LAZOS INQUEBRANTABLES: (Segunda parte).
Después de la improvisada primera vez, Madre e hijo intentan dejarlo atrás cómo una simple aventura prohibida y pasajera, pero el deseo de amos es más fuerte que ellos..
Después de aquella noche histórica, donde la vida de Ana María y su hijo cambiaron para siempre, atravesando limites impensables. Ana María y Matías, intentaron recuperar la relación de madre e hijo normales, aun sabiendo que a la larga, no lo lograrían.
Con mucha pena y tras un dialogo con su mamá en donde ella le pidió a Matías que a partir de esa noche durmiera solo en su habitación, Matías con mucha tristeza obedece sin rechistar a su madre, cosa que a Ana María le rompió el corazón ver la carita que le puso Matías cuando entendió lo que su mamá con muy suaves palabras le había pedido.
Pasaron 5 días del pedido de Ana María a su hijo, y cansada de verlo con carita de niño regañado por mami, después de la cena ella lo invitó a mirar tv en su cuarto.
A Ana María casi se le cayeron las lágrimas al ver cómo le revivió el animo a su hijo al oír la invitación de la mami.
Y es que no solo a Matías le dolía el “distanciamiento” que estaban teniendo a causa de haber perdido el control durante aquella noche donde ella llegó a la casa pasada de copas, y no fuera capaz de detenerlo a Matías, ni frenar sus impulsos de hembra abandonada y hambrienta.
Durante todo este tiempo no habían vuelto a tocar el tema de lo ocurrido aquella “fatídica noche” de sábado.
Pero si bien el tema no se había vuelto a tocar, el asunto estaba más que pendiente, y es que ni la misma Ana María se aguantaba la situación de tener que dormir sola.
Era llagar a su cuarto por las noches, y desvestirse extrañando del picaras miradas de su hijo, extrañaba sus charlas antes de dormir, dormir abrazados, e incluso extrañaba sentir la mano de su hijo explorándole el cuerpo en forma de caricias creyéndola dormida.
Durante horas diurnas la mamá se ponía vestimentas sobrias, no dándole excusas a su hijo para picaras miradas o situaciones confusas.
Y es que en más de una vez Ana María lo había pillado mirándola atentamente, por ejemplo, mientras ella lavaba el piso, y se ponía en poses “sugerentes” al pasar el trapo, y muchos ejemplos más así.
Muchas veces ella al sorprenderlo observándola, notaba cómo el chico bajaba su mirada o se hacía el desentendido, cosa que a ella le causaba gracia o la enternecía.
Esa noche en la que su mamá lo invitó a mirar una película, ella se recostó en la cama y él se sentó en el Borde de la cama a su lado.
Ana María mientras transcurría la película, lo miraba de reojo y veía que él no le prestaba ayención a la película, sino más bien no perdía la oportunidad de con cualquier excusa mirarla a ella.
Esto la llevaba a desconcentrarse también a ella, a quien todas estas situaciones la afectaban, y llevaba muy fresco en su memoria lo de aquella noche donde por primera vez madre e hijo hicieron el amor.
- Mati, mi amor…. ¿Te querés quedar a dormir con mami? Le pregunta totalmente enternecida, cuando termino la película.
- No sé mami, cómo quieras. Le respondió él con un radiante brillo en sus ojos.
- ¡ Jijijiji, si mi amor, si mamá te invita, es porque mamá quiere!. Le responde ella.
- Está bien…… y ¿Solo por esta noche? Le pregunta él
- Cómo quieras, si querés podemos volver a dormir juntos cómo antes. Le responde ella con una expresión muy picara en su sonrisa y mirada.
- ¡Me encantaría! Dijo él contentísimo. Y fue a su cuarto a buscar se pijamas.
Y ella se quedó esperándolo muy feliz.
Pasaron 5 minutos y Matías volvió al cuarto de mamá, donde Ana María lo esperaba impacientemente y ya su cabeza se llenaba de pensamientos lujuriosos, sobre lo que seguramente pasaría esa noche con su hijo de regreso en la cama de mamá.
Llega Matías y ella le esboza una enorme y pícara sonrisa.
El chico se sienta en la cama del lado izquierdo, y entonces los ojos del chico de 17 años se clavan fijamente en su mamá, quien comienza a desvestirse frente a él, feliz de volverlo a ver en su cuarto, listo para volver a pasar muchas noches en la cama de mamá, desde ahora y quizás para siempre, llevando una vida de “pareja”.
