Los deseos de mi padrastro
Sexo con mi padrastro.
Me estremecí la primera vez que sentí su mirada.
El llevaba en ese entonces unos 50 años recién cumplidos y yo unos 33.
Me costó aceptar mi deseo hacia el, hasta que no resistí más los deseos de mi cuerpo y me entregué. Esa fue la primera vez que me masturbe pensando en el luego de mucho tiempo de dudarlo.
Sentí placer, culpa y libertad.
Carlos se había puesto de novio con mi madre y parecían una pareja feliz.
Hasta que entendí que con dedicarle mis actos de masturbación no alcanzaba. Necesitaba más. Pero también entendía que no podía lastimar a mi mamá.
Una noche se corto la luz en casa, yo había ido de visita, estábamos comiendo y el apagón vino de golpe.
– Voy a buscar la linterna – dije
Mi madre subió a su pieza a buscar velas mientras tanto.
Apenas me acerque al cajón de la mesa que estaba en la entrada de la casa sentí su presencia detrás de mi. Su respiración hizo que mi corazón estallara y tuve una puntada en el clítoris.
Me apoyó con total impunidad y no pude decir nada.
-Perdon Eri no te vi- me dijo
-Esta bien – respondi
-¿Encontraste la linterna? – me preguntó mientras sentís el roce de su mano apenas apoyado en mi pierna
– Si, está acá – sentía que mi mente flotaba
En eso baja mi madre con las velas y todo siguió su curso.
Terminamos de comer y la luz no había vuelto. No pude dejar de pensar en lo ocurrido. Algo en mi necesitaba más.
Les dije que no se preocuparan que yo lavaba los platos antes de irme y Carlos se ofreció a llevarme. No me resistí, acepte.
Una vez en el auto el silencio era insoportable, yo podía sentir su perfume y tambien el recuerdo de su roce.
No hablamos, cada tanto el me miraba y sonreia.
-¿Estás incómoda?- me preguntó
-No para nada- dije asombrada
-Si hice algo que te incómodo te pido disculpas –
-No hiciste nada, tranquilo-
Automáticamente llevo su mano a mi pierna y sus dedos quedaron en mis muslos. Yo estaba muda, no podía hablar. Si mano siguió subiendo, quería sacarlo pero me iba entregando cada vez más.
-¿Te gusta?- preguntó
Seguí en silencio. Sus dedos rozaron mi ropa interior
-No está bien que hagamos esto Carlos-
-Te pregunte si te gusta no si está bien-
-Si, me gusta-
-A mi también,mucho-
Con sus dedos tocando mi clítoris y yo mordiendo los gemidos llegamos a mi casa.
-Mañana quiero venir temprano a verte ¿Me dejas?-
-Si-
Entre.
Esa noche me costó dormir. El timbre sonó a las 8:30. Mi marido ya se había ido a trabajar y el que estaba en la puerta era Carlos.
-Hola bebé buen día, ¿Puedo pasar?-
Lo deje entrar sabiendo lo que pasaba, la culpa había vuelto a aparecer pero el deseo de lo prohibido fue más grande.
Carlos entro y me llevo de la mano a mi cama.
-¿Acá duerme mi nena?-
Asentí con la cabeza.
Me hizo sentarme en el borde y abrió mis piernas. Yo ya estaba demasiado mojada.
-Veo que mi nena no está bien atendida, ahora papi la va a hacer sentir bien –
-Esto está mal Carlos- dije como pude
-Carlos no, papi bebé-
No podía creer que lo iba a salir de mi boca
-Esto está mal papi-
-Esta mal que mi nena no sea atendida y amada por papi-
Su lengua llegó a mi bombacha, lance un gemido de dolor y placer. Siguió lamiendo, y no puse más frenos. Mi bombacha estaba mojada por su saliva y nuestras ganas. La corrió con los dedos y mi vagina lo recibió. Esa lengua era hermosa, me penetraban, me cogía, me hacía suya.
En eso siento que abren la puerta, era mi marido.
Continuara
Uff me recalente.
Repetido