaaaa! Exclama el muchacho entre gemidos.
- ¡Ahahahahahahahahahahahahahahaha! Solo fue capaz de responder ella con su jadear mirándolo a los ojos y asintiendo con su cabeza a las palabras de su hijo.
- ¡Aaaaaaaaaa, Sos increíble mamá, cuanta falta me vas a hacer allá, aaaaaaaaaaaaaa! Le dijo él mientras la seguía bombeando.
- ¡Ahahahaha, mami va a ir a visitarte para que te la cojas, ahahahahaha! Le respondió Ana María entre jadeos.
- ¡Aaaaaaay mamá me encata tu concha, me encanta t calor, te amo! Grita Matías.
- ¡Ay hijito hacés que me sienta tan libre, tan deseada, tan liberada aaaaaaaa, ahahahaha! Dijo ella entre gemidos y jadeos.
- ¡Aaaaaaahhh, mamá me siento en las nubes, Sos la mejor, te amo aaaaaaa! Le grita su hijo Matías entre gemido.
- ¡ Ahahahaha, me encanta que me dés con fuerza, con pasión, aaaaaaaaaahhh, ay hijo, ay hijito, aaaaaaa!. Dijo elle ya casi a gritos entre gemidos y jadeos.
- ¡Aaaaaaahhh, mamá Sos tan hermosa, tan radiante, aaaaaaaahhhh te amo, te amo! Le dice Matías sintiéndola tener su orgasmo
- ¡Aaaaaaaaaaay hijo siento que no puedo más, me haces soltar todo aaaaaaaaa! Gritó na María perdiendo el control de su vejiga con la intensidad de su orgasmo, que la hizo mearse acostada sobre la mesa, excitando de sobre manera a su hijo, quien no pudo evitar eyacular en ese mismo momento.
- ¡Ooooooouuuuuuu mamá aaaaaaaaaaaaaa! Gimió él con su orgasmo.
Ellos quedan exhaustos por un largo instante, en el que él observa cómo mamá meó en la mesa y en el piso.
Matías si miraba las piernas meadas y no lo podía creer.
- ¡Ay hijito mi amor, eso fue increíble, me sentí cómo si estuviera en otro mundo! Dijo ella aún agitada.
- Lo sé mami, Yo también me sentí así. Le respondió él.
- ¡y luego, jijijiji, …. Lo siento mi amor, mami no pudo controlarlo…. Dijo Ana María avergonzada, refiriéndose a la meada que se había echado sobre la mesa y el piso de la cocina.
- ¡No te preocupes mamá no es nada, además es solo un detalle, lo importante es lo que sentimos y que lo hayas disfrutado tanto cómo Yo!
- Gracias hijo, igual me siento un poco avergonzada. Comenta ella mirando la mesa y el piso.
- No te avergüences mamá, es natural y supongo que es cómo un recordatorio de lo intenso que fue el momento. La confortó él.
- Sí, supongo que tenés razón porque fue muy especial. Dijo Ana María.
- ¡Sí que lo Fue, digno de una cogida de despedida y siempre la recordaremos!
- ¡Jajajajaja! Ríen ambos.
Ellos limpian todo y Ana María sigue preparando las cosas que quería que su hijo se lleve en su viaje.
Finalmente, el día se pasó y llegó la noche.
Ana María pidió un taxi y fueron a la terminal de ómnibus.
Al llegar a la terminal de ómnibus, ya mientras esperaban el arribo del micro que tomaría Matías, Ana María no pudo contener su llanto y emoción.
- ¡Matías hijito mío no te vayas…. ¡Te voy a extrañar tanto! Suplicó ella abrazada a su hijo.
- ¡Mamá no llores, voy a estar bien, voy a estudiar y a hacer algo de mi vida! Le recordó él.
- ¿Pero quién va a cuidarte allá, quien va a estar conmigo acá? Le pregunta ella abrazándolo entre sollozos.
- ¡Mamá somos fuertes, podemos cuidarnos solos y además vamos a estar en contacto siempre! La anima él acariciándole el cabello,
- ¡Pero no es lo mismo, no es lo mismo que tenernos aquí el uno para el otro! Dice ella ya llorando.
- Bueno mamá, pero tenés que entender que esto es algo que tengo que hacer, ¡es mi futuro! Le recuerda él acariciándole el cabello y besándole la frente.
- ¡Ya sé, ya sé, pero duele tanto… Dice ella sin dejar de llorar!
- ¡Mamá te amo y siempre vamos a estar juntos, no importa la distancia! Le responde Matías.