Los ojitos marrones de Matías parecieron iluminarse cuando mamá comenzó a desvestirse frente a él.
Ana María lo miraba fijamente con una sonrisa estampada en sus labios y fuego ardiente en su mirada profunda.
Ella comenzó a desabotonarse la camisa blanca, hasta que Matías pudo divisar el corpiño azul que cubría su buen par de tetas. Se saca la camisa y la cuelga en el respaldar de una silla, entonces, dispuesta a ofrecerla un buen show al desvestirse, Ana María se acaricia sensualmente las tetas, mientras le sonríe y le tira besitos, acompañados de sensuales y provocativas miradas.
Acto seguido desajusta el cinturón de su pantalón vaquero, desabotona el botón del mismo y lentamente baja el cierre de la bragueta, y comienza a verse la bombacha naranja.
Ana María se baja el pantalón y lo deja caer al piso, y luego de deshacerse de él se acuesta en la cama y rueda sobre ella en ropa interior hasta el borde donde estaba su hijo sentado.
Matías que después de tanta abstinencia de ver a mami en ropa interior, acababa de presenciar semejante despliegue de belleza y erotismo por parte de na María, en un incontrolable ataque de calentura y lujuria se abalanza sobre ella y comienzan a abrazarse y besarse rodando de un lado para otro en la cama, cómo dos fieras salvajes en celos y poco preocupadas o inhibidos por el mero hecho de ser ellos madre e hijo, eso no los iba a detener a ellos, ahora que estaban a punto de darse el mayor revolcón de sus vidas.
Entre rodada y rodada besándose y manoseándose descaradamente entre los dos, Matías obtiene una gran y dura erección llegando a sentir dolor en su parte más noble atrapada en su calzoncillo y pantalón.
Entonces en un momento dado, ellos dejan de girar sobre la cama, y Ana María que había quedado sobre él y podía percibir con su cuerpo la dureza de la verga erguida de su hijo, tuvo una reacción que, por el modo racional de ser de mamá, él jamás lo hubiera esperado de ella. Y es que Ana María empezó a desvestirlo, casi arrancándole la ropa.
- ¡Mamá, mamá…! ¡Mamá! Exclama el chico sorprendido con la reacción de Ana María.
- ¿No querías esto, no estabas esperando esto de mí, no me buscaste todo este tiempo para esto? …. ¡Bueno mi hijo, ahora aguántese cómo el machito de mamá que usted siempre quiso ser! Le dijo con voz firme ella mientras terminaba de desvestirlo.
Matías la miraba atónito y aturdido, sabiendo que esa no era su dulce y recta madre, evidentemente el chico había despertado el “otro Yo” en su madre, una faceta de la personalidad de Ana María que quizás hasta ella misma desconocía hasta ahora.
Matías estaba anonadado, estupefacto, fascinado y aturdido con el cambio de actitud de mamá, que había pasado de una mujer juiciosa, recatada a una leona enfurecida en la cama.
Y es que en realidad Matías lo que no tenía en cuenta en ese momento al querer analizar la situación y tratar de interpretar el significado de el abrupto cambio en Ana María, era que ella al igual que él era una persona de carne y hueso, que también había vivido todo lo ocurrido entre ellos a lo largo de este tiempo, con un sinfín de emociones entre mezcladas que fueron mutando con el tiempo en su interior sin tomarse la plena libertad de exteriorizarlas, cómo hizo él.
Emociones que fueron desde la indiferencia total a las miradas lujuriosas y hasta obscenas que le lanzaba su hijo al momento de cambiarse frente a él cada vez que se iban a dormir o levantar de la cama. O a las caricias nocturnas de Matías, a las que también le fue indiferente durante mucho tiempo, hasta que todo aquello se tornó muy evidente hasta para la mente inocente, cariñosa y maternal de Ana María. Y con el tiempo y al ir entendiendo lo que pasaba con su hijo, ella fue experimentando una serie de sentimientos que fueron desde la vergüenza y falta de carácter para dar un corte rápido y en seco de todo aquello antes que se le fuera de las manos, a una excitación constante y creciente que se fue gestando de apoco, y que ella tuvo que reprimir durante mucho tiempo no sabiendo cómo manejarlo, sumada a la soledad que había en la vida de Ana María y la falta de actividad sexual. Y todo aquello parecía estar explotando por los aires en el momento que madre e hijo estaban viviendo ahora.
