Los libros II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por orejitas27.
Os conté hace unos días uno de los encuentros más sensuales y placenteros que tuve con mi buena amiga Silvia. Como no me había devuelto los “famosos” libros la llamé a la semana de vernos y quedamos para tomar un café con calma y reírnos un rato, que los dos lo necesitábamos,
Estuvimos casi dos horas hablando de nuestras cosas, riéndonos a mandíbula batiente. De verdad que nos llevábamos muy bien y era un placer pasar un buen rato en su compañía, además de confirmar que entre nosotros había un muy buen entendimiento sexualmente hablando. En cada encuentro que teníamos siempre acabábamos hablando de nuestros gustos, de nuestras fantasías, de lo que nos apetecía de verdad…. Éramos amigos y lo definiría como “amigos con derecho a roce”.
Quedamos en volver a hablar en unos días, y que tan pronto pudiésemos nos diésemos el gusto de una noche juntos. Ya lo habíamos hecho una vez y os puedo asegurar que lo habíamos disfrutado. Había sido una noche de pasión y desenfreno total, y a los dos nos apetecía repetir.
A los pocos días me surgió un viaje de empresa. Salía de viaje un martes y el miércoles por la noche ya estaría de vuelta. Saqué los billetes y al confirmar que volvía el miércoles a eso de las 6 de la tarde, inmediatamente se me ocurrió que esa misma noche podía quedar con Silvia y así llevar a cabo nuestro proyecto. La llamé y quedamos en que esa noche la pasaríamos juntos. Ella se encargaba del hotel (uno que además era un Spa y que estaba en una zona muy bonita de Galicia, al lado del mar y con muchos restaurantes cercanos) y yo me encargaba de la cena.
El día señalado aterricé a la hora prevista y con todo organizado me dirigí al hotel. Como iba a llegar un poco antes paré en un centro comercial a hacer tiempo, cuando vi un Sex Shop abierto. Entré y tomé la decisión de comprar algo que sabía que a Silvia le iba a encantar…. Iba a cumplir una de sus fantasías sexuales que hasta ese día no había podido hacer.
Con calma cogí el coche y a eso de las 8.30 me mandó un mensaje diciéndome que estaba en el hotel acordado y que ya había cogido la habitación, la 122 (no se me olvidará nunca) y que me esperaba. Yo ya estaba cerca del Hotel así que en un cuarto de hora llamé a la puerta.
Me abrió y sin tiempo a saludarnos nos abrazamos y nos dimos un apasionado beso. Nos separamos un poco y me di cuenta de que iba vestida de una manera que a mi me encanta. Blusa blanca, mostrando un muy generoso escote, vaqueros gastados y unas botas de media caña que a mi me vuelven loco…. No soy especialmente fetichista, pro hay algunas combinaciones que pueden conmigo…
Nos seguimos besando pero ella se separó.
“Ahora que no pase nada. Nos vamos a cenar y volvemos con calma para disfrutar el uno del otro, ¿te parece?”.
¿Cómo le iba a decir que no? A mi no me faltaban ganas de quedarnos ya en la habitación, pero habíamos quedado en ir a cenar y así lo hicimos. Me duché corriendo y la dejé preparándose mientras yo iba a tomar algo en la cafetería. Bajó a la media hora y estaba preciosa. Llevaba un vestido por debajo de la rodilla, con la espalada al aire y un escote que haría despertar a un muerto.
Fuimos a uno de los restaurantes de la zona y tras una buena cena regada con ingentes cantidades de vino y después de más de tres horas, nos fuimos a la habitación.
“Mientras aparcas voy subiendo. No tardes”.
¿Cómo iba a tardar si durante toda la cena estuvimos jugueteando y estábamos tremendamente calientes?.
Llamé a la puerta y me di cuenta de que ya estaba abierta. La habitación tenía una ténue luz y la llamé. Me contestó desde el baño que pasara y me sentase al lado de la ventana de la terraza y que me pusiera cómodo.
Seguí sus instrucciones al pie de la letra y me senté a esperar. Se abrió la puerta del baño y salió. Estaba radiante. Llevaba un picardías negro, con encaje, que le cubría hasta el principio de sus muslos. Dejaba ver su liguero y unas medias negras cubrían sus piernas., se acercó poco a poco y se arrodilló ante mi.
“Déjame hacer que ya verás que bien lo vamos a pasar…”.
Sin decir yo nada me besó apasionadamente. Me besó el cuello (uno de mis puntos débiles) y poco a poco, tras quitarme la camisa, me dejó sólo con los pantalones. Le ayudé a quitármelos y allí estaba yo, con un pedazo de mujer de rodillas ante mi y yo que estaba ya a punto de estallar. Me obligó a sentarme y empezó a acariciarme. Mientras me agarraba la polla con su mano me lamía los muslos, las pelotas, lo hacía con una calma exasperante…… Me gustaba lo que me hacía, lo estaba disfrutando de verdad.