- ¡Matías mi amor, voy a extrañar tanto nuestras noches juntos…. ¡Voy a sentir tanto frio en mi cama sin Vos! Dice ella llorando.
- ¡Mamá Yo también voy a extrañar tanto esas noches, esas cogidas sentir tu amor, tu calor! Le dice él.
- ¿Quién va a abrazarme y a acariciarme ahora? ¿Quién va a hacerme suya y hacerme sentir tan amada y deseada? … ¿Quién me va a comer con esa mirada perversa y esa carita tan angelical cuando me desvista para acostarme cada noche? Piensa ella en voz alta y llorando.
- ¡Mamá siempre vas a ser amada, siempre vas a ser mi amor, siempre voy a pensar en Vos en la cama y te voy a recordar con los ojos cerrados cuando te desvestías para dormir conmigo en la misma cama! Le dice su hijo abrazándola fuerte y besándole las mejillas.
- ¡Pero no es lo mismo, no es lo mismo que tenerme acá y sentir mi piel y mi calor, no es lo mismo que nos hagamos una paja Vos allá y Yo acá a que hagamos el amor en mi cama, en la cama de mamá! Reclama ella llorando.
- ¡Lo sé mamita, pero debemos ser fuertes y seguir adelante! Replica Matías.
- ¡Pero prométeme que siempre vas a recordarme, que siempre vas a sentirme cerca! Le suplica ella entre sollozos.
- ¡Te lo prometo mamá siempre vas a estar en lo más profundo de mi corazón, siempre vas a ser mi gran amor! Le responde su hijo, cuando el colectivo que debía tomar llega a la terminal.
Finalmente, ella lo ayuda a despachar el equipaje, y entre lágrimas se abrazan por una última vez y se dan un beso en los labios en el momento que Matías aborda el micro que lo llevará a la ciudad dónde cursará sus estudios universitarios.
El chico se sienta al lado de la ventanilla y a través de ella la ve a su mamá llorando y haciéndole chau con la mano.
El chico le manda un mensaje de texto para que se tome un taxi y vuelva a la casa.
“Mamá por favor, toma un taxi y volvé a casa, no quiero que camines solita hasta allá. Le escribe él.
“Está bien mi amor, voy a tomar un taxi, no te fuiste todavía ¡y ya extraño tanto tu abrazo y tu calor, te amo! Le escribe ella.
Pasan unos minutos y el micro ya estaba en la ruta, cuando Matías la llama a Ana María preocupado por saber cómo está.
- ¡Hola mamá! ¿Cómo estás? ¿Ya llegaste a casa? Le pregunta el chico.
- ¡Si mi amor, llegué bien, pero esta casa está tan vacía sin Vos, me siento tan sola! Le responde ella llorando.
- ¡Mamá no te preocupes, voy a estar bien, voy a estudiar mucho y a hacer algo con mi vida! ¡Y siempre voy a estar con Vos, no importa la distancia! Le responde él tratando de consolarla.
- ¡Ya sé, ya sé mi amor, pero es difícil para mí, me acostumbré a tenerte cerca y a sentir tus abrazos, nunca antes nos habíamos separado! Le responde ella llorando caminando inquieta por la casa.
- ¡Mami siempre vas a estar en mi corazón y pronto voy a volver a Valverde a visitarte! Le responde Matías con la voz quebrada.
Allí ella se tranquiliza un poco y la comunicación telefónica finaliza.
Un rato más tarde mientras el ómnibus continúa con su viaje por la ruta, ellos vuelven a comunicarse por mensajes de texto por WhatsApp, tratando de consolarse mutuamente recordando los últimos momentos que compartieron. La distancia física no podrá jamás disminuir la conexión y el amor que existe entre ellos.
En un momento dado las luces del interior del micro se apagan y el viaje continúa durante toda la noche.
Matías y su mamá siguen intercambiando mensajes de texto.
Ana María se siente un poco más animada y le comenta que se estaba preparando la cena.
Y unos minutos más tarde ella le manda una foto de lo que estaba comiendo.
“Mamá ¿cómo estás, te sentís mejor?”. Le escribe Matías.
“ Si mi amor, me siento un poco mejor, me estaba preparando la cena”. Le responde Ella y acto seguido le manda una foto de lo que había preparado.
“¡Mmmmmmmmh, se ve riquísimo mami, me encanta cómo cocinas!”. Le responde él con un mensaje de texto.
“¡Gracias mi amor, me alegra que te guste!”. Le escribe ella.
En un momento la señal de teléfono se interrumpe y entonces Matías aprovecha a dormir un rato por el camino.
contactos con el autor: [email protected]
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!