Los libros
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por orejitas27.
“Hola, ¿por donde andas?".
“¡¡Hola, qué sorpresa¡¡. Voy a comer con una gente y después me voy a la oficina. ¿Qué pasó? Cuanto tiempo sin saber de ti…”
“Es que estuve liada. Quería verte para devolverte los libros que me dejaste. ¿Por dónde andas?”
“Estoy a una hora de la oficina. Acabaré a eso de las 6 y si quieres quedamos y nos vemos. Así te doy un abrazo que hace mucho que no se nada de ti…!.
“Vale. ¿Te acuerdas subiendo los tres carriles, arriba de todo, que hay una carretera lateral? ¿Te apetece que nos veamos allí? Serán dos minutos. Así tú vas para trabajar y yo me voy para casa. ¿Te parece? ¿A las 6.30?
“Perfecto. Allá nos vemos. Un beso”.
“Un beso. Chao”.
Recibí esta llamada a eso de las 13.30, antes de ir a comer con una gente que venía de visita a la zona y con la que yo estaba muy interesado en empezar a trabajar. No lo di mayor importancia. Silvia era una buena amiga que había conocido en mi anterior trabajo y con la que había tenido algún que otro encuentro sexual, pero que al separarnos habíamos perdido el contacto. Hacia por lo menos tres meses que no sabia nada de ella, y la verdad es que era una pena. Es una chica un poco más joven que yo, rubia, de metro sesenta, con un cuerpo muy interesante y sobre todo con una alegría y un humor realmente contagiosos. Estaba con un chico desde hacia unos años pero según me había contado, las cosas no iban del todo bien….
Quede con la gente en el restaurante y la comida adema de agradable fue muy provechosa. Tras haber regado las suculentas viandas con un buen vino de Ribera del Duero tomamos un café y una copia de un buen whisky. Sin llegar a estar borrachos, cogimos todos un punto de lo más alegre y agradable. Para que mentiros, me encontraba muy bien…..
Salí del restaurante con tiempo suficiente para llegar a la cita. Fui pensando en como conseguir que la empresa de los que habían comido conmigo comprasen más, dándole vueltas a ideas peregrinas y escuchando música en el coche.
Como llegue con antelación al punto de encuentro, decidí apartar el coche de la vista de la carretera y tratar de descansar un poco, aprovechando el cuarto de hora que me sobraba….
Cinco minutos después de la hora acorada, oigo un coche aparcando al lado izquierdo del mió. Era Silvia. Nos sonreímos y baje del coche para saludarla como se merecía. Me extraño, pero salio del coche con gabardina, abotonada y con el cinturón puesto. Era verdad que llovía, pero dentro del coche no creo que le lloviese…
Nos saludamos con los besos de rigor y los dos nos quedamos abrazados más del tiempo prudencial de “amigos”.
“Hacia tiempo, eh? Estas muy guapa. Te cambiaste el peinado, te cambiaste las gafas, pareces otra persona…..”
“Para ser exactos hacía tres meses y medio que no sabía nada de ti. Mira que si no te llamo pasarían años antes de vernos otra vez….”.
“Ya sabes, el curro y demás. Como te va? Te echo de menos. Aquellas risas que nos echábamos, aquellos ataques de pasión,… Pensé muchas veces en ti…”
“Yo también”, dijo ella, “pero es que últimamente no sales de mi cabeza. No se que me pasa, pero es que te tengo dentro de mi y necesitaba verte….”.
“Pues aquí me tienes. N¿o te pasarás con esa gabardina tan cerrada? No está lloviendo y creo que te vas a asar de calor….”
Yo lo dije sin ninguna intención, no me imaginaba lo que me iba a encontrar…
En un gesto súper femenino y sensual, Silvia se solito el cinturón y el primer botón de la gabardina.
“La verdad es que hace calor. ¿Me ayudas a desabrochar la gabardina??”, me dijo con un toque picante en su voz….
No me imaginaba lo que me iba a encontrar. Le empecé a soltar los botones, uno a uno, y veía que ella empezaba a juguetear. Se acercaba a mí y se separaba, insinuantemente… A mi me empezaba a gustar la situación. Que estaba buscando? Por qué estaba tan juguetona?….
