Los demonios de Yahir, Capitulo 3 "Vanessa"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Diosdelagua.
Tenía dieciséis años, un tanto joven para algunos y para otros algo mayor y no es que antes no hubiese tenido la oportunidad de estar con una chica, es que debo confesar que me daba mucho miedo, no la clase de miedo que el sexo femenino provoca en los hombres, sino miedo a decepcionar, las chicas a mi alrededor gustaban de hombres fuertes, altos y musculosos, a veces las escuchaba hablar de sus actores favoritos y aunque a veces lo neguemos, a muchos hombres nos hacen sentir inferiores y nos bajan el autoestima.
¿Qué tenía yo que pudiese gustarle a una mujer? Supongo que no había comenzado a tener sexo con chicas por esa razón, a veces es más fácil encontrar a un hombre deseoso de un chico frágil que a una mujer.
Muchos se preguntarán cómo supe que era bisexual, pues bien, todo comenzó en la primaria, cuando moría por un chico de sexto grado y yo apenas iba en primero, era alto, de cabello castaño y ojos del mismo color, su sonrisa y su cabello alborotado hacían palpitar mi corazón, desde esa edad me cuestionaba el porqué de aquello pero nunca lo comenté con nadie, porque también escuchaba los despectivos comentarios de mis compañeros hacia los homosexuales aunque también debo confesar que yo no supe lo que era una persona homosexual hasta los diez años, cuando mi madre me lo explicó “son personas que se sienten atraídas por su mismo sexo, hombres con hombres y mujeres con mujeres, aunque la gente te diga que está mal, tú no debes juzgarlos porque ellos no pidieron nacer así y merecen tanto respeto como cualquier ser humano” fue todo lo que ella me dijo.
No obstante, nadie me dijo que había quienes se enamoraban de ambos sexo y se imaginarán lo mal que pasé hasta que descubrí que no estaba loco o que era gay a medias.
Nunca volvía ver a mi primer amor de primaria, es más, creo que exagero al llamarlo amor, el tipo simplemente me atraía mucho, era hermoso para mí, pero fue una especie de inicio para mí.
Me gustaba ver a los actores en televisión cuando se quitaban su camisa y mostraban su musculoso torso, sus brazos y cómo las mujeres morían por ellos, creo que al ver la admiración que otros sentían por hombres musculosos me hizo pensar “si todos quieren ser como ellos es porque deben ser muy buenos” y mi admiración pronto se convirtió en deseo hasta que años después se desencadenó en el incesto que marcó mi vida.
En secundaría me gustaba mucho mi mejor amiga, cuando tenía trece años, recuerdo haber estado de viaje con mi papá y mientras mi padre ponía sus tontas canciones de amor, yo miraba la luna y la primera persona que se me vino a la mente fue Jazmín, mi mejor amiga, suspire mirando la luna mil veces y me sentí muy bien, porque ella hacía que todo se me olvidara y que mi corazón también palpitara a mil por hora, igual que con el chico de la primaria, eso me confundió aún más pero decidí no ponerle atención.
Volviendo al tema, mi primera vez con una chica sucedió a los dieciséis, en una fiesta, en el cumpleaños de mi mejor amigo, Roger, nos había invitado a muchos chicos y a mí a pasar la tarde/noche en su casa, sus padres habían acordado hacer dos fiestas para él, una en su cumpleaños donde invitarían a toda su familia y siguiente fin de semana para sus amigos y puedo decir que mis privilegios como mejor amigo me permitieron estar en las dos.
Había una chica de otro salón, su nombre era Vanessa, liberal, divertida, la clase de chica que todo hombre quiere como amiga, sin embargo Vanessa acarreaba con una mala reputación y no quiero decir que ella era una chica fácil, al contrario, era una de las chicas que más se daba a respetar en mi escuela, pero el hecho de que siempre estuviera rodeada de hombres y en cada fiesta la hacía blanco de críticas y burlas por parte de otras chicas, pero eso no impidió que una tarde mientras caminaba por el pasillo, sus ojos se encontraran con los míos y ambos sonriéramos.
