Lo merezco por bocona
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Lourdes, divorciada, 38 años, vivo en Montevideo, Uruguay.
En un grupo de amigos de animales, conocí un chico uruguayo, pero que vive en España.
Nos hicimos muy amigos, siempre hablábamos de todo, pero lo que más me atrae de él es lo que sabe sobre animales.
Él se llema Eduardo, tiene 52 años, también divorciado, es muy interesante hablar con él.
Como decía, siempre hablamos de animales, hasta que empezamos a intimar en los temas, le dije porque me había divorciado, que mi marido me metía los cuernos con una compañera de trabajo, y que yo cuando me enteré le empecé a meter los cuernos con un amigo en común que teníamos.
Le contaba con lujos de detalles lo que hacía en la cama con mi amante, como se la chupaba, que siempre lo hacíamos por atrás, que me encanta que me hagan la cola.
Notaba que Eduardo se excitaba, me empecé a mostrarme desnuda frente a la cámara, le mostraba el agujero de mi cola como lo tenía abierto, y por dentro me cagaba de la risa de él.
Yo le pedía que me muestre la pija, «como quiero tenerla bien adentro», le decía mostrando mi cola y abriendo bien mis nalgas, apretando y relajando mi ojete, «es bien gruesa como a mi me gusta, para que me la claves de una y me hagas cagar de placer», decía y me metía un dedo.
«En cualquier momento voy a ir y te voy a coger esa hermosa cola que tenes», me decía, «hay ojalá vengas pronto, tengo unas ganas de que me cojas», le decía y me acostaba boca arriba, levantando bien mis piernas y me acariciaba la concha para que él me viera.
Un día le mandé un vídeo afeitandome entre las piernas, «mira como te espera mi concha?, bien peladita», lo volvía loco.
Estaba cerca mi cumpleaños y Eduardo me pide la dirección de casa para mandarme un regalo, se la di y llegó su regalo.
Así lo seguía haciendo poner loco, una de mis hermanas me regaló un consolador para joderme, y después yo le mostraba a Eduardo como lo usaba, me lo metía en la concha, me sentaba sonre él haciendo que entre en mi cola, yo veía a Eduardo como se hacía la paja viendo mí espectáculo, y no sólo que gozaba, me cagaba de risa de él.
Pero el muy hijo de puta no me dijo nada, y se me aparece una madrugada en mi casa, yo cuando lo vi, no podía creer lo que estaba viendo.
Entró sin decirme nada, casi dándome un empujón, yo estaba con mi camiseta de dormir y mi bombacha puesta, me tiró.
sobre el sofá y antes que pudiera reaccionar, ya me había sacado la bombacha y se estaba bajando el pantalón, «para, para un poco», le quise decir, cuando me abre las piernas y me mete toda la pija en la concha, haciendo que me duela, ya que estaba seca, «que haces?, estas loco?», le decía intentando reaccionar y Eduardo empezó a meter y sacar su pija de mi concha.
«No me dijiste que me esperabas así?», me dijo, sacando su pija y me hace dar la vuelta, «no, en seco por la cola no», le pedía casi agritos.
Me dio dos palmadas en las nalgas y me acomoda la pija contra el agujero de mi cola, mordi el posabrazo del sillón por no gritar por el dolor que sentí cuando la metió toda de una en mi cola.
«No te gusta así, que te haga cagar de placer?», me decía metiendo y sacando su pija de mi ojete, «me vas a hacer cagar, pero no de placer», le decía casi llorando, y él seguía dándome cada pijazos por la cola, que mis tetas, menos mal estaban dentro de mi camiseta de dormir, si no me daban en la cara, hasta que por fin se acabó dentro de mi cola.
«Sos un hijo de puta», le dije dándole una tremenda bofetada, sintiendo como goteaba la leche que salía de mi cola en el suelo, fui corriendo al baño, me cagaba, me reventó el orto.
Lo que más me extrañó, fue que no me sentí violada, me sentí cogida de otra manera, que en el fondo, tenía su morbo.
Cuando salgo del baño, Eduardo estaba en mi cama esperándome desnudo.
«Vos pensas que después de lo que me hicistes voy a seguir cogiendo?», le dije caminando con dolor en la cola.
Cosa que a él no le importó, ya que me abrazó y aunque yo no quería, pero digamos la verdad, tampoco hacía mucho por soltarme de sus brazos, caímos sobre la cama y me empezó a besar, la boca, el cuello, me iba subiendo la camiseta hasta que me la sacó, senti como se acomodaba entre mis piernas chupando mis tetas, mordiendo mis pezones, yo agarré su pija y la puse contra mi concha, «dale, metela, metela toda y cogeme», le dije con la voz entre cortada, me habia echo calentar.
Estaba con las piernas bien abiertas y levantadas, gimiendo como loca sintiendo como me entraba su pija, «que buena cogida me estas dándo», le decía buscando su boca con la mía.
«Date vuelta Lourdes», me dijo sacando su pija de mi concha, «no, para que me duele la cola», le dije, pero igual me puse en cuatro.
En el fondo me gustaba como me trataba Eduardo, ya que siempre fui yo la que dominó en las relaciones, y ahora la dominada era yo, y me gustaba.
Eduardo me abre las nalgas y deja caer saliva, «despacito por favor que me duele mucho la cola», le dije notando como acomodaba su pija contra mi ano, y me hace enderezar el cuerpo metiendo toda de una y bien adentro su pija en mi cola.
«Me duele, me duele», le decía.
«No era que te gustaba fuerte por atrás?», dijo sacando y metiendo su pija con todas sus fuerzas, haciendo que me tire unos sonoros pedos.
Metí mi mano entre mis piernas y mientras Eduardo me cogía la cola, yo me acariciaba la concha.
Este hijo de puta me dominaba por completo, y yo estaba que volaba de calentura.
Me estaba dando una cogida por la cola, que me estaba reventando el ojete, pero gemia de placer, estaba disfrutando, sentía como me acababa una y otra vez, hasta que por fin siento a Eduardo meter bien adentro su pija en mi cola, y empezar a gemir como loco, moverla en círculos, y como palpitaba.
Caímos reventados en la cama, sentía que mi ano se abría y se cerraba sin que pudiera controlarlo.
Eduardo me abraza, nos pegamos bien juntos y nos dormimos.
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