Marcelita 03
La dulce y prohibida historia de amor entre un hombre y una niña…
Antes del amanecer, Fabián ya se estaba arreglando bastante emocionado, como si de una cita primeriza se tratara. Cuidaba cada detalle de su camisa, cabello y bello facial. Quería lucir impecable para su princesita. Era prácticamente un hombre preparándose para tener relaciones sexuales con una mujer, con el detalle de que se trataba de una mucho menor que él. Marcela una y otra vez se miraba frente al espejo ubicado en su armario. No estaba segura, no se sentía “tan bonita”. El reloj marcaba las 6:15am, en tan solo 15 minutos su príncipe azul se presentaría a su puerta. Marcela, con tan solo 8 años y 11 meses, era más instinto que razón. No sabía el por qué, solo quería verse linda y ya. El uniforme escolar le parecía el más horrible ese día, hubiese querido ponerse algo diferente para ir a estudiar. Si de algo estaba segura es de que quería verse linda para cuando Fabián la recogiese y por eso se esforzó especialmente en su cabello y aplicó un sutil brillo en sus labios con esencia a fresas.
En ese instante sonó el timbre de la casa y rápidamente su madre abrió la puerta, recibiendo con una sonrisa a Fabián. <<Eres muy amable, gracias de verdad.>> Camila se veía agotada y realmente enferma. <<Permíteme llamo a Marcela para que se vaya contigo>>. Fabián guardó silencio y tan solo sonrió, la emoción lo invadía. Por fin, ¡por fin! Por fin estaría a solas con su princesa. <<Marcelita ven acá y toma tu mochila>>, dijo Camila. El corazón se le salía por la boca de la emoción a la niña. Sin dar 10 segundos de espera, tomó su maleta y salió al pasillo para el encuentro con Fabián. Ahí estaba como siempre impecable en su traje de trabajo que lo hacía ver como una figura protectora. Y ahí estaba, frente a él, la niña de sus sueños en su uniforme escolar y su maleta color rosa, con su cabello castaño claro cayendo sobre sus hombros. Ambos se miraron a los ojos e intercambiaron una sonrisa. <<Buenos días, Fabi>>, dijo la niña con evidente vergüenza. <<Buenos días, Marce. ¿Lista para el colegio?>>, respondió Fabián. Entonces Camila interrumpió y le dijo a la pequeña: <<Bueno Marce, te vas con Fabián y te me portas muy bien, hazle caso en todo por favor y por lo que más quieras no saques la cabeza por la ventana.>> Luego se dirigió a Fabián y le entregó una silla infantil de coche. <<Mi amor cuando salgas de clase te traerá la mamá de Luci (compañerita de Marcela). Te amo>>, y le dio un beso en la frente. Se despidió con una sonrisa de Fabián, cerró la puerta y los dejó solos. ¡Finalmente!
Caminaron por el pasillo en completo silencio. Luego en el ascensor la escena se repitió, con algunos cruces de mirada y tímidas sonrisas. Camino al auto en el parking subterráneo, Fabián rompió el hielo y le preguntó a Marcela que cómo había estado y ella en un tono neutro respondió con cordialidad. Fabián abrió la puerta del copiloto y se apresuró a montar la silla infantil en el asiento. Marcela, un tanto apenada por usar aún silla infantil para viajar, se apoyó en el brazo de Fabián y este le cerró la puerta con total cortesía. Ya dentro del auto, Fabián aceleró y salió del conjunto residencial. En el camino, ante el silencio de Marcela, decidió ser directo y aclarar sin rodeos lo que estaba pasando: <<Te he pensado mucho y te he extrañado un montón, no sabes cuánto, estoy muy feliz de que estés aquí conmigo para poder hablar tranquilamente>>. Marcela guardó silencio por algunos segundos y respondió: <<Yo también estoy muy feliz de verte>>. Tomó una pausa. <<Me hiciste falta ayer y todos estos días, pero tenía mucho… miedo>> <<Miedo, ¿cómo que miedo? ¿De mí?>>, sorprendido preguntó Fabián. <<Noo tontito, claro que de ti no, miedo a que no me quieras, al fin y al cabo, soy solo una niñita.>> Fabián sonrió aliviado pues la niebla de su corazón se despejó con las palabras de Marcela. No había duda, los temores eran infundados y las opciones con la niña eran reales. Fabián dirigió su mirada al espejo retrovisor para encontrarse con la de Marcela y viéndola directamente a los ojos le dijo: <<No mi Marce, nada de eso. Te confieso que yo también estaba asustado pues pensé que no me querías ver, el otro día en tu casa tenía mucha ilusión de verte…>> <<¡Yo también! Pero mi mamá casi que me obligó a que me fuera donde mi amiga Adri y no tuve más remedio.>>, aclaró la niña. <<Ya veo, mi niña. Pero mira, que bueno saberlo y no, no tengas miedo, que yo te quiero.>> Marcela estaba anonadada y sonrió, justo el auto paró en un semáforo cuando los ojos de la niña se aguaron, dejando escapar una cristalina lágrima.
