manitas 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Normalmente no solíamos encontrarnos así como así, ya que nuestros horarios eran diferentes, yo salía de casa a las siete de la mañana para ir a trabajar y volvía a las seis o las siete de la tarde. Algún que otro día comía en casa, casi ninguno. Los fines de semana disfrutaba de una libertad adicional, ya que mi mujer trabajaba.
Ella por las tardes tenía sus actividades: ora sus amigas, ora una cuñada también viuda y de guindas a brevas, sus hijos que estaban fuera y que venían a pasar el fin de semana. Los fines de semana eran otra cosa, ya que mantenía su horario. Por la mañana hacía la casa y sus cosas y por la tarde quedaba con las amigas para ir al cine o jugar a las cartas.
Los smartphone son una maravilla, el whatsapp una sofisticación. No habían pasado tres días cuando me reclamó para comprar el sustituto del vibrador. A eso de las siete, previo chequeo, subí con el portátil a su casa, estuvimos viendo varias tiendas virtuales. Seleccionamos uno básico, varias velocidades y pilas normales, doce cm de largo y dos de diámetro, algo aplastado en el extremo superior.
Madre mía la de cacharritos que tienen en estos sitios. Y todo es para el sexo.
Cuando íbamos a hacer la compra dijo: pide tres, ¿se puede?.
Claro y una docena, le contesté.
Pues uno para mi cuñada, que tiene días de desasosiego y otro de repuesto.
¡Pide también una poya de esas!, para un regalo.
Después de estar imaginando lo que se podía hacer con varios de los aparatitos empezamos a meternos mano.
¿dijiste que tenías pelis porno?. Me hace ilusión ver una.
En la carpeta, picando al azar, salto un clip que se titulaba “masaje prostático”. Mientras la ponía en marcha me estaba metiendo mano por la pata de la pantaloneta. Tardó poco en llegar a donde quería.
En el clip, una mujer besa los huevos de un hombre mientras le acaricia la puerta trasera.
Yo tampoco perdí el tiempo. Ella debajo de la bata tenía una camisola larga y nada que protegiera su bollito. ¡Guarrilla!. Le dije al percatarme.
Antes de llamarte me lo quité.
Puse el índice a la entrada del pocito y la yema del gordo sobre su pipa. Empecé moviendo el índice de atrás hacia delante, rozando al final la punta del clítoris y volviendo para adentro, sin penetrar. El gordo por la parte superior, moviendo de un lado para el otro, sin hacer mucha presión. Al poco, saque la mano y cargue de saliva el índice y el pulgar. Volví a meterla y continué con el movimiento.
Se hecho para adelante en la silla, para facilitarme el acceso, mientras se inclinaba hacia mí y se apoyaba en mi hombro para seguir viendo la película. Solo me agarraba la picha. No podía hacer nada más que lo que estaba haciendo mientras disfrutaba de las caricias que le aplicaba.
¡Mira que puta!, ¡Como le chupa y le besa los huevos!. ¡Y el orto!, que masaje le está dando. Mira como levanta las piernas y se abre el guarrazo, que cara de puto pone. ¡Mete un poco el dedito con el que me estas follando!, ¿puedes?.
¡Claro reina!. Y le metí hasta la segunda falange mientras seguía frotando el clítoris.
La de la peli ya le calzaba el dedo por completo al consorte, mientras le frotaba la picha, arriba y abajo.
El meo empezó a salir mientras seguía frotando y le dije: ¡Así, mi puta, mójate para mí!. Lubrícate bien, que se ponga rico el chocho para el poyazo que te voy a dar.
No había acabado de decirlo cuando soltó ¡Me voy, cabrón!. Me voooooooy. Y tal y como lo dijo, lo hizo. Me mojó toda la mano cuando le metí dos dedos hasta dentro. Al poco se levantó, se quitó la bata, levanto la camisola, dejó todo su culo al aire, se tiró sobre la mesa, mientras decía que la llenara de poya, que era lo único que necesitaba.
Me levanté, deje caer la pantaloneta y arrimé la necesidad a su pozo yyyy p’adentro. Entró como un cuchillo caliente en mantequilla. Que poder el de esta hembra.