Hacía ya casi dos años que había terminado con Samanta y no había tenido ninguna relación formal desde entones, por lo que para algunas chicas yo era el pobre niño con el corazón roto y eso por alguna razón les llamaba la atención.
— Y bueno ya lo saben, los espero esta viernes a partir de las ocho en mi casa, casa sola, música, comida y el regalo de los dioses, el tequila.
— Dijo Roger bromeando mientras le recordaba a todos.
— Esta será una fiesta como ninguna— Me dijo mi amigo rodeando mi hombro con su brazo— No será tan buena porque no estaré allí— Comenté con una sonrisa maliciosa— ¿Qué? No puedes hacerme eso, eres como mi hermano, no puedo hacer una fiesta si mi hermano no está allí ¡Está en la biblia!— Argumentó él algo molesto y a vez bromeando— Nuestras madres no nos enviaron a escuela de modales y etiqueta para que blasfemes así.
Pendejo— Dije ahora bromeando yo— Está bien, lo pensaré, aunque sabes que ese tipo de ambientes no me gustan— Dije antes de que él pudiese decir otra cosa— Vamos Yahir, es hora de que comiences a vivir tu juventud, pronto tendremos muchas preocupaciones con la universidad, nos quedan solo dos años de diversión, no puedes quedarte toda la vida sintiéndote mal por Samanta— Dijo Roger, pensando que mi cambio en los últimos años se debía a mi ruptura con Sam, si hubiese sabido en verdad todo.
— No creas que no me he dado cuenta cómo miras a Vanessa y cómo te ve ella— Dijo Roger molestándome— Para nada, solo somos amigos y creo que ni eso— Dije para justificarme, pero mientras hablaba con él, Vanessa pasó frente a nosotros y no pude evitar sonreírle y ella a mí— Sí claro, por supuesto, como sea, ella estará allí y más te vale estar ahí también— Dijo mi amigo antes de irse y dejarme con una sensación agridulce en la boca.
El viernes llegó más rápido de lo que hubiese podido jurar, como si el resto de los días no me hubiesen importado en lo absoluto y solo pensase en la fiesta de mi amigo para poder hablar con Vanessa.
Llegué alrededor de las 9:00 pm, los chicos ya estaban allí, era abril y a pesar de que los días son calurosos en mi ciudad, cuando se acerca el verano las noches son un tanto frías y melancólicas, así que decidí usar una de mis chaquetas favoritas, la colgué en el perchero cerca de la puerta y comencé a hablar con todos.
Roger me presentó con la mayoría, mi amigo sí que era social y popular mientras que yo pasaba desapercibido por la mayoría de las personas al no hablar con ellos o no querer tener ningún tipo de relación, la gente me aburría mucho y siempre odié ser un adolescente, así que no tenía muchos amigos, de pronto en el sofá una hermosa chica con cabello castaño y ondulado nos miró a Roger y a mí, su piel clara y con algunas pecas en el rostro eran fascinantes, sus pestañas cortas y esos ojos color caramelo capturaron mi mirada y mi atención, Roger me llevó hasta ella y mientras fingía una voz seria dijo— Señorita Vanessa, quiero presentarle a mi mejor amigo Yahir, mejor amigo Yahir, ella es la señorita Vanessa, algo me dice que se van a caer muy bien.
Ella y yo nos miramos por unos segundos mientras mi amigo se iba, el mundo se me venía encima, estaba completamente nervioso, no sabía qué decir, tenía miedo de hablar sobre tonterías y aburrirla, sobre todo tenía miedo de que supiera todo lo que había hecho, una especie de vergüenza me invadió pero pronto ella dijo.