Tras unos minutos que a mí me parecieron siglos, la levanté, la acerqué e mí, y apartando ligeramente su tanga a un lado la senté sobre mí. De esta manera, mientras la penetraba, podía agarrarle, estrujarle sus pechos. Sé que le gusta que le pellizque y le mordisquee los pezones, y me dediqué a ellos como un niño. Mientras ella se movía arriba y abajo y en círculos, yo me dediqué a atender sus pechos. Con lo que estábamos haciendo ella alcanzó el primer orgasmo de la noche, pero luego vendrían muchos más…
Yo no quería correrme todavía, así que la cogí por las piernas, me levanté, y sin sacar mi polla la llevé hasta la cama. Me salí y la tenía empapada. Me encanta cuando Silvia se pone húmeda. Cuando está realmente excitada se empapa toda y a mi esa situación me excita mucho más. Me puse de rodillas en el suelo y empecé a besarle sus pies, sus piernas, mientras con mis manos le acariciaba los pechos y su cuerpo. Quería hacerla disfrutar. Poco a poco mi boca llegó a su sexo. Su olor me volvía loco, así que traté de que este momento fuera lo más largo posible… Me encanta ir poco a poco, acariciando, rozando con mis labios su sexo, y sé que a ella le gusta pero la exaspera… Me agarró por el pelo y me obligó a meter mi boca en su sexo. Lo lamí como su fuera un helado y empezó a retorcerse de gusto mientras le metía mis dedos….
Cuando me pedía que la penetrase, fui a por mi regalo. Siempre me había dicho que le encantaría tener un consolador y era lo que le había comprado. Lo preparé con un gel especial y empecé a jugar con su sexo. Ella estaba tumbada y sólo podía sentir los roces con la punta del aparato. La verdad es que me había pasado de rosca, ya que el tamaño del “juguete” era mucho más grande en la mano de lo que parecía en el envoltorio, pero aún así traté de hacerla disfrutar. La rozaba, le frotaba el clítoris, la penetraba poco a poco, sólo la punta, y cuando se lo metí hasta la mitad, sus gritos me hicieron saber que le estaba encantando. Nunca sabrás cuanto se puede dilatar un coño ni la capacidad que tiene hasta que lo llevas al límite…
Estuve más de diez minutos jugando con el aparatito, hasta que me pidió que la penetrase con mi polla. Sin hacerme de rogar la agarré por las piernas, las puse en mis hombros y la penetré varias veces, hasta que acabé dentro de ella….
La noche estaba siendo mucho mejor de lo que habíamos pensado. Nuestro nuevo “juguete” estaba siendo un verdadero acierto.
Tras descansar un rato, me dice Silvia:
“Voy a hacer un baile para ti”.
Cogió el consolador, lo pegó en el ventanal de la habitación (tenía una ventosa en la base) y empezó a moverse sensualmente. Llevaba puesto el tanga y el liguero, y la situación era de los más sexy. Si alguien estaba mirando a nuestra ventana, iba tener espectáculo en vivo.
Fue arrimándose más y más al aparato pegado al cristal. Me miraba con ojos de lujuria, y ambos disfrutábamos del momento. Poco a poco fue acercando su culo al nuevo amigo, y se lo fue metiendo en su coño poco a poco, siempre mirándome. Yo estallaba encima de la cama… cuando lo tuvo todo dentro me indicó que me acercara y allá fui yo, como un alumno aplicado. Mientras se metía el consolador hasta el fondo me agarró la polla y empezó a darme una tremenda mamada. Tenía la espalda arqueada y se metía y sacaba el consolador, mientras que se tragaba entera mi polla….
La situación de verdad que era para flipar, ella gemía más y más rápido mientras me la comía entera. Cuando se iba a correr, se dio la vuelta y apoyando las manos en el cristal del ventanal me pidió que la follase, fuerte, como le gusta.
Se la metía por atrás y le agarré las tetas y los pezones. La verdad es que no podía aguantar mucho más del calentón que levaba, pero traté de hacerlo lo mejor posible hasta que no pude más y me volví a correr….
Os puedo decir que aquella noche no dormimos. El descubrimiento de las posibilidades del nuevo “amigo” hizo que lo probásemos de mil maneras distintas….
Al día siguiente nos despedimos, pero yo estaba tan sumamente cansado que aparqué el coche a un lado de la carreera y tuve que dormir unas cuantas horas. No podía ni conducir de lo cansado que estaba….
Cuando estaba en pleno sueño, me llamó Silvia:
“Me hacen falata pilas para tu regalo? ¿Cuándo me las traes…?”
Y hubo muchas más veces. Ya oas las iré contando.
Saludos
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