La altura era la justa. Inmediatamente empecé a culear, suavecito, hasta que se corrió otra vez. No tenía ni que moverme. A parte de la suavidad con la que entraba y salía la picha, el efecto de succión del coño durante su orgasmo era impresionante. Era necesario moverse muy poco para el goce de ambos y concentrarse en la sensación para disfrutarlo.
¡Despacio!. ¡Despacito!. Decía, mientras se iba sosegando y su coño seguía latiendo y tragando.
Cuando se calmó, se la saqué, nos pegamos de frente y empinándose quería bajármela para colocarla en la raja. A mí no se me baja así como así. Así que nos fuimos para la cama, terminando de desnudarnos por el camino. Me tumbó boca arriba y se clavó para dedicarme otra succión.
Que rico, que emoción verla revolver las caderas entorno a la picha. Sujetar las tetas bamboleantes y pinzar los pezonazos con los pulgares.
¡que cara de puta tienes!.
¡Siiiii!. Sooooy una puta ahíta de poya, decía mientras trataba de ponerme las tetas en la cara. Lo consiguió, pero se le salió el chupete.
Rápido se revolvió para volver a metérselo y decir. ¡Levanta cabrón y chúpame … muérdeme las tetas hasta hacérmelas doler!.
Mientras le pellizcaba un pezón, me metía el otro en la boca chupando hasta dilatarlo y llenarme la boca, para morderlo y remorderlo con las muelas, como ella quería. Alternaba entre uno y otro y la puta gozaba.
Estaba en un orgasmo casi continuo. ¡Diooooos que goce!. ¡Mi puto!. ¡Mi Rey!. ¡Que rico tu cetro!. Decía y seguía con su meneo.
Después se dejó caer sobre mí. Reposó el goce y se tumbó a mi lado. Con una mano agarró la picha mientras besaba mi torso, mordisqueando los pezones. Bajo poco a poco y se metió la punta en la boca, me la dejó limpia. Siguió limpiando el tronco. Luego se arrodillo en el suelo, hizo que me girara y empezó a besarme y lamerme los huevos mientras que con una mano seguía arropándome la poya y subiendo y bajando con suavidad.
¡La puta de la peli no se lo comió como te lo voy a comer yo ahora!. ¡Vas a gozar más que yo!.
Y siguió bajando lamiendo la zona del periné y los huevos, los huevos y el periné y el periné y el ano. No sé de donde le salía tanta lengua. Sin soltar la poya y sin dejar de menearla, sujetándola con la suavidad de su coño me estaba dando un repaso cojonudo.
Cuando lo considero, me penetró, poco a poco, con cremita, con dos dedos me fue tocando por dentro hasta que me dio un calambrazo que provocó mi corrida a pesar de mi deseo de aguantar más. Por la posición, el segundo lechazo llegó hasta mi cara.
Fue acabar de correrme y sacó los dedos de mi culo, procedió a lamerme el pecho, donde había caído la mayor parte la corrida y luego la cara. Luego se subió sobre mí y se clavó mi palo.
Yo estaba exhausto, pero parecía que ella quería más. Acabamos dándonos la vuelta, ella debajo y yo encima. Levantó sus piernas lo que pudo y dijo: ¡Lléname hasta el fondo!, que lo sienta todo entero dentro.
Mi polla, casi insensible se iba bajando, la sentía morcillona, me parecía que se doblaba en los envites, mientras la culeaba con los arrestos que me quedaban. Bajé una manó hasta su clítoris y no, su coño estaba derrengado, dilatado hasta no poder hacer presión sobre la picha; con toda la suavidad que pude empecé a acariciárselo. Ella se retorció y con la misma mano que me había enculado se penetró.
No aguantó ni medio minuto, y volvió a estallar, bramando: ¡Cabrón!, ¡cabronazo!. ¡Como aguantas!. ¡Que cerda y jodida me tienes!.¡ Estoy reventá de los gustos!.
Yo ya había dado todo lo mío y ahora necesitaba un reposo. Nos arropamos, me metió la cara entre sus pechos y yo creo que hasta nos quedamos dormidos.
¡Putito!, ¡Putito mío!. ¿Duermes?. Vamos, que son las nueve.
Después nos aseamos, nos dimos las gracias por la sesión y nos deseamos un buen descanso.
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