— Eres el chico que escribió ese poema, el que apareció en la recopilación literaria de la clase de Español— Su comentario me tomó por sorpresa, no sabía de lo que hablaba hasta que pronto lo recordé— ¿Disculpa?— Pregunté con nerviosismo y jurando que ella mentía— Me gustó mucho sabes, mis favoritos son Vargas Llosa y Nervo pero estás cerca de entrar en mi lista— Dijo sonriéndome y en ese momento todo miedo fue disipado— Muchas gracias, no sabía que te gustaba la literatura y la poesía— Comenté aclarando mi voz y recuperando la confianza porque me di cuenta que ambos hablábamos el mismo idioma a diferencia de otras personas en la escuela— Y yo no sabía que tú escribías hasta que escuché tu nombre completo y supe que eras tú, creo que no puedes evitar tener tratos con locos, todos estamos locos aquí— Dijo ella sonriendo— Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas, el gato de Chester— Comenté para hacerla reír y ella me tomó de la mano para que nos sentáramos.
Pasamos alrededor de dos horas sentados conversando sobre nosotros, nuestros libros favoritos, escritores, canciones, todo lo que se supone le cuentas a alguien especial aunque ella y yo teníamos casi nada de conocernos.
Luego de que los chicos subieran el volumen de la música y que se pusieran cada vez más ebrios, Vanessa y yo decidimos salir al patio a conversar al jardín.
— Ya es casi media noche— Comentó ella mientras se abrazaba a sí misma, le presté mi chaqueta para que no tuviese frio y aquel gestó la hizo sonrojarse.
En el jardín había solo dos luces que vigilaban la entrada trasera de la casa y la cerca que rodeaba el lugar, había dos árboles grandes y unas bancas de plástico que los padres de Roger habían puesto para pasar el verano.
Vanessa y yo nos sentamos allí y cuando estuvimos juntos puso su cabeza en mi hombro y yo junté la mía con la suya.
— ¿Qué hace un chico como tú tan solo y apartado del mundo? ¿Te han lastimado tanto?— Preguntó Vanessa casi susurrando— Es una larga historia, no vale la pena recordarla— Dije para desviar el tema— Todo lo que nos hiere merece un lugar en la memoria, a veces para torturarnos y recordarnos que estamos vivos y otros para saber que lo hemos superado y que somos fuertes— Dijo ella dejándome helado— El amor es una mierda— Dije sonriendo con cierta tristeza— Y vaya que lo es, concuerdo contigo— Dijo ella mientras reía, entonces nuestras miradas se encontraron otra vez en la oscuridad, nuestras sonrisas se fueron apagando a medida que acercábamos nuestros rostros y nuestros labios se tocaban en ese beso cálido y vivo, nos besamos mientras nuestros ojos estaban cerrados y solo escuchábamos el eco de la música de la fiesta que esta vez era una canción lenta.
Los labios de Vanessa eran maravillosos, me hacía sentir que estaba atrapado en una atmosfera fría y cálida, como si nuestras almas se intercambiaran a cada beso y nos pudiésemos sentir vivos.
Nuestra pasión fue creciendo poco a poco, cuando comencé a besarla en el cuello y ella en el mío supimos dónde iba a terminar todo, íbamos a hacer el amor.
Vanessa y yo nos metimos en una de las habitaciones de la casa de Roger, después de todo conocía esa casa como la palma de mi mano, cuando estuvimos adentro cerré la puerta y ella me rodeó con sus brazos ¿Qué si estaba asustado? Eso es poco para cómo me sentí en esos momentos, tenía mil ideas en mi cabeza, nunca había estado con una mujer, no sabía qué hacer, qué decir, cómo reaccionar, mi espalda estaba completamente helada y solo le agradecí a Dios que mis manos no comenzaron a temblar.
El aroma de Vanessa me excitaba demasiado, me hacía sentir desesperado por tenerla, por besar su cuerpo, sus senos, sus caderas, sus manos, por sentir sus latidos y ahogar nuestros suspiros con nuestras bocas.
Vanessa y yo fuimos hasta la cama sin dejar de besarnos, ella se quedó encima de mí y comenzó a besarme y a quitarse la ropa poco a poco, su cabello ondeaba mientras se desnudaba y se mezcló con el perfume de sus senos, puse sus manos en su cuello y lo acaricie bajando hasta sus pesos y su vientre, ella era hermosa, la clase de chica que solo se encuentra una vez en la vida y allí estaba yo para hacer el amor con ella y comenzar mi vida sexual, era obvio que ella no era virgen y tenía ya experiencia en el asunto y ojala no se diera cuenta de mi inexperiencia o moriría de vergüenza.