<<Te quiero Fabián, me gustas.>> Fabián secó con su mano tiernamente la mejilla de la niña y llegó el momento inevitable, deseado por ambos. Fabián acercó milímetro a milímetro su boca a la de su princesa y la besó tiernamente, sintiendo el sabor de los labios de Marcela retocados por el brillo de esencia a fresa. Se besaron con cariño durante 10 segundos mientras Fabián posó su mano sobre el muslo de la niña cubierto por la falda escolar. El momento fue interrumpido por la bocina del coche de atrás. El semáforo había cambiado a verde hacía ya varios segundos. Fabián se recompuso y echó a andar el coche; nuevamente haciendo contacto visual por el retrovisor le dijo: <<Mi Marce, yo quiero que sepas que para mí tú no eres una simple niña, obviamente sé de tu corta edad y puedo reconocer lo joven de tu ser, pero eso no implica que mi mirada y pensamiento de ti sea como si de alguna niñita cualquiera se tratara. Marce yo a ti te veo como la niña que eres, pero también como a una mujer.>> En ese instante, el corazón de Marcela dio otro salto de felicidad. La niña sencillamente se encontraba fuera de sí, era tan nuevo y desconocido todo lo acontecido dentro y fuera de su ser que su mente estaba ida y no podía pensar con claridad, solo se dejaba llevar por el momento y guiar por el instinto. Al ver a ese hombre que le acababa de dar su primer beso al lado suyo, alargó su mano y la posó sobre la pierna de Fabián y empezó a materializar su deseo. Sin percatarse, su braguita ahora estaba un poco húmeda y ella no comprendía el por qué. Hasta que se le vino la imagen del video prohibido que había visto encerrada en su habitación. Era la misma sensación, pero amplificada por el miedo a lo desconocido y prohibido. Estar así, de esa forma, tocando por encima del pantalón la pierna de Fabián la hacía sentir bien, la hacía sentir rico. Ni cuenta se dio cuando ya estaban en la esquina de su colegio. El viaje había terminado. Fabián por su parte, al sentir la delicada manita de Marcela acariciar su pierna, muy cerca de su entrepierna, se había empalmado instantáneamente, rozando su verga con el volante. Pero se contuvo a más. Por hoy, eso era todo. Disimulando su erección, llegaron a la entrada del colegio y antes de despedirse, Marcela hizo como si se hubiese acordado de algo importante y le dijo a Fabián: <<Dentro de una semana exacta es mi cumple número 9. Es viernes, pero la fiesta será sábado y le dije a mi mami que estabas invitado>>. <<Anotado mi princesita, no me pierdo tu cumpleaños por nada del mundo.>> <<¡Esoooo!>>, dijo emocionada la nena. La niña quiso abalanzársele buscando besarlo en la boca, pero recordó que estaban frente al colegio y solo le tocó el brazo. Se despidieron como si fueran padre e hija. Marcela bajó del auto para perderse entre los otros estudiantes y ser vista por última vez por Fabián que aceleró a fondo y se fue con una sonrisa en los labios hacia su trabajo. Las cosas con Marcela empezaban a tener forma, todo iba bien pensó.
Fabián pensó durante todo el día en Marcela y esta hizo lo mismo. A la hora de la comida, recordó lo sucedido y no podía creerlo, era algo fantasioso, un hombre adulto en una relación afectiva con una niña a la que casi le cuadruplicaba la edad. Fabián se dio cuenta de que Marcela ya no era un simple fetiche, sino que por el contrario se estaba convirtiendo en parte fundamental de su vida y sin ser consciente del todo, surgía el deseo de llegar más y más profundo con todo esto, de no parar, de dejarse sumergir hasta lo más profundo. Estaba listo para ser el hombre de Marcela. La quería y la deseaba de manera intensa.
Para Marcela, el acontecer de los hechos de esa mañana fue aún más extraño, evidentemente a raíz de su corta edad. Para ella no era una situación maliciosa, aunque entendía perfectamente que socialmente era prohibida y que ni su madre ni nadie se podía enterar. Eso no le importaba, para Marcela, Fabián era su primer amor, el primer lazo romántico y sexual que establecía. Ella se limitaba a seguir sus instintos y se comportaba como una preadolescente enamorada. Fabián era su primer amor y tal cual sucede en una relación “normal”, Marcela veía a Fabián como su hombre protector y repleto de cariño, como la persona con la que quería estar todo el tiempo y hacer todas esas cosas que hacen los novios. Se daba cuenta de que quería a Fabián. Ese día durante las clases recordaba lo sucedido en su viaje al colegio. Ya estaba hecho, el destino estaba sellado. Entre Marcela y Fabián surgía una dulce, lujuriosa y extraña relación amorosa..
Perfecto relato bro eres como un escritor profesional :v desarrollas la trama a los personajes y no solo el tema sexual es importante tmb el romántico y eso lo estás haciendo bien espero con ganas la parte 4 la verdad esta muy interesante una pena que este tipo de relaciones siempre terminan mal por culpa de otros el hombre termina preso o termina suicidándose y la niña queda sola y triste además de quedar dañada por la sociedad que le dice que todo esto es malo cuando ellas también pueden amar y ser amadas como una mujer adulta
Amén
Excelente espero con ansias la siguiente entrada
Que rico relato espero pronto la continuación
mas lento, que la navidad.
Encontré primero el 05 pero luego busqué la 01 y todas me han gustado