Marcelita 05
La dulce y prohibida historia de amor entre un hombre y una niña…
Llegado el jueves, allí estaba Fabián a primera hora puntual a su cita con su mujercita. Ese día, Camila lo recibió y se dieron los buenos días con total cordialidad y mientras esperaban a que Marcela saliera, Camila aprovechó para invitar a Fabián a la fiesta de cumpleaños de la niña: <<Me da muchísima vergüenza abusar de tu confianza, te lo compensaré. Sabes que estos días Marce estuvo diciendo que te invitó a su fiesta de cumpleaños el sábado y yo estuve de acuerdo, así es que tú nos dirás si tienes tiempo y nos acompañas, para agradecerte un poco todo lo que has hecho por nosotras>>. <<No te preocupes, para nada, yo lo hago con todo el placer del mundo, no hay problema. Y lo de la fiesta, pues por supuesto, yo encantado acepto la propuesta porque después de todo somos compañeros de trabajo y hemos tenido una bonita relación de cordialidad y de amistad, tú me ayudaste muchísimo al principio en el trabajo, además no quiero decirle que no a Marce, tu sabes que ella es muy dulce… Sí, tengo el sábado libre>>. C: <<Esta bien, te creo y de nuevo muchas gracias… Y sí, mi princesa es muy dulce y muy buena niña, me ha ayudado mucho estos días que he estado mala y me ha demostrado que es muy independiente a pesar de su edad… Y perfecto, entonces el sábado quedas oficialmente invitado a la fiesta, te mando la dirección del lugar por WhatsApp. Te esperamos>>.
Pasaron algunos minutos y en eso apareció por el pasillo la figura infantil de Marcela, esta vez en su uniforme de educación física compuesto por una camisa polo blanca, chaqueta y pantalón de chándal negros con vivos en rojo, calcetines y zapatos tennis blancos con detalles en rosa. Su cabello, esta vez recogido en una cola de caballo. C: <<Apresúrate Marcela que, si no, no alcanzas a entrar a clases>>, y le puso la mochila a la espalda. Los amantes se saludaron con la mirada y Camila cerró la puerta. Fabián y Marcela aceleraron el paso hacia el elevador y luego hacia el coche como dos adolescentes conscientes de que el tiempo apremiaba. Ya en marcha, había un silencio total y una tensión sexual casi palpable en el aire. Estaban pasando tantas cosas entre los dos, ansiaban el momento de estar a solas y empezar ese jugueteo que dejaba de lado el romance y se ponía totalmente lujurioso. La niña sabía que su hombre la deseaba y estaba lista para complacerlo, tenía la vaginita cargada de deseo y sin lugar a dudas, se iba a descargar sobre el cuerpo de Fabián. Ni bien el coche se detuvo en el mismo lugar solitario del día anterior, Marcela desabrochó su cinturón para luego treparse sobre Fabián. Se subió sobre las piernas de su hombre, quedando frente a frente. Fueron directo al punto pues el deseo los desbordaba y engancharon sus bocas en un beso lleno de lascivia, suciedad y saliva. Estaban como locos. La importante diferencia de estaturas favorecía que sus bocas quedaran perfectamente alineadas estando en esa posición. Sus lenguas se movían en completo frenesí e intercambiaban saliva con cada movimiento. Fabián le agarró el culo por encima del pantalón de chándal y sintió por primera vez las nalgas de su niña, que para tan corta edad eran respingadas y redondas, el culo perfecto. Las manoseaba de arriba abajo y las apretaba entre sus manos. Echó el asiento un poco hacia atrás para que la niña no se lastimase la espalda con el volante. Mientras se besaban salvajemente y Fabián masajeaba el culito de su pequeña, el ritmo de la última vez empezó a aparecer y Marcela con fuerza e intensidad se sacudía sobre Fabián, buscando llegar al orgasmo. La pequeña Marcela se había vuelto adicta a la sensación de frotarse contra la entrepierna de Fabián y buscaba a toda costa sentir ese delicioso espasmo vaginal recorriendo todo su ser.
