Lidia, mi jefa gordita…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por gordilover.
Lidia tenía unos 28 años, llenita, con unos pechos muy grandes. No tenia muchas caderas pero tenía un rostro simplemente angelical. Una de las mujeres más hermosas que he visto en mi vida. Cuando Lidia llegó a la oficina, yo me estaba lavando la entrepierna porque la tenía llena de los jugos (y los míos) de Lency.
– Hola muchachito
– Hola Lidia perdón, no es lo que parece en serio
– ¿Y que se supone que es? ¿Y que se supone que parece?
– Es que me estaba lavando
– Hueles a sexo, de seguro encontraste mi relato y no aguantaste las ganas
No supe ni cómo ni por qué pero Lidia solita había tocado un tema que no había pensado como tocar, y se estaba poniendo de pechito
– Lidia la verdad si lo leí y una cosa llevó a otra, me excité demasiado
– ¿Y por eso te atreves a hacer tus cochinadas aquí?
– No, mira deja explicarte. Pensé que ya no ibas a regresar
– Eso no es excusa, ese tipo de cosas las debes hacer conmigo, solo no
Lidia se veía rara, algo notaba diferente en ella aparte claro de que andaba muy caliente. Se veía contenta de más
– Lidia, yo no soy ningún galán ¿de verdad escribiste ese relato pensando en mi?
– La atracción se da en la convivencia y el deseo uno lo va fabricando
– Pero
– Ya cállate a ver, yo te ayudo a lavarte
Con toda la calma del mundo me tomó la verga y empezó a echarle un poco de agua. No eran caricias, en verdad me estaba lavando
– Listo quedó como nueva
– Muchas gracias
– Prepara tus cosas que nos vamos
– ¿A dónde?
– Oye soy tu jefa tu solo debes obedecerme
Nos subimos a su coche y de su bolsa sacó una anforita de esas donde se guarda alcohol, ahí comprendí que andaba algo pasada de alcoholes y por eso su actitud
– ¿Te late el Tri?
– A quien no, es el equipo de todos
– De futbol no wey, de música
– Ah si, Alex Lora
– Conozco al baterista de la banda y ahorita va a haber concierto, nos va a dejar pasar
Llegamos al lugar, y como ella dijo sin problemas pasamos, hasta nos regalaron camisetas de la gira y nos tomamos fotos con el grupo. No pasaron ni 5 minutos de habernos acomodado cuando comenzó todo y las luces se apagaron
Apenas llegó la oscuridad, Lidia volteó hacia mí y me plantó un delicioso beso que duró como dos canciones.
– ¿Te gusto?
– Si me lo preguntas como jefa te tengo que decir que si
– ¿Y si te lo pregunto cómo putita cachonda?
– Pues también te respondo que si, y ¿yo te gusto?
– No pero te tengo cerca
Se agachó un poco para alcanzar a sobarme la verga. Mi jefa de servicio social estaba ebria, excitada y hasta donde yo veía dispuesta a todo. La tomé de las manos y le di media vuelta, yo quedé atrás de ella y por detrás la abracé, ella volteaba su cara para seguirnos besando mientras sus manos guiaban a las mías a donde ella quisiera. Duramos un buen rato así hasta que me convertí en amo de sus tetas. Ella no tenía muchas nalgas pero si demasiadas tetas.
Ella restregaba su culo en mi verga y de repente se volteó. Nadie nos estaba viendo, todos estaban bien prendidos con el concierto y si alguien se llegaba a dar cuenta de lo que hacíamos simplemente nos valía madre. Se volteó para volver a besarme y se agachó, me desabrochó el pantalón y ahí entre miles de personas comenzó a chuparme la verga de una forma sensacional.
Lo hacía tan duro que sentía que iba a arrancármela pero al mismo tiempo lo hacía de una forma que quería que no se acabara nunca.
Me vine en su boca y ella se levantó, se pasó la lengua por los labios
– Ahora si estás haciendo bien tu servicio social
– Pues con una jefa como tu…
– Tu jefa, tu putita cabrón, quiero que hagas tus prácticas profesionales conmigo
Sacó su botellita de alcohol y me ofreció, la verdad fingí tomar y ella si le dio unos grandes tragos. Se volvió a poner de espaldas hacia mí, recargándose y dejándome llevar el ritmo de caricias en sus tetas. Llegó un momento en que prácticamente estaba recostada sobre mí y le metí mano en su faldita, estaba muy mojada y no batallé para comenzar a masturbarla
– Mira jefecita estás muy mojadita
– Ahora tu vas a ser quien me lave mamoncito
Entre sus tragos y el concierto yo la manoseaba a placer y ella lo estaba disfrutando demasiado. Terminó todo y rápido nos fuimos a su coche, condujo algunas calles y se detuvo en un parque. Subimos a un pequeño puente, ya era tarde. Ella se sentó en el borde y seguimos besándonos. Por abajo pasaban algunas personas y siempre es excitante saber si pueden darse cuenta de lo que haces.
Como toda una experta se sacó la tanga y se acomodó, y ayudado por la pequeña pared le introduje mi verga y así estuvimos como por 20 minutos cogiéndola, chupándole las tetas y besando esos labios tan maravillosos.
– Es hora de irnos cielo
– Si jefa, ya es tarde y mañana hay que seguir trabajando
– No cielo, descansa mañana no vamos a trabajar nos vemos pasado mañana
A mí no me quedaban muchas horas para terminar el servicio, cosa que se me estaba haciendo un poco triste después de lo vivido.
Llegué a la oficina después del día de merecido descanso que me dio Lidia, entre ella y Lency me habían estrenado bastante bien.
Apenas entré, me estiró de la mano y cerró la puerta, comenzamos a besarnos muy rico. Ella tendría a lo mucho 5 años más que yo, todo era perfecto.
– Te tengo una mala noticia cielo
– ¿Qué pasa?
– Solo te faltan 8 horas para terminar el servicio
– Si, lo sé
– Pero como antier te encontré haciendo depravaciones te voy a tener que castigar
– ¿Pero por qué?
– Te voy a reducir tus horas a la mitad así que por lo menos vas a tener que venir 3 meses más, eso si no vuelves a hacer tus cochinadas
Acepté gustoso, y ella me abrazó. Me siguió besando y me dijo que acababa de tomar su café pero le faltó la cremita así que me la sacó como pudo. Desde ese día, ella iba a mi lugar y me cachondeaba sabroso, para decirme siempre: ya me tomé el cafecito pero quiero mi cremita cielo…
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