Entonces una vez que mamá lo tuvo completamente desnudo en el centro de la cama, ella se sacó la bombacha y el corpiño, quedando completamente desnuda al igual que él.
Matías la miraba fascinado, era la primera vez en su vida que la tenía a mamá parada en frente suyo completamente desnuda.
Las miradas se cruzaron en ese momento, ella le sonreía pícaramente.
- Decime la verdad Mati, ¿Cuánto tiempo esperaste para ver a mami así? Le preguntó sonriente Ana María.
- ¡Jojana, la verdad que mucho, creo que ni si quiera creía en realidad que algún día se me fuera a dar! Le confiesa él siéndole muy sincero en su respuesta.
- Y tampoco te esperabas que mami esta noche te volviera a invitar a su cuarto ni si quiera a ver una película juntos, mucho menos te imaginabas que mami te pidiera que a partir de esta noche vuelvas a dormir con ella en su cama…. ¿Me equivoco? Le responde ella.
- ¡La verdad que no mami, tenés toda la razón! Le responde él.
- ¿Y sabés por qué es todo esto?, ¿Ni si quiera te lo podés imaginar? Le insiste la mamá dulcemente.
- La verdad que no mami, estoy cómo aturdido viéndote totalmente desnuda frente a mí. Le responde él sin salir de su asombro aún.
- Porque mamá es una mujer de carne y huesos, también tiene sentimientos, sensibilidad en el cuerpo y debilidades cómo toda mujer, ¿Te pusiste a pensar alguna vez cuando me metías mano por las noches, que Yo era tu madre, que estaba sola, que no tengo vida íntima desde hace años? Le plantea ella
Pero el chico permanece enmudecido, mirándola sin poder darle respuesta alguna.
Entonces ella se acuesta en la cama y ambos se abrazan tierna y apasionadamente y comienzan a acariciarse mutuamente cada rincón de sus cuerpos.
Matías mientras desfrutaba de poder acariciarle libremente el pelo, rostro tetas, vientre, cola, concha y hasta los pies. Tenía en su cabeza miles de pensamientos que trataba de ordenar y comprender.
Porque al ponérselo a pensar fríamente, esta locura de haberse fijado en su madre hasta enamorarse y obsesionarse con ella, habiendo en este mundo tantas chicas de su edad disponibles o incluso tantas mujeres de la edad de mamá. Hubiera tenido un final más que aceptable, aquella noche donde final e inesperadamente se la terminó cogiendo.
Fue algo bastante inesperado lo de esa noche y claro, le hubiera gustado planearlo más, disfrutarlo el doble y prolongarlo todo lo que le hubiera sido posible. Pero la verdad que aun pasando cómo pasó esa hubiera sido la mejor aventura de su vida que hubiera pasado en la cama.
Pero no, la vida le estaba dando una oportunidad más con su hermosa y amorosa madre. Una oportunidad más de concretar todo lo que en aquella improvisada aventura no pudo concretar por diversos motivos, cómo por ejemplo Chuparle la concha, darle por el culo, cogérsela en diferentes posiciones, hacerle mamar la verga, y quien sabe, si de ahora en más iban a hacer vida de pareja, hasta podría cogérsela por las mañanas antes de que ella fuera a su trabajo y él a la escuela. Por las tardes y noches, y hasta en diferentes lugares y rincones de la casa.
Estos pensamientos sumados a los besos y caricias que en ese momento intercambiaban apasionada y compulsivamente, le elevaban la excitación por las nubes y hasta más allá.
Entonces ellos rodaban de un lado para el otro en aquella cama matrimonial de Ana María, cuando en un momento ella queda encima de su hijo, entonces se sienta sobre él montándolo y muy lentamente comienza a clavarse y hundirse la verga de Matías en su concha, y cerrando los ojos empieza a cabalgarlo muy lentamente en el más absoluto silencio.
Matías le agarró los senos y la veía cerrar sus ojos mirando hacia el techo, mordiéndose los labios mientras subía y bajaba, para volver a subir y bajar enterrándose una y otra vez la verga de su hijo en esa concha peluda.