Al llegar al tercer botón me di cuenta. NO llevaba nada por debajo. Solo se veían las tiras de su sujetador, negro de encaje, como ella sabe que me gusta pero sin nada por encima, solo la gabardina….
Mi cuerpo reacciono. Según bajaba los botones ella se arrimaba a mí frotando su cuerpo con el mió. Empezaba a oscurecer y estaba bajando la temperatura, pero entre lo que veía y sus movimientos, os prometo que no notaba el frió…..
Acabe con mi labor con los botones y le abrí la gabardina. Estaba sólo con el sujetador, un tanga, un liguero y unas botas¡¡¡ No me lo podía creer. Una de las fantasías que se repetían en mi mente, la estaba a punto de cumplir….
“ ¿Te gusta? Te quería sorprender y como me habías dicho que esta era una de tus fantasías favoritas, aquí me tienes……”
Carai si me gustaba. Estaba realmente increíble, era cierto que cuando nos conocimos hablamos de nuestros deseos, de nuestras fantasías y una de las mías era esta, la de encontrarme a una mujer con gabardina, sin ropa por debajo, sólo la ropa interior y con botas… Y ahí estaba ella, tal como lo había soñado mil veces…..
“Me ganas. Tú estás vestido y yo casi en pelotas al lado de la carretera. Déjame ayudarte….”.
Me ayudó a desvestirme. Me quito el jersey y me abrió la camisa. Empezó a acariciarme los pezones, a morderlos como ella sabia que me gustada, a hacerme reaccionar…. Poco a poco fue bajando hacia mi cintura y le ayude a soltar el contaron. Siempre le había resultado complicado soltarme el cinturon…..
A pesar de que ya nos conocíamos íntimamente, me resulto una experiencia nueva. La excitación llegaba por momentos, me estaba gustando de verdad lo que me hacía. Cuando llegó a mi pene, apartó mis calzoncillos y saltó como un resorte… estaba a punto de estallar. Lo cogió con su mano derecha mientras con la izquierda me acariciaba mis testículos.
“¿Te gusta? Se que lo que te estoy haciendo te vuelve loco…..”
Os puedo decir que si que lo sabia. Empezó besándome la punta, lentamente. A acariciarlo con su mano y con sus labios, a lamerlo con su lengua…. Yo estaba encantado, entre el momento tan sensual que me había dado y lo que me estaba haciendo, poco me quedaba para explotar…… No se la metía en la boca, lo hacía solo con la punta y el resto me lo acariciaba y lamía. Me estaba gustando de verdad….
Siguió un rato con sus caricias hasta que la agarré por los hombros y la levanté.
“Ahora me toca a mi…”
Sin quitarle la gabardina la arrime al capo de su coche. Hice que se tumbara u le agarre las piernas con mis manos. La quería comer, sentir su humedad y lo caliente que estaba…. Poco a poco me fui acercando a su sexo. Oíamos los coches pasar por detrás nuestro pro a mi no me importaba. El momento era especial y no quería que nada nos desconcentrase…… Empecé a acariciarla, a besarla por encima de sus medias, poco a poco, hasta llegar a su sexo. Lo besé por encima del tanga. Estaba tremendamente húmedo, empapado. Estuve besándolo un buen rato, acariciándolo con mi barbilla, frotándolo como sabia que a ella le gusta….. en todos nuestros encuentros sexuales sabiamos como hacer disfrutar al otro, y quería recompensarle el haberme sorprendido tan gratamente.
Aparte lentamente su tanga a un lado, quería sentir su humedad en mi boca. Poco a poco, lentamente, fui acariciando su sexo, húmedo y receptivo como estaba…. Sabía que a Silvia le encantaba el sexo oral y quise que disfrutara como yo lo había hecho. Poco a poco fui separando sus labios, fui acariciando su clítoris con la lengua, metiéndole la punta, acariciándola con mis dedos…. Estaba a punto de explotar y me pedía que le diese más fuerte, que quería correrse…. Le metí tres dedos y le seguí acariciando su sexo con la lengua. Estaba empapado, su flujo me corría por la barbilla pero quería que se corriese, sentir su humedad en mi boca, así que seguí hasta que sus gemidos, casi gritos, me confirmaron que lo habia logrado…..