No tardó en hacer movimiento circulares en mi ingle y esto terminó por causarme una erección descomunal mientras mis mejillas se ponían rojas, sin poder contenerme más me lancé sobre ella y la aprisioné con mi cuerpo, eso pareció gustarle porque comenzó a suspirar y a tocar mi espalda, la besé otra vez pero esta vez di pequeñas mordidas en su cuello, bajé hasta su pecho y lo besé con ternura y delicadeza, respirando su aroma de mujer, sus senos los besé y puse escuchar el palpitar de su corazón, su respiración era agitada mientras masajeaba sus pecho e iba bajando hasta su ombligo besando ese camino, de pronto me detuve y comencé a besar sus brazos, su nuca, sus oídos, sus piernas y pude así desabrochar su falda y quitársela con lentitud sin dejar de prestar atención a sus piernas.
Cuando me acerqué a su ropa interior me di cuenta de que estaba “mojada” como dicen por ahí, le quité su prenda y me encontré con su vagina, respiré su roma que era el mismo que el de su cuerpo, me di cuenta que estar con Vanessa era una de las experiencias más importantes y significativas en mi vida, ella era toda una mujer, lo que hoy en día cualquier hombre estaría encantado de tener.
Ella tomó mi cabeza con ambas manos y me acercó a boca, nos besamos unos minutos hasta que con mis dedos comencé a estimular su vagina, ella me mordió los labios en cuanto sintió el contacto de mis fríos dedos con sus partes íntimas, hice movimientos ascendentes pasando por su clítoris y siendo suave para después más rudo, ella ahogó un gemido en mi hombro y me di cuenta que era momento de proseguir.
Otra vez recorrí ese camino de su cuello hasta su vagina, pasando por sus senos y cuando estuve cerca con la punta de mi lengua acaricié hasta llegar a la entrada, empecé a lamer poco a poco sintiendo el sabor de sus jugos, mordiendo por ratos su clítoris y el contorno de sus labios, me ayudaba con mis dedos para dilatarla y al mismo tiempo introducía más mi lengua para asegurarme de estar haciéndolo bien, Vanessa se tocaba los senos y suspiraba mientras se mordía los labios, gemía mientras el ruido de la música ahogaba sus gritos.
Cuando supe que era momento de continuar me puse de pie y me di cuenta que ella tenía un condón en sus manos, me puso boca abajo y se acercó a mi oído— ¿Alguna vez te han dado sexo oral?¬— Preguntó ella poniéndome al límite y haciéndome sonreír con nerviosismo, ella interpretó bien mi silencio y comenzó a bajar poco a poco por el mismo camino que yo recorría mientras causaba una electricidad en mi vientre y en mi ingle, cuando estuvo cerca comencé a sentir un éxtasis que pocas veces en mi vida he experimentado.
Tomó mi pene con ambas manos y lo metió en su boca, el calor que sentía era inexplicable, las aspereza de su lengua, sus suspiros, sus manos cálidas, puse las mías en mi rostro y traté de no gemir lo suficiente como para delatar mi virginidad, ella siguió haciéndole y yo rogaba al cielo por no acabar en ese instante ante el acto que acababa de descubrir, una pequeña risa se escapó de mi boca mientras pensaba “ahora sé por qué a los tipos con los que he estado les gustaba tanto que hiciera esto.
”
Logré contenerme como para disfrutar y no venirme mientras Vanessa succionaba mi pene, entonces me puse el condón y ella se sentó cabalgándome, estábamos los dos sentados y besándonos mientras ella se movía haciendo todo el trabajo, me tomó de las manos mientras hacía movimientos circulares y ambos suspirábamos porque se sentía caliente y eléctrico, como si nuestros cuerpos se quemaran y entre mordidas y suspiros nos entregábamos, nos necesitábamos, era como si en nuestras bocas saciáramos nuestra sed de lujuria y deseo.
