Manitas 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Los sábados me toca hacer la compra y en las dos o tres salidas para completarla siempre me encuentro con alguno de los vecinos, ya en el portal, en el ascensor o las tiendas del barrio. Aprovechamos para saludarnos, de vez en cuando no está mal. Esta vez le toco a Marta que iba en dirección al portal. Coincidimos abriendo la puerta y subiendo.
Muy bien ayer. Dijo casi susurrando.
Estupendo, apostillé, con el mismo tono.
Entramos en el ascensor y nada más iniciar la subida, nos dimos un pico, acaricié su cara y dijo.
Ya he terminado y tengo un rato. ¿Quieres subir?.
Me queda el Mercadona, tardaré como una hora en completar la lista.
Yo también tendría que ir a por alguna cosilla.
Dame la lista, que lo añado y te lo traigo.
¿Y si me llevas y vamos juntos?.
Por mí no hay problema.
Poco después salíamos de la cochera del edificio en dirección al supermercado. En la intimidad del coche, le dije: ¡follas de vicio!.
Estaba muy necesitada y ya había pensado en ti más de una vez, me has dado ya más de un consuelo sin tu saberlo. Pero el mejor ha sido el de ayer.
En cualquier caso, tu experiencia es impresionante. Tienes muy buena escuela.
Cuando me casé no tenía ni idea de esto. Sabes que Samuel estuvo casado antes con otra, de la que se separó. Le gustaba el porno y yo me aficioné con él. Nos gustaba estar tocándonos y excitándonos y leíamos revistas de cochinadas, probando algunas cosas que la gente decía que hacía. La que nos gustaba la practicábamos más a menudo. Después, con lo de la fibrosis, él no tenía aguante, le faltaba fuelle. Por eso compró el cacharrito.
¡Tú también pareces bueno!.
A la fuerza ahorcan. Emi es más bien pasiva, hay que empujarla, en 25 años que llevamos juntos las veces que me ha ofrecido sexo se pueden contar con los dedos de una mano. He inventado todo lo que he podido para conseguirla y alguna que otra cosa me ha dado resultado. Fue un poco mejor de novios y el primer año de casados, después con los críos tenía mucha distracción para pensar en sexo. Además tiene reparos, hay cosas que son sucias.
¡Qué tontería!. Lo que te hace disfrutar, te hace disfrutar y basta, y una mujer goza más que un hombre. Yo tuve un buen maestro, cuando nos conocimos no tenía ni idea y ya andaba por los cuarenta. Nos casamos y me abrió los ojos poquito a poco, ¡qué bien lo llegamos a pasar!. Ponerse cachonda y estarlo es impresionante si tienes forma de superarlo.
Yo me he entretenido con páginas de relatos, publican historietas eróticas de lo que hace la gente y alguna peli porno, más que pelis que son un rollo, clips de películas que me bajaba en tiempos, que ahora es más difícil.
Alguna historia de esas leímos en tiempos. Había una revista de cuentos verdes que Samuel compraba de vez en cuando. Nos reíamos un rato, recuerdo las miradas que nos dedicábamos mientras leíamos al unísono y lo que nos decíamos entre tanto. Como nos íbamos metiendo mano el uno al otro, facilitándonos el camino para luego disfrutarlo a tope. Tienes que traer alguno de esos, que a mí me gusta verlos y me pondrás más cachonda.
Subiendo nos dimos otro pico en el ascensor, quedamos para ya, si fuera posible. Debía de dejar la puerta entornada, yo entraría. Si estaba cerrada es que no se podía.
Subí y estaba abierto. Oyó cerrar la puerta y dijo: Ven al dormitorio.
Estaba desnuda, sentada en una reposera, abierta de piernas y sujetando el cacharrito entre los labios.
Me he puesto muy caliente y estaba empezando. Así tengo el bollito más rico para ti. Desnúdate, que nos veamos en pelotas. … ven que te chupo un poco, que tengo ganas de saborearla. ¡Vaya pollita que te gastas amigo!.
Me acerqué, apagó el aparato y como el mío le quedaba a la altura, se lo quiso meter en la boca. Al agarrarlo y tirar del pellejo, salió un goterón que no dejó escapar y recogió con su mano.
¡Mi niño!. ¡Que rica baba!.
Primero lamió el capullo y luego se refregó la gota en el chocho abierto. Acto seguido pelo el capullo y se lo metió en la boca semicerrada, haciendo presión sobre los labios, para iniciar el mejor roce del mundo. Nada como el calorcillo de cualquiera de las bocas del cuerpo.
Sus tetas eran grandes, dos tetazas que le hacían, cuando se ponía ropa escotada, un buen canalillo; llevaba otro coño en el pecho, en el que yo ya me había fijado varias veces. Acababan en un pezón puntiagudo. Me agarré a ellas y a pillarle el pezón entre los dedos.
¡Qué rico!. ¡También estas caliente!. ¡Cómo te mana la baba!. ¡Dámelo ya!. ¿Cómo me pongo?.
Ponte en cuatro en la cama. De burrita, le dije.
Empecé a guiar por todo el chocho la punta y después de dos pasadas la enfilé a su pozo. Entré en la gloria dejándolo ir, fue muy suave y sin resistencia. Ella suspiró de gusto. Le fui a acariciar el pipo y me dijo que no hacía falta, que quería aguantar más tiempo y disfrutarlo. Que sí que estaba burra, que solo quería tener el coño lleno y llegar a correrse así, pero poco a poco.
Viendo su orto, deje caer un lapo acertando en el ojete y empecé a presionar con un dedo. Nada más sentirlo, suspiró y dijo en la mesilla hay un bote de cremita, suavízalo y mete uno o dos, los que te quepan.
Nada más empezar a meterle el dedo se corrió. Como pujaba con el culo, casi estuvo un minuto hasta que se fueron espaciando las contracciones. Aproveche los relajos para ir metiendo un segundo dedo.
Clavada como estaba, con mucha suavidad, hacía para adelante y atrás. Yo un poco más distraído con las maniobras, estaba disfrutando de su corrida. Al poco aceleró y le vino el gozo otra vez.
¡Cabrón, me matas!. ¡Qué dulce!. ¡Jódeme amor!. Déjame ahíta de picha y leche, que no te tenga que reclamar.
Después de esta corrida, se la sacó y me dijo ¡Espera!. Salió y volvió con un toallón y un cojín. Los tiró encima de la cama, y mientras iba a coger el bote de crema de manos de la mesilla, dijo: ¡Me la vas a dar por el culo, que te sienta también por ahí! y se sirvió una cantidad generosa en la punta de los dedos que se aplicó al ano y luego otra que colocó en la punta de mi picha, se tumbó boca arriba recogiendo las piernas.
Me subí encima de ella, me cogió y la fue guiando hasta la puerta trasera, fui empujando con suavidad , cuando ella decía, hasta que entró toda. Una vez dentro dijo: déjate caer y culea.
Invadido por el deseo inicié un metesaca de vértigo que hizo que me corriera en unos pocos envites. Yo también estaba como un burro.
Acto seguido me relajé sobre ella, que me abrazó y acariciándome la cara y cubriéndome de besines, me decía: putito, mi putito, que bien me has jodido, eres un amor.
Nos metimos en la ducha y aprovechamos para hacernos las últimas caricias.
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