“Siempre me gustó como lo haces pero hoy te esmeraste… Me gustas demasiado”, me dijo ella.
Yo me encontraba sudando, arrimado al coche y con los pantalones en los tobillos, sin nada mas puesto. Se incorporo, apoyo sus manos en el capó y mirándome por encima del hombro me pidió que la penetrase.
“Quiero sentirte dentro, dame ya¡¡¡¡¡”
Me creía morir. Se la metí por atrás y me agarre a sus pechos. Sus pezones me saludaron como siempre hacían, poniéndose duros al contacto de mis manos, a mis caricias, a mis pellizcos y a mi siempre me encantaron. Son perfectos, su tamaño ideal. No tuve tiempo no de soltarle el sujetador… empecé a bombear una y otra vez, mis testículos tropezaban con sus preciosas nalgas una y otra vez. Yo estaba a punto de correrme, pero antes de hacerlo me salí, me arrodillé y volví a comer su sexo… Le pasaba la lengua por el culo, por su sexo, me encantaba el sabor de sus jugos, hacía tiempo que no estaba con ella pero no me había olvidado de su sabor. ¡Cómo me gustaba¡¡¡ ella me pedía que se la volviera a meter pero yo quería alargar el momento. Tras haberme relajado se la volví a meter, fuerte, como a ella le gusta. Le empecé a dar palmadas en sus tremendas nalgas, preciosas, turgentes… Bufff¡¡¡ Poco más aguanté. Me corrí dando espasmos muy fuertes y os puedo decir que hacía mucho tiempo que no sentía algo igual…. Me dio un besazo y tardamos un tiempo en separarnos.
Nos apoyamos en el coche agotados. Los dos estábamos cansados y sudados pero nos sentíamos bien, a gusto. Parecíamos dos adolescentes que no tenían donde hacer el amor. Me sorprendió totalmente el regalo de Silvia, era algo totalmente inesperado, y lo inesperado todos sabemos que se disfruta más…
Nos recompusimos malamente y mientras echábamos un cigarro me estuvo contando que no llevaba una buena racha, con su pareja las cosas mal y que llevaba unos días dándole unas vueltas a la idea de llamarme y que por fin se había decidido…. Y que como sabía que me iba a gustar, me quería dar una sorpresa…
Después de un rato de conversación, volví a acariciarla. Su piel se erizaba al contacto de mis manos y la situación empezó a calentarse nuevamente. Sin embargo esta vez no hubo preámbulos. La agarré por las nalgas a horcajadas, y la apoyé en la puerta de su coche. Ella apoyó sus botas en las puertas del mío y se relajó. Yo estaba ardiendo. Aun estaba húmeda de los anteriores envites y no me costó penetrarla, hasta el fondo, como nos gusta. Fue un momento salvaje, yo la empujaba con fuerza y ella me agarraba por el pelo para que le diese más y más….. Era una pasada. Nos empezamos a llamar de todo, con una mano le agarraba la pierna y la otra se la metía en la boca para que me chupara los dedos, le agarraba los pechos sin quitarle el sujetador, le aprisionaba sus pechos… creo que fue la vez en mi vida que tuve sexo de verdad salvaje. No duró mucho, la excitación pudo con nosotros, pero fue un momento único…..
Acabamos empapados en sudor. Ya era de noche y se oían los coches y se veían las luces de la carretera a 10 metros de donde estábamos. Si alguien nos vio, seguro que aprovechó el paisaje… Y os puedo asegura que los restos de la batalla quedaron marcados en mi coche y en el suyo…
Nos despedimos después de adecentarnos como pudimos y nos citamos para unos días más tarde.
Salimos del lugar y me llamó a los pocos minutos:
“¿Sabes una cosa? No te di los libros…”
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