Matías excitado con sus pensamientos, y sumado a las visiones de aquella escena de mami cabalgándolo con una expresión en su rostro de extremo placer, y lo excitante de la entrada y salida de su verga del auguro maternal de Ana María, ya se sentía al borde del orgasmo.
Solo bastaba el más mínimo sonido que emitiera mamá (Un quejido, un gemido, un jadeo, grito o palabra) para que su hijo no pudiera evitar vaciarle sus huevos, llenándole el vientre de leche.
Pero él se esforzaba al máximo por soportar todo aquel placer, ya que sería ya la segunda vez que logra cogerse a mami, y sería la segunda vez que duraría tan poco en el acto, y él no quería quedar cómo un eyaculador precoz con ella, eso no le sería buena propaganda si de ahora en más pretendía ser el macho de mamá.
Él la vio entonces relamerse los labios mientras subía y bajaba lentamente y en cada sentada sobre la pelvis de su hijo, se aseguraba que la verga le llegara bien adentro y cuando la tenía en lo más profundo de su concha hacía un suave balanceo, relamiéndose los labios, y volviendo loco a Matías que ponía el mayor empeño en no explotarle en ese momento llenándola de leche caliente de calenturiento rapaz de 17 años.
Esto se prolongó durante 3 minutos más, entonces Ana María empezó a acelerar sus saltos sobre la juvenil y apenas estrenada verga de su hijo.
Ella cabalgaba cada vez más rápido haciendo moverse y crujir a aquella cama matrimonial, cosa que la excitaba muchísimo.
Entonces ahí fue que empezó a jadear:
- ¡ Ahahahahahahahahahahahahahahaha!. Jadeaba Ana María.
Oírla para Matías fue lo máximo, era insoportable ese jadeo hermoso de mamá con su verga entrando y saliendo de la concha de Ana María.
Matías cerró sus ojos para no verla, quería taparse los oídos para no escuchar ese hermoso sonido que lo envolvió de repente cuando mami empezó a jadear cómo perra sedienta.
Pero apenas pasaron dos minutos y el orgasmo de Matías ya casi estaba a punto de acontecer, Ana María que en ese preciso momento abre sus ojos, al ver la expresión en el rostro de su hijo, intuyó lo que le estaba pasando a su hijito, y entonces detuvo su cabalgata repentinamente.
- Tranquilo hijito, tranquilo mi amor, ¿Va muy rápido mami? Le pregunta llena de ternura Ana María mirándolo con una sonrisa pícara llena de amor y complicidad.
- Un poco. Le confiesa él casi murmurándole.
- ¡ Jijiji! Vamos más despacito entonces…. ¿Empezamos? Le dice dulcemente ella, y cuando Matías asiente con la cabeza, la mamá retoma la cabalgata suave y lentamente.
Entonces ellos intercambian tiernas y complices miradas mientras ella lo cabalga suavemente en el silencio de aquel cuarto en aquella casa, bajo el manto oscuro de la noche del tranquilo pueblito de Valverde.
- ¿Te gusta mucho mi amor? Le pregunta Ana María cabalgándolo suavemente.
- ¡Demasiada mami! Le responde él, y acto seguido comienza a mover su pelvis con todas sus fuerzas, haciendo saltar sin para a su sorprendida madre, quien lo miraba fijo con una expresión de sorpresa y máximo placer.
- Ana María Abría su boca y sus ojos y así lo miraba en silencio a su hijo que la taladraba sin parar y haciendo crujir nuevamente a la cama de mamá.
- Esta vez era ella la que salto a salto sobre la verga de Matías, se aproximaba cada vez más al orgasmo.
- Ella lo miraba fijamente con sus ojos casi desorbitados y una boca tan abierta, que su hijo podía verle perfectamente la campanilla, y mientras la hacía saltar sobre su verga, al verle la profundidad de su boca y garganta, pensó ¡Cuan excitante sería metérsela hasta allá adentro!
- ¡ Ahahahahahahahahahahahahahaha!. Empezó a jadear ella con su orgasmo mientras algo calentito bañaba la verga de Matías.
- ¡ Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaa mami, mamacita divina, mamita hermosa, aaaaaaaaaa!. Gritó con todas sus fuerzas el chico cuando tuvo lo que le pareció el mayor orgasmo de su vida, al sentir salir de la concha de mami, lo que pensó era una meada que accidentalmente de le escapó con el orgasmo.
