Mar de Placer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por SlaveorMistress.
La bruma del atardecer emergía ante sus ojos, el cálido pero húmedo viento transportaba diminutas gotas de agua que acariciaban suavemente su rostro. A orillas de mar rodeada de nácar blanco y el resplandor sobre el agua de la última exhalación de nuestro astro antes de adentrarse en el universo, disfrutaba del momento con los pies enterrados en la arena deleitándose con el tacto entre sus dedos. Respirar profundamente observando el mar colindando con el horizonte en un choque infinito era una bocanada de energía vital directamente hacia el alma que solía necesitar para desconectar. Pasear por la arena aún caliente era una gozada que la transportaba a la adolescencia y rejuvenecía instantáneamente con recuerdos que la hacían que apareciese una sonrisa y cierto rubor por lo especial del momento. Se detuvo a recordar cada instante, cada sensación producida… y una calidez impetuosa se propagó por todo su cuerpo, acompañándose de imágenes del culpable de tales sensaciones provocando una febril oleada de deseo
Nunca ocurrió nada, pero siempre existió el amor y el deseo entre ambos, aunque en el transcurso de la vida se separaron a kilómetros de distancia estaba tan presente cómo antaño. El sonido de las gaviotas que se marchaban la despertó de su instantáneo letargo y tomó rumbo hacia su morada con su largo cabello ondeando al viento, desandando sus pasos, echando el último vistazo del día al mar donde los primeros destellos plata hacían su aparición.
En el umbral de su dormitorio cansada de su paseo vespertino se estiró felinamente en el marco de la puerta mentalizándose para el último esfuerzo: ducha nocturna y cambio de atuendo por uno más cómodo. Se lanzó sobre el lecho embelesada por la febril oleada de deseo, cerró los ojos y se sumergió en el mundo de los sueños.
Ruido de golpes en la puerta la despertaron. Soñolienta se dirigió a ver lo que ocurría cuando por la mirilla observó que se trataba del rostro recordado aquella misma tarde, los latidos del corazón aumentaron su ritmo y abrió la puerta automáticamente. Las miradas se unieron en un largo abrazo, sus cuerpos se fundieron en una indestructible aleación mientras no podía creer lo que ocurría. Sin mediar palabra y besándola apasionadamente, la elevó y transportó en brazos hacia el dormitorio, donde la observó al posarla en la cama. Las llamaradas de deseo en su mirada provocaban un húmedo escalofrío en ella, se acariciaron el uno al otro mientras los besos fluían como todas aquellas palabras jamás pronunciadas. El la tomó fuertemente, no quería dejarla marchar, por fin se hallaba entre sus brazos y quería demostrarla su deseo retenido.
Sus manos desabrocharon los lazos que cerraban el camisón azul cielo que ella vestía dejando entrever sus pechos, sus manos acariciaron sus hombros, su cuello, sus dedos recorrieron sus húmedos y entreabiertos labios esperando más. Las manos de ella bajo la camiseta que el portaba recorrían su torso y le ayudaron a despojarse de la prenda mientras el acurrucaba su boca en los senos que se entreveían por el camisón. Ella convulsionaba mientras él la desnudaba delicadamente entretanto su boca descendía hacia la fuente prohibida, donde bebió hasta lograr ríos de placer. Extasiada sobre la cama, él la observaba frágil y ruborizada en su desnudez. Grácilmente colocándose a gatas ella le desabrochó el cinturón haciendo caer los pantalones al suelo, y como si de un caramelo se tratara, con delicadeza devolvió el placer obtenido, hasta que el, en un arrebato, la tumbó apasionadamente y la poseyó cómo siempre había deseado. Primero despacio, con dulzura y saboreando el momento, después apasionadamente hundiéndose hasta lo más profundo de su interior, provocando tras perder la noción del tiempo una implosión de placer mutua.
Jadeante y empapada, ella abrió los ojos de repente saliendo instantáneamente de ese maravilloso sueño húmedo del que no hubiese querido despertar.
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