Montada sobre su galán, la pequeña Marcela cabalgaba como toda una zorrita y se aferraba a los fuertes brazos de Fabián mientras este le ayudaba a moverse impulsando sus caderas con sus manos puestas en el culo. En medio de los besos, Fabián aprovechó para abrirle la chaqueta deportiva a Marcela y dejar totalmente descubierto su espigado y suave cuello. Le abrió todos los botones de la camisa polo para descubrirle parte de su tórax y llenarlo de saliva con sus besos, con la niña echando su cabeza hacia atrás. Pronto la tensión llegó al máximo y Marcela sin ningún tipo de pudor dejaba escapar los más bestiales gemidos atravesada por el placer desde su anito hasta su clítoris y llegando tras un intenso final y descomunal movimiento sobre Fabián al delicioso orgasmo que tanto la satisfacía, quedando sumergida en un uniforme grito que expresó todo el deseo y lujuria que sentía. Balanceando otra vez su cuerpo hacia atrás y blanqueando los ojos, la niña entró en trance orgásmico mientras rápidamente Fabián alargó su mano, abrió la bragueta de su pantalón y se sacó la verga. Por la posición, su miembro quedó debajo de la entrepierna de Marcela quien, absolutamente excitada, se venía en un prolongado squirt. Segundos después la niña se recargó sobre el pecho de Fabián mientras recuperaba el aliento. Fabián sintió la verga y parte del pantalón empapados… Su niña, sin saberlo, se le había venido encima. El auto de Fabián quedó inmerso nuevamente en el particular olor de una vagina infantil repleta de fluidos. Marcela se recompuso y se besaron dulce y tiernamente. <<¿Vas a venir a mi fiesta, verdad? Será de bailarinas de ballet y quiero que ese día bailes conmigo>>. <<Claro que allí estaré mi niña para bailar con mi bailarina favorita>>. <<Vale, ya tengo mi trajecito listo, espero que te guste…>>. Fabián notó que la niña seguía con toda la excitación encima e imaginársela en sus mallas, tutú y maillot de ballet lo encendió aún más… La nena comenzó a moverse nuevamente sobre la verga de Fabián, pero este sabía lo otro que deseaba su niña, desde que la vio en la mañana observó cómo Marcela le miraba la entrepierna fijamente, el momento había llegado. El hombre miró a su mujercita y le mostró con la mirada su pene atrapado por la humanidad de Marcela que aún seguía sobre Fabián. <<Mira como me dejaste de empapado, te me viniste encima mi amor>>. Marcela, que no sabía qué era eso de “venirse”, se sonrojó y le dijo de forma pícara: <<¿No te gusta que te moje?>>. <<Por supuesto mamacita rica que me gusta>>. Marcela se mordió los labios al verle la verga brillando producto de sus fluidos y sintió un impulso sexual entrando por su vagina, deseaba acostarse con Fabián y hacer las cosas que hasta ahora solo había visto en el móvil y el ordenador de su madre. Fabián siguió y le dijo: <<Yo sé tú qué quieres ver o, mejor dicho, tocar>>. Fabián se quitó a la niña de encima y esta se puso de pie entre el volante y Fabián. Fabián se bajó los pantalones hasta los tobillos y mientras lo hacía le preguntó a Marcela señalando su erección: <<¿Te gusta? Se pone así de grande por ti, mi amor>>. <<Me fascina..>>, respondió Marcela, sonrió tímidamente y con inocencia le bajó el bóxer a Fabián hasta los tobillos. Esa acción encendió más a Fabián, quien en tono lascivo le dijo: <<Todo tuyo, mi amor>>. Entonces Marcela se puso de rodillas y empezó a tocar la verga de su hombre todavía pegajosa y lubricada por sus propios fluidos vaginales. Fabián, extraviado en la excitación, no se había percatado de que el reloj marcaba ya las 6:43am y siguió con su acto sexual. Suavemente Marcela comenzó a subir y bajar sus manitas en el mástil de Fabián que ya desbordaba líquido preseminal. Pensó por un instante en sugerir una felación, pero decidió esperar a que ese momento especial llegara con naturalidad, sin forzar nada como hasta ahora. Disfrutaba ver cómo su niña lo masturbaba. La niña se encontraba excitada por la experiencia de tener una verga adulta y de grandes dimensiones entre sus manos. Disfrutaba ver cómo su hombre se estremecía de placer en el asiento ante sus torpes caricias. Tal nivel de lujuria y morbo sexual trepó en los dos que el ritmo de la masturbación escaló vertiginosamente. El silencio del lugar se vio interrumpido por los gemidos sin control de Fabián, mientras que las manitas de la niña continuaban en sube y baja. El momento se iba acercando y el espasmo sexual era el más intenso… <<AHHHHHH (con voz fuerte)… JUEPUTAAAA qué DELICIOSOOOO… AHHH QUE RICOOO MAMI… AYYYY>>. El deseo en su máxima expresión. Un hombre joven en plena etapa reproductiva y en perfecta salud sexual, masturbado por esa niña con total devoción. Fabián, bajo el morbo de que era una niña de aún 8 años con la que estaba teniendo ese encuentro sexual, no resistió más y disparó un chorro caliente de semen viniéndose prácticamente sobre la cara de Marcela quien lejos de detenerse continúo con las caricias, intensificando la eyaculación. Un segundo chorro salió despedido hasta el techo del auto. Los siguientes chorros se perdieron entre el tablero del coche y el parabrisas. Fabián levantaba el culo unos centímetros del asiento aún preso de los espasmos y de las caricias ininterrumpidas de su mujercita quien le estaba sacando hasta la última gota de leche. El auto olía a flujo vaginal y semen, juntos disfrutaban de la atmósfera que entre los dos habían creado. Marcela se incorporó y volvió a subírsele a las piernas a Fabián con un poquito de vergüenza, quedando otra vez cara a cara. Las ventanas empañadas y un líquido escurriendo por el parabrisas. <<Vaya desastre>>, pensó Fabián mientras la besaba. Luego pasaría por el car wash de un amigo y como si nada, problema resuelto.