Ella se dejó caer totalmente exhausta a su lado él parecía desvanecido en un estado cómo de inconciencia.
Entonces tras unos instantes en los que ella recuperó sus energías, se fijó por su hijito amado, que allí había quedado cómo en un profundo sueño después de semejante orgasmo. Ella lo besó en los labios con amor, y acarició su pecho con dulzura y acto seguido fue al baño.
Al regresar el chico todavía estaba cómo dormido. La mamá se acostó a su lado y lo abrazó y acarició.
- ¿Te measte con el orgasmo? Le murmuró el despertándose de su profundo sueño.
- ¡Jijijiji, creo que si mi amor, puede ser, puede ser! Le responde la mamá algo avergonzada.
Y así ellos se quedan profundamente dormidos.
Por la mañana muy temprano ella se despierta con su amado hijo entre sus brazos, y mientras lo besa en el rostro tiernamente lo acaricia pensando en cuanto lo ama y en lo afortunada que se sentía con él.
Matías empieza a despertar acurrucado junto a su madre entre besos y mimos, y una gran excitación empieza a brotar en él.
Ella puede sentir en el rose de sus cuerpos, cómo la verga de su hijo crecía y se endurecía lista para otra vez entrar en acción.
- ¡ Jijijijiji! ¿Otra vez mi bebé quiere jugar con la mamá? Le pregunta ella entre risitas pícaras, mimitos y besos.
- ¿ No sé? ….. ¿Mami quiere jugar conmigo? Le pregunta él.
- Y ¿A qué jugaríamos esta vez? Insiste curiosa Ana María.
- A lo que jugamos anoche, a hacernos mimos y otras cositas más. Le responde él sonrojándose.
- ¿Te gusta jugar a eso con mami? Le pregunta ella.
- Ya sabés que me encanta. Le responde él poniéndole la mano en su concha peluda y acariciándosela.
- ¡ Jijijiji! Te prometo que ahora que vamos a jugar todos los días, mami se va a afeitar la conchita para estar siempre bien limpita y preparadita para ni hijito. Le dice Ana María refiriéndose al estado de “abandono” en el que tenía su zona intima desde que se había divorciado y ya no estaba con nadie.
- ¡ Noooo, no es necesario, me encanta así!…… ¿Sabés cómo te miraba cuando te veía usar bombachas de encaje, o cuando los pelitos de té salían por los bordes de la bombacha? Le confiesa él.
- ¡ Jajaa! ¿ Enserio? ….. ¿ Eso te excita? A tu padre…. Le dice ella y se queda callada de repente.
- A mi padre ¿Qué? Le insiste Matías.
- A tu padre no le gustaba verme peluda, y desde que me lo saqué de encima, dejarme crecer el pelo ahí fue todo un acto de liberación y rebeldía. Le confiesa su mamá.
- Sigamos adelante con ese acto de liberación y rebeldía. Le pide Matías.
Ellos empiezan a besarse, entonces Matías se sube sobre su mamá y ella abre sus piernas, y la verga de su hijo se ubica casi automáticamente en la entrada de la concha de su ya muy excitada madre, que al sentir la verga del chico casi entrando sola en su concha, no puede evitar estremecerse hasta temblequear.
- ¿Te gusta sentirla en la entrada? Le murmura Matías al sentir su temblequeo.
- ¡Me encanta, pero la prefiero bien adentro! Le responde Ana María.
- ¿Así? Le pregunta Matías clavándosela de un solo empujón y metiéndosela hasta los huevos.
Al sentirlo entrar así de repente, casi sin aviso y hasta los huevos, Ana María vuelve a estremecerse, y la única respuesta que pudo darle a su hijo fue un asentimiento con la cabeza.
Matías empezó a moverse, primero lentamente y paulatinamente fue aumentando el ritmo de sus entradas y salidas de la concha de su hermosa y amorosa madre.
Ella enmudeció de placer y solo lo miraba fijamente a los ojos y le arañaba el pecho con ambas manos, mientras abría su boca y en ocasiones la abría tanto cómo podía, por momentos exhibiéndole a su hijo hasta la campañilla y toda su profunda garganta.
Matías al ver y sentir semejantes reacciones en su madre incrementó su ritmo hasta empezar a oír crujir a la cama de su madre.