Ella recorría mi espalda y yo su pecho con mis labios, lamía sus pezones mientras mis manos tocaban su espalda y sus glúteos, ella me arañaba y me mordía los hombros mientras gemía¬¬— Yahir.
Yahir.
Yahir.
— Decía en mi oído ahogando sus gritos.
En un momento me sentí tan necesitado de ella que la tomé de sus hombros y la acomodé quedando encima de ella, comencé a envestirla con locura y aprisionando sus manos y su cuerpo con el mío, besé su cuello y volvía a sus senos y a su boca, ella tocó mi trasero empujándome más a ella y mientras terminábamos de decir nuestros nombres, nos veníamos allí en la oscuridad que cubría nuestros cuerpos desnudos, puse mi cabeza en su pecho y suspire igual que ella mientras nos besábamos y disfrutamos nuestro orgasmo.
Mientras nos vestíamos y arreglábamos, sentí que mi pene me dolía y era por lo estrecho de Vanessa, me puse mi camisa y ella terminó de arreglarse, otra vez volvía a la incomodidad, no sabía qué decir o qué hacer, entonces me acerqué a ella por detrás y la abracé— Gracias.
Por haberte conocido— Dije y ella volteó para besarme— Gracias por este momento Yahir, lo recordare siempre— Dijo ella abrazándome— Te quiero— Le dije tomándola entre mis brazos— Te quiero y no me importa si crees que estoy loco o que es demasiado pronto, sería un idiota si te dejo ir después de esto— Le dije al oído acariciándola— Yahir, eres lo que toda chica querría para ella, sin embargo, no soy buena para ti, soy demasiado imperfecta para un chico como tú, te mereces más que yo hermoso, jamás funcionaría.
Tengo que reconocer que sus palabras me dolieron, pero cuando lo pensé me di cuenta que era verdad, apenas y nos conocíamos y no sabíamos nada del otro, no hubiese funcionado— Además, me honra que un chico como tú haya escogido a esta pobre gitana para darse su castidad— Dijo ella helándome otra vez y dejándome sin una sola palabra— Descuida, no se lo diré a nadie, me llevaré este gusto y secreto a la tumba, te adoro mi querido Yahir, jamás te olvidaré— Dijo ella y tomando sus cosas se fue.
Yo me quedé allí un rato pensando en lo sucedido, analizando cada parte de aquellos días, no solo me gustaba el sexo con hombres, el sexo son mujeres era magnifico, entonces las mujeres también me gustaban, estaba completamente seguro, era bisexual porque en ambos actos me sentía vivo y a gusto.
Me esperaba una larga vida de diversión y aventura teniendo mi sexualidad segura, vaya que sí.
Bajé luego de un rato, solo quedaban algunos chicos en la fiesta, Vanessa ya no estaba, Roger estaba ebrio así que decidí irme y disculparme después por desaparecer sin decir nada.
Eran las 3:00 am cuando llegué a casa y mientras me acostaba en mi cama y pensaba en lo ocurrido, suspiré recordando a Vanessa y su aroma que estaba en mis manos y mi pecho, mi corazón palpitó imaginando lo que pudo haber sido todo hasta que me quedé dormido.
Luego de ese primer año de preparatoria nunca volví a ver a Vanessa porque ella se cambió de escuela y creo hasta de ciudad, pero al igual que mi primera vez con un hombre, yo nunca podré olvidar a Vanessa, porque tiene una parte de mí y siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.
Por la mañana en el desayuno mi padre dijo— He recibido un folleto de un amigo del trabajo al que envió a su hijo el verano pasado, es para jóvenes que necesitan desarrollarse más y que gustan de hacer ejercicio ¿Te gustaría ir?— Preguntó mi padre esperando a que dijese que no— Sí, por qué no, quizá algo bueno pueda salir de eso— Dije sonriendo y mirando por la ventana de la cocina mientras perdía mi atención en el día soleado.
Otros relatos
Cap 1.
– http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-31026.html
Cuento 1.
– http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-31471.html
Cuento 2.
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Cap 2.
– http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-33394.html
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