Finalmente, Fabián recuperó el aliento y con ello la razón. No lo podía creer, miró el reloj del coche y se percató de lo tarde que estaban. <<Mierda, son las 6:55, es tardísimo>>. Marcela salió de su trance de sopetón al escuchar lo dicho por Fabián e inmediatamente se pasó a su silla. <<¡No puede ser! No me van a dejar entrar, mi mamá se va a enfadar y ya no me va a celebrar mi cumpleaños>>. Fabián, algo preocupado y ya poniendo en marcha el motor, solo pudo decirle: <<Alístate mi amor, ponte bien la chaqueta y acomódate el pantalón, ponte el cinturón y vamos lo más rápido posible, no te preocupes…>>. Terminó de subirse la ropa y aceleró. Ideas veloces se le atravesaron por la mente a Fabián, barajando la hipotética posibilidad de no llevar a Marcela al colegio y, por el contrario, irse a un lugar solitario, quizás a un motel muy reservado y devorarse esa deliciosa vagina. Siempre tenía la opción de hacerse pasar por el padre de Marcela, ir a un motel no representaría ningún riesgo. No, eso sería demasiado, pensó Fabián. Sacudió un poco su cabeza y decidió ser paciente, aguantarse las ganas y dejar que el momento llegara por sí solo.
Ambos estaban despeinados y se veían desaliñados. No era para menos, la faena sexual así lo ameritaba. Fabián observó la cara de Marcela y se percató de que tenía restos de semen. Se humedeció el pulgar con la lengua y le limpió la cara en un gesto de amor. A pesar del inconveniente del retraso, todo marchaba perfecto. Lo de Fabián y Marcela era una auténtica poesía. Arribaron a la institución educativa sobre las 7:10am y se encontraron con la portería cerrada. Fabián se bajó del coche para acercarse al portero y luego de sobornarlo, llamó a Marcela para que entrara. Luego Fabián salió rumbo al trabajo y durante la hora de la comida llevó el coche a un car wash de confianza donde se lo dejaron como nuevo sin hacer ningún tipo de preguntas. Pasó el día y llegó la noche con grandes éxitos en la relación de Fabián y Marcela. Tuvieron un delicioso encuentro afectivo y sexual, salieron victoriosos de la llegada tarde y Fabián avanzó en el vínculo de confianza con Camila quien lo había invitado a la fiesta de cumpleaños de Marcela.
Fabián lo tenía claro, al día siguiente no solo dejaría que la niña se masturbara con su entrepierna, sino que, además, por fin se comería lleno de ímpetu esa deliciosa vaginita infantil hasta tragarse la última gota de su exquisito jugo, obsequiándole el mejor de los regalos. Aún no pensaba en tomar su virginidad. Aunque se moría de ganas, quería que ese momento fuese de lo más especial y sin prisas. Pensaba en una cena romántica, velas, pétalos de rosa…
Esa tarde de jueves, Camila se dispuso a hacer un poco de labores de casa. Se le había acumulado bastante ropa sucia de las dos, por lo que decidió hacer una sola colada. En eso notó algo inusual en las braguitas de Marcela, unas manchas poco comunes en el puente de las prendas. Cuando la niña llegó de estudiar, Camila le preguntó: <<Marce, ¿tú te estás orinando en la cama?>>. <<No mamá, ¿por qué?>>. <<Porque cuando recojo ropa sucia para lavar, tus braguitas están manchadas o huelen fuerte a orines o yo no sé qué…>>. <<Qué raro, pues será cuando estoy dormida..>>, respondió la niña. Camila no le dio mayor importancia en ese momento..
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AVANCE Marcelita 06:
Era allí y ahora, no había tiempo para pensarlo. El día indicado había llegado y era una fecha muy especial para ambos. Un día para recordar. Luego de un nuevo cruce de miradas, todo fue un brutal descontrol… Fabián contuvo la respiración y tomó por la nuca a Marcela, diciéndole con un tono de voz pícaro: <<te siento excitada, algo me dice que quieres que tu papi te pase la lengua por toda la rajita…>>>. Marcela, totalmente sumergida al deseo sexual le contestó: <<No puedo más, tengo la conchita muy mojada…>>>. Para Fabián estas palabras fueron demasiado, fue sentirse en la gloria pues reconocía en lo que estaba por suceder el último y delicioso paso del no retorno, de aquí para adelante se vendría lo más brutal y serían pareja de hecho en el sentido sexual y, claro está, en el aspecto sentimental pues, aunque fuera una locura, Fabián se estaba enamorando poco a poco y perdidamente de Marcela. No mediaron más palabras y permitieron que sus cuerpos hablaran.
Así, entre lamidas y chupetones entre el cuello y el pecho, Fabián recostó a Marcela sobre el asiento del auto, dejándola por completo a merced. Con mucha delicadeza desapuntó las mangas de la blusa y siguió con los besos y las caricias, bajando por el pecho hasta el ombligo, dejando escapar un hilo de saliva que se depositó en el ombligo de la niña..
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Que buen relato!