Así estuvieron casi 6 minutos, en los que ellos se excitaban más y más no solo con la penetración en si sino con el ¡ CRACK, CRACK, CRACK! De la cama de mamá.
Esto se prolongó durante unos 3 minutos más, entonces Ana María Arqueó su cuerpo y en la cara de su hijo empezó a echar el cálido aliento de un histérico e incontenible jadeo.
- ¡ Ahahahahahahahahahahahahaha!. Jadeaba la mamá con su orgasmo, mirándolo fijamente y echándole su aliento en la cara, mientras le arañaba el pecho con ambas manos.
Cuando Matías vio que mamá ya no podía más, entonces se bajó de ella.
Tras unos instantes de silencio y quietud, Ana María comenzó a volver en sí, y entonces lo miró a Matías, quien permanecía con su verga dura y desafiante, lista para más acción.
Entonces ella le tomó la verga con una de sus manos, y sonriéndole tiernamente, en un gesto de complicidad y agradecimiento, comenzó a masturbarlo, sin dejar de mirarlo y sonreírle amorosamente.
Esto era sumamente placentero para Matías, quien lo disfrutaba muchísimo. Pero él tenía ganas de otra cosa ahora, quería probar otras cosas, cruzar nuevos límites experimentando nuevas sensaciones. Quería saber que se siente que te la mamen, quería saber si a mami le gustará tomar su lechita, quería experimentar metiéndosela por el culo y llenarle las entrañas de leche, y así se lo hizo saber.
- Mami, ¿Podemos hacer otra cosa? Le preguntó Matías.
- ¿No te gusta la pajita que te hace mami? Le pregunta extrañada Ana María, a quien hasta le pareció que su machito se estaba aburriendo con la paja de mami.
- ¡Si mami, pero…! Le responde él.
- A ver, enséñale a mami cómo te masturbás así te lo hago cómo te gusta. Insiste ella.
- ¡Es que no es eso!, yo quería que me la mames o darte por atrás, ¿Entendés? ¡quiero algo nuevo! Le pide él.
- ¿Que? ….. mirá mi amor, por ahora hagamos esto y después vamos viendo cómo seguimos. Le dice Ana María.
- Está bien, dejá, una paja me la puedo hacer solo. Dice el chico en actitud rebelde, se levanta de la cama y se va al baño.
Ana María se queda pensativa y muy triste y extrañada con la reacción de su hijo.
Tras unos minutos en la cama, ella se levanta enojada con su hijo, se viste y se va a la cocina.
Minutos más tardes apareció Matías en la cocina, Ana María estaba sentada en la mesa tomándose unos Mates cómo cada mañana.
- Matías, tenemos que hablar. Le dijo ella en tono cortante.
- ¿Qué pasa? Le pregunta él.
- ¿Me podés decir que bicho te picó? Le preguntó ella.
- ¡Ninguno mamá, quería otra cosa, quería que me la mames, metértela por atrás, no sé, algo nuevo cada día! Le responde él.
- ¿No te parece nada nuevo todo lo que estás viviendo? ¿Te imagínate alguna vez que ibas a dormir con mami hasta los 17, y no conforme con eso que todavía te la ibas a coger? Le preguntó ella.
- ¡ Bueno mami, perdón! Ya sé que además tengo todos esos privilegios y me siento re afortunado por eso, pero de verdad que quería otra cosa. Le dice el chico, cayendo en la cuenta de la extraña, pero afortunada relación que tenía con mamá.
- Está bien mi amor, Yo te entiendo. Pero quiero que valores todo lo que te he concedido, y sepas esperar mis tiempos, ya iremos experimentando cositas nuevas, pero dame un tiempo y respétame. Le pide ella.
- Está bien mamá, perdón, mami el mes que viene es mi cumpleaños ……. ¿Me podés regalar para mi cumpleaños de 18 algo de lo que quiero que hagamos en la cama? Le pregunta él.
- Está bien mi amor. Le responde ella.
Y así fueron pasando los días y semanas en el pequeño pueblo de Valverde, en donde en una de sus humildes casas de barrio, una madre y un hijo llevaban una vida “muy especial” y placentera llena de emociones y placeres prohibidos a escondidas de la pequeña sociedad valverdense.
NOTA DEL AUTOR: Relato hecho con algo de ayuda de la IA.
contactos con el autor: [email protected]
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